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Mi viaje Al Pasado

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JL Oliveira
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Sinopsis

Carolina Dubois Souza está sola en el mundo. Su madre murió hace unos años y su padre se casa con su madrastra, que le quita casi todo. Entra a trabajar en la casa de los Carvalho, donde descubre que la gente puede ser mala y los demás simpáticos. En uno de los viajes de la familia, Carolina casi es maltratada por el cuñado de su patrón y, cuando intenta deshacerse del hombre, sufre un accidente que cambia totalmente su vida. En 1802, el noveno duque de Sheffield respira hondo, contemplando las tranquilas aguas del Támesis en aquella fría noche. Tiene que volver a casa, después de luchar con sus demonios interiores y pedir una excedencia de la guardia real del rey Jhon III, y es su última noche en Londres cuando ve a alguien emergiendo del agua y no se lo piensa dos veces a la hora de salvarlo. Poco sabía el duque de Sheffield que se iba a meter en un buen lío. Ven a vivir con ellos esta aventura de otro siglo. Carolina y Edward te están esperando. * Esta historia es totalmente ficticia. Los personajes, pasajes históricos y lugares no coinciden con la realidad.

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Capítulo 1

Estar sola en el mundo me produce muchas inseguridades. No es la primera vez que me encuentro en esta situación. El cielo es tan azul cuando miramos hacia abajo desde aquí y a lo lejos el árbol que está solo como yo se olvida en algún lugar. La inmensidad del mar me ayuda a elegir qué decisión tomar en este difícil momento.

Todos esperan que tome la decisión correcta. Pero tengo miedo. No lo demuestro, por supuesto, pero mantengo la cabeza alta y muestro mi fuerza, tengo que demostrar que soy fuerte y que soy una mujer adelantada a mi tiempo y luchar por mis ideales. Que hacer la revolución es mi lema, aunque muchas veces afecte a mi convivencia con otros hombres que piensan que no soy capaz, pero me encantará demostrar mi inteligencia y mi empuje.

¿El amor? Lo dejé de lado hace mucho tiempo, una decepción que me trajo el universo.

Todo lo que amo huye de mí. Es como la arena que, al ponerla en mis manos, desaparece entre mis dedos, dejándonos una sensación de vacío.

Así que sigo mi camino y no miro hacia atrás, ni siquiera hacia el futuro. Pero cuando el pasado cae ante mí, ¿qué puedo hacer? ¿Vivirlo? ¿O intentar salir de él?

Así empezó mi viaje

Carolina

- Carolina Dubois Souza, ¿verdad? - dice la mujer morena y bien vestida.

- Sí -respondo.

- Veinte años, soltera, sin hijos, sin experiencia demostrada - frunció el ceño - ¿Cómo piensa cuidar de mis hijos si no tiene experiencia, no sabe de quién son, lo importantes que son estos niños en la sociedad?

- Cuidaré de ellos lo mejor que pueda, señora -intenté ser cortés, pero no funcionó porque su cara cambió en el acto.

- No vuelvas a llamarme señora - adelanta su esbelto cuerpo - O ni siquiera tendrás la oportunidad de un trabajo.

- Lo siento sen...

- Thamara - se llena la boca para decir su nombre - O mejor, llámeme señora Carvalho.

- Sí, Sra. Carvalho.

- Así no intimaremos, odio la intimidad con los empleados - hace un gesto - Y no tendremos problemas en el futuro.

Me analiza, baja la vista a sus pies y mueve su mirada arrogante hasta mi cara.

- Voy a probarte durante dos días, porque mi marido insistió - miró su reloj - Puedes empezar ahora, tengo una cena con el señor Carvalho y no tengo con quien dejar a los niños, ya que despedí a la última niñera.

- ¿Ahora?

- Aquí dices que tienes tiempo disponible, así que si no lo tienes, vete.

- Sí, lo tengo - en mi situación no puedo rechazar el trabajo - ahora cuidaré a los niños - contesto rápidamente para no perder la oportunidad.

- Genial, sabía que te quedarías - se levanta y va hacia la puerta - ¿No vienes o te vas a quedar ahí sentada el resto del día? Al fin y al cabo has venido a trabajar, ¿o me equivoco?

