Sinopsis
Elizabeth es una chica universitaria quien empieza a trabajar en la empresa de Nicholas, sin pensar que el sexy y atractivo jefe sería toda una tentación.
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Diez segundos. Solo quedan diez segundos. Respira, trata de concentrarte y no pienses en cosas malas. Guardé el lápiz en mi bolso y tomé la hoja. Era un examen que me ayudaría mucho para mis notas finales, estaba al final de la carrera y no me podía dar el lujo de salir mal. Cuando el reloj hizo ese extraño sonido de que el tiempo había terminado todos se levantaron para entregar los exámenes.
Me puse de pie, enganché mi bolso al hombro y caminé hacia el escritorio. Dejé el examen encima de los demás y salí.
—Alicia —me llama Graciella, mi mejor amiga—¿Irás a la tocada de esta noche? —fue lo que me preguntó. Suspiré profundo e intenté pensar en si valía la pena o no salir hoy; había estado mandando algunas solicitudes de empleo y estaba ansiosa por esperar respuestas. Aunque siendo sincera ya habían pasado algunos meses de eso. Creo que tendría que encontrar algo de medio tiempo para pagar el resto de renta de mi apartamento.
—No lo sé, Graciella —me sobé la sien haciendo círculos con mis dedos—No estoy para fiestas sinceramente —las dos salimos de la universidad dispuestas a irnos a casa. Eran pasadas las tres de la tarde.
—Vamos, Alis —Graciella frunció el ceño— Por favor, no me dejes ir sola. No te quería contar nada porque pensé que no te agradaría la idea pero... —dudó en decirme. El pelo de Graciella era rizado, le llegaba a los hombros y era color rojizo. Sus pecas en la cara la hacían ver como una de las chicas más bonitas de esta universidad.
—¿Qué pasó ahora? —me detuve, haciendo que ella también se detuviera, y me crucé de brazos. Graciella solía ser muy enamoradiza con los chicos, este mes había salido con tres y ellos siempre la utilizaban, es decir, no la tomaban en serio. Creo que solo se acercaban a ella por su cuerpo o cara bonita, pero cuando la conocían en realidad se daban cuenta de que mi amiga no era tan divertida que digamos y tenía gustos extraños. Yo era la única que la conocía a la perfección y con quien congeniaba muy bien.
Pero Graciella no aprendía.
—Bueno, la banda de Myers tocará esta noche y él me dijo que fuera contigo —sonrió pícara— Sabes que Myers ha estado enamorado de ti desde el tercer año de universidad. Vamos, Alis, es hora de que salgas con alguien. Que te diviertas. Por favor. ¡Que tengas sexo!
—Shhh —la callé porque lo había dicho en voz alta— Cállate, Graciella, ¿por qué dices esas cosas? —me acomodé el bolso mientras la fulminaba con la mirada.
—Además de Myers irá Patricio, y es la primera vez que Patricio me invita a salir. ¿No te parece que él podría ser diferente?
—Si es amigo de Myers no.
Myers era un patán por completo y sus amigos también. No quería que mi amiga se ilusionara con uno de ellos.
—¿Me dejarás ir sola? —hizo puchero tratando de convencerme. Lo pensé: si no iba, Graciella iría sola y quien sabe qué cosas le pasarían. Si yo iba con ella podía estar al pendiente. ¿Qué podría hacer en la noche hoy? Sentarme en el viejo sofá de mi departamento y mirar alguna película triste en mi laptop mientras comía helado.
—Está bien, iremos —acepté, de mala gana, pero lo hice.
Graciella chilló y me abrazó.
—No te arrepentirás —me fue diciendo mientras caminábamos por las calles frías de Chicago— Creo que Myers tendrá una sorpresa para ti esta noche.
Me preguntaba qué estupidez cometería Myers esta vez.
•
—¡Alicia , estoy lista! —exclamó Graciella desde afuera. Mi departamento no era la gran cosa: pequeño, amueblado con lo necesario. Estaba en el quinto piso. Terminé de vestirme y maquillarme un poco para después abrir la puerta. Graciella usaba un vestido negro súper corto que se adhería a su cuerpo y unos zapatos de plataforma.
—¿Irás así? —me pregunta.
—¿Qué tiene? —me di una mirada rápida a mi pantalón rasgado y a mi camisa corta con el logo de alguna banda de los setenta.
—No tienes remedio en serio —negó con la cabeza— Pero vámonos que se nos hará tarde.
—Bien —tomé solamente mi celular y las llaves, era lo necesario. Mientras íbamos en dirección al ascensor revisaba mi correo para ver si tenía respuesta de todas las solicitudes de empleo que envié. Pero nada. Ninguna me contestaba.
¿Será que mi currículum iba muy pobre? Quizás debí añadir más cosas, alguna mentira quizás solo para verme interesante. Pero ahora ya era demasiado tarde.
