02
Después de un tiempo, la música empezó a sonar muy alta por todas partes y mucha gente estaba bailando al ritmo de la canción, divirtiéndose. Había personas que preferían quedarse cerca de la barra disfrutando de sus bebidas, pero Loren se sentía un poco sola ya que no tenía a sus padres allí. Aun así, no tenía intención de acercarse a nadie.
Prefería tomar sola, mirar su teléfono y bailar un rato, hasta que se cansó del ambiente y decidió salir a tomar aire fresco. La brisa estaba fría y golpeaba ligeramente su rostro, moviendo su cabello a su antojo. A pesar de que el vestido que llevaba no la abrigaba lo suficiente, se sentía agradable estar allí.
Además, ya estaba a punto de irse a casa. No porque su madre le hubiera dicho que llegara temprano, sino porque ya no soportaba los tacones altos que llevaba puestos. Fue una buena elección al principio, pero después de un rato se volvieron incómodos de llevar.
—Siempre me pasa esto —gruñó mientras se quitaba los zapatos. A esas alturas, no le importaba perder un poco de elegancia.
—Loren, ¿por qué siempre me esquivas? Me gustaría saberlo, tal vez porque soy demasiado apuesto y no puedes resistirte a estar cerca de mí. No encuentro otra razón —dijo él con su voz gruesa, lleno de egocentrismo, algo que Loren despreciaba.
Ella se giró rápidamente para encontrarse cara a cara con él. Había desistido de quitarse los zapatos, y lo miró sin mostrar ningún rastro de vacilación.
Matthew era un hombre alto, de tez blanca y cabello correctamente peinado. Sus ojos azules eran como el mar, cautivando a más de una persona, pero Loren era la excepción. Ella no se dejaba seducir por su apariencia ni por su personalidad. No era como todas las demás.
—No te creas tan importante, Matthew Kingman. Por supuesto que no es el motivo por el que te evito, estás completamente equivocado. Supongo que es demasiado para ti comprender que no todo gira a tu alrededor y que no eres tan importante como crees.
—Soy importante, muchas personas dependen de mí. Que no quieras aceptarlo es tu problema. Eres una mujer hermosa, pero tu actitud es terrible y eso te resta interés —respondió él, con seguridad en sus palabras, esa seguridad que siempre lo caracterizaba. Era un hombre que irradiaba poder, pero esa convicción no era suficiente para conquistar a Loren, quien no tenía miedo de decirle la verdad en la cara.
—¿Y quién te crees para decirme algo así? Eres un egocéntrico. Esa actitud es tan aburrida, no sé cómo hay tantas mujeres babeando por ti. Por suerte, no tengo ese mal, ¡qué horror! —dijo ella con valentía, mientras se preparaba para irse. Pero él la detuvo.
Sus ojos parecían querer matarla, pero Loren no se dejaba intimidar. No permitía que ningún hombre, ni siquiera un Kingman, la venciera.
—Vas a estar a mis pies, no solo tú, sino toda tu familia tendrá que suplicarme que les dé una mano. Y eso pasará cuando menos te lo esperes. Sé perfectamente lo que digo y no deberías tomarlo a la ligera. Tómalo como una advertencia de lo que está por venir, Loren Jones —dijo él, dejando a la morena aturdida y preocupada con sus palabras.
¿Por qué le estaba diciendo todo eso? No sabía qué pretendía, pero sonaba muy seguro de sí mismo.
—Suéltame.
—Claro, ahora te quedas sin palabras, porque te he dejado con una gran duda en tu mente sobre algo que no es una mentira. Creo que estoy siendo demasiado amable al decírtelo y anticipar lo que sucederá. Pero al final, es culpa de ustedes por el manejo deficiente que han hecho con su propia compañía.
—Que yo sepa, la compañía está muy bien, así que deja de inventar tonterías o decir cosas sin sentido. No sé qué pretendes con todo esto, pero sigues siendo un imbécil. Eres igual que tu padre —apuntó Loren y él soltó su mano, pero sonrió victorioso.
—Ya he ganado, aunque no lo sepas. Disfruta de tu libertad mientras puedas, disfruta de todo lo que tienes ahora porque pronto te verás entre la espada y la pared. Pronto te encontrarás decidiendo entre mantener esa vida lujosa que tanto te gusta pero sacrificar completamente tu libertad, o vivir en la pobreza —continuó diciendo.
Las ganas de darle una bofetada a ese hombre no le faltaban a Loren, pero se contuvo, apretando los puños. Sabía que se vería mal si hacía algo así, especialmente con tanta gente mirando.
—Lo mejor será que me vaya. No seguiré perdiendo mi tiempo contigo. Además, podría arrepentirme de hacer algo por impulso —escupió antes de marcharse. Matthew se quedó en su lugar, dándole un sorbo a su copa.
—¡Ten cuidado al conducir, Jones! —exclamó mientras ella se dirigía a la salida. Durante el trayecto, Loren puso los ojos en blanco. Matthew era un idiota por decirle todas esas cosas y ser tan arrogante como siempre. Por eso, no quería tener nada que ver con los Kingman.
Rápidamente subió a su auto y se dirigió a su casa. Durante el camino, no pudo dejar de pensar en todo lo que aquel hombre le había dicho.
¿Acaso no estaba al tanto de alguna situación? ¿Era por eso que su padre había estado actuando extraño últimamente? Quería creer que Matthew simplemente estaba jugando con su mente, haciéndole creer cosas que no eran ciertas. Ella veía que todo estaba en orden en la compañía y si algo estuviera mal, ya lo sabría. Pero ya no sabía en qué creer.
Cuando llegó a casa, estaba tan cansada que no se molestó en preguntarle a su padre o a su madre sobre el tema. Decidió irse a la cama y esperar a que llegara un nuevo día. Así que temprano por la mañana, ya se encontraba en el comedor mientras las palabras de Kingman seguían rondando en su mente. Estaba a punto de preguntarle a su padre cuando él anunció que debía irse temprano a la compañía debido a una reunión pendiente. No era necesario que ella asistiera, por lo que podría quedarse en casa un poco más.
—Mamá, ¿todo está en orden en la compañía?
—¿Acaso ves que voy a la compañía regularmente? Además, todos los días eres tú quien va, así que deberías estar al tanto de la situación actual.
—Mamá, solo quería escucharlo de ti. Y sí, seguro que si algo malo estuviera ocurriendo, ya lo sabría.
Rosa no quería decirle a su hija lo que había escuchado de su esposo. Si no estaba al tanto, era mejor que se enterara por su cuenta. Por eso le dio esa respuesta, aunque no dejó satisfecha a Loren.
—Me tengo que ir al trabajo, mamá. ¿Tú tampoco irás hoy?
—Quedé en encontrarme con unas amigas. Que tengas un buen día.
—Igualmente.
Loren se quedó pensativa. Algo no estaba bien, pero no sabía qué era. Necesitaba respuestas y estaba decidida a encontrarlas, incluso si eso significaba enfrentar una realidad inesperada.