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Despido

—¿Que hace él aquí? —preguntó Jacqueline en voz alta.

—Parece que lo reconoces bien.

La televisión se encendió, las imágenes de las camaras de vigilancia se estaban reproduciendo, especialmente la toma dónde Jacqueline agregaba la droga a la bebida de Ronald.

Jacqueline sentía que era su fin, su plan era perfecto, ¿cómo pudo salir todo mal?

—Yo...

—Tu me drogaste, tienes un motivo oculto para hacerlo, habla.

—Yo... yo solo quería estar contigo, pero este otro se hizo pasar por tí.

—Te equivocas, por suerte pude observar cuando agregaste ese polvo a la bebida del señor Wilson y le advertí ante que él entrará a esa habitación, así que envío a Wanda y se hizo pasar por tí, en cambio el señor Ronald...

—Suficiente —dijo Ronald.

—Espera, ¿dijiste Wanda?

—Si, aunque Wanda era mi antiguo nombre, ahora prefiero que me llamen Juan.

—¿Tu eres...?

Jacqueline salió corriendo hacia el baño, no solamente había fracasado en su plan, sino que también había tenido relaciones con una mujer.

Salió del baño amenazando.

—Esto no se quedará así, me vengare de ustedes.

Ronald se paró frente a Jacqueline.

—¿Pretendes actuar contra mí?

El aura dominante de Ronald llenó el ambiente. Jacqueline empezó a temblar.

—No, contra usted no, sino contra ellos.

—Si los atacas me atacas a mí, ya que ellos actuaron a mi defensa, entonces ¿tanto anhelas la muerte?

Jacqueline sentía que no podía más, salió rápidamente de ahí.

Ronald sacó su chequera y elaboró un cheque de cien mil dólares a cada uno.

—Su recompensa por haber actuado a mi favor.

Ronald salió de ahí, ayer tenía intenciones de estar con alguien, luego de conocer el plan de Jacqueline, tomó a otra mujer, pero no pudo hacer nada con ella, su cuerpo no reaccionó, algo que no le había pasado anteriormente.

Fue directo a la oficina, al llegar Elena lo recibió de pie afuera de su escritorio.

—Buenos días, señor Wilson. Estos son los informes del día de hoy.

—No necesito verlos, quiero que te prepares para hoy en la noche.

—¿Hoy en la noche?

—Tienes mi agenda, se supone que tú eres la que me debe de recordar.

—Lo siento, verificaré inmediatamente.

Elena se sentía tonta, como pudo haber olvidado revisar la agenda de su jefe.

Martín entró posterior a Ronald.

—He investigado a la chica, no hay nada interesante, pero creo que debe de ver esto, revisé su historial de llamadas y encontré una llamada a este número en particular.

—No lo reconozco.

—El número pertenece a la señora Elena, la llamada tardó unos segundos y fue cuando estaban en las negociaciones.

—Interesante.

Ronald recordó la llamada que Martín hacía mención, fue la llamada que respondió en altavoz y la mujer le dijo a Elena que se protegiera.

—Quiero que la lleves al sitio.

Martín se quedó pensando, ¿por qué despertó el interés en esa mujer?

—Ahora mismo.

Martín salió de la oficina y organizó con unos hombres para llevar a Jacqueline al sitio.

***

Jacqueline se encontraba afuera de una farmacia, recordó que ayer no se había protegido, las intenciones era quedar embarazada y justamente se encontraba en sus días fértiles.

Cuando se dirigía a su auto unos hombres se adelantaron.

—Necesitamos que venga con nosotros.

—¿Quienes son ustedes?

—Señorita, si no quiere que le pase nada malo será mejor que venga con nosotros, si hace un escándalo tenga por seguro que su vida en esta ciudad estará acabada, nuestro jefe la destruiría en segundos.

«¿Su jefe?» Jacqueline se quedó pensando por un momento y terminó accediendo.

Al entrar le pusieron una capucha.

—¿Por qué me tapan? ¡No puedo respirar! ¡Me están ahogando!

Los hombres solamente vigilaban que ella realmente pudiera respirar y no se quitará la capucha.

