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5

Isabely pone los ojos en blanco ante el mal humor de su hermano.

- Para mí es lo mismo, claro que en nuestro caso todo es mucho más intenso. Pero de todos modos, puede que no te interese, pero tal vez Leon quiera echar un vistazo a mi manicura, ya que él no rehuye una falda con cola y siento que es mi deber protegerlo.

- Me muero por conocer a tu nuevo amigo. - Leon guiña un ojo en su forma grosera que siempre hace suspirar a las chicas.

- En serio, prima mía, no sé cómo las mujeres se enamoran de tu labio, tienes la pura picardía estampada en la cara.

Leon de la risa del comentario de su prima.

- Es exactamente lo que les gusta, muy travieso.

- Oh, vaya, honestamente no puedo entender. - Isabely pone cara de disgusto, haciendo que Andre y Leon se echen a reír.

- ¿Sabes qué día vendrá tu amigo? - pregunta León, curioso.

- No queriendo causar otra mueca en el hermoso rostro de mi hermano, pero llega el domingo. De hecho, voy a comprobar que todo esté en orden cuando llegue.

- ¡¿Mañana?! - grita Andre e Isabely se encoge ante su Alfa. - ¿Por qué no lo dijiste antes, para que pudiéramos advertir a los demás?

- Todo el mundo lo sabe, las mujeres de la ciudad se encargaron de difundir la noticia, pero has estado tan concentrado en ti mismo que no has prestado atención.

- Yo tampoco lo sabía. - Leon levanta un dedo llamando la atención sobre sí mismo.

- Es porque eres otro amargado que sigue quejándose en los rincones.

- Está bien, nos estamos emocionando. - Leon levanta las manos en señal de rendición. - Vamos a calmarnos y resolver el problema.

- No hay nada que resolver, un potencial amigo está por llegar y punto.

- Tengo que ir a Mato Grosso mañana temprano. Ha habido tres muertes en la manada allí y como Alpha Supremo, es mi deber comprobar lo que está pasando.

- ¿Tres? ¡Oh, por el Gran Espíritu! - Isabely mira atónita a su hermano.

- ¿Crees que pueden ser esos cabrones que nos consideran monstruos? - pregunta Leon, la ira clara en su voz.

- No lo sé, eso es lo que pretendo averiguar y espero que no vueles la ciudad en mi ausencia.

- Yo me encargo de todo, no te preocupes. - asegura León.

- Me alegro de que estemos bien resueltos, porque tengo que irme. - Isabely abraza a Andre, despidiéndose. Cuídate mi hermano.

- No te preocupes, volveré el viernes. Necesito estar presente en la organización de nuestra fiesta anual, no lo olvides.

- Puedes, mi hermano. León, hasta luego. Los amo.

Isabely se va, antes de que la lluvia se ponga fuerte. Un temblor recorre su cuerpo, como una sensación, pero no puede describirlo. Siente que surgirán cosas nuevas y, junto con eso, grandes cambios.

- No pensé que tendríamos que cruzar el río . Dios mío , Dilyn, morro de miedo , es demasiada agua.

- Relájese y disfrute de la vista. - dice Héctor, abriendo los brazos e inhalando profundamente.

El ferry cruza el río Amazonas y el viento fresco trae un aroma a naturaleza pura, mientras que el sol de la tarde parece esconderse detrás de los enormes árboles, dando paso a unas pesadas nubes que comienzan a apoderarse del espacio en el cielo.

- Parece que va a llover. - comenta Dilyn, dirigiéndose a su auto para echarle un vistazo a Cleopatra.

- Está bastante lejos, ¿no? - comenta Héctor siguiendo a su amigo hasta el auto. - Sabes que Madalena y yo te estamos siguiendo como a oscuras, ¿no?

- Te amo por eso. Entraron en esto conmigo sin preguntar nada. Gracias. - Dilyn le sonríe a su amiga. - Realmente espero que encuentres todo lo que buscas allí, como creo que lo haré.

