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CAPÍTULO 2.

Es mucho para procesar

Recibí a Ulises en mis brazos y nos apretamos con fuerza.

—Vive, es todo lo que sé.

Y por fin el aire entró con plenitud en mis pulmones. Está vivo. Sigue con nosotros aún.

—¿Por qué no te han dado mas noticias?—le pregunté mientras él saludaba a los chicos y a Fernando. Ulises negó con la cabeza.

—Tienen que darnos información— Mike entró con unas zancadas tan largas que llegó a nosotros en muy pocos pasos y antes de que fuese al mostrador junto con Fernando los tomé por la ropa y con mi mayor esfuerzo los frené.

—No pueden ir. Él no ingresó con su nombre—me apresuré a explicar pero ni eso me provocaba decirles. Le tendí mi teléfono a Ulises y le pedí que llamara a Ameth.

Inmediatamente se conectó la llamada y Ulises planteó lo que nos estaba ocurriendo. Luego de un par de asentimientos, colgó la llamada.

—Ameth dice que no ha logrado contactarse con su contacto acá en la clínica. El ingresó como Rob, no como Hayden, dice que es mejor que no preguntemos aun. Ya viene volando y llamará al dueño de la clínica y nos devolverá la llamada.

Gabriel le tendió una batería portatil de celular a Ulises y este se lo agradeció.

Mike y Fernando seguían sin entender y ante la mirada insistente de ambos, terminé sucumbiendo. Eso y que también comenzaban a molestarse. Tenía toda la razón en cada una de las palabras que les dije, pero también debía reconocer que les falté el respeto.

Respiré profundo una vez más mientras los conducía a todos a una esquina apartada de la sala de urgencias.

—Si en el hospital donde trabaja Hayd se enteran de su depresión y que después lo internamos en un centro de rehabilitación, si se llegan a enterar de que intentó suicidarse, perderá su empleo y…

—Y probablemente también su licencia, por ocultar información—agregó Mike y asentí.

—Fue por eso que cuando Alexa recomendó internarlo le pedí ayuda a Ameth quien se ha encargado de todo. El centro de rehabilitación atiende a gente famosa, celebridades, así que están acostumbrados a cubrir las verdaderas identidades, pero Ameth conoce a los dueños de esta clínica y lo internaron con la misma falsa identidad con la que fue registrado en el centro.

—Es una falsa identidad, es fraude, si lo descubren… —agregó Gabriel y asentí, pero lo interrumpí.

—No lo descubrirán porque Ameth no lo permitirá y nosotros, no preguntaremos hasta que Ameth no nos diga.

—¿Por qué acudiste a Ameth? No me contaste nunca nada bombón.

—Lo intenté pero tu no podias ni escuchar su nombre y cuando los llamé a ustedes—dije mirando a los adultos del grupo—, tampoco quisieron escucharme—. Ameth se está haciendo cargo de todos los gastos. Él se ha hecho cargo de absolutamente todo porque consideró que la movilización de algún dinero de las cuentas de Hayden podía dejar huellas de los pagos

—Y porque Hayden se encuentra desde hace unos meses de licencia no remunerada. No está percibiendo ingresos—agregó Ulises.

Mike y Fernando intercambiaron miradas de genuina preocupación. Para ellos era demasiada información que procesar. Cuando recibimos la noticia no había notado la preocupación en su rostro porque estaba muy concentrada llorando. Ahora, mas calmada, los veía incluso hasta envejecidos, con arrugas mas pronunciadas e incluso muchas nuevas, y con un sentimiento de culpa que comenzaba a nacer en ellos. Una culpa muy grande.

Mi teléfono vibró y me apresuré a atender.

—Hija, ya está todo listo. Cuenta unos 5 minutos y pregunten por el mismo nombre con el que lo ingresamos en el centro, por Rob Maggio, no por Hayden. Están todos en la lista de familiares, incluyendo a Ulises. Llegaré en poco tiempo y estaré allí contigo, mi niña.

Mi voz entrecortada no me dejó agradecerle todo lo que estaba haciendo por Hayden, por nosotros.

Conté los minutos mirando el reloj cada 30 segundos y cuando por fin pasaron los minutos, Ulises me recomendó esperar un poco más y me apresuré al mostrador, con las manos temblando de terror.

—Hola. Mi papá está acá internado. Se llama Rob Maggio.

