Capítulo 3: Has perdido de nuevo
Cordelia miró a su apariencia débil e indefensa, lo que solo le daba mucho asco.
Le quitó el brazo que le sujetaba fríamente.
—¡No me toques!
No había empleado mucha fuerza, pero el cuerpo de Briana se tambaleó de repente, gritó y cayó al suelo.
—¡Briana!
Bosco se apresuró a ayudarla a levantarse, gritando enojado:
—¡Cordelia! ¿Qué estás haciendo?
—Yo no…
El rostro de Cordelia cambió leve y subconscientemente quiso explicarse, pero Briana la interrumpió:
—Bosco, no culpes a mi hermana. Yo tomé la iniciativa de quererte, así que un empujón no es nada, incluso tiene el derecho de golpearme y regañarme también.
Las pupilas de Cordelia se encogieron levemente, su rostro estaba lleno de conmoción.
Levantó la cabeza y se encontró con los ojos decepcionados de Bosco.
—No esperaba que fueras así. Yo tengo la culpa en este asunto. ¡Puedes tomar tu cabreo conmigo! ¿Por qué se lo echas encima a Briana?
Abrió la boca, pero de repente parecía que las palabras que quería pronunciar para explicarse se atragantaron en la garganta, como una espina que yacía allí, clavándola dolorosamente.
—¿Crees que… yo la empujé?
—¿Cómo puedo equivocarme si lo vi con mis propios ojos? Siempre pensé que eras un poco fría, pero eras amable. ¡Hoy supe que en realidad eres cruel y vengativa! ¡No te he conocido bien durante tantos años!
Cordelia se quedó allí, incapaz de creer lo que escuchó.
Se giró para mirar a Briana, quien tenía un rastro de perversidad y presunción en los ojos.
Entonces empezó a sentir un escalofrío en su corazón.
Un momento después, dejó una risa llena de ironía.
—Bosco, ¡no me enteré hasta hoy de que eres tan estúpido!
—¿Qué has dicho?
—Nada, ¿no os amáis mucho? ¡Muy bien! Os dejaré estar juntos. Desde que me has puesto los cuernos, ya solo eres un hombre manchado por mierda, da igual cómo te limpies, ya no mereces ser tratado como un hombre decente, ¿no es así?
El rostro de Bosco cambió, no esperaba que, esa mujer que siempre había sido fría, indiferente y con muy buena educación, dijera palabras tan vulgares.
Puso una cara larga.
—¡Cordelia! ¡No te pases de la raya!
Cordelia se burló con una risa fría.
Sacó su pañuelo y limpió el lugar donde Briana acababa de tocar. Su tono era indiferente.
—¡Ya vale! No tengo tiempo para decir tonterías contigo aquí, de ahora en adelante, por favor, ¡vete lejos de mi vista con tu amante! Os deseo…
Pensó por un segundo, entonces en sus ojos claros se percató un rastro de desdén y se mofó.
—¡Una vida larga y feliz para la puta y el perro!
Terminado eso, se volvió y se fue sin darles la oportunidad de hablar.
El rostro de Bosco estaba lleno de rabia.
—¿Qué quieres decir? Detente…
—Bosco…
En ese momento, alguien la agarró repentinamente del brazo, Briana palideció sujetando la tripa.
—Bosco, me duele la barriga.
La expresión de Bosco cambió.
—Briana, ¿qué te pasa?
—No lo sé…
Unas gotas de sangre roja se extendieron desde las entrepiernas de Briana.
Las pupilas de Bosco se encogieron, estaba aterrorizado.
—No tengas miedo, te llevaré al hospital de inmediato.
***
Bosco llevó a Briana al hospital.
Cordelia se sentó en el auto, miró la parte trasera del auto que se iba y sonrió sarcásticamente.
No regresó a su casa, sino que condujo hasta el Hotel Hermoso.
En el primer piso del hotel había un bar grande. En el vestíbulo el ambiente estaba muy animado por las luces y el alcohol, se podía contemplar la vida placentera y divertida allí.
Se apoyó en la barra para beber una copa tras otra.
No era una persona a la que le gustaba consumir alcohol para aliviar sus penas, pero en ese momento, parecía que no había nada aparte del alcohol para adormecer temporalmente el dolor en su corazón.