Después de tres horas, el transbordador atraca en un área densamente boscosa.

- Bajas aquí. - Un tipo extraño con mala cara, advierte Dilyn a sus amigos.

- Pero ahí solo hay árboles, ¿cómo vamos a hacer con el carro? - pregunta Dilyn, preocupada.

- No tienes idea de a dónde vas, ¿verdad?

A Heitor le resulta muy extraño, el tono que usa el chico en sus palabras, en su mirada, el chico parece burlarse de su falta de conocimiento sobre el lugar.

- No conocemos el camino. Si nos puedes explicar. - pregunta Dilyn humildemente.

- Nada más bajar verás un camino de tierra. Manténgase en él durante al menos cuarenta kilómetros. Luego, te encontrarás frente a un arroyo, lo cruzas y luego tomas a la derecha, donde los árboles son más altos y sigues hasta encontrar el letrero con el nombre de la ciudad.

- Vaya, eso es mucha información. - comenta Madalena, rascándose la cabeza. - ¿Puede repetir?

El chico le pone los ojos en blanco y con una sonrisa siniestra le dice:

- Ten cuidado de no perderte en el bosque, hay lobos feroces por estos parajes.

- Dios nos proteja . - Madalena agarra del brazo a Heitor, aterrorizada.

- Gracias por la información. - Dilyn te lo agradece.

- Heitor, ¿puedes conducir?

- Claro, Dilyn, no hay problema.

Entran en Colombiaia y se bajan de la balsa, entrando en el bosque.

- Me imagino que esto debe ser el camino de tierra. - deduce Héctor, en cuanto aparece un camino angosto a los pocos metros de adentrarse en el bosque.

- Mi carrito llegará solo con los mocos y todo rayado de tanto tomar astas. - se queja Dilyn, mientras escucha el ruido de los golpes en las llantas y las ramas rayando la pintura.

- Si todo sale como esperamos, pronto tendrás dinero para comprar otro, o al menos para renovarlo. - dice Madalena toda sonriente y optimista.

Heitor y Dilyn terminan riéndose, pensando en lo admirable que es la forma tranquila en que su amigo ve las cosas.

- Ya está oscureciendo y el tiempo ha cerrado por completo. Esperemos que el camino sea exactamente como dijo el chico del ferry.

- Dios quiera , aunque no imaginé que literalmente nos adentraríamos en la selva amazónica. ¿Te vacunaste contra la fiebre amarilla? Y la malaria, ¿compraste repelente? ¿Qué pasa con la ivermectina?

Madalena no para de hablar, tal es su nerviosismo por la oscuridad que empieza a descender entre los árboles y sobre el camino de tierra.

Comienza a llover fuertemente tan pronto como pasan el arroyo. Heitor detiene el auto por un momento.

- El tipo del ferry dijo que fuera a la derecha, donde los árboles son más altos, ¿no?

- Sí, pero está demasiado oscuro y llueve demasiado, ahora no es posible comparar el tamaño de los árboles. - dice Madalena, tratando de ver algo a través de la oscuridad casi palpable que se formaba afuera.

- Bueno, creo que dijo que fuera a la derecha precisamente porque sabía que eso sucedería. - Avisos brumosos.

Heitor vuelve a pisar el acelerador, haciendo que el coche avance.

Después de otros veinte kilómetros, más allá de los cuarenta antes del arroyo, aparece el letrero de la ciudad.

- Creo que lo encontramos. - susurra Dilyn, completamente atónita, porque está viendo lo mismo que vio en su último sueño con él;

un cartel cubierto con lona y justo después, uno con el nombre de una ciudad escrito en rojo.

—Ahora puedo ver...— dice, perdida en sus pensamientos.

- ¿De qué hablas Dilyn?

- Es Wolf Valley, ese era el nombre en el plato.

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