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Capítulo 15 - Me hace actuar diferente - mduno

Nos miramos por un segundo, no pude sostenérsela, ¿por qué no pude? Era algo nuevo, ella me cohíbe. Le tocó la barriga a la perra. Me sorprendió al ver como Galaxia se dejaba acariciar, mi vieja ingresó con la bandeja del desayuno y se asombró.

—Tenga cuidado, señorita. Galaxia solo se deja acariciar del señor, cuando quiere se deja de Rata, a mí me tolera porque soy quien la alimenta —dejó la bandeja en la mesa del computador y se retiró.

—Inés, me llamo Verónica, muchas gracias por las atenciones y perdona por las molestias causadas en tu rutina. —Sí que se expresa bien, dándome a entender lo bruto que puedo llegar a ser—. Por favor, no me digas «señorita», me hacen sentir tonta.

Reprimí las ganas de reírme, porque sí que era tonta, ¿virgen a estas alturas?, ni fea que fuera.

—Es por respeto y admiración. Además… —miré a Inés—. Es agradable no ser la única mujer en la casa.

—¿Galaxia? —intervine—. Ven preciosa.

Llamé a mi perra, las dos mujeres realizaron gestos con ganas de matarme, me senté en el borde de la cama a reírme, soné las palmas para que llegara, no con la agilidad de siempre, su estado se lo impedía, comencé a acariciarle la panza. No me agradó la manera en cómo me miró, lo hizo con un extraño brillo en los ojos.

—En el fondo tienes corazoncito, Roland Sandoval —¿Qué mierda estaba diciendo?

Solté una enorme carcajada, había olvidado la última vez en que me reí con tantas ganas. Se levantó para sentarse en la silla de la mesa de dibujo, la cual uso para mis noches de insomnio, que son muchas, por cierto. Tenía unas lindas piernas, desvíe la mirada, ¡¿por qué mierda detallo en eso?! Galaxia se alejó y se sentó al lado de Verónica.

—Le caíste bien.

—Roland, Galaxia parirá en menos de dos días, tal vez los sorprenda hoy. —observé a mi perra.

—¿Recomiendas que la lleve al veterinario?

—Soy veterinaria. —afirmé, pasé ese detalle.

—Lo que la doctora de mi perra ordene. —comenzó a comer, preferí dejarla sola.

—Gracias, Roland.

—De nada, Galaxia ven acá.

No la molesté y dejé que mi ama de llaves fuera quien le llevara las medicinas, ya me comportaba raro. Me encerré en el despacho con la perra por un tiempo, luego ella se retiró, Inés entraba de modo esporádico a traerme merienda, luego el almuerzo. Simón también lo hizo al finalizar la tarde.

—Patrón. —Por su rostro no esperé buenas noticias—. Los Cárdenas y los Jiménez no andan satisfechos con el tema de la convención, se encuentran bastante molestos porque la realizamos sin ellos.

—No me interesa lo que piensen Rata. ¡Es mi puto negocio! Que busquen como mierda sacan su mercancía, cumplo con lo pactado, el resto es problema de cada quien.

—No los tentemos, Patrón.

Algo malo se cocía en la porquería de mundo en donde me muevo, creen que no me doy cuenta.

—Rata para mi seguridad, te tengo a ti güevón. Sabrás sacarme de cualquier lugar. Eres el mejor de Colombia y del mundo en eso. Además, tenemos un excelente grupo de apoyo.

—¡No jodas con eso! ¿Entonces no van a la convención? —Se sentó en la silla frente al escritorio de madera—. Debo arreglar el sonido para la conferencia que tendrán y son ocho idiomas, eso puedo hacerlo. —cerré el portátil para mirarlo—. En la sala donde se llevará la reunión no tengo problemas. Pero ¿en los eventos? Contrataremos a cinco tipos que nos traduzcan, ¿para luego darles de baja?

—Llevemos a Verónica. —Ni sé por qué lo dije, puta muerda, la elegí a ella.

—¿La señorita? ¿La que se quedó a dormir anoche en su recámara?

