Capítulo 2
Tragué ahora asustada. Entonces pensé en mis palabras cuidadosamente.
Dije en voz alta que no sé qué hacer y recibí esa notificación.
-Algo debe significar- , me dije mentalmente.
Ava extrañaba a su padre y su padre de alguna manera estaba tratando de hacerme pensar qué hacer.
O al menos en mi mente así interpreté aquella ambigua situación.
Ava extrañaba a su padre.
Tenía que hacer algo para que se sintiera mejor.
Pero, ¿qué podía hacer uno de los responsables de la muerte de su padre? Me odiaba, nunca aceptaría mi ayuda, incluso bajo tortura.
Así que lo pensé. Cogí el teléfono y volví a asomarme a su perfil de Instagram en busca de alguna pista que pudiera darme una idea.
Entonces me llamó la atención la habitual foto que siempre miraba para castigarme. Lo tuve a la vista todo el tiempo.
-Ahora tengo dos ángeles que me protegen allá arriba-.
Releí el pie de foto varias veces, luego volví a mirar la foto, agrandándola.
Ava, su padre y un pequeño caniche marrón.
Sonreí, finalmente satisfecha de haber encontrado una pequeña cosa que seguramente la haría sentir mejor. Ya sea que su padre lo haya sugerido o no, finalmente me di cuenta de lo que se suponía que debía hacer.
*********
Cuando el teléfono empezó a sonar, rápidamente lo saqué de mi bolsillo.
-Disculpe, señor Morelli, pero es urgente. ¿Puedo?” Pregunté cortésmente, mostrándole el teléfono.
-Claro, adelante- respondió, sonriéndome dulcemente.
Esta vez le sonreí con sinceridad y luego salí de la cafetería con el teléfono pegado a la oreja.
El entusiasmo que sentía por lo que estaba haciendo influyó en mi día de una manera positiva como nunca antes.
-¿Podemos saber qué tienes que ver con este caniche? Sepa que le costó --- euro-
-Sí, lo sé, no te preocupes. Luego te explico todo, ahora necesito que lo dejes en la dirección que te envié antes por Whatsapp para las dos-
-También leí el nombre de los Russo con esa dirección, ¿tiene algo que ver con el accidente?-
-Sí, Fabio, tiene que ver con el accidente. Pero luego te explico, ahora tengo que volver al trabajo-
-¿Tengo que dejar alguna nota? ¿Algo?- volvió a preguntar el chico, bloqueando mis pensamientos.
Seguramente no podría dejar mi nombre.
-No, pero podrías encontrar a alguien para grabar en las planchas- dije entonces, asombrado por otra idea.
-¿Estás de humor para gastar dinero, Matti?-
-Al menos sirven para algo, ¿no?- suspiré. Elena me hizo señas para que regresara, los imité por -un momento-, esperando que hubiera entendido.
-Puede que tenga a alguien que pueda hacerlo. Entonces, ¿qué quieres que escriba en esta etiqueta?- preguntó Fabio. Elena me amenazó con una mirada.
-Ángel- respondí de inmediato.
-¿Quieres que la ponga atada a un collar? Tal vez incluso pueda comprar algo de comida, no sé, ese tipo cuando no estaba con su novia era muy útil.
-Sí, sí, que la pongan cerca del collar. Y comprar unas croquetas, bizcochos, juegos. Lo que quieras. Tienes mi tarjeta —dije rápidamente, notando que Elena caminaba rápidamente hacia mí.
-Ahora tengo que colgar, hablamos más tarde, está haciendo un buen trabajo- Continué, y luego terminé la llamada justo cuando Elena me alcanzó.
-¿Ansiosa por tenerme bajo tus ojos de nuevo, Morelli?- dije, sonriendo.
Elena me observó durante mucho tiempo. -Hoy estas rara-
Entrecerré los ojos, confundida. -Yo no soy raro, tu eres raro-
-Quiero decir que después de tu exabrupto de la otra noche hoy pareces feliz. Desde esta mañana no has sido malo conmigo ni una sola vez, te has limitado a tus estúpidas bromitas que solo a ti te parecen graciosas y lo que es aún más raro, de repente estás más abierto al diálogo con los clientes-
Debería haberme disculpado por cómo la había tratado esa noche ahora que me lo había recordado, pero al final decidí que no valía la pena y que sería mejor no volver a sacar el tema. Sabía que más tarde haría más preguntas al respecto. Además, nunca me había disculpado sinceramente con nadie, así que ¿por qué debería hacerlo con ella?
-No sé de qué estás hablando, Cenicienta. Ahora, si me lo permiten, vuelvo a mi trabajo. Hoy hice muchas propinas y no voy a parar a una hora del final- dije alcanzándola y caminando hacia el interior de la cafetería.
"¡Eso es lo que quise decir!" Los escuché gritar desde atrás.
Sonreí para mis adentros. Tal vez solo la perspectiva de poder hacer sonreír a Ava me hacía feliz.
No podía esperar a saber cuál sería su reacción.
Me había pasado toda la noche buscando un caniche toy igual al que ella había tenido, exactamente del mismo color. Lo había hecho a las cinco y media de la mañana. Tuve que llamar a ese número innumerables veces para que me contestaran a esa hora. Afortunadamente, después de haberme insultado precisamente por la hora innombrable a la que había llamado, el señor me confirmó que el caniche aún estaba disponible y que podía ir a buscarlo por --. Obviamente no podía ir ya que también tenía el turno de la mañana, así que después de la llamada con ese señor me puse a intentar despertar a Fabio.
Incluso una vez que me contestó empezó a insultarme. Un poco más pesado que el caballero, pero le di eso. Me lo merecía.
Lamentablemente después de diez minutos en los que había tratado de explicarle todo, Fabio me cortó en la cara, volviendo a dormir.
Así que le envié un mensaje de Whatsapp diciendo que necesitaba recoger un caniche y llevarlo a la dirección de Ava.