Dispuesta
El fuego que encendió ese hombre en mi interior siempre lo catalogaré como el inicio verdadero de mi adicción al placer, a la adicción a los deseos carnales que en muy pocas ocasiones se llegan a complacer de la manera en la que uno espera que suceda realmente en la vida.
Otro delirio que experimenté con ese hombre frente a mí que estaba a punto de entrar en mi vientre. ¡Al menos eso era lo que pensaba en ese momento! Sin que se diera cuenta al principio, tras ingresar a su departamento supe que era una persona muy ostentosa, libre financieramente y con un amplio catalogo de exigencias de alto costo.
Todo eso indicaba que la diversión y el dinero estaba mas que asegurado a su lado. ¡Solo me imaginaba en la ducha haciendo el amor en una playa o en el ascensor de un hotel o incluso en el auto a plena luz del día en carretera!
Me sentía realmente excitada pensando cada detalle que podría llegar a obtener de su parte, solo hacia falta que se decidiera a quedarse conmigo y no ser una más en su larga lista de conquistas que seguramente y constantemente visitaban su apartamento.
¡Por nada en el mundo es que me acomodara a que un hombre me diera todo lo que perfectamente podría darme sola! Pero ¿porque no aprovechar un poco de un hombre o de los hombres que pueden entregar más que solo sexo?
No solo estamos para su gusto y satisfacción, porque siendo muy honesta conmigo y con el resto del mundo, los hombres compran regalos y tratan la manera de hacernos sentir bien con bienes materiales a cambio de un buen revolcón o chupada del miembro que les ofrezcamos.
Entonces ¿quién utiliza a quien en esa situación? Así que considerando los hechos y aunque en algún momento me mostrara solo como su trofeo. ¡Al menos habría sacado un buen provecho de su parte para mi entera satisfacción! Solo que con toda seguridad en algún momento de la vida si no llegaba a quedarse a mi lado, me haría extrañar ese tercer brazo que se asomaba de su entre pierna invitándome a que me acercara y me lo condujera hacia mi interior, solo que el dueño de ese miembro, aun no estaba en la disposición de entregármelo todo.
Antes de conducirme hacia una mesa que mostraba con orgullo dentro de su habitación, se trataba de una mesa de para practicar Papanicolaou. Por lo que cuando la observé me impresionó demasiado y me llevó a pensar. ¿Este tipo está enfermo? ¿Me quiere encima de una mesa de ginecólogo? Valla que, ¡si está enfermo!
Pero la verdad no estaba muy equivocada al respecto, solo que no me iba a hacer suya en ese lugar específicamente hablando en sentido figurado y penetrante, pero sin saber que ese lugar lo utilizaba para otro tipo de juego erótico del cual no tenía la más mínima idea que así era como le fascinaba dar placer antes de montarse en la yegua para satisfacer sus bajos deseos, aunque sin saber exactamente. ¿Por qué es lo que practicaba de esa manera?
De momento me tenia en la ducha con los brazos a su voluntad y mis pechos y cuerpo contra la pared, pero por lo que veía no estaba queriendo llegar a ese punto exacto todavía, así que tuve que esperar.
¡Más y mucho más de lo que cualquiera puede llegar a imaginarse para ser conducida hacia el momento exacto en el que su deseo me explotó en la cara! Pero en la ducha me mostró de lo que sus manos y su lengua eran capaces de hacer y provocar, solo me condujo hacia una pequeña muestra provocando con su lengua unos deslices en mi parte baja de la espalda y rozando aquella zona de la cual se excita al sentir que un cuerpo extraño se acerca para introducirse en su sensibilidad.
Comencé a sudar a pesar de encontrarme en la ducha con un clima lo suficientemente frio como para mantenerme fresca toda la noche en ese lugar, pero el fuego de ser poseída de inmediato no paraba de mostrase ante ese demonio que no sabía con exactitud. ¿Cómo es que todo esto iba a terminar y cuándo?
Me dio varias repasadas con su lengua y luego me hizo sentir que estaba apunto de venirme con un chorro excesivo de placer, pero habiéndose detenido justo cuando estaba a punto de correrme en sus dedos.
¡Con toda seguridad era su forma de tratar a las mujeres, por lo que poseía esa cierta sensibilidad en saber! ¿Cuándo es que está cerca de llegar al clímax? Para luego conducirme a de donde solo experimentaría placer y dolor de no quedarme más tiempo ahí.
Entonces pronuncio mientras soltaba mis brazos. —Es momento que me acompañes a un lugar más íntimo.
