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Déspota de un jefe! Bufo y salgo del edificio. Escribo una respuesta negativa en el teclado.
"¿Así que ya estás en el autobús?" la voz ronca de mi jefe dominante viene detrás de mí.
"¡S-Señor Michael! Me hizo asustarme" tartamudeé poniendo mi mano sobre mi corazón latiendo alocadamente. Me doy cuenta de que lleva una chaqueta de mezclilla mientras su espalda está apoyada contra la pared del edificio.
"Sabes Amanda, odio a los que mienten. Recuerda eso para el futuro" susurra llegó frente a mí mientras observo el All Stars que tengo en mis pies.
"Y mírame" agrega, tomando mi barbilla en sus manos. Contengo la respiración, poniendo mi mirada en sus labios.
"Ahora súbete a mi auto y nos vamos al aeropuerto", ordena. Sacudo la cabeza para recuperarme y luego respondo.
"M-mi respuesta es la misma. Me voy con el autobús" susurro, alejándome de él. Empiezo a caminar hacia la parada pero me detiene su voz.
"Eres una chica", exclama y estoy seguro de que puso los ojos en blanco.
"¡No soy una chica! ¡Tengo veinticuatro años!" Golpeo mi pie en el suelo, volviéndome hacia él. Levanta una ceja indicando mi gesto. En mi mente lo envío al diablo y luego sigo recto por mi camino.
"Si no eres un niño, súbete a mi auto" Lo ignoro y después de unos buenos diez minutos, se da por vencido. Tan pronto como lo veo irse, tiro el aire que he estado reteniendo hasta ese momento. Me hace peor que los niños que cuidé a la edad de dieciocho años.
Cuando llega el bus me subo y saludo cordialmente al chofer para luego sentarme y ponerme los audífonos. Aprieto el shuffle y me pierdo en la letra de la canción americana que estoy escuchando.
Una hora después estoy en el aeropuerto buscando la puerta de mi avión. ¡Fundar! Voy directo a la puerta 4 y, habiendo llegado a la sala con todas las sillas, tomo asiento. Suena el celular, asumo que su jefe es mi jefe pero para mi sorpresa noto que es Manuel. Presiono el auricular verde y contesto feliz.
"Oye Manu, ¿por qué me llamas?" Pregunto sabiendo que él nunca se levanta a las seis de la mañana para ir a trabajar a las ocho.
"Quería saludar a mi mejor amiga", responde con voz soñolienta.
"Eres un amor" me río imaginándolo con todo su cabello despeinado y sus ojos aún cerrados por el sueño.
"Solo para ti Amy. Que tengas un buen viaje, me voy a volver a dormir" se ríe, enviándome un beso.
"Hola Manu, buen trabajo" susurro sonriendo. Cierro la llamada y cruzo las piernas esperando que lleguen las ocho.
"¿Novio preocupado? Pudo haberte acompañado y no dejarte tomar los transportes, sola" aparece ante mis ojos la musculosa figura de Michael.
"N-a ella no debería importarle", tartamudeé tratando de sostener su mirada.
"Pero me interesa. Quiero saber si mi secretaria está descuidada por un chico" exclama con aire de superioridad, acercándose más de lo normal. Niego con la cabeza y bajo la cara haciendo que sus labios choquen contra mi frente. Inhala lentamente y luego aléjate. Sin decir nada se sienta a mi lado y luego esperamos que pasen dos horas.
"Amanda" una voz me llama de vuelta, tocando mi hombro. Susurro en el sueño que vengo pero el olor a hierba mojada y madera recién cortada llega a mis fosas nasales.
"Stella, ¿por qué huelo la prenda musculosa y sin modales?" Pregunto con una voz espesa por el sueño. El asiento del avión es muy cómodo.
"¿Como me llamaste?" la voz de mi jefe me despierta. ¡Oh hombre, qué tonto!
"M-s-lo siento" puse una mano en mi boca, avergonzada. Observo su rostro que no tiene rastro de ira. ¡Afortunadamente!
"¿Es así como me llamas cuando no estoy cerca?" se muerde el labio, tratando de contener la risa.
"Absolutamente no lo llamo así", niego con la cabeza.
"Pero llámame de todos modos, es bueno saberlo", susurra, pasando su mirada de mis labios a mis ojos. ¡Maldita sea mi boca que no sigue lo que dice el cerebro!
"Señor, abróchese el cinturón de seguridad, estamos a punto de aterrizar" la azafata interrumpe nuestro intercambio de palabras. Mentalmente gracias. Michael me da una última mirada y luego, durante la siguiente hora, ni siquiera merece una pequeña mirada. ¿Soy un fantasma en tus ojos?
Al llegar al hotel, doy el nombre que usé para reservar y luego la recepcionista nos entrega las llaves de nuestras respectivas habitaciones.
"Les hemos dado las mejores habitaciones y además sus habitaciones están comunicadas. Así que tal vez les sea más fácil trabajar" la señora nos sonríe y luego nos deja ir.
"Sexto piso" susurro mientras entramos al pequeño ascensor. Apenas estamos allí, nuestros cuerpos se rozan mientras trato de calmar mi respiración.
"Tienes la tarde libre. Para que los ocho hechos estén listos tenemos que encontrarnos con el primer cliente" exclama con frialdad. Sin que mi mente apruebe lo que estoy a punto de decir, hablo
"¿Te hice algo?" Pregunto con un mínimo de audacia, mirándolo a los ojos. Su respuesta llega después de varios segundos.
