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Capítulo 2: Ha conseguido incluso superar

Como delatora, Cordelia también se fue a la comisaría.

Tan pronto como terminó la transcripción, un grupo de personas se apresuró a entrar.

La que estaba en cabeza era Isabel Parodi de la familia Vega, quien entró corriendo para abofetearla de inmediato.

Cordelia frunció el ceño, el sabor a sangre se extendía por la comisura de su boca, levantó la cabeza con frialdad y miró al grupo de personas que estaban frente a ella.

—¡Eres una criatura diabólica!

Isabel estaba temblando de rabia.

—¿Cómo pudiste llamar a la policía sabiendo que era tu hermana? ¿Estás tratando de que me de un ataque de rabia?

Cordelia se limpió la sangre de la comisura de la boca y miró a la anciana frente a ella con una mirada llena de desdén.

—¿Hermana? ¿Te refieres a Briana Vega?

—Deja de hacerte la tonta. Ya están divulgando toda la noticia de que la señorita Briana de la familia Vega seduce al prometido de otra persona, ¿cómo no ibas a saberlo tú que eres la iniciadora de todo esto?

Cordelia bajó los ojos y rio.

—¡Resulta que esa mujer es ella! Pensé que era una prostituta que estaba ansiosa por hacer negocios sin saber de donde viene. ¿Resultó ser mi hermana?

Sebastián Vega, que estaba detrás de Isabel, estaba muy furioso.

—¡Bestia! ¿Qué crees que estás diciendo?

Cordelia se burló.

—Pues nada más que verdades.

No esperaba que la mujer que estaba con Bosco era Briana.

Pensó que era solo Bosco quien la traicionó, así que enojada se le ocurrió esa estrategia malvada para hacerle quedar en ridículo y desahogar su odio.

Inesperadamente, mató a dos pájaros de un tiro, porque no solo su prometido le había puesto los cuernos, sino que le había puesto los cuernos con su medio hermana.

¡Era tan gracioso!

—¡Tú!

Isabel estaba muy furiosa, incluso estaba a punto de golpearla con el bastón que sostenía, pero Mabel Cuetos que estaba a su lado le detuvo rápidamente.

—Mamá, si tienes algo que decir, dilo con calma, no te enojes, que es malo para tu salud.

Dicho eso, se volvió para persuadir a Cordelia.

—Cordelia, no hagas enojar a la abuela más. Briana tiene la culpa en este asunto. Puedes golpearla o regañarla, pero la abuela está mayor. Hazme caso, obedece sus palabras y no la repliques, ¿de acuerdo?

Esa apariencia de gentil y sensata realmente podía engañar a la gente que no la conocía.

Cordelia frunció los labios con ironía.

Cuando su padre Sebastián la veía comportarse de esa manera, se enojó aún más.

—Te sientes muy orgullosa ahora, ¿no? ¿Hacer que tu hermana y tu prometido entren a la comisaría para que la familia Vega y la familia Alfaro pasaran por vergüenza? ¿Acaso te acuerdas de cómo te apellidas?

—Tu hermana al menos es una celebridad, ¿cómo le mirarán la gente después del desastre de hoy? ¿Cómo quieres que siga trabajando en la industria del entretenimiento? ¿La familia Vega y la familia Alfaro podremos seguir manteniendo la relación de antes? ¿Has pensado en todo eso?

Cordelia lo miró fríamente.

—Entonces, ¿eso es todo en lo que puedes pensar?

Sebastián no supo qué decir por un momento.

—Son ellos los que me han puesto los cuernos, ¿pero estás aquí recriminándome a mí? ¿Entonces qué quieres que les haga? ¿Hacer la vista gorda ante su comportamiento? ¿O quieres que les diga enhorabuena por lo que han hecho?

Sebastián se quedó sin habla. Después de una pausa de algunos segundos, dijo obstinadamente y enfadado:

—¿No tienes la capacidad para que el hombre se quede contigo y encima le echas la culpa a los demás por robártelo? Si eres tan buena, ¿por qué él te ha dejado a ti y se ha buscado a tu hermana? No sabes reflexionar sobre tus propias deficiencias y solo sabes quejarte de los demás, ¡eres igualita que tu inútil madre!

Cordelia se estremeció fuertemente.

Mirando a su padre severo frente a ella, sentía que no podía creerlo.

Hacía cinco años Sebastián le fue infiel a su madre y Mabel trajo a Briana para entrar en su casa. Entonces supo que tenía una hermana pequeña que solo era medio año menor que ella.

Su madre no pudo soportar un golpe así y condujo el coche al río, el auto se estrelló y ella murió.

La familia Vega tenía miedo de que ella creara problemas, por eso la envió al extranjero, y desde entonces pasaron de ella por completo.

En esos años, si no fuera por una pequeña herencia que le dejó su madre, habría muerto en el extranjero hacía mucho tiempo.

Siempre supo que a su padre y a Isabel no les agradaba su madre, pero no pensaba que incluso una muerta sería objeto de semejante calumnia.

Se sentía muy decepcionada, y un rato después soltó una risa burlona.

