Conversaciones
De: Miguel Simonovic
Asunto: Extrañandote
Fecha: 25 de julio 2020 14:42
Para: Darilet cervantes
Querida señorita cervantes:
Siempre te recuerdo, te extraño, todos los días de mi vida, aunque ya no estés conmigo físicamente, estas en mi corazón y mi mente, cuando tengo estas crisis existenciales, siempre recurro a mi terapeuta, pero el me recomendó una esta terapia escribir en una hoja lo que siento y dejarlo fluir, pero decidí que se guardara en tu correo a la final, no lo leerás, te amo aun después de la muerte.
Miguel Simonovic
Presidente de Simonovic internacional Group.
Al leer el correo, mi corazón palpita desbocado, quien iba a creer que el gran miguel simonovic, se equivocaría al enviar un correo electrónico, pero sobre todo quien iba a creer que el picaflor tenía sentimientos, estas líneas causan un profundo pesar en mí, pobre hombre llevaba una pena en el alma, dudaba si responderle o no, pero mejor le decía que estaba equivocado.
De: Darilet cervantes
Asunto: Extrañándote
Fecha: 25 de julio 2020 15:03
Para: Miguel Simonovic
Querido señor simonovic:
Lamento mucho la pena que lleva en el alma, y me parece muy buena la terapia que su psicólogo le recomendó pero usted se ha equivocado de correo, le aconsejaría que mejor escribiera en una hoja blanca y luego la queme, dice un proverbio chino que si quema las cartas que le escriba a sus difuntos, ellos leerán cada letra a través de las llamas, nuevamente siento lo acontecido.
Darilet Cervantes.
Luego de enviar el mensaje me arrepiento, pero no podía hacer nada, de todos modos era imposible que me respondiera ya se daba por notificado, sigo con mi tarea cuando el sonido de mi correo me avisa que tengo un mensaje nuevo.
De: Miguel Simonovic
Asunto: Lo siento
Fecha: 25 de julio 2020 15:12
Para: Darilet cervantes
Querida señorita cervantes:
Disculpe por equivocarme aunque creo que es usted la que está equivocada, yo no me equivoco nunca, usted está usando el correo, de mi prometida así que le exijo que deje de usarlo, aunque de todos modos hablare con la compañía de correos para cancelar esta cuenta .
No sé con qué intención haces esto, pero puedes ir a la cárcel.
Miguel Simonovic
Presidente de Simonovic internacional Group.
Mi ojos no podían creer lo que estaba leyendo, pero que se a creído este hombre, me a llamado ladrona, y de paso me crucifico sin escuchar mis razones, este a sido mi correo desde que tengo uso de razón, además no tenía por qué darle explicaciones, los ricachones y su síndrome de suficiencia, voy a responderle y a ponerlo en su lugar.
De: Darilet cervantes
Asunto: Extrañándote
Fecha: 25 de julio 2020 15:20
Para: Miguel Simonovic
Querido señor simonovic:
Puede irse al mismísimo infierno, haga lo que se le pegue la gana, este es mi correo desde que tengo uso de razón, lo uso para mis cosas personales, además quien eres tu para yo tener que darte explicaciones, agradece que te conteste el mensaje y no soy mala persona, sino estuvieras haciendo el ridículo con tu mensaje de autocompasión idiota
Darilet Cervantes.
Envió el mensaje vuelta un infierno de furia, no me gusta que se metan conmigo, porque tenía que decir esas cosas y acusarme de algo que no es, atiendo a unos estudiantes de medicina que necesitan unos libros de anatomía pero, jodidos futuros médicos, ahora tendría que pasar horas resolviendo sus malditas preguntas porque nunca saben nada, no soy una mujer agresiva pero cuando me hacían enojar podía perder el juicio.
Cuando estoy a punto de regresar al escritorio vuelvo a chocar con ton, quien me mira de forma dulce, estoy empezando a creer que Daniela tiene razón, y ton está enamorado de mi o por lo menos le gusto..
—Dari, ¿necesitas ayuda? —pregunta con su voz melosa.
—Hola nuevamente, Ton. Pensé que estabas en casa. No, gracias. Ya pude atender a los chicos.
—Iba a casa, pero aún es temprano, así que me regresé porque quería saber si ¿quieres ir conmigo a la fiesta que darán en un club nuevo cerca de aquí? —dice sonrojándose.
—Oh, Ton. La verdad, tengo mucho que estudiar. Dani me había invitado mucho antes, pero no sé si pueda. Mañana tengo examen —digo con tono tranquilo.
—Por favor, solo vamos un rato —dice en modo de súplica.
—Daniela te mandó, ¿cierto? —pregunto entrecerrando los ojos.
—Sí, me has descubierto, pero también quiero ir contigo. Dime que sí, por favor —dice insistiendo.
—Está bien, pero luego que cierre aquí —digo resignada.
Regreso a mi escritorio y en mi buzón está un nuevo mensaje del estúpido señor Simonovic. No lo leeré, tengo suficiente con sus insultos, pero como dicen por ahí, la curiosidad mató al gato, así que decido abrir su mensaje.
De: Miguel Simonovic
Asunto: insolente
Fecha: 25 de julio 2020 16:22
Para: Darilet Cervantes
Querida señorita insolente:
Por lo visto, eres una insolente sin educación. Quién sabe de qué pueblucho serás. Por muy divertida que me parezca esta conversación, me niego a seguir escribiéndole a una niñata como tú. Así que tómalo como amenaza o advertencia, pero investigaré la cuenta.
Miguel Simonovic
Presidente de Simonovic Internacional Group.
