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3

Cuando llegué a casa me dejé caer en el sofá, mi cabeza dolía un poco de todo el día de hoy. Miré mi celular y me di cuenta de que eran la una de la tarde. Había perdido las clases de la mañana por ir a la entrevista de trabajo. Me puse de pie y me dirigí a la cocina, saqué los cuatro trozos de pizza de la nevera y los puse en el horno. Eso sería mi almuerzo.

Después de comer me di un baño rápido, me puse un pantalón desgastado, una camisa corta y unos tenis blancos. Amarré mi cabello en un moño desaliñado y salí de casa.

—¡Alis! —escuché una voz detrás de mí. Me giré, solo para cerciorarme de que era Myers. —Oye, espera —al llegar a mí jadeó un poco, él había corrido la mitad del pasillo. Olvidé mencionar que Myers vivía en el mismo edificio que yo, en el departamento del fondo.

—Tengo prisa —le dije, dirigiéndome al ascensor.

—Graciella me contó que tenías una entrevista de trabajo —comentó siguiéndome. Al llegar al ascensor los dos nos adentramos, apreté el botón del piso uno y las puertas se cerraron.

—Así es.

—Espero que esta vez sí encuentres algo permanente. Lo malo es que es en la empresa Chance.

Lo miré frunciendo el ceño.

—¿Qué tiene de malo que sea ahí?

—Bueno... —se rascó la nuca un tanto nervioso—... he escuchado cosas del jefe del lugar. Nicky Chance. Ten cuidado con el.

—¿Pero a qué te refieres? —reí nerviosa. En realidad no entendía la necedad de Myers; no sé si lo decía por celos o qué.

—Solamente he escuchando cosas, especialmente de mujeres...

Entonces caí en la cuenta.

—Claro, como han de pasar muchas por ti.

—No es eso, Alis, es solo que a mí se acercan muchas mujeres —dijo con algo de egocentrismo. Rodé los ojos en ese momento— Y en reuniones así se dicen cosas.

—Oye, si de casualidad me aceptan en la empresa Chance yo voy a trabajar no a follar con mi jefe —le dejé claro.

—Lo mejor que te pasaría es que no te acepten —susurró muy bajo que quizás pensó que no lo escucharía.

Abrí la boca del asombro pero después la cerré. Me urgía llegar al living.

—¿Y si así fuera qué? —lo molesté— ¿qué pasaría si el jefe me quiere follar? Es mi vida a fin de cuentas.

Myers en un rápido movimiento me tomó de mis dos manos y me estampó contra el ascensor. Lo miré mal. Él tenía su semblante enojado, parecía otra persona. Al parecer le había afectado lo que le había dicho.

—Myers, ¿qué es lo qué pasa contigo?

—Te estoy cuidando, Alis, ¿no lo entiendes? No me gustaría que un imbecil se aproveche de ti. Eres muy inocente.

Negué con la cabeza porque este chico estaba loco.

—Yo me puedo cuidar sola, Myers, ahora suéltame —hice el amago de soltarme de su agarre pero era inútil. Era más fuerte que yo obviamente.

—Eres terca, Alis, demasiado —Myers me soltó, en ese momento las puertas del elevador se abrieron— Voy para la universidad, ¿quieres que te lleve?

—No, gracias —fui la primera en salir a paso rápido. Ya se me había hecho tarde para llegar a las últimas dos clases. Salí de mi edificio en busca de un taxi.

Cuando llegué a la universidad fui directo a mi salón, casi llegué detrás de la profesora; así que me colé detrás de ella y busqué una silla cerca de la puerta antes de que me viera. Había llegado a tiempo.

—Buenos días, enciendan sus computadoras por favor. Hoy veremos un poco de empresarial. —la profesora Maritza vestía siempre de negro. Hoy venía con un pantalón de vestir negro, camisa mangas largas en negra y zapatos negros también. Su pelo siempre iba peinado en una cola pequeña y bañado en gel.

Abrí mi computadora y me metí al internet, buscando la página web que la profesora había puesto en el pizarrón. Mi mente viajó a lo que me dijo Myers, me parecía estupido pero también me dio algo de curiosidad así que me pasé de página silenciosamente y en Google tecleé el nombre de Nicky Chance. De inmediato me salieron muchas páginas con alguna noticia. Pero me fui a las imágenes. Nicky era un hombre bastante atractivo, los trajes se le adherían perfectamente a su cuerpo. Tenía un semblante serio pero a la misma vez llamaba la atención. Su pelo era negro, lo llevaba perfectamente peinado. Tenía varías fotos de él en algún evento importante, con otras personas importantes, con mujeres súper elegantes. Modelos parecían. Es obvio que Nicky Chance esté rodeado de mujeres hermosas.

