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Capítulo 2. Mi salvador

Por Camila

Siempre me trató mal, sé que no me soporta, es más, me odia y yo jamás le hice nada.

Me llenó de insultos y hasta me besó y lo hizo casi violándome, sí, fue solo un beso, pero uno lleno de desprecio, para lastimarme, para demostrar su poder.

Mi dolor era profundo, no merezco su odio ni su desprecio.

Si supiera que desde la primera vez que lo vi...me enamoré de él, sí, estoy locamente enamorada de él, es el hombre más atractivo que vi en mi vida, es alto, musculoso, con una cara de modelo de revista, unos ojos azules que intento no mirar, porque tengo miedo que lean en los míos el infinito amor que siento por él.

Y una boca...soñé miles de veces con sus besos y cuando por fin llegaron, fue lo más decepcionante y espantoso que jamás pude imaginar.

Pero el amor que siento por él, es mi secreto más profundo.

La primera vez que lo vi casi me desmayo, él me ignoró, a medida que lo fui conociendo, mi decepción fue infinita, se cree un Dios, es engreído, egoísta, déspota, caprichoso...y el hombre que me hace sentir mariposas en el estómago cada vez que lo veo.

Estoy llorando muchísimo, pasé un infierno de chiquita y pensé que eso ya había quedado atrás.

Recuerdo cuando don Antonio me encontró durmiendo en uno de los sillones de exhibición que estaba más cerca del depósito, no llegaba la cámara de seguridad a ese lugar y tampoco estaban a la vista, era perfecto ese lugar y dormía cómoda.

Tenía 16 años, casi cumpliendo 17, me había escapado de un hogar de tránsito, porque el marido de la señora de esa casa siempre se me acercaba cuando ella no estaba y quería tocarme, yo me alejaba y siempre lograba escapar de sus asquerosas manos, hasta ese día...yo estaba estudiando para un exámen, se me acercó por atrás y agarró mis dos pechos mientras me mordía el cuello y me dijo:

—De hoy no pasa. Vas a saber lo que es bueno, preparate para la mejor cogida que te hayan dado.

Me levantó en vilo de la vieja silla que cayó al suelo y por el ruido entraron dos niñas, también de tránsito, me soltó un momento para ver quién había entrado en la habitación, aproveché para guardar los pocos libros que tenía en el gastado escritorio, corrí al dormitorio que compartía con otras niñas, que por suerte estaban allí, guarde 3 bombachas, un jogging y me puse una campera que me había regalado, usada, una compañera del colegio.

Por suerte llegó la señora y él la siguió hasta la cocina, aproveché que la puerta quedó sin llave y salí corriendo, no paré por muchas cuadras.

Caminé cerca de 40 cuadras y vi el Shopping, entré, de una mesa de McDonald, agarré rápidamente una hamburguesa que algún niño dejó y una coca cola casi vacía, fui a comer al baño.

Mi aspecto no era malo, me salvaba la campera y como había mucha gente, nadie me prestó atención.

Repetí la acción de tomar las sobras sin que me vieran y dormí tres noches en el sillón, pero la cuarta noche, cerca de las 11, don Antonio se dirigió al depósito de mueblería, trabajaba hasta tarde y me vio, se acercó a mí, observándome.

—No me eche señor, por favor, que afuera hace frío.

—¿Dónde están tus padres?

—No tengo, me escapé de un hogar de tránsito.

Le conté todo, no sé por qué me inspiró confianza, me invitó a comer y me llevó a dormir al departamento, que es en el que vivo desde entonces, seguí yendo al colegio, al principio con miedo de que me busque ese repugnante hombre, o la señora, pero supongo que a ella no le importó en absoluto que me haya escapado, seguirían cobrando por mí.

Para devolverle el favor a don Antonio, le pedí trabajar gratis, a cambio del departamento y de comida, él no quería, pero como insistí, me dio trabajo y en el sector de oficinas, no uno de limpieza, tampoco me hubiera negado, era trabajo y digno.

Cómo me desenvolvía bien, me animó a seguir estudiando en la facultad administración de empresas, recuerdo que cuando me ofreció quedarme en el departamento, solo me pidió que no ande de noche caminando por el lugar.

Pasaron los años y don Antonio se convirtió en un padre para mí.

Me esforcé mucho, logré recibirme en tiempo record.

Si tengo o quiero salir de noche lo puedo hacer, por la única salida habilitada, no lo hago, no tengo amigas.

Mi gran amigo es Tony, lo quiero como a un hermano, es agradable, con la bondad de su padre, tantas veces me ayudó a estudiar para los exámenes finales, somos muy confidentes.

Tan confidentes, que soy una de las pocas personas que sabe que él es gay, lo esconde como un pecado, no es que no lo tenga asumido, porque hasta su padre lo sabe, sí, le costó bastante aceptarlo a don Antonio, es de otra generación, pero con el tiempo no tuvo problema.

Siempre le digo a Tony que no tiene por qué esconderlo, creo que es más que nada por su hermano, una vez que lo blanquee con él, la situación va a ser distinta.

No sé por qué le importa tanto la opinión de Javier, aunque sí sé: Javier es déspota, celoso y malcriado y Tony tiene mucho miedo a su rechazo.

Agradezco siempre y lo voy a estar por toda la vida, el haberme cruzado con don Antonio, hizo mucho más por mí que el resto de las personas, sé que denunció al matrimonio del hogar de acogida, no por mí, porque no habían pruebas, pero movió influencias y no pudieron adoptar ni siquiera temporalmente, a más criaturas y cómo no pudo hacer nada con respecto al hombre, sé que sus guardias de seguridad privados le hicieron una "visita", y cada tanto lo siguen visitando para recordarle cómo se debe comportar.

Muchas veces nos quedamos jugando a las cartas, charlando, siempre termina recordando a su amada esposa, con los ojos llenos de lágrimas.

¡Cómo me hubiera gustado conocerla!

Por todo eso sé que don Antonio es mi ángel de la guarda, tal vez guiado por su esposa.

Creo que con nadie habló tanto de ella como conmigo.

Lo quiero como al único padre que conocí y él a mí como a una hija, y una hija cercana, con la que comparte alegrías y tristezas.

Sí, fui yo quién lo ayudó a entender la sexualidad de Tony y me alegra mucho ver cómo mejoró su relación y verlos tan unidos.

Desperté ya de noche, me quedé dormida llorando mientras recordaba mi vida.

Va a ser difícil de ahora en más, con Javier en la presidencia.

Lunes 9 am, en una sala de juntas estábamos los directivos, después de recibirme en administración de empresas, don Antonio me nombró directora de finanzas, eso creó alguna suspicacia, aunque algunos pensaban que yo era una sobrina, por mi cercanía a él y a Tony.

Era la directora con más poder y todos lo sabían y me respetaban, me manejé siempre con mucha responsabilidad y estaba horas dedicada al trabajo, salvo algunas horas que salía para cursar algunas materias para recibirme de contadora, eran apenas 12 materias más, después de la licenciatura que ya tenía.

Los domingos también me ausentaba, pero a las 15 hs. ya estaba de vuelta, era mi rutina,.

El shopping estaba abierto de lunes a lunes de 9 a 22 hs., era mucho tiempo y yo estaba disponible la mayoría del tiempo los 7 días de la semana, supongo que desarrollé una adicción al trabajo, pero le debía mi vida a don Antonio y era mi manera de retribuírselo.

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