La enfermera del mostrador tecleó con rapidez en su computadora, segundos que se me hicieron eternos. Me miró y luego buscó en los rostros de todos los demás, que sin hacer caso omiso, acudieron al mostrador.

—¿Quién es el esposo?—preguntó y me sorprendí, Mike y Fernando se miraron sin saber que responder—¿Ulises…?

—Yo—respondió el aludido con rapidez—. Lo lamento, yo… esto ha sido muy difícil.

—No se preocupe. ¿Y el resto quien es?—preguntó con una mirada que dejaba claro su muy mal carácter.

—Su familia, hermanos, ahijados, sobrinos—respondió Ulises cuando vio la duda.

—Muy bien. El doctor a cargo ya los atenderá. Por favor esperen, no logro ver la información del Sr. Maggio en el sistema, quizás sea un fallo. En cualquier caso ya el doctor vendrá.

Y volvimos a esperar aunque esta vez no fue tanto.

—Familiares de Rob Maggio—anunció un doctor desde la puerta que indicaba el ingreso a solo el personal autorizado.

Alcé la mano como si estuviese en un salón de clases y él indicó que lo acompañáramos.

El doctor Verak, era alto, un poco encorbado, de la edad de Hayden, o por lo menos era lo que aparentaba. Caminaba apresuradamente y todos lo saludaban con cariño y respeto.

Nos hizo entrar a una sala de espera, y temí que nos dejará acá sin darnos más información, pero en cuanto entramos, cerró la puerta y nos extendió la mano a todos.

—Soy el doctor Joseph Verak, conozco a Hayden desde hace algún tiempo, trabajamos juntos en el hospital. Tuvimos una falla en el sistema cuando cargamos el nombre de Rob, pero me disculpo por la demora porque yo se de medicina, pero no de computadoras. Hayden fue ingresado por intento de suicidio, por eso es tan importante de que su identidad no sea revelada. Ingirió una gran cantidad de somniferos que lo hicieron entrar en shock respiratorio. Según la historia los paramédicos le dieron RCP en el centro de rehabilitación y cuando lograron signos estables, lo movilizaron. En el trayecto sus signos vitales cayeron nuevamente, por lo que tuvo que ser reanimado. En cuanto llegó nos concentramos en estabilizarlo y le realizamos un lavado estomacal de urgencia. Actualmente se encuentra estable pero sigue recuperándose.

Sujeté a Ulises con una mano y a Rámses con la otra, no me iba a caer, solo necesitaba saber que estaba despierta, que no fue que me quede dormida tratando de huir de la pesadilla que estaba viviendo y que esta buena noticia ahora era una simple ilusión.

—Él está estable. Con respecto al intento de suicidio, cuando nos colabore el sistema, será cambiado a alergia medicamentosa, y saldrá de acá no solamente recuperado, sino también con un expediente limpio.

—¿Se pondrá bien?—pregunté, necesitaba la confirmación.

—Si, Amelia, se va a recuperar.

Y finalmente respiré aliviada, agradecida y abracé a Ulises, mientras el resto de la familia se abrazaba entre si.

—Ahora les pediré que regresen a la sala de espera de urgencias, los traje acá para informarles, pero los llevaré a una sala de espera privada. Hayden permanecerá en cuidados intensivos por lo que queda del día y probablemente mañana podamos pasarlo a su habitación privada. Yo personalmente me encargaré de mantenerlos informados de cualquier cambio y avance.

—E incluso de si no hay ningún cambio. Avísenos incluso si sigue igual, pero si sigue acá—rogué y el doctor asintió.

Cuando regresamos a la sala de urgencias Jeremy estaba sentado en una silla, esperándonos. Corrió a nuestro encuentro asustado, pero le pudimos dar buenas noticias.

.

.

—Lamento mucho la espera, tuve una emergencia que atender—el doctor Verak nos conducía por los pasillos internos de la clínica, luego de subir por el ascensor hasta el tercer piso—. Hayden está dormido, efectos secundarios de todo lo que ingirió. Les repito que está fuera de peligro pero solo porque fue conseguido a tiempo. Confío que con el lavado de estomago que hayamos podido sacar la gran parte de lo que se tomó, pero todo lo que si logró procesar es lo que lo tiene durmiendo. Cuando despierte tendrá dolor de cabeza y tendrá hambre, pero seguirá una dieta estricta mientras continuamos recuperando su organismo. Y no, no incluiré ninguna arepa en su dieta.