Frente a Bosco y Briana, podía fingir ser despiadada y generosa.
Pero solo ella sabía la tristeza que sentía en su interior.
Una relación de seis años al final se acabó por una mentira. Cuando de todo corazón estaba pensando en pasar todo el resto de su vida con él, él se estaba tirando a otra mujer.
¡Se sentía tan irónica cada vez que lo pensaba!
Cordelia cogió la copa y se sirvió otra copa de vino.
Aunque era muy buena bebiendo, en ese momento ya estaba un poco borracha.
El teléfono de su bolso vibró de repente.
Extendió la mano con su mirada desconcertada para sacar el teléfono de su bolso y coger la llamada.
—¿Quién es?
—¡Cordelia, has perdido de nuevo!
Era Briana.
Cordelia hizo una mueca de burla.
—¿Me llamaste especialmente para demostrarme lo orgullosa que estás?
Briana sonrió triunfalmente.
—Cordelia, no lo sabes aún, ¿verdad? Estoy embarazada.
El rostro de Cordelia se enfrió.
Miró fríamente a la gente que bailaba locamente en la pista de baile y su tono era frío.
—¿Para qué me lo cuentas? Yo no he tenido sexo contigo.
—El bebé es de Bosco. Me acaba de decir que se casaría conmigo de inmediato. Durante los seis años que estuvisteis juntos, nunca tuvisteis relación sexual. Para que suene bien, puedes llamarlo amor platónico. Pero, con otras palabras, solo es que no le provocas en absoluto, ¡tu cara le da asco!
Cordelia apretó con fuerza su puño.
—¿Sabes? Cuando estamos juntos, hacemos el amor todos los días. Dijo que nunca se había sentido tan relajado y feliz como cuando está conmigo, ¡sobretodo en comparación de cuando estaba contigo! Que te comportabas fríamente todo el día, no le provocabas para nada.
—Otras mujeres saben que hay que ser amables y sensatas a la hora de tratar a los hombres. Pero si a ti te cambiaran la cara y te arrojaran a la multitud, ¡eres un hombre sin más! ¿Cuál es la diferencia entre estar contigo y ser gay?
Cordelia apretó los puños más aún.
Parecía que algo estaba estrujando su corazón con fuerza, por eso se sentía tan adolorida.
Respiró hondo y luego se mofó.
—Briana, pensé que eras más inteligente, ¿pero esto es todo lo que quieres decir?
—Cordelia, si estás cabreada, debes decirlo. No me reiré de ti.
—¿Por qué debería estar cabreada? Después de todo, eres la única que trata la basura que otros tiran como un tesoro. La toalla que una vez ha limpiado el culo siempre va a oler a mierda. ¿No te sientes repugnante cuando te limpias la cara con eso?
—¡Tú!
—¡Ya vale! ¡No tengo tiempo para hablar de tonterías contigo! ¡Te lo advierto, no intentes provocarme más, porque no puedes asumir las consecuencias una vez que me provoques de verdad!
Dicho eso, colgó el teléfono directamente.
Le dolía el corazón.
Aunque no lo dijo, las palabras de Briana sin duda lastimaron su corazón.
Todavía recordaba lo que dijo Bosco cuando estaba detrás de ella.
Dijo que le gustaba su apariencia pura, muy fría e indiferente, como una flor de una cornisa de nieve que solo se podía admirar desde la distancia, haciendo que la gente sintiera una sensación de querer protegerla.
El amor más bello debería ser platónico, un amor espiritual que no estaba limitado al cuerpo era el amor más puro.
No obstante, la realidad era que él y Briana se estaban acostando juntos a sus espaldas, e incluso tenían a un bebé.
Sintió que una enorme sensación de sarcasmo brotó del fondo de su corazón. Levantó la mano para cubrirse el rostro porque tenía ganas de llorar.
En ese momento, alguien de repente le dio una palmada en el hombro.
—¡Vaya! ¿No es esta la señorita Cordelia de la familia Vega? ¿Qué haces sola aquí tan tarde? ¿No estarás haciendo repartos otra vez?
Cordelia volvió la cabeza para ver que unas cuantas chicas jóvenes vestidas seximente estaban allí, encabezada por la hermana de Bosco, Anastasia Alfaro.