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CAPÍTULO 3. (parte 2)

Cuando amaneció apenas teníamos algunas horas de descanso, pero las suficientes para enfrentar el nuevo día. El malestar matutino había vuelto, asi que me levanté directo al baño de damas del pasillo y me arqueé en la taza del baño, sin poder vomitar nada.

Cuando abrí la puerta del cubículo, Rámses estaba recostado de la pared, con sus brazos cruzados al igual que las piernas. Su cara tenía unas ojeras marcadas, su cabello enmarañado, su ropa arrugada. Estaba cansado, no había podido dormir mucho, pero parte de su cansancio era psicológico, porque su mirada estaba triste, apagada.

—Es el baño de mujeres—le recordé y el francés se encogió de hombros.

—No me he olvidado de la prueba casera que te debes hacer. Esperaré que abra la farmacia para ir a comprarla. Aunque esos síntomas...

—No quiero pensar en eso ahora, por favor. Si estoy embarazada, estaré tan embarazada hoy como lo estaré en un par de días cuando Hayden ya esté mejor. Por favor…—le rogué y él francés desenredó sus brazos y los abrió cuan largos era para recibirme en ellos.

Me apretó con fuerza y besó mi cabeza.

—Estamos juntos en esto, Amelia. Lo haremos a tu ritmo, pero lo haremos.

Salimos del baño de damas juntos, el francés no estaba dispuesto a disimular ni un poco, por ese motivo el personal de limpieza nos miró con cierto reproche.

Cuando regresamos a la sala había café para todos y aprovechando que estábamos reunidos saqué el tema de conversación que tenía atravesado en mi mente desde hace muchas horas, días, semanas y hasta meses, y que no podía seguir esperando, sobre todo porque la recuperación exitosa de Hayden dependía de todos, pero principalmente de ellos.

—Hay algo que quiero que hablemos todos—inmediatamente me prestaron atención—. Hayden saldrá de la clínica y necesito saber si podremos contar con ustedes para ayudarlo a salir de la depresión. La responsabilidad de que él esté allí es de ustedes, ya se los dije en el auto cuando venía, pero los eximiré de la responsabilidad de sacarlo de ese agujero donde está si no estarán realmente comprometidos—intentaron interrumpirme pero no los dejé. Les hablé calmada, muy distinto a como lo hice en el auto—. Necesito que tomen el compromiso con Hayden en este momento. No puede ser a medias, o es todo o es nada. Necesito la respuesta inmediatamente. A Hayd lo trasladarán a una habitación y quiero que allí estén los rostros que lo sacaran de esto, no quiero los rostros de los que lo empujaron sobre todo si desaparecerán nuevamente. Tienen que dejar a un lado su ego, su egoísmo y su homofobia. Si deciden quedarse y ayudarnos a Ulises, Jeremy y a mi, a recuperar a Hayden, tendrán que hacerlo como familia, como yo los conocí. No como esto en lo que se convirtieron.

Esperé para que me dieran una respuesta y el primero que habló fue Mike.

—Mis problemas con Hayden nada tiene que ver con su preferencia sexual. No es un tema de homofobia y es algo que pienso hablar con él mas adelante, cuando el momento corresponda. Por lo pronto, admiro tu coraje de hablarnos a nosotros como si fuésemos los niños, pero creo que considerando por todo lo que has tenido que pasar y lidiar con Hayden y por lo que has percibido de nosotros, que repito no es homofobia, entiendo que creas que somos los niños. Hayden es mi hermano, la familia pelea y la familia se reconcilia, no lo dejaré solo.

Me tragué el nudo que sentí en la garganta, pero no pude disimular las lágrimas.

—Yo no debí nunca apartarme de su lado y es algo que me pesará toda mi vida—dijo Fernando—. En mi caso, tampoco fue homofobia, y me preocupa muchísimo que él, así como tú, lo crea, lo hablaré con él en cuanto se recupere. Gracias Amelia, por haberte quedado a su lado.

—Me quedaré al lado de Hayden, pero debo saber si ayer cuando dijiste que te irías de la familia, y que te irías con Hayden, eso significa que tú y yo…—preguntó Rámses.

—Si, lo lamento, pero sí. Si tu ego es más grande que el amor que sé que sientes por tu padrino, tu tío, entonces no puedo estar contigo porque nadie me asegurará que tu ego en algún momento no se interpondrá también entre nosotros.

Rámses miró mi vientre con gran disimulo y supe la pregunta silenciosa que me hizo: “¿Incluso si estas embarazada?”. Y asentí.

—Esa lealtad hacia la familia es admirable—dijo el francés—. Amo a Hayden, hablaré con él. Y tampoco mis problemas son porque sea gay, podría ser pansexual si quisiera y tampoco me importaría.

—Pues yo me quedo, le preguntaré como es eso de que siendo gay nos llenó de cuentos con sus experiencias sexuales con mujeres, lo lamento Ulises pero pasó, pero del resto, no pienso moverme de acá—el portugués me guiñó el ojo.

Dicho todo, rompí a llorar. Lo que hubiese dado para que eso pasara meses atrás, porque de haber sido así no estaríamos en este momento esperando que Hayden saliera de la unidad de cuidados intensivos.

—Pero dejaré constancia de algo—agregó Gabriel—, esta decisión ya la habíamos tomado hace tiempo, esperábamos que regresara de viaje para hablar con él— Rámses asintió.