"No" frío y conciso, ¡diría que el viaje aquí en Venecia comienza bien!
Sin calcular entramos en nuestras habitaciones e inmediatamente decido ir a la piscina y liberar toda la tensión que he acumulado durante las pocas horas con Michael. Mil preguntas pasan por mi cabeza. ¿Qué le he hecho? ¿Por qué a veces me habla con una dulzura inaudita, mentira, otras veces me habla con un tono frío? Destierro todo pensamiento y dedico toda atención a mi persona. Una vez en la piscina salto al agua y doy dos vueltas completas. Ni bien salgo y me voy a acostar en la cama. Ahora que lo pienso hace mucho que no llamo a mamá y papá, quién sabe si son felices en París…
"¿Es esta una de tus cualidades secretas?" la voz que me persigue desde esta mañana me despierta de mis pensamientos.
"¿Que quiere el?" exclamo bruscamente. Al momento siguiente me doy cuenta de cómo le respondí a mi jefe y me corrijo de inmediato, disculpándome.
"No te disculpes, debería. Me disculpo por las frías palabras que usé antes, en el ascensor" Sus mejillas están teñidas de un ligero rubor mientras sonrío.
"No te preocupes", le susurro, mirándolo suavemente.
¡Amanda, recupérate! Te ha estado tratando mal todo el día.
"Quería preguntarte, Amanda, si eres tan amable de llamarme tu. Estamos en contacto la mayor parte del día y parece absurdo hablar de ella", dice sonriendo. Se sienta junto a mi tumbona mientras yo asiento. A la velocidad de la luz se quita la camisa y me asombran sus músculos. Reconozco que no he visto muchos, también porque ver hombres semidesnudos solo me pasa en la playa o en la piscina y en ningún otro lado.
"Noté que eres un buen nadador" exclama girándose hacia mí. Asiento y luego desvío la mirada de su espalda.
"Hago natación desde que tenía tres años" me abrazo en la toalla de playa que previamente puse sobre mis hombros, como si estuviera asombrado.
"¿Te gustaría que me enseñes a nadar? Y no te burles de mí, solo sé mantenerme a flote porque mi padre no lo pude practicar" se justifica levantando los brazos en el aire. La expresión que tiene pintada en la cara me hace reír. Parece el de un niño inocente.
"P-Lo siento pero... ok entremos y eso es para mostrarte lo básico" me corrijo haciendo una señal para que me siguiera, deteniendo mi risa.
"Bueno, entonces ataca aquí con tus manos y luego pisa fuerte. Es bastante simple, mira" le hago un gesto para que me mire y tan pronto como muevo mis pies siento mi espalda arder por su mirada.
Recrea el movimiento y luego choco los cinco con él, viendo que ha descubierto cómo hacerlo.
"Mientras mueves los pies, entonces tienes que hacer lo mismo con los brazos. Pero tienes que moverlos circularmente" Le muestro mientras se baña y luego me acerco a su lado.
"Y tienes que respirar inclinando tu cabeza paralelamente al agua. A menos que por un minuto completo puedas contener la respiración" solté una carcajada. Su mirada aterriza en mi cara y logro darle una sonrisa tímida. Le hago señas para que intente pero la brazada no va exactamente en la dirección correcta porque no coordina correctamente la respiración con el movimiento de los brazos y por eso bebe el agua.
"Michael así" le hago revisar el movimiento. Pero hace una mueca de alguien que ha entendido poco y luego me acerco a su cuerpo.
"Ponte como si estuvieras haciendo el ejercicio", susurro cerca de su rostro. Él sigue mi orden y luego rozo su rostro con mis manos, inclinando mi cabeza en la dirección correcta. Al contacto entre nuestras pieles, cierra los ojos e inhala tranquilamente por la nariz. Mi corazón comienza a latir pero trato de no mostrarlo.
"Abres la boca para dejar entrar el aire y luego la vuelves a cerrar por un segundo antes de volver al agua" exclamo con voz débil. Abre sus ojos y los une a los míos. Verde contra marrón. Naturaleza contra tierra.
"Entendido", dice con voz ronca, alejándose de mis manos que aún descansaban en su rostro.
"C-creo que las lecciones de natación serán suficientes por hoy" balbuceo, colocando una mano en mi vientre descubierto por el traje de baño de dos piezas que llevo puesto. Él asiente y luego sale de la bañera, dejándome sola.
Termino de desatar las trenzas que hice para tener un efecto ondulado en mi cabello lacio y luego paso al maquillaje. Máscara de pestañas y lápiz labial nude. El vestido azul con escote corazón abraza mi cuerpo mientras llevo los tacones plateados. Tomo mi bolso y salgo de la habitación, me dirijo a lo de mi jefe ya que nos dijimos llegar junto con el cliente con el que tenemos que cenar.
Llamo a su puerta y a los dos segundos me abre. Tan pronto como me doy cuenta de su pecho desnudo, me sonrojo.
"Lo sé, llego tarde, pero mi padre me llamó antes y me mantuvo en mi teléfono celular más tiempo del que debería. Ya sabes cómo es", resopla, dejándome entrar a su habitación. Se parece al mío solo que con un poco más de desorden. Hay cinco camisas diferentes sobre la cama y noto que está indeciso ya que ha venido a mi lado y observa el desorden en la cama.