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Capítulo III. La reunión con el CEO parte II: La petición de las mosqueteras.

Arianna.

- “Mis queridas nietas, ¿A qué debo tan grato honor?”- tras esta frase, no nos dejamos engañar. Sabíamos a lo que habíamos venido, y no nos íbamos a ir sin haberlo logrado.

Desde el momento que habíamos planificado, esta conversación, también nos dimos cuenta quién tenía que ser la primera en intervenir, y desde luego quién no, o por lo menos no, hasta que las cosas se pusieran un poco adversas.

Así que, tras sentarnos en nuestro sitio correspondientes, todas miramos a Elena, que gracias a su habilidad empresarial podría mantener una conversación con el abuelo más directa, de tú a tú.

-“La cuestión es la siguiente, abuelo.”- desde qué conocimos a Kevin senior, nos había prohibido totalmente que le habláramos como señor Powell, o incluso que usáramos su nombre de pila, sólo nos respondía cuando lo llamábamos abuelo, así que tuvimos que aceptar el hecho que hasta en esta ocasión, esa era la única forma de dirigirnos a él.-“ queremos renegociar los términos en cuanto, al tiempo que tendremos para traer a nuestros hijos a este mundo, ósea, de que sus nietos nos dejen embarazada, nuevamente comprenderá, abuelo, que pese que amamos a sus nietos, que creo que era lo que pretendía desde un principio, ya nos vamos a casar con ellos, esos debería ser su fin después de todo, es por eso que no estamos dispuestas a que nuestros hijos sean usados, como moneda de cambio para este locura en la que nos ha metido, gracias a Dios le ha salido bien, por lo menos en que al final hemos desarrollado sentimientos, por nuestras parejas y viceversa. Así que pretendemos poner un periodo de prueba, para conocernos mejor como pareja y vivir ese tiempo, antes de ceder a ser madres o padres. En tres años, tanto su nieto como nosotras, decidiremos si queremos, o no, ser padres, por eso solicitamos, que la decisión del futuro CEO del Grupo Powell Holding, no está ligada a cuál de sus nietos es un mejor semental, sino cuál es el mejor de los tres para desarrollar ese puesto.”- dijo finalmente Aramis.

El abuelo nos miró a las tres, en silencio total, sin mostrar las reacciones que nuestras palabras podían provocarle, incluso pensamos que declinaría la oferta ofrecida, pero sorprendentemente, terminó cediendo, sin apenas rebatir o renegociando.

- “Me parece bien todo lo que estáis planteando, incluso os ayudaré para que en este tiempo todas posáis asistir a la mejor clínica especializada en concepción y contracepción, para elijáis el mejor método anticonceptivo que se ajuste a cada una, durante el tiempo que deseéis para no quedar embarazada, pero, esto no quiere decir que no siga deseando tener un bisnieto. Es por ello por lo que dentro de tres años volveremos a hablar, espero que también en ese momento estén también mis nietos junto a ustedes, y esta decisión la toméis todos juntos. O más bien, entre cada pareja. Se comunicará en la primera reunión de accionistas, tras vuestra luna de miel, así que disfrutar y relajaros, mis adoradas herederas, eso si yo que en su lugar hablaría con mis nietos de esta decisión, los conozco, y no son de los que les gusten las sorpresas.”- esta pulla no nos pasó desapercibida, era verdad que esta decisión la habíamos tomado nosotros sola sin contar con nuestras parejas. Y en nuestras caras se reflejó, que en el fondo sentíamos a ver sido tan unilateral. Lo he dicho, ante el CEO de Powell Holding, no había que bajar la guardia nunca.

Yo una vez antes de salir de las empresas la secretaria del abuelo se acercó para entregarnos, la tarjeta de la clínica muy especializada en programas del embarazo y contra embarazó.

Por un segundo, mientras nos retirábamos de la empresa, sentí que le había sido demasiado fácil, y eso, con el abuelo, era peligroso.

- “¿Qué se traerá ese viejo astuto?”- sabíamos que no debíamos bajar la Guardia en ningún momento.

Pero estaba tan agobiada, con la sensación de ser utiliza simplemente para conseguir los deseos de Keanu, sobre obtener la silla de presidencia del grupo, qué me auto engañé a mí misma y decidí, que ya lo analizaría más tarde.

Aunque esto, no le ocurrió a la vez deslenguada, de Miriam.

- “Esto no está bien, algo me dice que el viejo astuto, se trae algo entre manos. Además, debemos hablar con nuestras parejas de lo que hemos logrado con el abuelo, ¿o pretendéis que se enteren en la reunión de accionistas?.”- declaró la siempre directa Pontos.

Odiaba cuando la deslenguada, tenía razón. Sabía que tenía que hablar con Keanu de esto, pero no sabía por qué me era tan difícil. No quería plantearme que había detrás de mi miedo de revelarle esto a mi futuro marido.

