Capítulo 2
- No hice nada de nada, de repente se desmayó solo… ¿y ahora qué hacemos? -
- ¿ Pero quién es él, en primer lugar? No sabía que esperabas visitas esta noche... -
- La verdad es que no esperaba a nadie... se metió aquí de repente, ni siquiera sé cómo, y me despertó en mitad de la noche... Pensé que era un intruso. .. -
- ¿ Pero cómo llegó a tu habitación si no lo dejaste entrar tú mismo, lo siento? -
- No lo sé, eso es lo que me pregunto yo también... -
- Ok, no entiendo mucho... Estaba a punto de acostarme cuando escuché unos ruidos que venían de aquí y fui a ver si aún estabas despierta... ciertamente no pensé que lo encontraría. ¡Tú en el suelo tirado bajo un fresco como ese! -
- ¡¿ Quieres parar?! Casi termino aplastado bajo su peso y les puedo asegurar que no fue nada agradable... -
- Bueno, creo que en otras circunstancias estar bajo su mando podría ser mucho más que placentero... -
- ¿ Y si estuviera muerto? - pregunto ansiosamente.
- Intenta sentir los latidos de su corazón... ¿sabes cómo lo hacen en las películas? -
- Lástima que esto no es una película… - exclamo mientras me agacho de rodillas y de mala gana coloco dos dedos en su cuello.
- Entonces?? ¿Sientes algo? -
Estoy a punto de responderle a mi amigo, cuando el niño parece comenzar a dar señales de vida nuevamente.
- Bueno, al menos no está muerto... - nota Yasmin mientras vuelve a abrir sus ojos verdes e inmensos y de inmediato los fija con los míos.
Mis dedos todavía están en su cuello, así que me apresuro a alejarlos mientras mi corazón comienza a acelerarse nuevamente en mi pecho. Aparto la mirada de él y me pongo de pie, e inmediatamente le pregunto:
- ¿ Estás bien? De repente te desmayaste... -
Esta noche está resultando ser la más extraña y surrealista de toda mi vida, eso es seguro y algo también me dice que no podré volver a la cama muy pronto.
Oscar
Vuelvo a abrir los ojos y me encuentro tirado en el suelo con dos ojos azul claro mirándome bien abiertos. Intento pensar con claridad y recordar que todavía estoy en la habitación de la chica humana.
Es la primera vez que veo a una humana vivir en carne y hueso y debo admitir que no está nada mal… tiene un rostro delicado, dulce y simpático con algunas pecas esparcidas en su nariz y un largo cabello rojo ondulado. Lleva una especie de camiseta de manga corta que apenas le cubre la mitad del muslo y supongo que tiene más o menos mi edad, supongo.
Además, tiene un aroma particular y muy atractivo, que me recuerda vagamente al aroma de una flor que crece en mi planeta. Mantiene sus dedos apoyados en mi cuello y unos segundos después se aleja de mí, casi como quemado y mira hacia otro lado.
- ¿ Estás bien? ¿Te desmayaste de repente... - me pregunta poco después, vacilante, volviendo a mirarme a los ojos.
Ella no parece tener demasiado miedo de mí, a pesar de que literalmente irrumpí en su habitación de la nada en medio de la noche.
- Estoy bien - digo y es en ese momento que me doy cuenta de que ya no estamos solos en la habitación.
A los dos se nos unió otra chica humana, que me mira de arriba abajo con una expresión interrogativa en su rostro.
- ¡ Encantado de conocerte, soy Yasmin! - exclama la chica rubia tendiéndome la mano mientras me levanto del suelo por segunda vez.
Estoy un poco mareado y destrozado, sin mencionar que debo haberme lastimado al cruzar el portal. Mi camisa está rota y estoy sangrando levemente por un brazo, pero considerando todo, podría haber sido peor.
" Oscar ", exclamo, agarrando y estrechando su mano.
- Bueno, ahora que hemos hecho las presentaciones, diría que puedo volver a la cama... hasta pronto chicos, sean buenos... de hecho, lo corrijo, diviértanse pero no hagan demasiado. ¡mucho ruido! - exclama la rubia para luego salir de la habitación.
