Capítulo 2
Narra Amanda.
Después de la cena donde el silencio prevaleció, el señor White les pidió a las niñas que subieran a sus habitaciones a dormir.
—Buenas noches Amanda—mencionó la pequeña Zoé por mi nombre de pila. Ella definitivamente era muy dulce.
—Buenas noches cariño—le respondí con una amplia sonrisa.
Mientras Denisse solo se puse de pie dijo buenas noches en general y se marchó subiendo las escaleras.
—La señora Betancourt, tuvo que salir de emergencia, regresará mañana. Cuando regresé le dirá el itinerario—me explicó él para luego tomar un sorbo de vino—. Si me disculpa estoy algo cansado—dijo, comprendí que me estaba pidiendo que me fuera de la mesa, así que me puse de pie dejándolo solo en el comedor.
Luego ingresé a mi habitación, cerré la puerta detrás de mí, me desvestí y me puse mi camisón para dormir, era un poco transparente, solo lo usaba cuando quería dormir cómoda, luego me dejé caer en la cama para abrazar la almohada para dormir, deseando que mañana que era mí primer día no fuera tan malo.
***
Cuando desperté me quedé un momento viendo el techo, luego finalmente decidí levantarme, después caminé hacia la ventana para abrir las pesadas cortinas. Apenas estaba aclarando, una neblina blanca cubría el panorama, pero algo me llamó la atención, vi a mí jefe caminar hacia el garaje con su traje oscuro y un maletín, poco después salió en un auto negro de lujo para luego desaparecer por la entrada. De lo que sabía del señor White es que antes de convertirse en alcalde era un inversionista, bueno, actualmente todavía lo era, se hacia cargo de su empresa y a la vez de su cargo público, así que me imaginé que pasaba poco tiempo con sus hijas, esto me daba mucha tristeza, ya que a la edad que ellas tenían era necesario tener la presencia de sus padres, más porque su madre había fallecido.
Poco después decidí ir a ver a Zoé y a Denisse a sus habitaciones para ver cómo estaban. Salí de mí habitación por el pasillo sobre la alfombra color crema que se sentía exuberante bajo mis pies. Un enorme espejo colgaba de la pared en el pasillo. Me vi a mí misma y me estremecí: mis pechos se veían claramente y peor aún mí cabello estaba alborotado parecía un animal salvaje. Quería regresar a mí habitación para cambiarme y luego regresar a verlas, pero lo descarte, ya que sabía que el señor White no estaba, así que no era necesario. Continué mí caminar, pasé por la primera habitación, la abrí con cuidado y miré adentro, vi a Denisse que dormía profundamente, así que me di cuenta que esa era su habitación. Finalmente, llegué a la siguiente puerta que estaba entreabierta. Miré adentro y vi a Zoé profundamente dormida, bien acurrucada y apretando una muñeca de trapo. Entré y me senté al lado de la cama, llevaba un pijama de princesas rosa con blanco, sonreí al verla ahí, tan dulce. Luego vi muy bien su habitación, está estaba muy limpia y ordenada, lleno de muebles caros, juguetes, libros y otros accesorios, luego vi en una mesa su uniforme debidamente ordenado junto a su mochila escolar. Todo lo que había en esta casa era lo mejor de lo mejor.
Después me puse de pie y salí con cuidado. Luego volteé hacia el otro extremo del ala contraría de dónde estaban nuestras habitaciones, al otro extremo se visualizaba una habitación, está se encontraba medio abierta y se filtraba una luz. Me imaginé que debía ser la habitación del señor White Volteé por todos por inercia sabía que no había nadie más, así que decidí ir a curiosear en la habitación de mí jefe, cuando llegué me quedé con la boca abierta, era muy amplia, la cama era claramente de tamaño king, y la habitación estaba decorada en diferentes tonos de café y perla complementada con muebles antiguos oscuros, la luz que había visto era de su armario. Miré adentro y vi camisas manga larga alineadas, ordenadamente en una fila, zapatos y otros tipo de vestimenta muy finas. Me di cuenta que era un hombre muy ordenado, eso me hizo pensar que yo también debía procurar tener la mía de igual manera para que no pensara que era una mujer desordenada. Luego ingresé al baño, todo era negro, gris y muy moderno, una vez más, noté que todo estaba muy ordenado. Había un espejo grande y pude ver que detrás de él había un gabinete delgado. Empujé el espejo y la puerta se abrió. Mis ojos se desplazaron por los estantes, había desodorantes, navajas, polvos de talco y condones. Me pregunté cuánto tiempo hacia que había muerto su esposa, ya que ese dato no lo sabía con exactitud.
Salí de su habitación luego de estar hurgando sus cosas, cerré la puerta lentamente para no hacer mucho ruido y que las niñas no me descubrieran y le dijeran a su padre; sin embargo, paso algo peor, cuando me di vuelta mí jefe estaba frente a mí.
—¿Qué diablos hacía en mí habitación?—pronunció él en un tono realmente molesto.
Mí corazón se detuvo por los nervios, mí estómago de nuevo se revolvió ¿Ahora que explicación le iba a dar? ¿Y si me despide por andar hurgando en su habitación? Las palabras no salían de mí boca por los nervios que sentía. Solo me estaba imaginando empacar mis cosas de nuevo para regresar a mí pueblo donde mí abuelo me esperaba o al departamento con mi amiga.