- Me voy - me levanto y corro detrás de ella, que camina demasiado rápido con sus largas piernas.

Y así fue como conocí a la familia Carvalho. El padre tenía al pequeño Thomas en brazos cuando entramos en la habitación, y la niña de pelo negro y ojos azules como los de su madre estaba sentada en el borde de la cama, con el ceño fruncido.

- Este es el señor Carvalho -el hombre del que debía mantenerme alejada, como me había indicado Ivone, y ni siquiera le miré, me limité a murmurar un buenas tardes, ya era tarde-, espero que no tengamos ningún problema.

A la última niñera la despidieron porque la señora Carvalho pensó que estaba ligando con su marido, así que la tía Isabel me dijo que lo evitara todo lo posible. Que era un hombre bueno y generoso, pero que a Thamara no le gustaba que nadie se le acercara y que era su gallina de los huevos de oro, así que debía mantenerme lo más alejada posible de él.

La tía Ivone decía que era un hombre muy bueno y generoso y que sólo tenía ojos para su mujer, que lo llevaba al Baño María y lo encargaba todo, mi tía decía que él hacía todo lo que ella quería y que estaba enamorado de su mujer, pero todos en la casa, cuando digo todos me refiero a los criados, sospechaban que ella tenía una aventura con un hombre misterioso. Pero eso no es asunto nuestro y estamos aquí para trabajar, eso es todo.

El señor Carvalho me pasó a Thomas a mi regazo y la pequeña Luna siguió sentada en la cama, enfurruñada. Su padre se acercó a ella y le besó la mejilla, que derramó una lágrima, pero permaneció firme.

- Vamos, Pedro, nos vamos a quedar sin tiempo - ya había salido de la habitación - Si hubiéramos optado por el helicóptero como te dije, no tendríamos que haber salido tan temprano.

- Llámame si lo necesitas - me entregó una tarjeta - Mi número está ahí o ve a la cocina y pregunta por mí. Buenas noches.

El padre de los niños era un hombre educado y amable, a diferencia de su madre que no parecía querer mucho a sus hijos. Luna no se movió, a Thomas le parecieron interesantes mis gafas y quiso cogerlas, como aún era un niño pequeño no entendía lo que pasaba, pero la pequeña Luna ya sabía lo que era el amor y el cariño y por eso estaba tan alterada.

- Quiero ayudarte, puedo sentarme aquí con Thomas a tu lado.

- No quiero tu ayuda - le hicieron daño sus padres.

- ¿Qué tal si damos una vuelta por la casa? - Quería complacerla, sentía pena por la chica.

- No podemos salir de la habitación por la noche - y bajó la mirada.

- Lo siento - se quedó quieta - Es una pena, pero podemos jugar aquí, ¿qué te parece?

- A mí no me apetece.

Así que la dejé hacer, ¿qué podía hacer? Pronto una de las cocineras le trajo el biberón a Thomas y se quedó dormido después de comer. Lo acosté en su cuna y Luna ya dormitaba en el borde de la cama. Miré el reloj y ya eran más de las nueve de la noche. Levanté a Luna y se despertó llorando, seguramente por un mal sueño. La abracé y se aferró a mí, así que me tumbé con ella en la cama y dejé que me abrazara. Me recordaba a mamá, cuando me asustaba y corría a su cama y ella me abrazaba y cantaba para que me durmiera. Y así lo hice con Luna y me dormí a su lado con ella abrazada a mí.

Soñaba con lo mismo de siempre, en el mismo campo verde, mientras galopaba sobre un caballo blanco. Desde que era niña, el mismo sueño se había apoderado de algunas de mis noches, el galope del caballo, mi pelo al viento, mientras miraba hacia atrás y sonreía a alguien que nunca supe quién era. Mi caballo seguía corriendo y la sensación de felicidad recorría mi cuerpo.

- Carolina - siento que una mano me agarra del brazo - Carolina, hemos llegado.

- Humm, estoy feliz, déjame.

- Me alegro de que estés contenta, pero tienes que levantarte o te dolerá el cuerpo, esta cama es demasiado pequeña para ti.

