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4

—¡Por supuesto! Para él eres su princesa —le digo, arreglando un rizo frente a sus ojos. Ella sonríe y me abraza con fuerza y yo la abrazo a ella a su vez, me ha conquistado en todos los sentidos.

—¿Ponemos estas galletas en el horno? -

—Tiiii —responde ella entusiasmada. La dejo caer del mostrador y le muestro cada paso.

Estamos sentados en el sofá viendo La Sirenita cuando escucho que se abre el ascensor de la casa. El Sr. Westem está en casa.

Veo a Emma levantarse y correr con los brazos abiertos hacia su padre quien le da la bienvenida, tomándola en sus brazos y abrazándola con fuerza, besando cada tira de piel de su rostro. Por supuesto, se convierte en otra persona junto con su hija.

Me levanto del sofá en señal de respeto, esperando poder saludar.

—Sr. Westem – saludo doblando las rodillas en una especie de reverencia. ¡Qué tonta eres Tori! Pero ¿por qué lo hice?

—Señorita Saum —me corresponde dándome una rápida mirada.

—Bienvenido de nuevo Sr. Westem, el aviso de que la cena está servida —anuncia Yolanda al entrar al salón. Juntos nos dirigimos al comedor donde espero que el jefe me diga qué hacer. El Sr. Westem coloca a Emma en la silla alta y se vuelve hacia mí.

—Realmente creo que su primer día de trabajo ha terminado Saum —dice en su habitual tono gélido.

—Sí, por supuesto, llevaré mi bolso —le comunico agarrándolo rápidamente en el sofá.

—No papi, boio come con Toi —Emma se retuerce hacia su padre.

—Emma es hora de que se vaya – su padre se acerca a ella, acariciándola.

—Boio comes conmigo —continúa la pequeña.

—Yolanda agregue un asiento en la mesa, Priscela se detendrá a cenar con nosotros esta noche —es agradable ser considerado... todo como el caballero quiera, ¿podría al menos pedir mi opinión?

—Um, en realidad debería irme a casa cariño —digo en voz baja, acariciando la cara de la chica. Bajo la atenta mirada del padre.

—¿Pecado? —me pregunta estrechándome la mano.

—Porque sino volveré demasiado tarde a mi casa y podría ser peligroso —le digo acariciando el dorso de su mano apoyada en la otra.

—Yo personalmente te llevaré a casa —intervino Thor .

—Tiiii —anima alegremente Emma.

—Está bien —Me rindo.

Nos sentamos a la mesa

Yo frente a la niña y el señor Westem a la cabecera de la mesa.

Tengo que decir que me siento bastante asombrado, el hombre que está sentado a mi lado no hace más que mirarme y esto me hace sentir muy incómodo, es como si estuviera constantemente siendo probado por él, como si estuviera esperando algo.

Empecemos a comer el primer plato, un poco de arroz con azafrán. Durante la cena el único medio de comunicación entre el Sr. Westem y yo.

Es Emma quien está contando todo lo que hicimos hoy, incluso repitió los ingredientes de las galletas en español con mi pequeña ayuda.

El padre quedó muy impresionado con esto y creo que lo sorprendí dadas sus continuas sonrisas hacia su hija, ¡debo decir que estoy realmente satisfecho!

Al final de la velada, después de haber hecho que el Sr. Westem pruebe las galletas, acompaño a Emma a cepillarle los dientes y ponerla a dormir.

Tan pronto como entramos en la habitación, encuentro a su padre esperándola junto a la cama.

La niña corre hacia el que la mete debajo de las cobijas y le deja algunas caricias y besos en la mejilla, yo me quedo un poco al margen para dejarles un poco de espacio, pero me llama la rubia para una beso de buenas noches.

Me siento junto a ella en el lado opuesto a donde está mi cabeza, y acaricio su mejilla suavemente y luego me acerco lentamente y le dejo un dulce beso en la sien.

—Buenas noches pequeña —le digo poniéndome de pie y saliendo de la habitación con su padre. Bueno, aparentemente somos solo nosotros dos.

—No quiero molestarte, puedo tomar el metro para ir a casa, no te preocupes —le digo mientras bajamos los escalones de las escaleras.

—Te di mi palabra de que te acompañaría, no armes un escándalo y sígueme

—¡ pero qué desagradable! ¿Pero puedes saber lo que le hice? Solo me quedo callado y lo sigo como me dijo hasta el ascensor.

