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Un Ángel Endemoniado

La aventura con ese hombre ese día no trascendió como de verdad lo hizo el ángel endemoniado que conocí esa noche en el bar por fuera de la universidad.

Después de mi primera terapia de ¡Muchas! A las que me había agendado en numerosas oportunidades, esta había sido nuevamente un fracaso. ¡No digo que la Psicóloga que me atendió en esta ocasión haya sido totalmente un fracaso! Pero por más que con antelación lo solicite, no me dieron más de la hora de terapia que en verdad necesitaba.

¡No una vez ni dos por semana! En mi caso en específico necesitaba por lo menos de cuatro a cinco sesiones de terapia, algo que al parecer no lo podía obtener de nadie en la ciudad, lo que me llevo a buscar más allá de la ciudad en donde vivía ¡Pero nada funcionó de igual forma! por lo que recordé una vez más, ¿Por qué me había vuelto una Ninfómana? Después de haber probado a ese hombre que fue ¿Quién? En verdad fue el culpable de mi adicción.

Al instante que escuché esa voz sensual y con de sobra atracción, me tomé la molestia de rechazar la incitación que me extendió el hermoso caballero que por demás estaba dicho que era lo que necesitaba después de esa reunión con la Psicóloga, sin embargo, deseaba darme un espacio ese día en el que necesitaba algo más relajado y no compartir mi noche con un hombre ¡Por más que así lo deseara!

Llegando a mi departamento, el único recuerdo que llego a mi mente tras haber rechazado la invitación del incitante joven que dejé al salir de la Psicóloga, fue esa noche en el bar en que nos encontrábamos reunidos con mis compañeras de clases y después de ese fiasco con el joven de lucha olímpica estaba muy necesitada de un verdadero hombre en mi vida para saciar ese fuego que se había quedado prendido dentro de mí, después de haber sentido por primera vez un cavernoso cuerpo de hombre por dentro, pero al no haber recibido la excitación o placer esperada. ¡Necesitaba más que un juguete para apagar ese fuego por dentro!

Todo comenzó con una copa que me ofrecieron esa noche en el bar y que de alguna manera llegue a dudar de aceptar. —¿Deseas un trago de tequila? ¿Si consumes alcohol verdad?

Fue muy directo desde el inicio y eso me dejo impactada, por lo que respondí. —¡Si claro! En mi residencia a escondidas de mi padre me bebía un trago todos los fines de semana.

Después de haber dado mi respuesta, supe que esa respuesta no era la adecuada, porque incluí a mi familia o algo personal en una conversación que no estaba ni cerca de ser personal, pero que, a pesar de mi absurda respuesta, intento hacerme sentir bien, aunque en verdad no fuera de esa manera.

—¡Wow! Eres atrevida entonces. ¡Así debe de ser chica!

Entonces le pregunté con timidez por mi inexperiencia. —¿Cómo es que me has dicho que era tu nombre disculpa?

Antes de responderme, tomó de su copa y de un solo sorbo se bebió el contenido de la misma, para luego responder. —Acaso ¿eso interesa? Lo único que interesa es lo que puedo llegar a hacerte sentir, siempre y cuando te sientas preparada para experimentar una experiencia inolvidable.

¡Sin duda me sorprendí en la forma que me hablo en ese momento! me dejo helada, al menos estaba haciendo que mi cuerpo sintiera un escalofrió por dentro que me erizara la piel ¡Eso ya era un buen comienzo!

Todo parecía ser que a ninguna de las chicas les importaba lo que hiciera o pasara conmigo esa noche, ya que solo se quedaron observando y de pronto volteaba la mirada para ver si ellas seguían ahí detrás de mí. ¡Pero ellas solo estaban al pendiente si me iba o no con el hombre fornido y de buen físico!

La verdad no podía resistirme a su encanto, por lo que después de haber dado esa respuesta le pregunte su edad, ¡Al menos quería conocer su edad! No se veía tan joven como cualquiera de la universidad, pero ¡Un encanto y maravilla de hombre que estaba por delante de mis pupilas!

—Entonces ya que no quieres decirme tu nombre, por lo menos desearía saber tu edad. ¿Cuál es tu edad?

Sonrió ante mi pregunta y acomodándose el pantalón me respondió con certeza que ya estaba asegurada su noche conmigo. —¿Quieres saber si lo harás esta noche con un jovencito o con un caballero? ¡Está bien te lo diré! Treinta cuatro años ¿Complacida? ¿Tu edad cual es jovencita?

Era suficiente como para complacerme con haberme dicho su edad, por lo que era más que evidente que mi edad no importaba, pero, así como el no accedió a darme su nombre, entonces le devolví la moneda.

—¿Acaso importa mi edad? ¡Si de igual manera te revolcaras con alguien menor que tú, eso que te quede muy claro y no creas que soy menor, tengo la edad suficiente para hacerme cargo de mis actos!

Sin más remedio me acercó su cuerpo que estaba más que excitado tras estar cerca de mí en ese momento, para luego rodear mi cintura con sus gruesos y enormes brazos para someterme a su deseo con un beso con toda la lujuria que podía llegar a sentir en ese instante.

Experimente sus manos gruesas y fuertes en mi cintura, estaba que goteaba de lo excitada que me había hecho sentir solo por haberme tocado de esa forma tan natural y ruda a la vez.

Me acercó a su cintura dejándome sentir que lo que había entre sus piernas no era precisamente unos rellenos o un protector de lucha olímpica. Lo que en verdad había por dentro y en medio de esas piernas era una herramienta dispuesta a introducirse hasta en mis pensamientos y así quitarme el recuerdo de ese fiasco con el que me había tocado la primera vez.

