Capítulo 7
-¿Y por qué me elegiste?-
Era algo que quería saber y Casper acababa de darme la oportunidad de hacerle esa pregunta y ciertamente no iba a desperdiciarla.
-Porque a diferencia de todas tus hermanas, tú estás orgullosa, tienes más honor, más fuerza y, lo más importante, no me tienes miedo-
Sobre este último punto tenía mucho que decir pero obviamente no se lo señalé, me quedé en silencio.
Tenía mucho miedo de él y de lo que me esperaba al quedarme a su lado.
El Wulfgar se acercó a mí, acarició mi rostro y movió un mechón de mi cabello que no había tenido tiempo de atar detrás de mi oreja.
Fue sorprendente cómo su estado de ánimo cambió tan rápidamente.
-Si tienes que despedirte de tu familia, hazlo rápido, ya no tenemos tiempo y el lobo debe venir conmigo-
No había sido necesario preguntarle nada, Casper había dado por sentado que Fenris vendría conmigo y estaba agradecido por eso.
Le dije que lo acompañara y sin dejar de gruñir comenzó a seguirlo manteniendo siempre cierta distancia.
La imagen frente a mí era casi divertida.
Me apresuré a regresar a casa, donde toda mi familia, excepto mi padre, me estaba esperando en la puerta.
Me despedí de mis hermanas una por una, Hel estaba llorando a mares y casi no pude evitarlo.
Decirle adiós fue lo más doloroso que había hecho en mi vida y después abracé fuertemente a Gerda, susurrando un débil - te amo-.
No hubo tiempo para comentar todos los acontecimientos como me hubiera gustado pero con esas tres palabras le había hecho entender que no había ningún resentimiento en mí.
Con lágrimas en los ojos regresé al muelle donde me esperaba Casper con Aren, ya que Brynyar había tomado la decisión de quedarse con Gerda y cuando subí a ese barco di un último vistazo a mi casa.
Con gran tristeza tuve que admitirme a mí mismo cuánto había anhelado ese momento, el momento en que dejaría mi tierra natal para ir al extranjero.
Decir adiós a mi familia no había sido fácil, así como no había sido fácil subir a ese barco, y sin embargo, ahora que estaba lejos de aquellas costas no podía entristecerme o entristecerme del todo, de hecho estaba casi feliz. .
Tal vez nunca volvería a ver a mi familia, pero quería creer que el destino tenía cosas más grandes reservadas para mí.
Al cabo de un año mi vida había dado un giro total y había dado un giro que nunca hubiera imaginado.
Pensé que a pesar de todos los esfuerzos, el curso de los acontecimientos no se podía cambiar y que los hombres no tenían poder sobre lo que ya estaba escrito.
Me senté al lado de mi esposo, era increíble como ese hombre representaba todo lo que siempre había temido y al mismo tiempo todo lo que siempre había deseado.
Lo miré fijamente por un tiempo indefinido, completamente inconsciente de lo que significaría para mí a partir de entonces y de cómo nuestras almas se unirían y pertenecerían a una época de guerra y conquista, donde el poder vale más que el honor, donde la tierra está bañada. en sangre y el destino de los hombres lo deciden los dioses.
Llevábamos días viajando en ese barco y durante días la nada me rodeaba.
Estaba cansada y cuanto más avanzábamos más frío se hacía el aire, me abracé para encontrar algo de calor, mi ropa no era la adecuada para ese clima tan picante.
Casper al verme tomó su abrigo de piel y lo colocó sobre mis hombros, diciéndome que estábamos cerca de nuestro destino.
Se quedó con una camiseta Adrinaiana que lo hubiera protegido muy poco de ese frío y cuando abrí la boca para señalárselo, me callé con un simple -no lo necesito-.
Ese hombre era un misterio, no había hablado mucho en esos días, solo para dar órdenes a sus compañeros y yo, había pasado la mayor parte del tiempo con Fenris o su hermano Aren quienes habían resultado ser una agradable compañía.
Era un chico alegre, muy diferente a Casper o Brynyar pero probablemente debido a su corta edad.
El tiempo pasó lentamente y parecía que ese viaje por mar nunca terminaría, recién al caer la tarde todos los hombres del barco se levantaron y comenzaron a cantar, mirando hacia un punto específico, era una canción lenta y nostálgica que transmitía tristeza y melancolía.
Curiosa, le pregunté a Aren qué estaban haciendo y me respondió con tanto fervor que entendí que lo consideraban un acto importante.
-Están honrando nuestra tierra y agradeciendo a los dioses por regresar-
Esas personas tenían un concepto de su hogar que yo desconocía.
Adoraban y veneraban ese pedazo de tierra como si fuera una deidad, algo absolutamente indispensable para sus vidas.
Me volví en la dirección que todos miraban y quedé asombrado por lo que vi.
El canto de los Wulfgar se unió al de las olas que fueron a morir en una playa tan negra como la noche, en marcado contraste con las montañas heladas y blancas que emergían orgullosas en aquella tierra desolada.
El tiempo parecía perder consistencia ante aquel esplendor, la realidad a mi alrededor se había desvanecido, me sentía incrédula y totalmente perdida en aquel espectáculo.
Recién recobré la conciencia de lo que sucedía a mi alrededor cuando los barcos atracaron en el puerto y Casper me llamó para dejarme bajar.
Había mucha gente esperándonos y entre ellos reconocí la figura de Dago quien apenas me vio frunció el ceño confundido, no estaba al tanto de lo que había pasado en Sarpsborg y esperaba encontrar a Gerda, no a mí.
A su lado había una hermosa mujer de cabello rojo y cuerpo esbelto y con curvas, pensé que era su esposa pero cuando corrió a abrazar cálidamente a mi esposo entendí que era todo lo contrario.
-Finalmente has vuelto-
Casper por su parte no parecía muy contento con ese contacto, permaneció inmóvil y su rostro delataba una nota de molestia tal que cuando dijo su nombre pareció más un reproche que un saludo.
-Astrid-
Cuando ella se apartó de él, lo miró con expresión molesta y resentida.
-Me esperaba una acogida mejor que ésta, después de la última vez-
Me sentí molesta, aún no había aceptado el matrimonio con Casper, me habían tratado como un objeto, entregada en matrimonio a un hombre que no conocía, obligada a abandonar mi casa y lo primero que encontré apenas llegué. pisé esta tierra fue su amante quien se apresuró a marcar su territorio sin tener ningún respeto por mí.
Era inaceptable, yo también tenía límites.
Sentí la mirada de Casper sobre mí, como esperando la más mínima reacción, pero la evité.
No podía darle satisfacción a esa puta que ahora seguía los ojos de Casper y me miraba fijamente.
-¿Y quién es ella? ¿Te la entregó el rey Hakon?-
Esta mujer no tenía freno ni respeto, tenía un deseo enfermizo de tomar mi espada y cortarle la cabeza.
Casper, sin embargo, permaneció en su calma gélida y le respondió con voz ronca y dominante.
-Ella es mi futura novia-
Los ojos de Astrid se abrieron tanto por la sorpresa como por la ira que sentía y por un momento me sentí satisfecho, luego pareció recuperar la compostura y desafió a Casper escupiendo palabras venenosas.