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4

¡Hola Agatha! Doy la bienvenida a sonreír mientras exprimo mi cabello largo y oscuro. Hola Aiza, ¿cómo estás?

—Mojado— digo y los tres comenzamos a reírnos.

— Ve a cambiarte, mientras te preparo un poco de té caliente.

Subimos a la habitación de Luci y nos quitamos las insignias empapadas. Luci me presta un par de pantalones de abrigo y un jersey, sin embargo, debido a mi estatura termino nadando en su ropa ya que ella es mucho más alta que yo.

¡Me desprecio por ser tan pequeño! grito mientras me arremango el jersey oscuro.

— Trata de no decir eso, Alice, eres muy hermosa y provocas mucha Deliciososdeza. — ¡Preferiría no incitar a la Deliciososdeza! — Me quejo. Estoy más castigado que cualquier joven

mi edad.

— No hay duda — . Completamos el proceso de vestirnos y tiramos los conjuntos a la secadora, luego, en ese momento, vamos a la cocina donde nos busca un rico chocolate caliente.

— ¿Cómo está tu familia Alice? pregunta Agatha.

— Genial, con un montón de trabajo y Denim es ahora colosal y excepcionalmente tortuoso.

— ¿Te quedarás a descansar?

— Tengo que sacar un pase duro, no pedí autoriThomasión.

— Sin embargo, hay una gran tempestad por ahí y no parece que detenga nada.

tiempo pronto Suponiendo que lo necesites, llamaré a tus padres para decirles que te quedas.

— Bueno — sonrío por dentro, Bertha me parece una segunda madre y la valoro al extremo. Con nuestro chocolate caliente vamos a sentarnos en el sofá y encendemos la pantalla, sin embargo s momentos después se apaga nuevamente, parece ser que la luz se ha ido.

— ¡Glorioso! — Escucho a Agatha gritar desilusionada desde la cocina. — ¿Qué pasa madre?

— Se fue la luz antes de que pudiera hablar con Rosalba — Así se llama mi mamá.

— Tenemos que confiar en que la luz volverá...

— No podría haber otro.

Bertha saca unas velas y nos las da para tener algo de luz. Esta Uni y yo nos sentamos en la sala y comenzamos a discutir el punto que to tienen

en sus cerebros.

— ¿Crees que el verdugo de Luna vendrá a nuestra ciudad? ella pregunta prácticamente débilmente

confiando en que su mamá no la escucha. — No tengo la menor idea, quisiera pensar que no.

— Me gustaría saber qué estás buscando, dado que comienzas con un lugar y luego al siguiente.

— Supongo que para hacer su atrapada más problemática.

—De hecho, quiero creer que lo atraparán pronto, no podía imaginar lo que haría si de alguna manera se encontrara con él—. La entrada se abre de la nada dejando entrar la brisa tempestuosa. Una descarga eléctrica atraviesa el cielo y el contorno de un sujeto

se muestra en la jamba de la puerta. Luci y yo nos abrazamos y comenzamos a gritar lo más fuerte posible. Bertha entra en la habitación asustada por los gritos.

— ¿Qué pasa señoritas?

— ¡El asesino! — Gritamos.

— ¿Qué asesino... es tu papá Luci?

—¿E—eh?— — Miramos hacia la entrada y en realidad se trata del señor Alcalá que nos mira con cara de desconcierto y miedo.

— ¡Qué alarma me han dado las señoritas! Dice cerrando la entrada detrás de él. — ¡Lo siento padre! — Luci corre para ayudar a su papá a quitarse el caparazón impermeable. —Buenas noches, señor Victor—, le doy la bienvenida conscientemente.

— Adiós, Alice. ¿Te quedarás esta noche?

— Eso es exactamente lo que planeo, pero no pedí autoriThomasión y Bertha no puede hablar con mi hogar.

— Quédate un rato más, no puedes irte con este clima. — Sí.

— Además, ¿cómo respondieron?

—Contar historias horribles...— digo ambiguamente. — Debería haber especulado.

Pasan las horas, cenamos agradablemente a la luz de las velas, cesa la tempestad e inevitablemente vuelve la luz, pero Bertha no logra llegar a casa.

—Es el quinto esfuerzo—, dice, cuidando el teléfono. El teléfono marca no disponible.

— Es anormal...

— ¿Has gestionado previamente tu teléfono móvil? Luci pregunta.

—En realidad no, todavía no—. Saco mi teléfono, pero está apagado porque también se mojó. — Ha muerto.

—Intenta el mío—, dice el Sr. Victor, ofreciéndome su teléfono móvil. Lo tomo y llamo a la madre primero, suena, pero nadie responde. Pruebo a llamar a padre y sucede precisamente algo similar.

—Esto... es extremadamente extraño—, digo, sintiendo una inclinación incómoda dentro de mí. Supongo que no tendré la opción de permanecer considerando todas las cosas.

— ¿Irás en este punto? pregunta Agatha, mostrando preocupación. Es algo tarde...

— Lo sé, pero no puedo transmitir y no puedo quedarme aquí sin decirles.

— De hecho, está bien, pero deja que Victor te acompañe.

— Relájate, mi casa no está muy lejos de aquí... Yo no completo ni un momento cinco minutos,

no me pasará nada. — ¿Estás seguro?

—En efecto.— Tomo mi mochila y mi uniforme, que actualmente está seco, y camino hacia la entrada acompañado por la familia Alcalá.

— Sea excepcionalmente cauteloso, cuando regrese a casa llámeme.

— De hecho, siéntate y relájate.

— Nos vemos mañana en la escuela — dice Luci mientras nos abrazamos.

— Efectivamente — me despido con la mano y vuelvo a casa.

El aire huele a nuevo; un olor delicioso que refina cada lado de mi espíritu. Puedo escuchar los arroyos que se enmarcan alrededor y las gotas de lluvia que caen de las partes de los árboles. Me miro, solo hay sombras entre los árboles; la brisa sacude sus ramas haciéndolas chillar de manera espantosa. Comienzo a sentir escalofríos y revivo mi velocidad. Doblo una esquina y descubro cómo imaginar mi hogar. Una horrible inclinación recorre mi cuerpo al ver cada una de las luces apagadas.

Comienzo a brincar en los charcos que deja el aguacero. Subo los escalones del patio y cuando llego a la entrada siento escalofríos en la columna. Tomo la manija de la puerta y la giro, la abro gradualmente y miro dentro de la casa que está en completa oscuridad y no hay rastro de mis seres queri. En poco tiempo mis rodillas comienzan a temblar y mi respiración se entrecorta cuando siento que algo anda mal.

— ¿Madre? ¿Padre? — Nadie responde y el frenesí me ataca. Me paro en la entrada y

retrasar lo más mínimo para entrar. Debería haber dejado que el Sr. Victor me acompañara. Doy una zancada adentro y una corriente de aire me hiela hasta las venas. — ¿Mamá? ¿Padre? — De nuevo no encuentro solución.

Decidió caminar hacia la cocina estrelláne contra algún enseres domésticos que venía. Sin rumbo busco el gabinete donde me doy cuenta de que papá guarda un foco. Siempre que lo tengo bajo mi control lo enciendo y enciendo mis elementos ambientales.

Todo está a todas luces en su sitio, no hay nada extraño. Salgo de la cocina y ilumino todo a mi paso, cuando llego a la sala de estar entiendo que los platos de la cena están servi, aunque la

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