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Por suerte no lo encontré en casa esta mañana, rápidamente preparé a Emma y salimos rumbo a la escuela.
Después de siete horas de universidad y dos zanahorias como comida, finalmente terminé mi tiempo en este lugar.
Ahora todo lo que tengo que hacer es esperar a Allan y recoger a la niña de la escuela.
En unos minutos ya estoy conduciendo a Florida Preschool Academy, una de las escuelas preescolares más prestigiosas del estado federal. Obviamente siempre lo mejor para el pequeño Westem.
—Señorita Saum, el Sr. Westem me dijo que le informara que esta noche llevará a su hija ya ella a cenar con sus clientes, Brandon y Alice Clayton, junto con su hijo Martin.
En Westem Enterprises, encontrará su intercambio y la de la señorita Westem, oh , una cena. Y quién sabe en qué restaurante de lujo me sentiré incómodo. Él nos llevará. Todo esto es extremadamente vergonzoso.
—¿Cambio? —Pienso por un momento.
—El código de vestimenta señorita... el caballero reservado en LH Rooftops
—¿Qué? Siempre había imaginado qué diablos habría de comer en este lugar que cobraba ochenta dólares por una ensalada. Prefería mucho un BigMc, o un taco, ah sí, los de la Sra. Rodríguez, además de degustaciones de platos deliciosos! .
—Por supuesto, gracias Allan —asiente con la cabeza y se detiene frente a la renombrada instalación académica. Entro y muestro mis documentos para poder llevarme a Emma que me abraza en cuanto me ve.
—Disculpe —me llama el profesor a la puerta. Dejo al pequeño en el suelo y me acerco a la señora.
—¿Sí? -
—¿Eres la madre de Emma? —me pregunta, casi esperando un sí de mi parte.
—Um no, soy la niñera. ¿Puedo hacer algo por ti? -
—¿Perdone señorita...? -
—Joven, Priscela Joven. No hay problema, no te preocupes -
—Aprovecho para informarles que el próximo martes las madres se reunirán aquí en la escuela para preparar juntas las tareas. ¿Crees que ella podría venir? -
—Oh, me gustaría, pero primero debería consultar con el Sr. Westem -
—Confío en su consentimiento —Me gustaría mucho venir aquí. Habría visto a Emma interactuar con sus compañeros y esto es muy importante.
—Gracias de nuevo. ¡Emma, bebé, vamos! —Tomo a la bebé en mis brazos y la invito a saludarla, lo cual hace sin ningún problema —Arrivederla —La sigo.
La llevo a jugar un rato al parque y le compro un helado que comemos juntas.
—¿Te gusta tu escuela Emma? —ella asiente sonriendo y untándose la mejilla con helado de chocolate.
—¿Qué te gusta hacer? —Le pregunto.
—Juega con Chis y Ammy —deben ser nombres un poco tullidos —pero loo nunca juega conmigo —su carita de pronto se vuelve pensativa.
—¿Y por qué diablos? -
—No lo sé —levanta las manos en señal de duda —Ammy se muere ese ono tira y nadie quiere jugar conmigo —yo es una cosa horrible. Me pongo a su altura para poder ver su rostro. ¿Cómo podían decirle ciertas cosas? Era tan humilde y amable, tan generosa.
—¿Sabes que esa no es la verdad? —se lo piensa un rato.
-Ammy muere eso ...-
—Sammy no es tu amigo, los amigos no le dicen —feo —a su amigo. Ellos no dicen mentiras. Porque eres la niña más hermosa de esta ciudad—digo levantándola y haciéndola sonreír—de este país—le toco la nariz—y del mundo Emma! —me abraza fuerte para abrazarme.
—¿Davveo? —me pregunta poniendo sus manitas alrededor de mi cuello.
—¡Claro que sí! -
—Abeja ti boio -
—Yo demasiado pequeño —lo abrazo con fuerza.
Al cabo de media hora, entre columpios y toboganes, nos dirigimos hacia el majestuoso rascacielos de su bello y gruñón padre.
Le pido a la misma recepcionista encontrada unas semanas antes en el mismo lugar que me indique el piso en el que se encuentra el Sr. Westem y me informa que está en el penúltimo piso.
Antes de irme, ella y otro hombre me bloquean. En servicio como está vestido.
—Para usted está previsto el uso del ascensor privado del patrón. Sígueme , y yo también.
—¿El Sr. Westem no usa el mismo ascensor que sus empleados? —pregunto sin entender.
—Por supuesto que no señorita Saum -
—Muy claro —¡absurdo!
Nos detenemos en el piso ochenta y nueve para ser exactos. Emma ya parece saber el camino a la oficina de su padre.
—El caballero en este momento tiene una cita con uno de sus clientes, justo ahí——pero sin siquiera tener tiempo de terminarlo, la rubia se lanza contra la puerta, abriéndola e interrumpiendo el discurso de su padre. Algo sorprendido y desconcertado por la situación. Estoy en el centro de la habitación, más roja que nunca. ¡Qué tonto!
Los ojos del Sr. Westem me incinerarían si pudieran. Y no estoy bromeando. Sólo espero que no me despida por este accidente.
—Papá —Emma se regocija saltando a los brazos de su padre. Él le pregunta algo y ella asiente y me señala.