La voz llegó a mi cerebro. En mi sueño. Y hablaba de la cama. Así que me resistía a salir de aquel mundo que me había inventado para escapar de mi realidad, tan dura después de todo lo que había pasado en mi vida.

Cuando abrí los ojos, vi al hombre frente a mí, que me parecía familiar, pero al mismo tiempo no lo conocía. Estoy confundida, imagínate abrir los ojos y encontrarte cara a cara con un hombre extraño, ¿o no es extraño? Qué confusión.

- ¿Quién es usted? - Me levanto y cojo el primer objeto que encuentro, la botella que acaba en la frente de mi nuevo jefe.

- Ay -me pone la mano en el sitio donde le ha dado la botella- Soy yo Pedro, estás trabajando en mi casa, ¿recuerdas? - vuelve a decir ay y veo que tiene la frente roja y entonces me doy cuenta de dónde estoy.

- Señor Pedro, lo siento, me ha asustado.

- No ha sido nada, Carolina, tenía que haberte llamado desde lejos, ha sido un error mío, está claro que te ibas a asustar -se pasa la mano por la frente.

- Lo siento -le miro a la cara-, te he hecho daño, ¿no me vas a despedir por eso? ¿No? - En este momento me tiembla todo el cuerpo - Realmente necesito el trabajo.

- No, no voy a despedirte, no te preocupes -me coge del brazo y le miro la mano-.

- Tendrás una habitación abajo y tendrás que dormir aquí - entonces miré a mi alrededor para ver dónde iba a dormir - Me refiero aquí en la casa durante la semana imagino que Thamara te habló antes.

- No, no me dijo nada, incluso estaba preocupada por cómo iba a llegar a casa, porque ya está amaneciendo -entonces me ajusto las gafas.

- Necesito que te quedes con los niños a tiempo completo durante la semana, creía que había dicho Thamara -asiento con la cabeza- ¿Necesitas ir a casa hoy? ¿Te espera alguien en casa?

- No, yo no - agacho la cabeza y eso me entristeció, estaba sola en el mundo - Puedo quedarme, pero si pudieras ir a casa mañana y recoger algunas cosas.

- Claro que puedes - se frotó la frente, creo que le dolía - Por la tarde pídele al chófer que te lleve, recoge tus cosas y vuelve antes de que anochezca y pídele a Ivone que se quede con los niños.

Y entonces miró a sus hijos, que dormían como angelitos, y salió de la habitación, llamándome para que le acompañara y que me llevaría a mi habitación. Bajamos las escaleras y pasamos por la cocina, donde la tía Ivone trabajaba de cocinera. Seguimos por un pasillo y nos detuvimos delante de una escalera y el señor Pedro abrió la puerta y me dijo que yo dormiría allí. Entré en el dormitorio y encontré una habitación mejor que la mía, una cama de matrimonio con un edredón blanco que parecía tan suave. Una cómoda y un pequeño armario, una alfombra blanca y dos mesillas de noche con un jarrón de flores en cada una.

- Tendrás la semana libre y habrá otra persona que te ayude y cubra tu tiempo libre. Ivone te dio buenas referencias y espero que todo salga bien.

- Yo también -respondí con prontitud.

- Thamara puede ser un poco quisquillosa a veces -frunció el ceño y pensé para mis adentros, a veces ha sido muy amable con ella- Pero, por favor, ten paciencia con ella y cuida bien de mis hijos.

- No te preocupes, Pedro, tendré paciencia -al menos eso creo, eso gritaba mi cerebro- y cuidaré bien de tus hijos.

- Entonces lo haré -me indicó la puerta-. Si tiene alguna duda, hable conmigo o con Thamara, o mejor con Isabel, es mejor evitar a mi mujer -se rió un poco-. Buenas noches.

- Buenas noches, señor Pedro.

Y cerró la puerta y se fue y pude respirar tranquilo, miré el móvil y ya eran más de las tres de la mañana, corrí a darme una ducha rápida y me tumbé en la cama, tardé en dormirme, pero cuando llegó dormí como una roca, el día había sido muy estresante. Esta señora Thamara va a acabar conmigo, pero cuando necesitamos un trabajo hay que saber afrontar la situación y encender al monje de la tranquilidad que hay en nosotros.