Me limpié las lágrimas y fue Ulises, que estuvo todo ese tiempo sentado a mi lado, quien me abrazó.

—Yo quiero dejar constancia de que nunca he sido un vividor de Hayden. Tengo una beca que paga por mi universidad y mi papá me ayuda con mis gastos, no vivo de Hayden, ni me está manteniendo, jamás le he pedido ni un centavo, aunque él es bien testarudo.

—Eso, mi querido Ulises, no es de nuestra incumbencia—aclaró Fernando—, aunque es bueno saber que nuestro hermano no es un sugar “papi”.

Una pequeña sonrisa salió de todos y con eso aliviamos la tensión del momento, pero había algo mas que decir. Me reservé el comentario de que era así como Hayden llamaba a Ulises,

—Y ya que estaremos todos hablando de todo. Pues creo que también es el momento de que toquemos el primero de los problemas, lo que ocurrió entre Mike y Fernando.

Pensé que se opondrían, que dirían que no era mi problema, que quizás eso no tendría solución, pero en cambio Fernando y Mike dijeron un “si” al unisonó.

—Deberías ser mediadora, se te da muy bien. Tengo unos asuntos sindicales con los que serias buena—bromeó Ameth, de quién me había olvidado por completo. Mi papá había permanecido al margen de todo, sin emitir la más mínima opinión. Y ahora que lo veía es cuando me doy cuenta, que estuvo mirándome con una sonrisa en todo momento.

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—Buenos días familia—saludó Joseph entrando a la sala, una sonrisa amplia dividía su rostro en dos partes—. Espero que hayan logrado descansar. Nuestro hombrecito—Y Ulises torció el gesto— ya despertó, está ahora en la sala de recuperación. En unas dos horas lo pasaremos a la habitación y allí si podrán verlo.

Gritamos de alegría, yo me lancé a los brazos del doctor para agradecerle.

—Pero, antes de eso Hayden quiere ver a Ulises y a Amelia. Los pasaré solo un momento para que él pueda quedarse más tranquilo. Tiene todos sus signos vitales y valores muy bien, pero sigue teniendo un poco alta la presión arterial y creo que es por la ansiedad.

Con torpeza me acomodé la ropa, como si a Hayden le hubiese importado si la tenía o no arrugada. Ulises y yo caminamos detrás de Joseph por donde él nos estaba conduciendo hasta que llegamos a una sala donde dos enfermeras nos ayudaron a colocarnos unas batas, gorros, mascarillas y hasta fundas especiales para los zapatos.

En cuanto abrió las puertas, mi vista se fue de cama en cama, las que tenían pacientes estaban encerradas en cortinas azules, las otras permanecían a la vista y vacías.

Y entonces Joseph corrió la cortina del pequeño cubículo donde Hayden se encontraba y cuando lo vi, volví a llorar.

Ulises y yo nos lanzamos contra él para abrazarlo. Lo hicimos con la mayor delicadeza posible, pero necesitaba sentirlo vivo, su calor, su corazón martillar.

Lloré mientras Ulises le decía que lo amaba, y mientras Hayden nos pedía perdón.

—No lo vuelvas a hacer, por favor. Te amo Hayd, no puedes hacerme pasar por esto una vez más—le dijo Ulises, y yo me uní a su ruego.

—Perdón, yo… lo lamento tanto. No quería, bueno si quería, pero no estaba pensando bien. No quiero dejarlos.

Lo volví a abrazar una vez más, aunque Ulises nunca lo había soltado.

—Chicos, hora de irnos—nos dijo Joseph y tuvimos que soltarlo.

—Te veremos en unas horas en la habitación. Estamos todos acá—le dije y Hayden torció el gesto confundido.

Le sonreí.

—Estamos todos. Toda tu familia.

Hayden no lo podía creer, su cara pasó de desconcierto a sorpresa y a incredulidad. Y comenzó a llorar en el momento en que nos íbamos.

Se que eran lágrimas de felicidad, no sé si le harían bien a su salud, pero las lágrimas de felicidad nunca podían ser malas.

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Tardaron 5 horas en enviarlo a la habitación. Aún estaba dormido cuando lo acostaron en su cama y las enfermeras nos advirtieron que dormiría un poco más, loa analgésicos que tomó seguían causándole estragos en su organismo, pero también los medicamentos que le estaban suministrando por la vía que tenía en el brazo, estaban funcionando.

Me negué a dejarlo solo así que me quedé con Ulises y Jeremy a su lado, mientras los demás iban a comer, ya nos traerían algo para nosotros comer en la habitación.

Hayden abrió los ojos con mucha pereza y se quejó un poco de estar mareado. Ulises inmediatamente le ofreció algo donde vomitar, pero Hayden se negó, eran solo nauseas.

Avisé a la enfermera, fue lo que nos pidieron que hiciéramos en cuanto se despertara.

Ella llegó casi de forma inmediata, revisó sus signos vitales, ajustó la salida del suero que tenía pegado a una de sus venas, asi como la medicina que seguía goteando con bastante lentitud, acomodó la cama para que quedase sentado y salió de la habitación.

Pensé que había sido la enfermera regresándose cuando la puerta se volvió a abrir, pero en cambio eran todos: Fernando, Mike, Rámses y Gabriel, volviendo a la habitación.

Hayden los miró, y ellos a él. Nadie decía nada y yo quería como matarlos para que hablasen y conversaran de una buena vez por todas.

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