—¿Qué tanto revisas?
Nos adentramos al ascensor y apreté el botón del living.
—Aún no obtengo respuesta sobre algún trabajo —me quejé— Estoy destinada al fracaso —puse mis manos en mi cara de modo dramático.
—No quisiste aceptar la propuesta que te hice sobre ayudar a mi tía por las tardes en la librería. La paga no es tan mala pero al menos te servirá para pagar los meses de renta.
Había considerado la propuesta de Graciella pero sinceramente necesitaba un trabajo donde ganara más que solo treinta dólares el día.
—Me contestarán, yo lo sé.
—Si tú lo dices...
Le di una última mirada de reproche mientras las puertas del elevador se abrían.
•
Música alta resonando por cada rincón del lugar, luces neón cegándome la vista, el bullicio de las personas. No. Definitivamente este no es mi ambiente para nada. Si no fuera por Graciella no estuviera aquí. Pero ella me necesita y no puedo dejarla sola con esos dos tipos. En cuanto mire a Myers o a Patricio me pondré a hablar seriamente con ellos.
—¡Está increíble! —Graciella brincó emocionada—¡La banda de Myers tocará en unos minutos! —exclamó— Él me dijo que la primera canción será dedicada a ti.
Arrugué la cara ante lo que había dicho. Era cierto que Myers andaba tras de mi hace algunos años pero yo nunca le hacía caso, los conocía bien: mujeriego. Y a Myers solo le llamo la atención porque no caigo en sus encantos como las demás chicas locas sin una vida.
—¡Ven, vamos adelante! —Graciella me tomó de la mano e hizo que pasáramos empujando a las personas para posicionarnos más cerca de la tarima. Habían demasiados gritos de mujeres aquí. Mis oídos dolían ya.
—¡Damas y caballeros: Myers Moore!
Los gritos se intensificaron cuando Myers y cuatro chicos más, incluido Patricio, salieron a la tarima. Myers llevaba consigo una guitarra negra estilo metálica. Patricio se posicionó en la batería y los demás acompañando los coros etc.
—¡¿Quieren escuchar Rock me?! —preguntó Myers por el micrófono.
—¡Sííí! —respondieron todas al unísono.
—¿¡Seguras?! —insistió el chico. Su mirada buscaba a alguien entre la multitud, hasta que dio conmigo—¡Esta vez la canción será dedicada a una chica muy especial que nos acompaña! Alicia , esto es para ti—me guiñó un ojo.
Abrí la boca del asombro pero luego la cerré, no podía creer que Myers haya dicho mi nombre en frente de toda esta gente. Era consciente de que en la universidad me molestarían después.
Genial.
La canción empezó a sonar y los chicos empezaron a cantar.
•
—¿Te la pasaste bien? —preguntó Graciella mientras salíamos de lugar.
—No estuvo tan mal.
—No puedo creer lo que Myers hizo.
—Ni yo.
—¡Alicia !
—Hablando del rey de roma...
Volteé hacia Myers que venía saliendo del lugar a paso apresurado.
—Hola, ¿pensabas irte sin despedirte?
—Yo te esperaré por aquí cerca —Graciella se va.
—¿Por qué habría que despedirme? —me crucé de brazos. El pelo negro de Myers estaba alborotado, su frente estaba sudada lo que hacía que algunos mechones de pelo se pegaran en ella. Vestía vaqueros negros, camiseta negra y usaba un piercing pequeño en la esquina su labio inferior. Un tatuaje más o menos grande en forma de rayo resaltaba en su cuello. Myers era todo un chico malo.
—Bueno, tienes razón. ¿Te gustó la canción? Fue especialmente para ti.
Me encogí de hombros.
—Hmm no estuvo tan mal.
Myers rió.
—¿Cómo puedo impresionarte? Dime, Alicia . He hecho de todo.
—Pues... —iba a responder pero en eso mi celular vibró en mi bolsillo anunciando un mensaje. Lo saqué y revisé. Era un correo.
Oh. Por. Dios.
Abrí el correo y lo leí: era de una empresa llamada Chance algo así. Había escuchado de ella, era una de las más grandes de Chicago. Y más exitosas claro está. Dudé en su momento de mandar mi solicitud allí porque sabía que jamás me responderían. El correo al parecer era de su secretaria diciéndome que me presentara mañana por la mañana a una entrevista.
¡No me lo puedo creer!
—¿Alis?
Por un momento olvidé que Myers seguía aquí.
—Myers, en este momento no puedo hablar porque me tengo que ir. Es súper urgente —la emoción no cabía en mi—¡Te veo después! —salí en busca de Graciella.
Pero mi amiga estaba con Patricio ¡se estaban besando! Ella no perdía tiempo. Estaba tan emocionada porque tendría mi primera entrevista de trabajo que no me importó que ella haya caído en las redes de ese tipo. Así que paré un taxi y me fui a casa.