—Sí. —Ni me atrevo a verlo, lo imagino como debe estarme mirando—. ¿Algún problema?

—Es solo… pensé que le gustaba y… ¿La envía al matadero?

«Matarla.» No… no, no. ¡No quiero que muera!, o, ¿sí?

—Hará de traductora, le pagaré por eso, no hará de soplona. Sabe cinco idiomas; japonés, mandarín, francés, portugués e inglés y yo sé italiano e inglés.

—Es una niña Patrón encerrada en una jauría de lobos, es muy bonita, ¿usted cree que no le harán o propondrán nada?

—Si no me ha aceptado a mí que le he propuesto un millar de dinero. No aceptará a nadie.

—El gringuito Jhon Hoolt es bien parecido, ¿si a ella le agrada ese tipo de hombres?

No lo había pensado y si le agrada… ¿Qué? ¡Mierda!, ¿me importa eso?, para disimular me encogí de hombros.

» Usted es quien manda.

—Cuándo estemos próximo a viajar, la contrato y que nos acompañe.

—Segundo tema a tratar con usted. —Me giré en la silla, ya tenía mucho tiempo encerrado trabajando—. Son cinco días en Santa Marta, ¿cuántas viejas quiere llevar? —No lo había pensado.

—Dos. —Simón abrió los ojos.

—¿Dos? ¿Seguro? ¿Repetirá vieja?

Simón se recostó en el espaldar, analizaba mis expresiones. Disimula Roland por tu propio bien. ¿Pasarás tres noches sin fornicar?

—Seguro, ya sabes, viejas que jamás haya visto y cerciórate que sepan mis reglas.

—Si Patrón. Y tres se puede decir que Galaxia inició proceso de parto. —soltó la risa—. La veterinaria labora en este instante, la perra empezó a sangrar. —Abrí mis ojos de par en par.

—¿Por qué no lo mencionaste de primero?

Salí corriendo en dirección a la terraza trasera. Al entrar, Verónica tenía su vestido ensangrentado y sumergida en su tarea. Galaxia echada a un costado, no pude evitar ver esa escena, era mejor esperar afuera. Me quedé esperando en la cocina, la dejé hacer su trabajo. ¿Será conveniente qué me vea vulnerable? En mi casa soy… Los minutos pasaron lentos, Inés entraba y salía de la cocina, decidí cambiar de lugar, fui a la sala, ya era de noche, Verónica llegó. Vi que su pierna sangraba, hasta ahí llegó la preocupación por mi perra.

—Nacieron cuatro cachorritos, ella se encuentra bien junto a sus hijos.

Hizo una mueca, llegué a donde ella, esa niña me hace actuar diferente.

—Estás sangrando — ¿Yo preocupado?

—Me lastimé, voy a cambiarme la venda.

La vi dirigirse a las escaleras, ocultó el dolor al subir el escalón. Me acerqué y la cargué, su mirada… ¿Por qué me siento incómodo cuando lo hace de esa manera?, no comprendo lo que ocurre conmigo. La dejé en el baño, le pasé la gasa y los implementos necesarios para limpiarse.

—Lo mejor es llamar al médico. —dije, se lastimó bastante.

—Solo me lastimé un poco, ayúdame, te diré que hacer me es complicado curarme sola —¡mierda!

—¿Qué hago?

—Quita la gasa sucia y limpia la herida.

Tomó una gasa esterilizada, la humedeció un poco, le adicionó jabón antibacterial y me la tendió. No dije nada, mi mano tocó su pierna… ¡Piensa en otra cosa Roland!, la herida que le habían causado quedaba en el muslo interno, más cerca de su sexo de lo que imaginé.

Todo en mí se revolvió por dentro, para concentrarse en mi verga, era una sensación diferente, esta quemaba por dentro, también era cierto que tenía varios días de no tener sexo, eso era. A la mierda con la abstinencia, debo solucionarlo mañana, por eso me costó contenerme...

¡Diablos! Solo le he tocado la pierna. Le van a quedar dos feas cicatrices. Me pasó otra gasa húmeda para limpiarla, repetí la operación hasta cerciorarme de que estaban limpias las heridas. Me pasó otra, le cubrí la herida. Dentro de unos días le deben quitar los puntos.