Mis amigas o más bien debo decir mis compañeras solo dieron unos cuantos gritos tras observarme que ese tipo misterioso al que me estaba entregando me devoraba con su boca en esos labios gruesos y llenos de lujuria.

Antes de marcharnos del lugar, me pregunto tras dejarme sumamente mojada y más que deseosa de estar entre su cuerpo cavernoso y seguramente con unas enormes venas quese sobresalían.

—¿No hay problema si te vienes conmigo a mi departamento? ¡Porque no quiero encontrarme con sorpresas más adelante!

No me sorprendió su pregunta, pero aun así le respondí con incertidumbre. —¿Sorpresas en qué sentido? Soy completamente independiente y lo que haga o deje de hacer es solo mi asunto y de nadie más, así que, si deseas marcharte ahora mismo, bien puedes hacerlo, pero por lo contrario deseas que me marche de tu lado, así mismo lo haré también.

Estaba vestido de traje negro, sus músculos se le marcaban en esa camisa rojo carmesí que llevaba puesta, mis compañeras y las cámaras del lugar habían visto con el tipo que me estaba marchando, así que no tenía nada que temer.

Aparte que estaba dispuesta a entregarme esa noche al demonio de la lujuria, ¡Porque ese hombre parecía un demonio y no un ángel! De seguro me iba hacer cosas muy malas de las que no me iba a arrepentir, ¡Mas bien al contrario me podría quedar con ganas de más de ese demonio!

Llegamos a la entrada de su departamento que no quedaba a más de treinta minutos de la universidad, lo que considerando estaba bastante cerca y accesible ¡No tenía nada que temer al respecto! Pero nuevamente ante de ingresar me pregunto. —¿Estas realmente segura de entrar? ¿Por qué si entras? ¡No dejare que te vayas hasta que te hayas convertido en toda una mujer saciada y llena de insuperable placer!

¿Segura? Más segura no habría estado en años, así que con determinación respondí de inmediato. —¡Más segura no puedo estar de lo que estoy! Entremos porque hace frio acá afuera, ¿Espero tengas calefacción en tu departamento?

—¡Te puedo asegurar que no la necesitaras! ¡Porque te voy a hacer sudar y sentirás un fuego en todo tu cuerpo que el único extintor que tendrás delante de ti para apagar ese fuego será con el de mi manguera!

¿Era en serio lo que me acababa de decir? en verdad ese hombre, sabia encender el fuego que tenía por dentro. De seguro haría arder todo mi interior. ¡Porque solo con sus frases y su voz gruesa y muy varonil estaba logrando que estuviera más mojada que en mi mejor sueño húmedo!

Lo primero que pude ver cuando ingresamos fue un potro del amor en medio de la sala, unas cadenas atadas a una tubería y unas cuerdas de cuero amarradas a cada esquina del departamento ¡Por Dios este hombre es un sádico! Dije en mi mente aturdida, pero deseosa de querer probar cada uno de esos artefactos que tenía ahí frente a mí y que sin ningún pudor había dejado que lo viera.

Pero se percató de mi “Inocencia” tras no lograr ocultar mis miradas hacia esas cosas que aparentemente utilizaba muy seguido ¡Con lo que tampoco creí que los usara con una sola persona!

Tomándome de los hombros con sus manos gruesas, exclamó. —¡No creas que la acción comenzará ahí! eso será solo si tu así lo quieres experimentar. ¡Primero quiero que te tiemblen las piernas de tanto que te haré pedirme mas, hasta que tu cuerpo no aguante más ¡Entonces me pedirás que repose tu cuerpo sobre el potro o encadene tu cuerpo a cualquiera de esos juguetes que están hechos para satisfacer tu cuerpo!

En verdad y de seguro ese hombre me haría pedirle más, de eso no me cabía la menor duda posible.

Tras haber ingresado a su departamento y observado lo anterior, solo apreciaba la enorme cama frente a su cocina. Entonces mostrando siempre su seguridad y tranquilidad mencionó de prisa. —¡Acomódate o vete a dar una ducha! Porque después no tendrás tiempo para hacerlo, mientras tanto déjame prepararte un coctel que te relajará y te hará sentir mejor antes de la acción.

Posiblemente eran los nervios o la excitación, pero con timidez respondí. —¡Gracias! Creo que, si necesito el baño para relajarme un poco, porque de pronto hay un calor sofocante en tu departamento.

Así que me enseño la ducha, no podía dejar de ver que por donde caminaba, había más de algún juguete para adultos ¡Para nada desordenado! Todo debidamente en su lugar, pero no dejaba de sorprenderme lo bien que se veía todo y más ese hombre que estaba a punto de entrar a mi cuerpo esa noche en la que el deseo y la lujuria se apoderó de mi ser por completo.

Corroboré que no se encontrara cerca de la ducha y comencé a desnudarme para entrar a la ducha, que dentro de ella el ambiente era aún más misterioso y candente. Las sensaciones eran diferentes a cualquier ducha común, pero me encantó el ambiente.

Me duché muy tranquilamente esperando el momento de salir, pero no sin antes observar tras el vidrio templado y empañado desvistiéndose y ver como se dirigía hacia mí con el coctel que me había preparado, directo a la ducha donde me encontraba desnuda a merced de su deseo y de su cuerpo.

Encontrándose en la puerta de su ducha, tocó dos veces y me preguntó muy amablemente. —¿Puedo ingresar hermosa? Este coctel te relajará y condicionará tu cuerpo para que no puedas dejar de sentirte bien toda la noche.

Entonces mi mente comenzó a volar e imaginarse situaciones inesperadas y drásticas, creyendo que después de todo era una persona con malas intenciones, por lo que me pregunté. —¡Hay no! Este tipo quiere darme un tranquilizante. ¿Ahora qué hago? ¿cómo le digo que no lo necesito?

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