Sin mencionar una sola palabra lo acompañe y en verdad me sorprendió cuando me subió a esa mesa amarrándome las manos con las cuerdas para que no lograra tener libertad en moverme. ¡Incluso me amarró los pies en esa máquina y dejó mi entera privacidad y deseo abierta a su merced!
Estaba ahí recostada, pensando ¿Cuántas mujeres no habrá puesto aquí antes de mí? Pregunta que fue contestada en el momento sin que se lo preguntara directamente, pero con toda certeza notó mi expresión al momento de estar en esa perversa posición.
—Quizás te preguntes cuantas he puesto en este lugar ¿cierto? La respuesta es muy simple, porque, ¡ni una sola ha logrado estar antes aquí! Este artefacto lo solicité algunos meses y hasta hace unos días es que me ha llegado, por lo que, mi ardiente mujer, lo estrenaras y dejaras impregnado tu irradiante deseo intenso que posees.
No tuve otra opción más que quedarme callada y sonriéndole con algo de picardía mojando mis labios del calor que sentía por dentro y deseando que metiera su polla o su lengua. ¡Pero que metiera algo ahí! para calmar un poco la ansiedad que me estaba provocando el infeliz moreno que me estaba volviendo loca teniéndome a su merced.
Tras encontrarme en esa posición, observé cuando extrajo por debajo de la mesa un recipiente que estaba repleto de lubricante.
Tras sacarlo y jugarlo con sus manos comenzó a aplicarlo alrededor de mis labios inferiores, se llegó a sentirse tan bien que, ¡por primera vez alguien estuviera jugando con ellos como debía de ser! No como el chico idiota que solo metió su palo, acabó y se fue.
Tras unos minutos comenzó a regar ese lubricante por todo el área abdominal y área púbica, llegando a tocar la puerta trasera tras levantar con sus dedos esa parte media de mi cuerpo, eran sentimientos y sensaciones encontradas las que estaba experimentando en ese instante.
¡Pero por nada quería que se detuviera para descontrolarme! Hasta que se levantó de la silla en donde se encontraba como si fuera el ginecólogo, para traer consigo un consolador pequeño. ¿Quizás unos diez centímetros? ¡Por favor! dije en mi mente. Me he metido cosas más grandes. ¿Qué me va hacer eso tan pequeño? Pero la verdad es que estaba equivocada. ¡Sinceramente lo he dicho antes que no es el tamaño, sino más bien como se usa! Eso creo que debería de ser una ley en los hombres.
Al momento que introdujo ese consolador, comenzó a moverlo en círculos alrededor de los labios y clítoris. ¡Wow! Estaba experimentando unos “Mini orgasmos” increíbles, no era solo de meterlo y sacarlo con violencia, sino más bien de jugar con el consolador a los lados y moviéndolo adecuadamente, parecía tener más experiencia que mi persona en ese sentido.
Terminando de excitarme de esa manera, fue cuando lo introdujo como a unos cinco centímetros de la entrada y en lugar de empujarlo hacia el fondo como seguramente lo hubiera hecho cualquier otro, más bien lo levanto permitiendo que me tocara el punto G, ese bendito y deseado punto G, que me hizo gemir de inmediato como leona enjaulada.
¡Al parecer estaba jugando con mi cuerpo como un doctor! Me gustaba que lo estaba haciendo de esa manera tan peculiar y muy diferente. ¡Aparte que era mi segunda vez con alguien en específico! Pero que sin duda estaba reemplazando de inmediato a mi primera vez.
¡No podía creer lo que me estaba haciendo en ese momento! El placer era enorme y eso que ni siquiera me había tocado con algo de carne como lo que poseía el amigo, por lo que imaginé que con todo lo demás se iba a dejar venir el cielo y le infierno juntos con tremendas sensaciones que me haría hacer sentir que estaba quemándome en el infierno y viviendo la gloria en el cielo.
¡Para cuándo introdujo esos diez centímetros! Me Encontraba sudada de lo excitada, el mundo se me fue hacia arriba y esos benditos diez centímetros me estaban haciendo gozar, por lo que se me quedó viendo fijamente para hacerme saber. —Te has dado cuenta que, ¿no es necesario que te introduzca mis treinta centímetros? ¿Si puedes sentir el placer que te hago experimentar con solo diez centímetros? ¡Imagínate con treinta!
Ahí me quedo claro que el tamaño no importa, pero de vez en cuando una pequeña o una grande no haría para nada mal en el menú. ¡Siempre y cuando lo sepan usar claro esta!
