CORAZONES DESTROZADOS.
Renata lloraba en silencio, intentando controlar las emociones que la embargaban, no quería creer en él, no podía creer en él, no podía volver a caer en sus redes, y peor aún, no podía dejar que sus palabras le afectaran, era más de lo que Maximiliano merecía.
Pero. . . ¿Cómo podía hacer para controlarse, cómo podía decirle a su corazón que dejara de sufrir?, sabía que regresar a su país, implicaría encontrarse con Max, pero jamás imagino sufrir de esta manera, ella pensó que lo había superado, al menos, en gran medida. Empuñó las manos, tomando con fuerza la alfombra, no quería llorar a gran voz y alertar a su familia ,no quería. . .
—¡Renata, por Dios!— escuchó la voz de Sophie, la escucho correr hasta donde ella estaba y arrodillarse a su lado, la rodeó con sus brazos, brindándole apoyo — ¿Qué sucede Renata?
—Sophie. . . ¿Por qué me tiene que pasar esto a mi?, ¿Por qué tuvo que venir?, ¿era tan difícil mantenerse lejos?— dijo ella aferrándose con fuerza a su prima, llorando con desconsuelo y queriendo poder tener una posión mágica, algo que fuese mágico y le ayudase a borrar a Maximiliano Ferrer de su vida. Quería dejar de sufrir, quería ser feliz.
—Tranquila Renata, tranquila — la abrazó tiernamente brindándole consuelo — todo va a estar bien, prima, saldrás de tanto dolor— la dejó llorar por algunos minutos, antes de ayudarla a ponerse en pie— vamos, arriba, debemos volver a tu habitación, no querrás que aparezca el tío y te encuentre llorando así, nos libre Dios, imagínate lo que le haría a Max, vamos. Sólo debes acostarte y descansar un poco.
*************
Max, llegó a su casa, entró dando un portazo, con lágrimas amenazando con caer de sus ojos y la vista nublada se dirigió a las escaleras, en busca del refugio que le ofrecía su habitación, necesitaba algo que le ayudara a aliviar su dolor. . . ¿Alcohol?, no, no quería beber, desde que Renata se había marchado, bebía demasiado. . .
Solo alcanzó a colocar un pie sobre el primer escalón, cuándo la profunda voz de su hermano, le hizo detenerse.
—¡Oye, oye!— la voz de Ethan llegó hasta él— ¿qué rayos sucede, Max?— se sujetó con fuerza al pasamano de la escalera. Sintió que sus piernas no le sostendrían por más tiempo y con un agudo gemido se desplomó sobre las escaleras, permitiendo que sus contenidas lágrimas cayeran de sus ojos. No podía soportarlo más, necesitaba llorar, gritar o su corazón terminaría estallando.
—¡No puede ser!. . . ¡Dios mío, no puede ser!— su cuerpo se convulsionaba por los fuertes sollozos.
Ethan, lo vio caer al suelo y corrió junto a él, al llegar se arrodillo junto a su hermano, lo tomó de los hombros y le obligó a girarse hacía él. Sintió que su corazón se encogía de pena, su hermano se veía realmente mal.
—¡Max!, hermano, ¿Qué sucede?, por Dios, ¿ qué sucede?— Maximiliano, lo miró con ojos que no dejaban de demostrar a través de las lágrimas el inmenso dolor que sentía su alma. sin pensarlo se arrojó contra su hermano, quién lo rodeó— Max. . .
—¡Se va a casar!. . . se va a casar Ethan, tiene prometido.
—¿Quién?— le preguntó desconcertado, si lo hubiese pensado con cabeza fría, era obvio de quién estaba hablando su hermano. . . la única mujer que había amado en toda su vida.
—Renata. . .Renata, se casa y no es conmigo, hermano— poco le importaba que lo vieran llorar. El dolor que atenazaba su alma, minimizaba toda vergüenza que pudiese sentir en aquel momento, necesitaba desahogarse— No me ama, nunca me amó, es una mentirosa Ethan, he vivido todos esto años esperándola, pensando que volvería a tenerla entre mis brazos, que algún día volvería para ser mía nuevamente. . . pero. . . no. . .¡Maldición!— gimió con dolor— tiene un prometido, se va a casar, es feliz con otro, no me ama, no me ama Ethan, todo esté tiempo la espera ha sido en vano, he sido un idiota enamorado solo, le importó poco mi promesa, mis juramentos no fueron nada para ella.— Ethan le escuchó en silencio, permitiéndole desahogarse de todo lo que sentía, él no era precisamente el más adecuado para dar consejos de amor, pero era el único hermano a la vista. Observó que Max secaba sus lágrimas y realmente sintió mucha pena por él. Su hermano amaba a Renata profundamente, siempre había Sido así, lo vio crecer amando y suspirando por Renata Evans, no era nada bueno sentir que todas tus ilusiones eran rotas al mismo tiempo. Ella le había roto el corazón.
—¡Levántate, hermano!— le dijo con voz serena— vamos a tu habitación, allí hablaremos con más calma— Lo ayudó a llegar a la habitación, dónde le brindo su apoyo incondicional, dónde compartieron un trago, Ethan no solía beber, pero aquello lo ameritaba, su hermano lo necesitaba, así que se dedicó a hablar con él y asegurarle que todo aquel dolor era pasajero. Pero era malo para brindar consuelo, y no sabía exactamente qué palabras utilizar, por eso decidió irse, en busca de Ellen, su toque femenino, su dulce voz y su afecto, siempre lograba tranquilizarlos a todos, ella era la indicada para estar con él en aquel duro momento.
