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Cinco

Salimos de la oficina como alma que llevaba el diablo, estaba demasiado nerviosa, las manos me sudaban, la cabeza me dolía, mi pequeño Nicolás no decía ni una palabra estaba jugando con Rosalía, los minutos y eran eternos, hasta que por fin vi el edificio donde vivía Renata.

Bajamos del auto, le pedí a Rosalía que me acompañara, Renata sentía cierta debilidad por Nicolás, así que usaría eso a mi favor.

Cuando estuve frente a su puerta, los nervios me invadieron, no sabía porque me comportaba de esta manera, siempre fue una mujer fuerte.

Renata abrió su puerta y me miro asombrada, pero sabía que estaba fingiendo, era mi amiga, la conocía a la perfección, viví los peores momentos de su vida a su lado y ella vivió los mío.

.

—Quita esa cara de asombro porque sé que estas fingiendo, te conozco.

Ella nos dejó pasar y le arrebato él bebe a Rosalía de las manos, no me equivocaba Nico era su perdición.

—Me conoces perfectamente, sabía que vendrías pasa por favor, aunque no estoy sola.

— ¿No estás sola? ¿Acaso tienes un novio secreto?

—Sí, ahorita está durmiendo, por favor no has ruido, el pequeño Nico es el único autorizado para acabar con mi casa.

— ¿Cómo es posible que no me habías comentado nada sobre este hombre? Aun no lo he aprobado, no sé si es un chico bueno o malo, necesito conocerlo.

—Luego cariño, todo a su debido tiempo, ahora dime ¿Qué preguntas quieres hacerme?

—Somos amigas desde aquella vez que arreglaste parte de mi vida eligiendo un montón de ropa que ni siquiera he terminado de usar, confió en ti, quiero saber la verdad ¿Quién es ese hombre? ¿Es Max? ¿Está vivo?

Ella volteo a mirarme, al principio no supe que reflejaba su mirada pero después pude notar que era lastima, lo que no hacía más que comprobar que el sí está muerto.

—Quisiera decirte que está vivo, que puedes verlo, pero no quiero engañarte ya pasamos por esto, Max está muerto, no volverá, este nuevo empresario, es de Paris, estoy arreglando todo para su llegada a nuestro país, es solo una casualidad que se le apode de la misma manera.

— ¿Por qué compro las acciones de las empresas Duncan? ¿Con que finalidad? —no paraba de hacer preguntas, tenía demasiada curiosidad, además de un nudo en la garganta.

—Maritza fui yo quien se lo sugirió, quería ver si podía rescatar lo que alguna vez fue esa empresa, creo que es momento de que intentes ir a terapia, el no volverá.

La realidad me golpea nuevamente la cara, haciendo sentar de bruces, era cierto, no volvería.

—No sé cómo vivir sin él, mi vida está estancada, cada vez que duermo lo sueño, lo siento, lo huelo, quisiera dormir toda la noche y parte del día—lloro desconsolada—Amo a Maximiliano Duncan con mi vida, me niego a creer en esto, como se supone que deba vivir sin mi otra mitad, sin mi vida, mi amor.

Renata me abraza fuerte pero algo se cae en su habitación, lo que la hace tensarse, decido que es hora de marcharme ella tenía visita, por mucho que la necesitara, necesitaba darle su espacio, merecía ser feliz.

—Me marchare, por favor pasa por nuestra casa, dejaremos la mansión Duncan para buscar algo mejor, necesito salir de allí—comento resignada

—Esa es tu casa, no tienes por qué irte.

—Lo sé, pero siento que me ahogo, así que prefiero salir de allí, vaya donde vaya Max siempre estará en mi corazón.

— ¿Y el abuelo?

—Se ira con nosotros él es mi familia, no lo dejaría nunca, te llamare luego cariño, gracias por todo.

Salí del edificio peor que como estaba, Rosalía no dijo ni una sola palabra hasta que estuvimos dentro del coche.

—Señora me permite decirle algo.

— ¡Claro! No tienes por qué pedirme permiso, siempre es bueno escucharte.

Era cierto desde que Rosalía había llegado a mi vida, sus consejos me sirvieron de mucho, muchas veces buscaba de su asesoría.

—Señora sabe que la estimo mucho, usted es la familia que no teníamos, jamás tendré como pagarle todo lo que usted y el señor Max hicieron por nosotros, pero las casualidades no existen, siempre desconfíe de ellas.

—¿Que intentas decirme? —pregunte nerviosa, sabia lo que trataba de decir pero quería escucharlo, quería dejar de pensar que estaba loca.

—Que él señor puede estar vivo, todo desde el principio me pareció algo irreal, el cuerpo, las circunstancias, la pelea, no se pero algo no me cuadra.

—¿Pero si estuviera vivo porque no nos busca? ¿Acaso quería separase de mi y no sabia como hacerlo para no lastimarme ?

—Son muchas preguntas sin respuestas señora, pero pienso que debería tomar todo con calma, a lo mejor estamos paranoicas y el señor ya dejó este mundo, quisiera recomendarle ir a terapia, no porque piense que usted esta loca, no, es todo lo contrario, a veces nos hace falta desahogarnos con un desconocido que no coloque sobre nosotros pañitos de agua tibia.

Puede que Rosalia tenga razón, la idea ya rondaba por mi cabeza, buscaría un terapeuta necesitaba drenar todo lo que había en mi.

Me despedí de Rosalioby mi pequeño hijo, para llegar nuevamente a la oficina, al entrar enconte un montón de personas haciendo fila para entregar su hoja de vida ¿Que estaba pasando?

Era cierto que estábamos posicionados como los mejores en elercado y una de las empresas mas solidas a pesar de ser tan joven, pero no podíamos darnos el lujo de contratar mas personal, nadie me había notificado esto, subí al ascensor y marque el numero de la oficina de Derek, últimamente estaba un poco fuera de control.

Entre al área de legales con una cara de pocos amigos, no me gustaba que se tomaran atribuciones y menos sin mi autorización.

Para mi suerte Derek estaba saliendo de su oficina, ni siquiera lo deje hablar.

—¿Quien autorizo la contratación d enuevo personal?—fui directa al grano.

Derek me miro sorprendido por mi tono y a su vez sonrió

—Calmate mujer, dejame explicarte

—No te escucho, cuentame.

—El abogado de tu socio, acaba de enviar un informe donde se los notifica que la antigua empresa Duncan pasara a formar parte de los activos de esta empresa, dándole la potestad de ser el socio mayoritario, quise retenerlo aplicando la ley pero resulta que el consejo ya lo ha aprobado, ahora seremos solo una.

—No pueden hacer una junta sin mi.

—Ya todo esta hecho maritza, no hay más nada que hacer, la nueva directiva se instalara dentro de una semana, incluyendo a tu socio.

—Tienes el numero de ese hombre o su correo, no quiero el numero de abogados quiero hablar con él, llama a Renata.

Salí de ese departamento con ganas de morir, nuevamente querían arrebatarme lo que Max me había dejado, con lo poco que había recuperado de su fortuna pude salir adelante, no se la pondría tan fácil a este hombre, yo era la esposa del Diablo, el solo era un mal imitador, le enseñaría quien manda aquí.

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