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Capitulo 5: Conejita

Capítulo 5

Observo la habitación parcialmente oscura, iluminada por la luz de la luna, mientras estoy parada en medio. Un escalofrío recorre mi cuerpo y siento la sensación de ser observada. Las cortinas de las ventanas, que dan a lo que creo es un balcón, se mueven con la suave brisa de invierno que entra por ellas, volviendo el lugar frío. Tiemblo, estrujando mis brazos.

"¿Hola?" susurro. "¿Hay alguien aquí?" -me parece una pregunta estúpida, es obvio que no hay nadie. Seguramente me equivoqué de habitación, o el mayordomo se equivocó al enviarme al tercer piso de la mansión, donde viviré a partir de ahora. Me casé, ¿se puede decir así cuando el hombre con el que se supone que te casarás no se presenta físicamente y en su lugar lo hace por celular en altavoz y con un hombre autorizado para firmar por él? En fin, me casé con un hombre al cual no he visto aún. Pero las reglas del acuerdo prematrimonial fueron muy específicas.

Con un suave suspiro, giro y me acerco a la puerta. Un gruñido bajo y amenazante me detiene, la mano que tengo en la manija se aprieta con fuerza. Tengo miedo a los perros, si es un perro me va a dar algo. Vuelve a gruñir, giro por reflejo la manija abriendo la puerta, lista para salir corriendo.

"¿A dónde crees que vas, pequeña conejita?" una voz profunda suena detrás de mí. Deteniendo mi huída, mi corazón late con rapidez y mi cuerpo tiembla. "Puedo oler tu miedo. ¿A qué le tienes miedo, conejita?" -¿Es posible oler el miedo de una persona?

Meneo la cabeza.

"Yo-yo... nada."

"Cierra la puerta y ven aquí", demanda. Me siento indecisa, no sé qué hacer. "Cierra. La. Puerta." repite. Esta vez puedo sentirlo más cerca de mí.

Hago lo que me pide, cerrando despacio la puerta. Me quedo quieta contemplando la madera oscura ante mí.

"E-el perro." el perro vuelve a gruñir.

"No insultes a mi lobo con un vulgar pulgoso." él dice, sonando molesto. Lentamente giro, al hacerlo un grito queda atorado en mi garganta al ver lo que tengo delante de mí.

Es el perro más grande que he visto en mi vida, incluso en sus cuatro patas es enorme y cuando habla de norma no estoy exagerando, su pelaje, por lo poco que logré ver en la oscuridad, es blanco. Pero dejemos eso de lado. Sus ojos rojos como el carmín me observan y su hocico se encuentra retraído mostrando unos afilados caninos al tiempo que me gruñe.

"¡Sabía que no debía voltear, sabía que no debía voltear!" repito en voz alta sin detenerme a pensar mucho en las consecuencias. Abro la puerta de golpe y salgo corriendo por el pasillo bajo las escaleras, "¡AYUDA! ¡AYUDA! ¡POR FAVOR, QUE ALGUIEN ME AYUDE!" grito despavorida. No sé ni cómo logro bajar todas las escaleras pasando por cada piso.

Y de pronto, los empleados que no he visto en una semana comienzan a salir de entre las sombras como espectros, saliendo de cada habitación. Al menos cinco mujeres vestidas con uniforme de empleada de servicio me miran con desconcierto, al tiempo que unos sujetos vestidos de negro también aparecen cuando llego al vestíbulo de la mansión e intentan atraparme. Los esquivo como puedo y, al cruzar la parte trasera que dan al bosque, salgo corriendo. Solo cuando estoy afuera me doy cuenta de que voy descalza al sentir el frío congelar mis pies al hundirse en la nieve. Pero no me detengo, sigo corriendo aunque tropiezo un par de veces y caigo de bruces contra la nieve. Me levanto y sigo corriendo. No me gustan los perros, o ellos me odian. No puedo coexistir en un lugar donde haya perros. Corro lo más que puedo entre los árboles, esquivando alguno de ellos y las ramitas que logran cortar mis piernas desnudas. Dentro de la casa se mantiene un calor tan acogedor que me permite usar vestidos, pero fuera es otra cosa.

De repente, escucho un aullido a lo lejos. Mi corazón se acelera y me detengo en seco. El sonido es inconfundible, es un lobo. El terror se apodera de mí, pero algo en el fondo de mi mente me dice que no es solo un lobo, es algo más. Miro sobre mi hombro y al hacerlo me arrepiento inmediatamente, en medio de la espesura veo una silueta majestuosa, un lobo blanco como la nieve, salir de La mansión por las mismas puertas que yo pasé. Sus ojos brillan en la oscuridad y me miran fijamente, como si pudiera ver a través de mí, mientras corre en mi dirección.

Me quedo paralizada, el miedo se hace más profundo en mi interior. ¿Cómo es posible que haya un lobo dentro de la habitación de Darren? Mis pensamientos se entrelazan y la confusión se apodera de mí. Desde que llegué No había visto un animal. ¿Dónde está Darren? ¿Por qué no está aquí para protegerme? estoy 100% segura que escuché su voz en la habitación, ¿cómo es posible que ahora no esté a mi lado?

El aullido del lobo se vuelve más fuerte y siento un escalofrío recorrer mi cuerpo. Estoy sola, perdida en medio de la noche, con un lobo blanco observándome fijamente. El miedo me paraliza, pero sé que debo seguir adelante. Respirando profundamente, comienzo a correr de nuevo, alejándome del lobo y buscando desesperadamente una salida de este bosque oscuro y aterrador.

Cada paso que doy me acerca un poco más a la libertad, pero el miedo sigue latente en mi mente. ¿Podré salir de esta situación a salvo? ¿O el lobo blanco me alcanzará antes de que pueda encontrar ayuda? Sigo corriendo, con el corazón en un puño y la esperanza de escapar de esta pesadilla que se ha vuelto mi realidad. Solo el tiempo dirá si lograré sobrevivir a esta noche de terror.

Estoy tan perdida en mis pensamientos que no me doy cuenta de una gran rama que se cruza en mi camino y tropiezo con ella, cayendo al otro lado e impactando contra la nieve, con mi rostro cubierto por ella. Mis manos arden como nunca y trato de levantarme, pero al hacerlo veo sangre en la nieve que proviene de las palmas de mis manos.

"¡CARAJOS!" Maldigo en voz alta, sabiendo que no hay manera de que él no pueda oler mi sangre. Un gruñido profundo y aterrador se escucha detrás de mí, y me quedo paralizada, apoyada en mis rodillas, con las manos en la nieve, negándome a mirar hacia atrás. Estos animales suelen ser unas bestias salvajes, y si este era mi momento de morir, prefiero no mirarlo a la cara.

Intento tranquilizarme, recordando que los lobos son seres majestuosos y generalmente precisan de un motivo de urgencia para atacar a un ser humano. Sin embargo, el gruñido se vuelve más intenso y puedo sentir el aliento del lobo blanco en mi nuca. Cierro los ojos con fuerza, esperando lo peor.

Pero en lugar de sentir el dolor de sus dientes clavándose en mi piel, escucho un rugido diferente, un rugido humano. Abro mis ojos con cautela y me encuentro con un inesperado espectáculo. Frente a mí, hay un hombre alto y musculoso. Sus ojos azules, llenos de frialdad, se clavan en los míos y me extiende una mano para ayudarme a levantarme.

"¿Estás bien?" Su voz era profunda y cálida, completamente humana.

"¿El Lo-lobo? Tenemos que huir", mi voz tiembla de miedo. Mis ojos buscaron en la oscuridad del bosque mientras Darren me ayudaba a levantarme.

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