Tras sacar ese consolador por dentro de mí cuerpo, dejándome al borde de un orgasmo, vuelve y saca uno más grande. ¡Uno más grande! ese si consideré que media unos 18 centímetros.
Pero era más grueso y tenía definiciones muy reales que daban la sensación que era de verdad, pero antes de introducirlo o jugar conmigo, lo lubrico perfectamente. ¡Aunque no hacía falta! Ya que mi área estaba que reventaba de la lubricación y excitación que poseía.
Lo acercó y dejo que se introdujera hasta el fondo, sentí un estirón por dentro que quise soltarme de las ataduras que tenía en los brazos. ¡Que cuando me di cuenta las tenía amarradas sin acordarme de ello! Por lo que, lo único que me quedo para demostrar el placer que había sentido, fue arqueando mi pelvis y dejándola caer de nuevo en varias ocasiones con ese consolador ahí dentro y causándome esa increíble sensación de querer dominarlo y no lograr conseguirlo.
Sin sacarlo lo comenzó a moverlo sin parar haciendo que mi pelvis llevara el mismo movimiento que ese consolador, mientras estaba en esas, alcancé a ver que con su otra mano se estaba tocando el miembro. Rozando su tronco con sus dedos en la punta, solo veía de re ojo como esa mano iba y venía de su tronco una y otra vez, me saboreaba los labios de solo imaginarme eso en mi boca.
Seguramente se percató que lo observaba y para que no me distrajera dejó de dar círculos y retiró el dildo de golpe para volverlo a introducir dos veces más y volvió a los movimientos. ¡Me encontraba suficientemente dilatada!
Pareciera que me quería dilatar tanto como si fuera a dar a luz una sandia de un metro de largo por cincuenta de ancho, pero la verdad es que iba a parir una polla que iba a entrar y salir una y otra vez más adelante en la velada de mi exquisita y verdadera primera vez.
Así como en el primero después de unos minutos más de darme placer y excitarme aún más o ¡Hacer que lo deseara más! Lo saco y no volví a ver ese consolador al dejarlo por ahí tirado en algún lugar.
Se levanto del lugar de donde me estaba controlando para luego regresar con una cadena de bolas. ¡Ya las conocía! pero ¡Nunca me las había introducido! Como esa noche me las llevo a enseñar y conocer su verdadero funcionamiento.
Espere con calma y después de lubricarlas, continúo lubricando, pero por mi parte trasera, dándome pequeños masajes para dilatar lo suficiente al punto que, ¡al fin! logró meter un dedo de su mano.
Al instante sentí tan delicioso que deseaba que permaneciera en ese estado para luego introducir su miembro, que había visto como se tocaba con su mano, pero al retirar su dedo lo que hizo fue introducir la cadena de bolas que llevaba, eran dilatadores ¡Seguramente para que mi trasero estuviera preparado para la acción, esa que aun no llegaba siquiera a ser parte de mi imaginación!
De alguna manera puedo mencionar que estaba tirando la casa por la puerta trasera con todo lo que me estaba haciendo, asegurándose que la introducción o lo que sea que me fuera a hacer se llevara con éxito rotundo.
Dejo la cadena de bolas hasta haber introducido la más grande, para luego acomodarse en su silla. ¡Ahora si comenzaba lo bueno de su parte! Todo lo anterior solo fue un preámbulo y para aprovechar el momento paso su lengua desde mis pies hasta la cadera por completo, iba y venía como si catará mi piel, solo la olfateaba como sabueso, para luego volver hacer lo mismo.
Eso realmente me estaba haciendo sudar de excitación extrema que al dejar mis piernas llenas de su saliva calientita y que antojaba más, se subió a mis pezones y cuello, pero ¡Por más que no quería! ¡No podía dejar de ver esa polla enfrente de mí!
Se acercó aún más a mis sentidos y su polla rozando mi piel, para preguntar. —¿Se te antoja meterla a tu boca? Porque a mí me encantaría que la comieras entera.
¡Por Dios! Era lo que estaba pidiendo a gritos desde mi interior, por lo que con premura y excitación respondí sin pensarlo dos veces. —¡Por supuesto que si Hombre! He estado esperando eso desde que llegue aquí.
Entonces sus labios se abrieron solo para mencionar con una risa maquiavélica. —¡Solo siéntela! porque aún no es el momento.
Entonces la tomó con su mano derecha y la comenzó a pasar por mi rostro, en algún momento intenté agarrarla con mi boca, pero no lo permitió, solo la sacudió varias veces en mi cara y de mi parte solo me dejé llevar por la emoción de haberla tenido y sentido ahí en mi cara agitándose duramente y agitándose descontroladamente.