No le escribiría más, no merece mi atención. Aunque debería enviarle un último correo para ponerlo en su sitio, mi orgullo es fuerte, así que no enviaré nada. Las horas seguían pasando, ya casi saldría. Ton vendría por mí. No era un tipo mal parecido, a mi parecer. Un hombre guapo corriente, de esos que se consiguen por ahí. Tenía unos enormes ojos marrón, casi amarillo, eran como el color de la miel, de piel rosada, ni siquiera era blanca.
Era un hombre extremadamente rubio, un catire. Su cabello era dorado como las almendras. Su boca era grande, pero no como la del lobo de Caperucita. Era muchísimo más bajo que yo y eso eliminaba cualquier tipo de intenciones que podría tener con él. No me gustaban los hombres bajitos. Solo había tenido un novio en toda mi vida y era tan alto como un jugador de baloncesto.
Ton llega por mí y me acompaña a cerrar bien la biblioteca. Me ayuda a asegurar las ventanas, apagar las computadoras y ordenar los libros utilizados. Lo que ganaba aquí me ayudaba con los gastos de la universidad, así que debía hacer bien mi trabajo. Primero, porque necesitaba el dinero, y segundo, porque apreciaba el lugar. Cuando terminamos, eran las una de la mañana.
A pesar de ser jueves, las calles estaban llenas de estudiantes, algunos más ebrios que otros.
Al llegar al lugar, me quedo asombrada con el nombre del bar: Los Mosqueteros. La verdad, no sé a qué se debía ese nombre, pero era bastante ridículo.
No tuvimos que hacer fila para entrar. Resulta que Ton tiene amigos aquí. El local estaba por vomitar estudiantes, quienes en su mayoría eran menores de edad, pero les vendían licor.
En cualquier momento, esto se descontrolaría. Diviso a Dani en una mesa. Ella me hace señas para que me acerque.
—Hola, qué bueno que decidiste venir —comenta Dani dándome un abrazo.
—Sí, todo gracias a una señorita que mandó a cierto pajarito a persuadirme de mi idea de ir a dormir - digo viendo seriamente a Daniel.
—Ton, no sabes guardar un secreto.
—Lo siento, Daniela. Ella es muy lista y me descubrió, pero pude cumplir, aquí está—comenta Ton restándole importancia.
—Bueno, eso sí. Chicas, les presento a mi amiga Daniela. Comparto habitación con ella y es como mi hermana. Estudia periodismo.
—Gusto en conocerlos, chicos. Me llamo Darilet, pero pueden decirme Dari - digo saludando a las dos chicas y los tres chicos de la mesa. Supongo que cada uno anda con su pareja.
Dani pide una ronda de chupitos e insiste en que tome. Agarro la bebida y doy una probada, sintiendo un dragón en mi estómago.
—No seas tonta, tómatelo de sopetón - dice una de las amigas de Daniela, que se llama Bárbara, o eso creo.
Tomo el trago como me indican y es peor de lo que pienso. Arde y quema, no me gusta para nada. Siento mi cuerpo cosquillear. Luego de diez chupitos, empiezo a ver estrellas. Las chicas me piden ir a bailar, me niego pero Daniela igual me jala a la pista en medio de ella. No sé qué hacer, pero Ton me toma de la cintura.
—Dari, sigue mis pasos, no es tan difícil—susurra Ton mientras nos movemos al ritmo de la música.
El alcohol ha hecho efecto y me dejo llevar, cerrando mis ojos mientras bailo. Los abro lentamente para chocar con la mirada más hermosa que haya visto.
Ese color de ojos es muy extraño, son grises con verde. Siento que ese par de ojos me desnudan con la mirada, así que retiro la vista para concentrarme en Ton, quien sin darme cuenta me agarra y me besa. Al principio no le respondo, pero gracias a los chupitos, me siento muy valiente y correspondo su beso, pasando mis manos por su cuello.
—Dari, te quiero desde el primer año de universidad. Quiero que seas mi novia - dice Ton a mi oído para que pueda escucharlo.
No contesto y sigo besándolo, hasta que empiezo a sentir ganas de vomitar. Salgo corriendo al baño, pero no me da tiempo de llegar y vomito todo lo que he tomado. Unas manos recogen mi cabello en medio del pasillo del baño.
_Tranquila, no te dejaré sola—dice un hombre con voz fuerte, haciendo que mi piel se erice. Me entrega un pañuelo para que limpie mi boca.
—¡Oh, de verdad lo siento! No fue mi intención, es que sentí todo girar y no me dio tiempo de llegar. De verdad siento mucho dañar su traje.
¡Lo que faltaba, borracha y apenada.
—No te preocupes, vuelve con tus amigas. Ten cuidado, no bebas nada que no pidas tú, ni compartas tu vaso. Se nota que eres inexperta—comenta guiándome nuevamente a la música.
Al llegar a la mesa, solo está Ton, quien me mira preocupado.
—¿Dónde estabas? ¿Te sientes bien?
—No, la verdad es que no me siento bien. Quiero irme, ¿puedes llevarme? - digo con la cabeza baja.
Salimos a la calle y el frío hace que me sienta mucho peor. Ton quita su chaqueta al notar que tengo frío. Mientras caminamos por el campus, mi mente se va enredando mucho más. Quiero dormir, no volveré a tomar más nunca. Al entrar en el edificio de chicas, Ton me acompaña hasta la puerta.
—Espero que te sientas mejor mañana —el no paraba de hablar, pero mi cabeza daba vueltas.
—Gracias, Ton—digo entrando a la habitación, suficiente por esta noche.