—Señor Guevara, disculpe las molestias. Si me puede dar un minuto, aquí estaré —el caballero asiente y el padre y la hija salen de la enorme oficina.
—¡Verónica! Toma a Emma y llévala a su habitación, y quédate con ella hasta que te ordene – su voz sale dura de su boca.
—Por supuesto Sr. Westem —y así Emma pasa junto a ella y se dirigen hacia los pasillos del piso.
—Le pido perdón Sr. Westem, usted ve... Sr., no sé su nombre, pero el que me acompañó hasta aquí, me estaba hablando pero su hija me soltó la mano y corrió hacia la puerta de su oficina y yo—-
—Yo no le pago para poner excusas Priscela. Si no puedes cuidar a mi hija, puedo tener una nueva niñera en mi casa mañana por la mañana , pero ¿por qué me hablas así? No creo que haya hecho nada tan malo, ni siquiera fue mi culpa... ¡es tan quisquilloso! ¡Cada error más pequeño te hace sopesarlo como si su vida dependiera de ello!
—Pero señor yo... -
—Constantemente me pregunto si hice bien en llevarla a cuidar a mi hija... una niña con una lengua demasiado larga —el puchero en mi rostro debe ser bastante obvio. Se ríe de mí y vuelve a abrir la boca .
—Ahora entra en la habitación que le mostrarán y se alistará para la cena de esta noche. Posteriormente hará lo propio con Emma. he sido claro? -
—Sí —Odio tener que bajar la cabeza así.
—Sí, ¿qué? —Lo miro interrogante. Esa sonrisa burlona suya... Le daría una bofetada .
—Sí señor – mi rostro agachado es levantado por sus dedos índice y medio.
—Así que me gustas niña —Te odio .
Le dice a una chica que me lleve a un vestidor y vuelve a su oficina.
—Es tan... tan...—-
—¿Agradable? —Termina una chica en la habitación.
—Pendejo —Concluyo mi frase. La cara soñadora de la chica a mi lado lo decía todo.
—Mi nombre es Dana —me tiende la mano.
—Priscela —Yo lo guardaré por ella.
—¿Ha estado trabajando aquí durante mucho tiempo? -
—En realidad solo cinco meses, y debes ser la niñera de la hija del señor, ¿no? -
—Sí, por menos de... treinta y seis horas -
—Ah entiendo, todo es nuevo para ti -
—Si… este mundo me es completamente ajeno… -
—Ese hombre tiene una riqueza y un poder inimaginables para nosotros los simples mortales —continúa.
—Si, así es -
—¿Estás cómodo aquí? —Pregunto.
—El Sr. Westem se preocupa por el bienestar de sus trabajadores, tenemos un buen salario, el ambiente es agitado y exigente, nuestros superiores nos tratan con respeto. El único defecto es que entre nosotros siempre hay alguien que se cree mejor que los demás -
—No es que se refiera a... señorita Sánchez -
—Sí, ella —nos reímos juntos. Mientras tanto llegamos a la habitación, o más bien a un salón con todo lo que necesito para vestirme, maquillarme, peinarme y posiblemente lavarme.
—Para cualquier cosa que me puedas preguntar -
—Gracias, ese es el vestido? —Apunto a la crucia con un vestido ajustado de manga larga en color burdeos.
—Sí —responde antes de cerrar la puerta. Me encanta el escote Bardot.
Lo encuentro muy elegante. Me lo puse y luego me puse los pumps del mismo color. Recojo mi cabello en un corte alto para resaltar el escote y dejo que algunos mechones caigan sobre mi rostro.
Me maquillé ligeramente los ojos y usé un lápiz labial del mismo color que el vestido en mis labios y lo terminé.
Salgo de la habitación sacando mis cosas y sosteniendo un abrigo negro de una marca cara en un brazo.
Solo tengo que preparar a Emma. ¿Pero en qué habitación está? Este lugar es un laberinto. Dobla la esquina y choca contra él, ¿adivina qué? Sí a él... mi jefe.
—Y—yo venía a tocarte... —¿Por qué tiene esta cara de pescado hervido? Parece que vio un fantasma.
—¿Estás bien? ¿No te gusta cómo me queda el vestido? —Pregunto, dándome la vuelta y mostrándole la parte de atrás. Mira hacia abajo, a mi espalda baja, que levanta fácilmente tan pronto como me doy la vuelta. Te vi mucho.
—Está un poco apretado, pero creo que está bien para esta noche —¿ajustado? ¿Por qué debería importarle a mi jefe?
—¿Equipada? —pregunto esperando su respuesta.
—Er… Emma te está esperando, ve a prepararlo – tartamudea. Hombres, id y entended. Además dicen que somos los difíciles y molestos.
—Eso es lo que estaba haciendo, pero no sé dónde es -
—Te llevo —y así me lleva a una especie de cuarto de juegos para su hija. En cuanto me ve, corre a abrazarme.
Me agacho y la tomo en mis brazos. El padre está un poco desconcertado por el gesto de su hija
—Nunca le había dado tanta confianza a una persona —Lo miro y le sonrío, pero él aparta la mirada de la mía.
—¿Vamos a vestirnos? Te hago hermosa —me dirijo a ella.
—¿Eres tú? —me pregunta ella.