—¡Sí! Soy realmente una inútil. Después de todo, no tengo una madre que está acostumbrada a robarle el marido a otro. Por eso no conseguí heredar la habilidad de seducir a los hombres. Pero ya he visto que Briana ha conseguido incluso superar a su madre.

A su lado, el rostro de Mabel palideció instantáneamente.

Sebastián estaba furioso.

—¿Qué tonterías estás diciendo?

—¡Tú sabes bien lo que estoy diciendo!

—¡Tú!

—¡Suficiente! —gritó de repente Isabel que estaba no lejos.

Sebastián estaba tan enojado que quería decir algo más, pero Mabel la tiró del brazo.

Tan pronto como levantó la cabeza, vio en el extremo del pasillo a Ricardo Alfaro, Bosco y Briana saliendo de la sala de interrogatorio.

Ricardo tenía una mala cara, igual que Bosco y Briana.

Briana sostenía el brazo de Bosco con fuerza, su carita delicada estaba llena de tolerancia y agravio, sus ojos estaban enrojecidos por las lágrimas y se veía lastimera.

De repente, el grupo de personas se apresuró a acercarse preocupados.

—¡Briana! ¿Estás bien?

Briana asintió con la cabeza y murmuró:

—Estoy bien.

Después de hablar, miró a Cordelia que estaba de pie detrás de la multitud.

—Cordelia.

Llamó sutilmente, dio un paso adelante y la miró con sentimiento de culpabilidad y debilidad.

—Lo siento, no esperaba que vinieras… Bosco y yo… no lo hicimos a propósito, ¡perdónanos, por favor!

Cordelia la miró con frialdad sin ninguna expresión.

Ricardo también suspiró, dio un paso adelante y dijo:

—Este incidente es culpa de la familia Alfaro, pero ya ha ocurrido y no hay forma de echar para atrás el tiempo. Pero nos puedes decir lo que quieras de compensación, mientras lo digas, nosotros te vamos a satisfacer la petición de cualquier manera.

Cordelia se burló.

—¿Compensación? ¿Estás tratando de mandarme lejos con el dinero?

El rostro de Ricardo cambió y un destello de culpa brilló en sus ojos.

Volvió la cabeza y miró a Bosco con fiereza para gritar.

—¡Imbécil! Tú has causado el desastre, ¡así que ven a dejarlo claro!

Bosco miró de mala gana a Cordelia, y finalmente se acercó de mala gana bajo la imposición de su padre.

—Cordelia, no estamos hechos el uno para el otro, ¡es mejor que nos deshagamos de la promesa de casamiento!

Cordelia se sorprendió.

Como si le estaban haciendo tajos con un cuchillo en el corazón, sentía un dolor leve.

Ya sabía el resultado, pero cuando lo escuchó de verdad, no pudo evitar sentirse triste y decepcionada.

Miró al hombre que estaba delante de ella, frunció los labios y se le pusieron los ojos rojos.

—Bosco, ¿cuánto tiempo llevamos juntos?

—Seis años.

¿Seis años? ¡Ja!

No se había esperado que solo pudiera conseguir ese resultado con los seis años juntos.

Le había pillado en la cama con otra mujer, sin embargo, después de lo ocurrido él no se sentía culpable, no intentó rescatar la relación y ni siquiera se disculpó con ella, solo dijo con frialdad que no estaban hechos el uno para el otro.

La decepción y la tristeza invadían cada vez más su corazón. Curvó sus labios irónicamente sin duda alguna.

—Está bien, acepto.

Bosco se quedó desconcertado y sorprendido por su rápida decisión.

Frunció el ceño levemente y la miró con sospecha.

—¿Hablas en serio?

—Está bien deshacernos de la promesa de casamiento, ¡pero quiero las tres filiales recién adquiridas del Grupo Alfaro como mi compensación!

—¡¿Qué?! ¡¿Estás loca?!

Antes de que Ricardo y Bosco pudieran hablar, Sebastián gritó.

Cordelia la miró con frialdad.

—Todavía no se ha casado tu hija en su familia, así que no estés tan ansioso por ponerte en su piel. Que, si no, ¿no dirían que eres un codicioso?

—¡Tú!

—Ya está bien.

Ricardo levantó la mano para interrumpir a Sebastián, luego miró a Cordelia con calma.

—Acepto tus condiciones. Cuando traigas la otra mitad del certificado de matrimonio, pasaré las empresas a tu nombre.

—Trato hecho.

Ricardo abandonó el lugar con su abogado. Sebastián dejó una mirada de enfadado a Cordelia, y junto con Mabel se fueron ayudando a Isabel a desplazarse.

Solo Cordelia, Bosco y Briana quedaron en el pasillo vacío.

No quería tener nada más que ver con ellos, así que se dio la vuelta y salió con una expresión fría, pero la voz ansiosa de Briana llegó desde atrás.

—¡Cordelia!

Un segundo después, le bloqueó el paso.

El rostro pálido de Briana estaba lleno de lágrimas, la agarró del brazo y dijo temblorosa:

—Cordelia, lo siento, no tenía intención de quitarte a Bosco, por favor no te enojes con nosotros. Todo es mi culpa, si quieres desahogarte golpeando o regañando, ¡puedes hacerlo conmigo!

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