- “Tenemos que hacerlo en nuestra noche de bodas, si alguna tiene duda que lo haga durante la luna de miel, pero no debemos dejar pasar la oportunidad. No creo que a ninguno de los tres le gusta enterarse, sobre decisiones de este tipo en una reunión.”- dije mientras nos subíamos a los coches escoltados por nuestro grupo de seguridad.

Todo quedó allí, y al día siguiente no fuimos a la cita que habíamos concretado para colocarnos un implante extra cutáneo cómo método anticonceptivo, por recomendación de la ginecóloga que nos atendió, la cual nos comentó que ese era el método más efectivo para los años que habíamos decidido no ser madre y desde luego el que menos efectos secundarios tenía.

Simplemente quedaba esperar, hasta el día de nuestra boda, se suponía que en un día regresarían nuestras parejas, pero por decisión de mis queridísimas suegras, no podríamos vernos hasta el mismo día de la boda, ya que según Elizabeth Powell eso daba mala suerte.

Sinceramente todo esto nos estaba poniendo muy nerviosas, ya está nos estábamos hartando de que la única comunicación que tuviéramos con quien nuestra otra mitad, el resto de nuestras vidas, se hiciera a través teléfono.

- “¿Ya has llegado a tu casa?”- le pregunté la noche antes de nuestra boda.

- “Si ayer, y ya fui a recoger a Marcos y Guille al instituto y al colegio, estuvimos juntos, con mi primo y mi hermano, celebrando una especie de despedida de solteros en el club. También estaba mi padre, Jason, el padre de Mirian, el padre de Elena y el abuelo.”- lo que faltaba ya veía a mis dos hermanos emocionado por haber sido incluido en tremenda celebración, como dos adultos.

No me extrañaba que durante toda la mañana dijeran que estaban ocupados con cosas de la boda, y por eso no se quería quedar en la mansión de Elizabeth, con las novias, las damas de honor, y la madre de Kevin J, para desgracia de la pobre Miriam, y la madre de esta última. Ya anoche hicimos, una reunión de mujeres, todas excepto Brenda, la madre de Kevin que decía que eso no iba con ella, y se fue adormir temprano.

Mis hermanos preferían quedarse en casa del abuelo. No es la primera vez que ocurría esto, incluso se habían quedado con mi suegro en la mansión en la que estábamos ahora recluida las damas, tanto la familia Powell, como el propio Keanu, veía a Guille y a Carlos con sus hijos y sus nietos.

- “Espero que no le hayas dejado beber a Marcos, ese maldito niñato está irreconocible,”- le dije, estaba más que preocupada con la adolescencia de mi hermano.

- “Lo intento, pero una mirada de mi abuelo y mía, lo disuadió rápidamente, para que le quedara aclarado todo. Lo que si nos pidió fue que Guille y él, sean quienes te entreguen en el altar.”- al escuchar esto me emocioné, en el fondo esos dos eran unos gamberros adorables, los amaba.

- “Creo que nos tendré mejores acompañantes que ellos.”- pude decir emocionada.

- “Pues todo decidido futura señora Powell.”- le oí decir con cierta sorna, me lo imaginé sonriendo de esa forma que me alteraba tanto el pulso. - “Nos vemos mañana, seré uno de los que te esperaron en el altar.”- no pude evitar reírme ante esa ocurrencia.

- “Me lo pone difícil Señor Powell, porque sé que habrá tres hombres muy guapos, a cada cual, más atractivo. ¿Cómo lo voy a distinguir?”- le dije de forma melosa, recostándome en mi cama. Echaba de menos, estos juegos dialecticos, megas excitantes, que siempre teníamos ese tentador hombre, y yo.

- “Muy fácil, atractiva y tentadora Sirena, soy el único que, al mirar, hace que tu corazón lata más rápido, al único que amas.”- sentí como mi corazón, realizaba el acto que el describía tan sólo con escuchar sus palabras.

- “Decididamente señor Powell, lo han mimado demasiado, maldito descarado.”- le dije sin poder evitar una carcajada.

- “Nos vemos cuando te haga mía, de por vida, mi querida y deseaba futura esposa.”- me dijo haciéndome temblar.

- “Nos vemos mañana, para hacerlo mío, mi querido y tentador futuro esposo.”- le dije sin poder evitarlo, tras colgar, suspiré sólo faltaba una noche y unas horas para que mi vida cambiara para siempre.

Mande un mensaje al grupo de las mosqueteras.

- “Mañana, nuestra vida cambiaran, nos casaremos con los hombres que amamos, deseo que todas sean felices, y recordad. Todas para una, y una para todas.”- y con este mensaje, intente dormir, aunque sabía que prácticamente sería imposible, porque yo sólo deseaba que ya fuera mañana, y estar en brazos de mi adorado Keanu, ya como marido y mujer, mientras vivamos.

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