Me vuelvo hacia la otra chica, cuyo nombre ni siquiera sé todavía, y noto que sus mejillas están ligeramente rojas por la vergüenza, supongo. Ella es muy linda, lo confirmo y un repentino escalofrío recorre mi espalda. Instintivamente le pregunto:
- ¿ Cuál es tu nombre? -
Ella vuelve su atención a mí y la cautivo con mis ojos.
- Valentina... - exclama.
- Bueno Valentina, fue un placer para mí conocerte... - exclamo mientras un fuerte mareo me obliga a apoyarme con la espalda contra la pared.
Gasté mucha energía cruzando el portal y siento que mi cuerpo necesita regenerarse.
- No creo que seas capaz de caminar por tus propios pies... ¿hacia dónde te diriges? - me pregunta Valentina.
- No lo sé... - Lo admito sinceramente.
- ¿ Qué quieres decir con que no lo sabes? ¿Dónde vive? -
- No exactamente a la vuelta de la esquina, digamos... -
- Ok… ¿y podemos saber entonces qué haces aquí en Seattle y por qué apareciste en mi habitación? -
- Es una larga historia... - Sigo siendo deliberadamente vago.
- No quieres decirme, lo entiendo... mira, si quieres puedes quedarte a pasar la noche ahora, si no tienes otro lugar a donde ir, o sea... -
- Yo... gracias, solo necesito recuperar un poco de energía, luego me iré, lo prometo... -
- Está bien, espero poder confiar en ti... puedes dormir en el sofá si quieres, entonces... -
- ¿ El sofá? - Creo que nunca antes había escuchado esta palabra.
- Sí, está en la sala... - añade mirándome cada vez más confundida.
Tengo que daros la impresión de un pobre loco y hasta sin rueda en la cabeza y que puede culparla. Ya hace mucho que no me echa de su casa todavía.
Probablemente sentiré lástima por ella mientras no pueda quitarle los ojos de encima. Cuanto más la observo y más hablo con ella, más me intriga esta humana... incluso si las mujeres de mi especie son muy similares estéticamente a los humanos, hay algo en ella que me atrae abrumadoramente. Su voz, sus movimientos y su olor literalmente aturden mis sentidos... e incluso mi fiel amigo de allí parece apreciarlo.
Me encuentro mirando sus labios rosados y carnosos ligeramente entreabiertos y siento un repentino e insensato deseo de saborearlos y besarlos. Ella parece notar la dirección de mi mirada, porque noto que sus mejillas se sonrojan ligeramente y vuelve a apartar la mirada de mi cara.
Su timidez y espontaneidad me atraen aún más pero tengo que intentar calmarme si no quiero parecer depravado y asustarla más.
Me aclaro la garganta así y exclamo:
- El sofá estará bien... -
Descubro que el sofá no es más que una especie de cama extraña pero más incómoda. Se encuentra en otra habitación de la casa y frente a él también hay una televisión. Es la primera vez que veo uno, aunque ya había oído hablar de él antes. Los humanos somos mucho más tecnológicos que nosotros en todos los aspectos y debo admitir que su mundo siempre me ha fascinado e intrigado, desde que era niño.
- Si tienes frío, allí también hay una manta que puedes usar... - dice Valentina, señalando una manta de lana azul doblada en una esquina del sofá.
- Gracias, eres realmente muy amable... y no te preocupes, puedes confiar en mí... aunque debo parecerte un pobre tonto, te puedo asegurar que no estoy aquí para hacerte daño. .. - Me siento obligado a especificar .
- Eso espero… es cierto, en realidad eres muy extraño pero no me das la impresión de ser peligroso, eso es todo… incluso si todavía no me has explicado cómo lograste entrar a mi casa sin que me dé cuenta ....-
- Si te lo dijera, pensarías que estoy aún más loco, créeme... -
- O soy yo el loco que te escucha y hasta te dejo dormir en mi sofá... -
- No estás loco, simplemente eres amable y te lo agradezco mucho... - afirmo.