—Alicia —la voz de la profesora me hizo salir de mi trance y rápidamente me pasé a la página de la clase.

—¿Si?

—Repíteme lo que acabo de decir.

Mierda, no tengo ni idea de lo que dijo. Me quedé en silencio, encogiéndome de hombros.

—¿Me puedes decir qué mirabas en tu computadora? —se acercó—Toda la clase quiere saber.

—Nada, estaba viendo la página que puso en el pizarrón —me defendí.

—¿Segura?

Asentí.

La profesora tomó mi computadora, tecleó algo para sonreír después.

—Nicky Chance —leyó— Es un hombre exitoso, muy guapo y sí, es muy joven para dirigir una empresa tan importante como esa. Pero Nicky es astuto, inteligente, la ha hecho crecer en estos cuatro años al mando. Luego de la muerte de su padre, claro está.

Respiré aliviada al momento en que ella empezó a hablar de él y no me regañó o dejó en ridiculo.

Al terminar la clase salí en busca de algo rápido para comer mientras la otra clase empezaba. Que sería en diez minutos.

—¡Alis! —escuché la voz de Graciella detrás de mí.

Me giré a ella.

—Graciella, ¿donde te habías metido?

—Estuve toda la mañana con Patricio.

—¿Estas segura de estar con él? —las dos empezamos a caminar hacia la cafetería.

—Claro, hasta ahora ha sido muy lindo conmigo.

—Como sea, Graciella, no dejes que te envuelva con palabras bonitas. Vales mucho como para estarte entregando a personas que no te valoran. Mejor resérvate para una persona que sí lo haga.

—¿Y si Patricio es el indicado? —frunce su ceño— Estoy cansada de estar con uno y con otro, Alis, no es vida.

—Entonces quédate sola por un tiempo —sugerí— como yo.

—Hay muchos chicos detrás de ti, Alicia , ahí tienes a Myers. Es uno de los más codiciados de aquí.

—Solo por el hecho de tener una banda —rodé los ojos.

—Y también por el hecho de ser sexy.

Reí un poco.

Al llegar ala cafetería las dos compramos algo rápido para comer: hamburguesa con muchas papas fritas. Y una soda. Nos sentamos en una banca del fondo para evitar el bullicio de todos los estudiantes.

—Como te decía, necesitas disfrutar de tu vida, Alicia —ahora bajó la voz— Tienes veintidós años y aún eres Virgen.

—Shhh —la callé, cerciorándome de que no hubiera nadie a mi alrededor que haya podido escuchar— Cállate, esas cosas son privadas.

—Bueno, pero es la verdad. ¿Acaso no te dan ganas a veces?

Rodé los ojos mientras comía.

—No —mentí, era obvio que sí pero eso no se lo diría. Podía darme placer yo sola sin necesidad de buscar un hombre que solo me utilice. Quizás suena muy cursi pero mi primera vez era importante y quería disfrutarla con una persona especial.

—No te creo —me señaló— Pero está bien, dejaremos este tema por la paz porque tu rostro está rojo de vergüenza.

La lancé una papa por ser tan dramática.

—Te veré en la salida.

Asentí a Graciella mientras entraba al otro salón para recibir la última clase. Yo sabía que hoy había tenido la entrevista en esa empresa pero aún así revisaba constantemente mi celular para ver si había un mensaje o una llamada perdida. Algo. Pero no había nada. Solo mensajes de mi madre diciéndome que por favor la visite. No quería pasar la vergüenza con ella de no tener algo con qué mantenerme. Además, si no aplicaba para ningún empleo tendría que aceptar la propuesta de la tía de Graciella y trabajar con ella en la librería. Quizás negocie y el sueldo suba a cuarenta dólares el día. Haciendo cuentas para el mes tendría quizás unos mil dólares. Claro, si la tía lo asciende a los cuarenta.

El profesor llega y empieza a dar la clase. Era español y me aburría un poco, pero tenía que poner de todo mi empeño para poder entender. Al fin y al cabo me quedan meses por salir. Saqué mi cuaderno y un lápiz dispuesta a recibir la clase.

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