************
Renata entró a su habitación sintiendo que el dolor más grande que había sentido nunca, se había apoderado de ella, bueno si, era el mismo dolor que sintió cuando descubrió la verdad sobre Max. Se arrojó a la cama, abrazando la almohada y permitiendo que fuese ella quién ahogara sus sollozos, mientras su prima intentaba brindarle consuelo.
¿Podía el corazón literalmente partirse de dolor?
No sabía la respuesta. Pero lo cierto es que estaba sintiendo exactamente eso, como si su corazón se estuviese partiendo.
Pero después de algunos minutos, su dolor dio paso a la ira. ¿cómo era posible que ese hombre fuese tan descarado?, ¡mira que presentarse en su casa para exigir hablar con ella!, ¡eso si era ser cara dura!, ¡Cínico!
Sus palabras golpeaban con fuerza en su cabeza.
¡Diablos!, sus palabras realmente le habían dolido. Pensó que había superado su amor y el dolor que le supuso amarlo, pero se engañaba a sí misma. No le había olvidado, nada más verlo había querido arrojarse a sus brazos y besarle con desesperación, verlo nuevamente le había golpeado con tanta fuerza, que casi le había impedido respirar.
¿Cómo viviría sin él, ahora que le había visto de nuevo?
¿Qué se supone que haría cuando llegara Brandon?
¡No sabía si podría con todo aquello!
Lo peor de todo es que Maximiliano, tenía razón, su amor era una sombra que le impedía disfrutar del amor que le ofrecía Brandon. Aunque intentara negarlo millones de veces. Ella, seguía amando a Maximiliano Ferrer, su único y verdadero amor, aunque fuese un desgraciado mentiroso que había jugado con ella y faltado vilmente a la palabra que le había dado, porque poco le importó el amor que ella le tenía.
Debía dejar las debilidades, no podía permitirse flaquear ante el amor que aún sentía. Nunca, nunca sería la señora Ferrer y era algo que debía asumir con orgullo y dignidad, quizás es lo que hubiese deseado siempre, pero ya no era posible, debía afrontarlo de la mejor manera posible.
Sophie se quedó con ella, la abrazó tiernamente brindándole consuelo y apoyo, hasta que Renata se quedó dormida en medio de lágrimas silenciosas y pensamientos turbios. Ella pensó que estaba preparada para enfrentarse a Maximiliano, pero lo cierto era que el solo hecho de verlo, había tambaleado su estabilidad emocional.
Si, Sophie tenía razón, solo necesitaba un buen descanso que la ayudara a recuperar fuerzas.
***************
Maximiliano, se encontraba sobre las sábanas sintiéndose el hombre más miserable de todos, aunque intentará detener su sufrimiento, no podía hacerlo, el dolor estaba acabando con él, de manera lenta y dolorosa.
¿Cómo era posible que Renata, lo hubiese engañado de esa manera?, él estaba muriendo de amor por tenerla lejos, la angustia y el desasosiego se habían vuelto sus mejores amigos desde que ella se fuera, lo único en lo que pensaba siempre era en el momento en que ella volviera a a sus brazos, verla, besarla y comenzar a planear su boda. . . Ahora, todos esos sueños, planes y deseos se estaban yendo por la borda, no, no se estaban yendo, Renata los había arrojado sin contemplación alguna.
Ahora resultaba ser que planearía un boda pero con otro. Eso realmente lo estaba matando.
Su amor fue como nada para ella, los momentos vividos fueron fácil de desechar. Que duro era todo aquello. Había sido un tonto por entregar sin reservas su corazón. Era un idiota por amar con locura a una mujer que no le correspondía.
Un llamado a la puerta lo sobresaltó. Se limpió las lágrimas pero supo que era totalmente inútil, sus ojos estarían muy hinchados y posiblemente se le habrían hecho bolsas bajo los ojos de tanto llorar, ¿ se podía sentir más debió y miserable?, No, no lo creía capaz.
—Adelante— su voz enronquecida lo enfado.
La puerta se abrió dando paso a una sonriente Ellen.
—He sabido que uno de mis príncipes me necesita, lo cual me ha preocupado y he corrido solo para verte y asegurarme de que estás lo mejor posible— caminó hasta la cama, se acostó junto a él y lo abrazó por la cintura.
—No voy a poder con esto, Ellen, esto es más fuerte que yo.
—Claro que podrás superarlo, cariño. Eres un hombre fuerte.
—No tengo fuerzas— lloró—no tengo nada, ella lo era todo, Ellen, ella representaba mis sueños, mis ilusiones, mis más profundos deseos.
—Estamos para apoyarte, cariño, saldremos adelante juntos, como una familia— él se arrastró en la cama, hasta apoyar sus cabeza en el regazo de su hermana y sus largos brazos se sujetaron con fuerza a las femeninas piernas.
—La amo. . . la amo demasiado— sollozó.
—Lo sé, príncipe, dicen que el amor duele. . . quizás, que te duela tanto sea una buena señal. Eso quiere decir que tu amor es
inmenso.
—De nada sirve. . . de nada sirve cuando ella no me ama. Pero te juro que voy a olvidarla. Aunque éste amor me consuma. Aunque me sienta morir, voy a superarla, Renata no acabará conmigo, no disfrutará de una vida feliz mientras ve como me consumo en la miseria de mis sentimientos burlados, no— sollozó nuevamente abrazándose a su hermana y rogándole a Dios que le diera fuerza de voluntad para cumplir con lo que se proponía.