La situación se puso comprometedora y en el baño volvió el mismo ambiente del auto, la noche que la llevé a su casa la tarde cuando me ayudó a traducir las cartas. Había demasiada electroestática en el lugar.

—Ya quedó, descansa Verónica.

Salí del baño sin mirarla, y lo hice lo más rápido posible, mi verga estaba erecta.

—Buenas noches.

Noté decepción en su voz. Era mejor mantenerla lo más alejada de mí, era una niña y no le convengo por ningún motivo. Visité a mi perra en su habitación, queda en la parte de atrás, en un sitio privilegiado. La encontré en su camita con sus cuatro cachorritos a un costado. Le acaricié las orejas, ladró como presentándome a sus hijos.

—Son preciosos, Galaxia. Solo me quedaré con uno, los otros tres ya miraremos a quien se los damos, por ahora disfrútalos mientras los tengas juntos.

Regresé a la sala, al pasar por el bar me serví un whisky, ¿voy a tomar?, le puse hielo. Fui hasta la sala donde acostumbro a escuchar música, encendí el iPhone, seleccioné la carpeta donde tengo las canciones a las que le sacaba las notas para tocarlas en la guitarra.

Sonó la primera canción, me senté a pensar en todo y en nada en realidad. ¡Qué mierda era… algo estaba pasando conmigo! Porque siento un vacío dentro, tengo lo que juré conseguir, puedo comprarme lo que se me dé la gana, las veces que se me antoje en las cantidades que quiera, ¿y no era eso lo que quería?, ¡entonces! ¿Qué pasa?

—Esa es una de mis canciones favorita.

La voz de Verónica se escuchó a mi espalda, sonreí. La canción era la que cantaba a pulmón herido cuando la vi en el concierto «A quien quiero mentirle.»

» No puedo tomar, pero si no te incomoda puedo acompañarte con un jugo.

—No hay problema.

Me levanté, saqué un jugo de naranja, se acabó la canción, llegó hasta la barra, ahora sonaba «Fábula» de Eros Ramazzotte y me perdí en la letra. Recreé una idiota fantasía… ¿Será cierto? ¿Eso era lo que quería? No. No. No. Debo matar esto de raíz.

» Verónica ya mañana te llevarán a u casa.

—Bien. —continué antes que dijera algo.

—Tengo un viaje, a primera hora debes irte.

Terminé de servirle el jugo, lo recibió con esa forma de mirarme, la cual no me gustaba, no tenía ningún derecho de verme así, no le debo nada y menos darle explicaciones. Se terminó el jugo y se dirigió a las escaleras, no me moví del bar hasta que escuché que cerró la puerta.

Me senté en el sillón con la botella de whisky a un lado. No sé qué tiempo pasó mientras mi cabeza quedaba en blanco y otras veces revivía la desnudes de su seno, el contacto de mi mano en su pierna.

Con los mencionados agravantes será difícil quitarme las ganas que tengo de comérmela. Después del cuarto vaso me dirigí a la sala de inteligencia. Rata me observó como recriminándome algo.

—Dígame Patrón.

Habló en un tono acusatorio, alcé una ceja, ¿qué bicho le pico?, se giró en su silla, quedó frente a mí. La sala de inteligencia era donde Simón recopilaba información de las cámaras de vigilancia puestas en nuestras propiedades y en la de los socios a nivel nacional.

Solo las puede ver él y de ahí delega funciones a su gente, teníamos una red global, una gran araña sistematizada trabajando con satélites. Su especialidad era los sistemas, era un duro en eso, y se ha especializado como todos nosotros en lo que somos buenos.

Por algo ha estudiado todo lo relacionado con sistemas, electrónica, armas y entrenamiento militar. El laboratorio lo tenía en el sótano, no existe en los planos de la casa.

—Nada, bueno…

Me detuve, ¿qué le voy a decir? Que me volví un pendejo porque no sé. ¿Algo pasaba cuando escuchaba la voz de Verónica?

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