Llegaron al sitio y la encerraron en una habitación, ahí se encontraba un baby doll rojo.

—¿Acaso me han traído aquí solo para acostarme con su jefe? ¿Creen que yo soy una p******, están equivocados.

La mujer se resignaba a cambiarse.

Martín llegó primero que Ronald, se tenía que asegurar todo estuviera bien para su jefe.

Al llegar observa que Jacqueline no tenía puesta la ropa.

—¿Qué esperas? Cámbiate antes que llegue.

—¡No! No me cambiaré sin que me digan que está pasando.

—Si te encuentra de esa manera se molestará demasiado.

—No me importa.

Ronald llegó al lugar y todos los hombres abandonaron el sitio.

—Te lo he dicho, espero que tenga piedad de tí.

Martín salió de la habitación y se encontró con su jefe.

—¿Ya está ahí? —preguntó Ronald.

—Si, ya está ahí —Martín prefirió omitir que no se había cambiado, no quería recibir anticipadamente su enojo.

Ronald entró a la habitación y vió a la mujer.

Jacqueline al darse cuenta que era Ronald inmediatamente se puso nerviosa.

—¡Eres tú! De haberme dicho que eres tú no me hubiera opuesto.

Jacqueline empezó a quitarse la ropa para ponerse el baby doll, de haber sabido que eran los gustos de ese dios griego lo hubiera hecho desde antes.

—Detente, yo no pretendo acostarme contigo, me repugna solo el hecho de estar cerca de ti, pero necesito información que tú tienes.

Las palabras de Ronald destrozaron el orgullo de Jacqueline, primero la había avergonzado en meter a otro hombre y tener relaciones, ahora la avergüenza más diciéndole que le repugna estar cerca de ella.

Ronald sacó una foto y en esta estaba Elena.

—Se que la conoces, quiero saber de ella.

Jacqueline quedó viendo la foto de Elena y supuso que ese dios griego tenía algo en mente con Elena, así que simplemente la haría quedar mal.

—Ella es una cualquiera, se acuesta con cualquier hombre que se le insinúa, es pobre y vive de eso, algunas veces se hace la santa pero es para generar intriga en los hombres, escuché decir de alguien que hasta podría tener una ets, su padre es un ladrón y se encuentra en la cárcel, su madre se escapó con otro hombre después de tenerla. La sacaron de la universidad porque se le insinuó al decano.

—Suficiente —dijo Ronald—. Si me estás mintiendo las consecuencias serán graves.

Quizás Jacqueline sufra por haberle mentido a ese dios griego, pero la que sufrirá más será Elena, quizás estaba intentando insinuarse a ese hombre, pero con todo eso no pasará.

Ronald salió del sitio y Martín estaba afuera.

«¡Tan rápido! Solo tardó unos minutos, quizás no quiso ponerse el vestuario y se molestó más, mejor no diré ningún comentario.» pensó Martín.

Le abrió la puerta para que entrara y luego el subió al asiento de copiloto.

—Llevame a la oficina.

El chófer asintió, Martín quería averiguar si su jefe se encontraba bien, pero sus gestos demostraban que no había salido según lo planeado.

—Quiero que despidas a Elena —le dijo a Martín.

—¿Despedirla? Pensé que estaba haciendo bien su trabajo.

—Sabes que lo menos que tolero es la mentira, me ha mentido y sufrirá las consecuencias.

Martín se ponía a pensar, «¿en qué le habrá mentido? ¿Acaso si habrá tenido algo con su jefe y por eso se encontraba tan molesto?»

Él no era quien para contradecir a su jefe, así que en cuanto llegaron a la oficina, subió antes que su jefe y llegó a la oficina de Elena.

—Estas despedida.

—¿Estoy despedida? ¿Por qué? ¿Solo por no tener nada con el señor Wilson? Si lo que quieren es una prostituta como secretaria, perfecto, así evito muchas incomodidades.

Elena tomó sus cosas y bajó por el ascensor, cuando salió del edificio el auto de su jefe estaba de frente, el salió del auto y fue directo hacia donde ella.

—Sube —le ordenó Ronald a Elena.

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