Fue imposible no reírme un poco porque casi podía escuchar a Hayden quejándose por la falta de su arepa.

—Podrán quedarse en la sala de espera hasta que le asignen habitación. Estaré de guardia hoy, asi que yo mismo vigilaré a Hayden toda la noche.

Cuando el doctor se fue nos quedamos en la sala privada, que era inmensa comparada con cualquier otra. Tenia 3 sofás de 3 puestos cada una, una maquina expendedora de café y otra de golosinas, un televisor y una ventana con vista hacia la calle. Me tumbé en el primer asiento que conseguí, agotada hasta la medula ósea.

—Bombón, bombón—me susurró Rámses, no sé en que momento me quedé dormida—. No has comido nada, iremos al cafetín, ¿quieres venir o quieres que te traiga algo?.

Ameth entró en la sala de espera y corrí hasta sus brazos. Mi reacción lo tomó por sorpresa y me apretó con fuerzas mientras yo lloraba.

Lloraba de alegría, de alivio, de gratitud y aun, de miedo.

—Me puedo acostumbrar a estas bienvenidas. Lamento la tardanza, pero antes de venir para acá pasé por la gerencia para revisar que todo estuviese en orden con Hayden.

Me limpié el rostro y mi papá no dejó que le agradeciera, me dio un beso en la frente y comenzó a saludar a todos los demás.

—No me molesté en reservar habitaciones en un hotel, porque asumí que no querrían moverse de acá—y todos negamos confirmándolo—. Bien, pero si podemos ir a comer. Hayden se encuentra bien, está dormido y me aseguraron que tiene mejores signos vitales que yo—rio—, así que podemos ir a comer. Al lado hay un restaurante que sirve mejor comida que la del cafetín. Estoy seguro que no han almorzado y ya casi llega la hora de la cena.

—Ni desayunado—confesó Gabriel mientras mordía un chocolate.

En el restaurante se nos unió el doctor Verak, quien insistió en que lo llamáramos Joseph y fue él quien se atrevió a preguntar que era lo que había ocurrido con Hayden que lo hizo llegar hasta ese punto.

Y entonces, con mi estomago lleno, mientras tomaba un jugo y esperábamos el postre, les conté a todos, con ayuda de Ulises, lo que vivimos al lado de Hayden. Cuando terminamos el relato Gabriel estaba llorando, Rámses se levantó sin decir nada, y salió del restaurante. Mike masajeaba su sien, con sus ojos cerrados. Fernando miraba el techo del restaurante, asombrado por todo lo que escuchó.

Un sollozo de Mike hizo que Fernando apretara el hombro de su amigo, un gesto que me hizo un nudo en el estómago, porque hacia muchísimo tiempo que no había visto entre ellos un gesto de amistad.

—Acompañaré a Rámses—dijo Fernando levantándose.

—Yo iré al baño—Mike se levantó pero no fue al baño, salió por la puerta trasera del restaurante, quizás necesitaba tiempo a solas.

—Llamaré a mi novia—Gabriel se levantó también de la mesa y salió del restaurante.

—Es mucho para procesar. La depresión es una enfermedad muy difícil y que no todo el mundo sabe sobrellevar. A veces las personas no entienden la gravedad de las cosas sino hasta que pasan situaciones como éstas o peores—agregó Joseph—. Agradezco que Hayden contara con ustedes en todo momento.

Luego de un instante de silencio, fue Jeremy quien decidió cambiar el tema de conversación y se lo agradecí.

—¿Y ustedes como se conocieron?.

—Él es mi jefe—respondió Joseph viendo a Ameth y no fui la única que no entendió.

Ameth rodó los ojos y como quitándole importancia a lo que dijo Joseph, tomó el ultimo sorbo de su soda antes de responder.

—Tengo acciones en la clínica.

Y mi mandíbula cayó al piso. No había dicho nunca nada de eso. Lo miré sorprendida y me guiñó un ojo. No tenía palabras, así que tomé el vaso de agua.

—Oh, vaya, bueno. Increíble. Aunque yo me refería que como conociste a Hayden—aclaró Jeremy.

—Ah, bueno, si tu eres el esposo—dijo mirando a Ulises—, creo que no estaría sacándolo del closet si te digo que soy su ex novio.

Y escupí todo el agua en la mesa.

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