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Capítulo 2

- Será mejor que nos pongamos duros con ellos – sonrió. -Dijiste que prácticamente todos aquí hoy son novatos. El equipo masculino también. Solo espero que no los asustemos demasiado desde el principio.

- ¿Es el capitán del equipo masculino? – le susurré al oído a Lucy y ella me miró como si fuera un gran idiota. - ¿Qué?

- ¿Cómo no conoces al capitán de la selección masculina de voleibol? él susurró. Nuestro equipo comenzó a caminar hacia una de las redes para comenzar un partido.

- No sabía que tenía la obligación de saber quién es.

- Eres un imbécil – me empujó levemente. – Sí, es el capitán. Su nombre es Set. Mejor presta más atención a las cosas que te rodean.

Tomamos las posiciones de piedra, papel o tijera, y terminé como libero. Lucy era todo lo contrario y el capitán era el colocador. Cristh estaba en el centro y los otros muchachos estaban en los extremos.

Para un equipo dibujado por la suerte, las funciones estuvieron muy bien repartidas.

Comenzamos el primer partido y no me llevó ni 5 minutos de juego entender por qué estos dos pequeños monstruos eran los capitanes de los equipos de voleibol.

Me sentí absolutamente agradecido de estar en el mismo equipo que ellos, ya que la masacre de todos los que los enfrentaban era evidente.

Nuestro primer juego terminó demasiado rápido, así que nos sentamos a descansar mientras no había otro equipo disponible para poder jugar el segundo juego con un equipo diferente.

Observé a los muchachos de nuestro equipo y cuán de cerca seguían a Cristh, casi como si tuvieran miedo de alejarse de él.

Cristh llamó más de cerca al equipo que nos había estado enfrentando y revisó todos los aspectos positivos y todas las fallas en su juego. Nuestro capitán hizo lo mismo con nuestro equipo.

Al final de todos nuestros juegos, se reservó un período de unos quince minutos para esta conversación.

En el quinto juego ya ni sabía lo que estaba haciendo. Estaba todo en automático por cansancio. Cuando por fin terminó el partido, me tiré en los banquillos de la grada, sin fuerzas ni para acercarme a escuchar los toques y los tirones de oreja. Lucy y los otros dos niños no estaban en mejores condiciones que yo. Solo aquellos que estaban completamente enteros eran los capitanes.

- ¿Estás bien? Miré hacia arriba y vi a Cristh sentado cerca pero no del todo en el banco a mi lado.

-Sobreviviré-, respondí.

- No sé. Parece que vas a tener un derrame cerebral en cualquier momento. ¿Quieres quedarte fuera del próximo? 6

- No, tudo bien. Serio. Es que hace tiempo que no juego, así que me acostumbré un poco al ritmo, pero mañana o pasado mañana estaré físicamente más acostumbrado al ritmo.

- ¿Formaste parte de algún club antes? Me encogí de hombros.

- Sí, pero en los últimos tres años no participé en ninguno.

- ¿Es cierto? ¿Porque? preguntó con curiosidad. La alerta roja se disparó en mi cabeza y sonreí torpemente.

- Algunas preguntas personales.

Pareció entender que era un tema delicado, así que lo dejó pasar.

- Pero juegas muy bien. De todos los estudiantes con los que jugué hoy, tú fuiste el único que no necesitó revisión. Es impresionante para alguien que no ha jugado en tanto tiempo y está tan cansado.

Sonreí sin saber cómo reaccionar ante el cumplido.

- ¿Nunca pensó en ser capitán?

- ¿Qué? ¡No! – la idea me parecía absurda, más si me comparo con el capitán de mi propio equipo, o con él. No hay nada que comparar. -No es realmente el tipo de responsabilidad que me gusta tener-, respondí con sinceridad. – Solo quiero jugar. Cualquier cosa más complicada que eso es demasiada responsabilidad para mí.

Se rió entre dientes levemente, pareciendo encontrar intrigante mi respuesta.

- Eres la primera persona que me responde de esa manera. Creo que todos aquí aspiran a ser capitanes, o algo más para el equipo.

- Cada uno tiene sus motivos para dedicarse al deporte. No practico voleibol para ser un líder o enseñar a la gente.

- ¿Ah, sí? Entonces, ¿por qué juegas al voleibol?

Me giré para mirarlo por primera vez desde que empezamos a hablar. Sus ojos me miraron con genuina curiosidad. Pero no puedo ser honesto hasta el punto de decir la verdadera razón por la que comencé a practicar deportes.

- Digamos que me gusta. Tal vez algún día te cuente toda la razón – sonreí y me levanté. – Nos están llamando para que volvamos.

Él le devolvió la sonrisa y se levantó.

Teníamos dos juegos más antes de que finalmente termináramos la práctica de hoy.

Estoy agotado. Casi lo suficientemente cansada como para pensar que es una buena idea dormir por aquí.

Miré a Lucy que ya estaba terminando de cambiarse en el vestuario. No parecía tan cansada, pero aún se quejaba todo el tiempo de tener que tomar el autobús a casa.

Ríete de la ironía. El único día en que su madre decide castigarla con la falta de un aventón es el día en que más deseo tener un aventón a casa.

- Deberías entrenar más tu resistencia. Juegas muy bien, pero te cansas muy fácil – comentó.

- Yo se. Pero tengo motivos para no haber jugado tanto tiempo...

Ella me miró por el rabillo del ojo. Parecía que quería decir algo, pero no sabía exactamente qué, así que prefirió permanecer en silencio.

-No pongas esa cara,- dije finalmente. – Es parte de eso. No me quejo, y no tienes que preocuparte por nada de eso. Pero si realmente quieres ayudarme, podemos jugar los fines de semana.

Me miró como si estuviera loco.

- ¿Cómo puedes seguir queriendo jugar el fin de semana después de todo el entrenamiento de la semana? No tengo tanto aliento. Aparte de eso, no hay ningún lugar para jugar.

-Podríamos jugar en la escuela- Me encogí de hombros. -Pero usted está en lo correcto. No creo que nadie aquí esté lo suficientemente loco como para entrenar dos o tres horas todos los días e incluso vine a entrenar el fin de semana para mejorar mi condición física.

- No es exactamente cierto. Puede ser que los capitanes hagan eso. Puedes hablar con el capitán y confirmar que habrá alguien aquí para jugar este fin de semana.

Rápidamente deseché la idea.

- Quería a alguien que conociera y con quien intercambiara al menos más de veinte palabras hasta hoy. Al menos alguien con quien tengo intimidad.

- Entonces llama al capitán del equipo masculino. Los vi hablando en las gradas antes. Parece que ya se han intercambiado al menos más de veinte palabras – sonrió débilmente.

Fruncí el ceño y la ignoré. Si no tengo el descaro de preguntarle al capitán de mi propio equipo, y mucho menos al capitán del club masculino que conocí hoy.

- Se olvida. Entrenaré como siempre: solo.

Volteó a mirarme, otra vez con esa expresión de quien quiere decir algo pero no puede porque tiene miedo de decir algo equivocado.

- No tienes que actuar como si estuvieras caminando sobre cáscaras de huevo conmigo. Sé lo que estás pensando.

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