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Al día siguiente, la empresa Cole, estaba alborotada. La empresa afrontaba graves problemas. La empresa de Liam podría enfrentar problemas debido a deudas acumuladas, como préstamos bancarios, líneas de crédito o bonos emitidos. Si la empresa no puede cumplir con sus pagos o enfrenta altas tasas de interés, esto podría afectar negativamente su flujo de efectivo y su capacidad para invertir en nuevos proyectos o pagar a sus empleados. Además enfrentaba problema de liquidez si no puede convertir sus activos en efectivo rápidamente o si tiene dificultades para obtener financiamiento a corto plazo para cubrir sus gastos operativos. Esto podría resultar en retrasos en el pago de proveedores, dificultades para cumplir con las obligaciones de pago y una mayor presión financiera en general.
Liam, se encontraba entre la espada y la pared. Ya no encontraba ninguna solución, y no; no vendería sus bienes para soluciona una empresa. De todas maneras no le alcanzaba. Se encontraba en un duro aprieto, tenía una reunión con inversionistas. La puerta suena, Liam rodeado de papeles levanta la cabeza.
—¿Sí? –pregunta.
—Hola Liam –murmura Eduardo , sus pasos son firmes. Lleva un traje rayado, color azul y su mirada es desafiante.
Liam rueda los ojos, vuelve a concentrarse en sus papeles.
—Dime que necesitas –espeta, y vuelve a sentarse.
—No deberías tratar a tu mejor inversionisa… de esta manera –proboca a Liam, quien lo ignora.
—Ajá –exclama.
—Quieren… distituirte –menciona. Esas dos palabras, captan la atención de Liam, quien levanta la cabeza confuso.
—Y bueno –comenta, aunque, si le interesa aquello aunque este finjiendo que no.
—Cariño entra –murmura y esucha el sonido de unos tacones. Al levantar la vista sorprendido se encuentra con Elena.
—Hola… —comenta timida, sus mejillas se vuelven rojas; recuerda todo lo que vivieron juntos.
“Que casualidad…”, piensa y se muerde las uñas.
—Elena… —susurra, sus ojos se abren con amplitud al reconocerla —¿Ustedes… ? –pregunta Liam.
—Oh no… es mi papá –comenta con una sonrisa, lo toma del brazo y el ceño siempre fruncido de Eduardo, desaparece. Liam, desde que conoce aquel hombre; hace 20 años jamás lo vió sonreir.
—Mi niña preciosa –comenta Eduardo y Elena sonríe.
—Bueno… ¿necesita algo Eduardo? –pregunta algo incomodo por la presencia de la hermosa mujer, la cual en este instante; jura odiar.
“La detesto, tiene… sangre sucia…”, piensa mirando con rencor a Elena.
—Vamos a hablar un poco –comenta y Elena sigue a su padre, pero él la detiene –cariño busca un café ¿sí?
—Claro papá –comenta con una sonrisa y se aleja.
Las puertas se cierran, Liam contempla con fesconfianza al hombre. Eduardo observa al joven, a quien vió crecer. Su sonrisa es de picardía pura.
—Te tengo un trato, sé que tienes graves problemas en la empresa y…
—No es cierto –interrumpe y Eduardo rodea los ojos.
—Los tienes, ahora… vamos a solucionarnos –espeta y Liam niega, le da un golpe a una mesa cerca.
—¡No necesito tu maldita ayuda! –exclama enojado.
—Claro que la necesitas y… respeta a los mayores –sisea con una sonrisa victoriosa.
—Tú no te mereces respeto y menos después de…
—¿Sigues con lo mismo? –interrumpe a Liam, se cruza de brazos y da un suspiro cansino. Se apoya en la pared, y saca su teléfono para revisar el horario. Eduardo es un hombre muy ocupado. Sin embargo, tiene mucho aprecio por Liam. Algo que el chico jamás sabrá.
—Sí… eres… un rompe hogares –reclama mirándolo con asco, sus ojos envían chispas al hombre ubicado a unos metros de distancia; inmune al odio enviado.
—Cásate con mi hija –dice sin rodeos, Liam lo contempla como si le hubiera salido dos cabezas más.
—Ahora si… enloqueciste –murmura.
—Piénsalo, salvare tu empresa… y el legado de tu padre. El cual, no supiste manejar.
—¡No es de tu incumbencia yo…!
—Te avisé que esos chinos no eran de confianza –regaña a Liam, quien lo observa con enojo.
—Es mi jodida vida, no eres mi padrastro –espeta con enojo, y se acerca al hombre dando dos pasos. Eduardo, no se intimida ni un pelo. Sus ojos vagan a las expresiones llenas de ira, por parte de Liam.
—Me preocupo por ti.. –menciona y Liam estalla en una carcajada. Eduardo se marcha, justo cuando ingresa Elena con tres tazas de café.
“Me trajo un café a mí…”, piensa Liam y su enojo desaparece con la presencia de esa mujer.
Pero enseguida recuerda el enojo, y suspira.
—Ten… —comenta con voz suave Elena y sus ojos se encuentran, rosan levemente sus manos. Elena se sonroja, baja la mirada.
“Es… tan guapo”, piensa Elena sonrojada.
“La odio”, piensa Liam.
—¿Ya se van? –pregunta en un tono seco, confundiendo a Elena.
—Vamos hija, es un hombre ocupado –menciona y Elena asiente.
—Adios… —susurra, aún mira por encima de su hombro. Liam, ya no la observa.
Dos semanas pasan, Liam tiene aún más problemas que antes. Ahora se suma el problema de liquidez, y ya no sabe qué hacer. Se toma el cabello, y tiene que asistir a una reunión. Mira de reojo las cartas de documento y hace una mueca. Bebe un trago de licor barato, ya que no tenía más dinero para uno costoso, y se marcha.
Media hora mas tarde, se afloja la corbata. Deja caer su cuerpo musculoso, aunque más delgado por las preocupaciones, al cómodo sofá. Sus ojos se cierran, y con un… enorme pesar: llama a Eduardo.
—Acepto…