- Bueno, entonces te dejaré descansar ahora, creo que lo necesitas... pero primero creo que deberías desinfectar esa herida... - afirma refiriéndose al rasguño en mi brazo.
- No importa, es solo un rasguño, no te preocupes... -
- Al menos déjame ayudarte a ponerle una tirita, sino terminarás manchando de sangre el sofá y quién se va a enterar Yasmin... -
- Está bien, gracias... -
- De nada - exclama mientras extrae de una especie de caja blanca una botella con lo que deduzco es desinfectante en su interior.
Vierte un poco sobre un algodón y lo acerca a mi brazo. Mientras tanto me senté en el sofá y ella se colocó a mi lado.
- Ahora sentirás un poco de ardor... - me advierte antes de colocar el algodón empapado en esa sustancia sobre mi herida... ¡y maldita sea que arde!
- Ya casi termino... no es exactamente un pequeño rasguño pero no creo que necesite puntos de todos modos... ahora también te pondré una tirita, eso es todo... - afirma concentrada mientras ella termina el vendaje en mi brazo y yo quedo encantada todo el tiempo observándolo en silencio.
Cuando levanta los ojos y se encuentra con los míos, nuestros rostros están a centímetros de distancia y ambos nos miramos sin decir una palabra. Sus iris pálidos son tan profundos y claros que siento que me estoy perdiendo en ellos.
Instintivamente bajo mis ojos por un momento para admirar nuevamente sus hermosos labios, luego los acerco nuevamente a los de ella y noto que ella hace lo mismo; de hecho, sus ojos también se han posado en mis labios y siento el impulso imparable de colocar mi boca sobre la suya.
Mis labios ahora están a un suspiro de los de ella, cuando de repente ella salta del sofá, alejándose de mí.
- Yo... bueno, ahora es el momento de dejarte descansar y volver a la cama también, buenas noches... - dice evitando volver a mirarme a los ojos y, sin siquiera esperar mi respuesta, se aleja. de mí rápidamente.
Unos momentos después escucho cerrarse la puerta de su habitación y caigo de espaldas en el sofá donde todavía estoy sentada. Me cubro la cara con el brazo e intento recobrar el sentido y recuperar un mínimo de autocontrol. Me siento atraído por Valentina de una manera loca y si ella no se hubiera escapado literalmente de mí hace un momento, definitivamente la habría besado.
Intento no pensar en sus labios y su perfume y me cubro con la manta que la propia Valentina me había indicado antes.
- Joder... - Me maldigo, alejando bruscamente la manta de mi cara.
Ella también está empapada de su aroma y no puedo evitarlo... Tengo una jodida erección entre mis piernas que duele muchísimo y solo oler su aroma hace que aumente aún más. No tenía idea de que el olor de los humanos pudiera ser tan bueno e irresistible.
Me quedo dormido con la imagen de su rostro todavía en mi mente y cuando abro los ojos nuevamente, la luz del sol entra por la ventana. Me toma unos momentos darme cuenta de dónde estoy y me doy cuenta de que ya no estoy solo en la habitación.
A poca distancia de mí, de espaldas a mí, está la otra humana rubia que está jugueteando con algo en lo que deduzco es la cocina. Todavía está en pijama y descalzo. A diferencia de Valentina, ella no parece desprender el mismo aroma que ella y cuando se gira hacia mí y nota mi presencia, se le escapa un grito.
- Dios mío, estabas a punto de darme un infarto… ¡No te había visto antes! - exclama colocando su mano a la altura del corazón.
- Perdón, estaba durmiendo y no te oí pasar... - Me justifico.
- ¿ Puedo saber qué estás haciendo en el sofá? -
- Le propuse pasar la noche... - responde Valentina en mi lugar, quien mientras tanto se ha unido a nosotros y su ya familiar olor me invade por completo.
- Entiendo... bueno, bien podría haberse quedado a dormir en tu cama, en mi opinión... - la pequeña rubia, que al parecer no se anda con rodeos y recibe una elocuente mirada del encargado, no tiene tiene escrúpulos en responder: "amigo".