Tan pronto como las puertas se cierran, se vuelve hacia mí y me mira fijamente, no sé cuánto tiempo podré sostener su maldita mirada .

—Me pregunto si el verdadero problema no es estar sola conmigo en el auto señorita Saum...

—¡Pero carajo! quién se cree que es? Dios bajó a la tierra? Puede estar seguro de que no perdería ni un segundo de mi tiempo detrás de un egocéntrico como él .

—Disculpa pero ¿quién te crees que eres? —por su mirada entiendo que no esperaba tal reacción

—no me malinterpretes, no quiero faltarte el respeto pero solo te pido que dejes de molestarme con tus bromas pedantes y me des el respeto que merezco

—Le digo de la manera más tranquila y educada posible sin arrepentirme ni una palabra. ¡Realmente me cansó!

—¡¿Pero quién te crees que eres una chica?! —espeta dando un paso astuto hacia mí estrellándose contra la pared del ascensor.

—Solo quiero que me trates como me merezco —Sigo sin rendirme.

—Escúchame bien mocosa – toma mis muñecas y las golpea contra la pared para evitar que escape de su agarre.

—Déjame —me retuerzo.

—Primero, no me hables en este tono; segundo, si no quieres buscar otro trabajo, trata de cambiar tu actitud y muérdete la lengua – me dice a unos centímetros de mi cara.

—Yo no lo habría hecho, me ha estado tratando mal desde esta mañana, dime qué te pasa y haré lo que sea con tal de que no vuelva a suceder —le suplico. Se suelta y las puertas del ascensor finalmente se abren.

Él no dice nada y se dirige hacia un Mercedes negro que es nada menos que increíble, aunque no conozco bien el modelo, dado mi desconocimiento sobre autos , él sabe lo que hay, no quiero su pasaje, voy. solo en casa

—no puedo soportarlo más. Intento entender cuál es su problema y no me calcula lo más mínimo. Eso va a

—un apretón de manos repentinamente toma mi lugar y siento que soy jalado hacia el poderoso pecho de mi jefe donde golpeo .

—No vas a ir a ninguna parte, es demasiado peligroso a esta hora de la noche —su voz sale áspera pero al mismo tiempo con un dejo de preocupación.

—Es asunto mío —le digo, desafiándolo con la mirada.

—Disculpe —¿Escuché eso bien? ¿Se disculpó ese arrogante Ronaldo Westem?

—¿Cómo dijiste? —pregunto incrédulo.

—Has oído bien —responde.

—No lo creo —bromeo con él.

—No lo volveré a repetir —continúa.

—Está bien, acepto tus disculpas – se acerca a mí y me adelanta, abriendo la puerta y haciéndome un gesto para que entre. Apenas le sonrío y me meto en el coche. Cierra la puerta y se sienta en el asiento del conductor.

—La dirección es —-

—6136 S Drexel Ave —¿Cómo sabe la dirección de mi casa...

—¿Cómo lo sabes? —pregunto incrédulo.

—El plan de estudios —ah, eso es cierto.

—¡Qué recuerdo! —exclamo mirándolo por unos segundos. ¡Qué hermoso es! ¡Es tan encantador, su perfil es perfecto! No puedo dejar de mirarlo .

—Vi que Emma le tiene mucho cariño —dice con la mirada fija en el camino.

—Sí, es una niña encantadora, me conquistó —respondo sonriendo al pensar en su abrazo esta mañana.

—Es el efecto Emma —me río seguido de una sonrisa del hombre a mi lado. Y puedo decir que debería hacerlo con mucha más frecuencia, su rostro es increíble.

—¿Sabes que lo único que hace es hablar de ella? Tienes una gran estima por él —revelo volteándome a su lado.

—No creo que me lo merezca, me gustaría darle mucho más, me gustaría pasar mucho más tiempo con ella, pero por mi trabajo no puedo cuidarla como debería —él concluye con un tono melancólico. Debemos sufrir mucho.

—Lo siento mucho —susurro, mirando hacia abajo.

—No es su culpa, he decidido seguir al frente de una multinacional tras la llegada de mi hija, quiero que tenga el futuro brillante que se merece -

—Seguro que te lo agradecerá —el coche se detiene frente a mi edificio. Me giro hacia él y lo miro a los ojos

—muchas gracias —le digo antes de abrir la puerta. Asiente con la cabeza y espera a que abra la puerta principal. Baja la ventanilla y me mira.

" Entonces nos vemos en la mañana " , dice.

—Hasta mañana —le digo.

Guau. ¡Qué noche!

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