Capítulo 5
En el espejo la veo saltar y venir hacia mí.
—Voy a tomar prestada algo de ropa y la devolveré más tarde —dice, metiendo la mano en mi ropa y agarrando uno de mis conjuntos.
Me saqué los pendientes y el collar y me los puse.
Salí de mi habitación y bajé las escaleras del pasillo y pude ver que mi madre todavía estaba durmiendo.
Caminé hacia la cocina para preparar el desayuno, tan pronto como saqué las tostadas del horno Bella bajó las escaleras ya lista.
Ni siquiera parece la mujer que dormía hace unos minutos con el pelo alborotado.
—Ahora sí. Buenos días —dice ella, sentándose en la silla.
— Buenos días —dije sirviéndome un vaso de batido de fresa.
— Vamos a comer por el camino, ya casi son las 12:00 —dije, ya asustado por el tráfico neoyorquino.
— Vamos, no quiero que mi jefe me grite en lugar de darme los buenos días —se queja Bella.
Bella trabaja en una clinica, a ella le gusta la medicina desde que la conocí y ya hace mucho tiempo que no nos conocemos desde que éramos niñas. Ella trabaja en la clínica y su jefa es una señora de unos pocos años.
Pasé por la sala de estar una última vez y besé a mi madre en la frente mientras salía de la casa con Bella.
Agarré la llave de mi casa y la cerré con llave mientras Bella abría mi auto para mí.
Le quité la llave y subí al coche.
La clínica está más cerca de mi casa, no tardamos ni diez minutos y ya estamos allí.
—Beso amiga, hasta luego —dice Bella saliendo del auto y yo la saludo con la mano.
Seguí mi camino hasta la compañía Castillo.
Aparqué mi coche en mi lugar y miré el reloj en mi muñeca.
Son: Entro a las: así que aproveché para navegar por sitios de chismes en mi celular.
Como siempre, el famoso CEO Henry Castillo estuvo en algunos de estos sitios.
Apagué el móvil y cogí mi bolso. No voy a perder el tiempo con esto. Voy a fichar y a organizar su agenda para el día que gane más.
— Buenos días señorita López – me saluda el guardia de seguridad.
— Buenos días — dije, dedicándole una pequeña sonrisa.
Entré a la empresa y me identifiqué con mi credencial.
— Buenos días – dije a la recepcionista, sin esperar respuesta caminé hacia el ascensor.
Presioné el botón llamándolo.
Siento la presencia de alguien a mi lado pero no me importa mirar quién es.
Tan pronto como se abrieron las puertas entré al ascensor, un hombre barbudo entró a mi lado y presioné el botón para el piso superior.
Regresé a mi asiento y el hombre ni siquiera se movió, lo que significa que él también va al piso superior.
— Buenos días, señorita — dice algo y yo levanto la mirada hacia él, dándome cuenta de que ya me estaba mirando.
— Buenos días — respondí normalmente, no queriendo prolongar una posible conversación.
—¿De qué país exactamente eres Castillo, Elisa? — leyó mi nombre en la insignia que estaba alrededor de mi cuello.
—¿Qué quieres en el piso de arriba? —Allí sólo está la oficina del jefe –dije simplemente.
—Tengo una reunión con él –dice y ya estoy en alerta.
Nunca ha habido una reunión aquí arriba, ni siquiera con tu familia, lo cual es muy difícil que ocurra.
Me quedé en silencio hasta que llegó el ascensor. Sin pensarlo mucho, caminé hacia mi escritorio, dejé mi bolso encima y encendí mi computadora.
El hombre se sienta en el sofá y me mira fijamente. Lo miro, pero él no aparta la mirada. Vuelvo a centrarme en la computadora mientras la mirada del hombre me da escalofríos.
—¿A qué hora llega Henry ? — me pregunta.
—como dije, jugando con mi computadora, evitando mirarlo.
El hombre empieza a impacientarse cuando ya pasa : y Castillo aún no ha llegado.
Se levanta y camina de un lado a otro, su expresión no es la mejor.
—Escucha, pequeña secretaria, ¿me mentiste? — Camina hacia mi mesa apuntándome con el dedo a la cara sin pensarlo mucho presiono el botón de alarma activando la seguridad.
— No señor, a veces llega más tarde – dije con convicción y él me miró profundamente, probablemente queriendo asustarme.
—Tenía que ser una perra incompetente —dice y golpeo mis manos sobre la mesa, poniéndome de pie.
—Mira, no eres nadie para ofenderme, así que sal antes de que llame a seguridad —hago un gesto con la mano, indicándole que se vaya.
Él me mira fijamente y juro que si no hubiera habido esta mesa entre nosotros, me habría golpeado.
—Me estás amenazando —él rodea la mesa para acercarse a mí pero yo voy hacia donde él estaba.
—¿Vas a huir de mí ahora? — dice acercándose a mí.
Oigo el sonido de la puerta del ascensor abriéndose y ambos miramos la puerta.
Castillo cruza la puerta con una expresión poco amistosa con dos guardias de seguridad detrás de él.
— Saquenlo de aquí — da la orden Castillo y entre los dos agarran al hombre, tirándolo contra su voluntad.
—En mi oficina—dice Castillo y tomo su agenda y lo sigo a su oficina.
Enrique
Entro a mi empresa como de costumbre, paso por recepción y las recepcionistas me dan los buenos días como siempre.
—Señor – me saluda un guardia de seguridad, pasa apresuradamente junto a mí y otro se dirige al ascensor.
— ¿Lo que está sucediendo? — pregunto mientras entro con ellos en el ascensor.
Iban al piso superior y la única persona allí ahora es mi secretaria.
—La señorita López encendió la alerta – uno de ellos vio una pantalla del celular de la empresa que tiene acceso a las cámaras para mí y lo puedo ver.
Ella está sentada en su silla con un hombre que conozco muy bien, de pie frente a su escritorio, señalándola con el dedo.
El hombre era Caio Miller, un hombre que una vez fue mi proveedor, pero rompimos la relación cuando lo arrestaron por violación.
