Capítulo 3

Es una situación sin precedentes, este extraño encuentro está tomando un cariz que soy incapaz de expresar con palabras. ¿Qué demonios está pasando? ¿Por qué de repente he decidido provocar a un hombre al que no conozco de nada?

Siento que me arde la cara cuando se sienta frente a mí, siento que vuelvo a los quince años de antes....

' La ilumino con placer. Vera Cornwell es esclava de los tópicos, posa, tiene que hacerlo porque no se fía de los hombres. Estudia, es meticulosa, nunca puede equivocarse porque un error suyo vale el doble que el de sus colegas masculinos. Sigue las reglas, lo exige, pero su cuerpo envía señales contrarias. Lleva uniforme para ocultar su cuerpo, se contiene la mirada porque tiene miedo, miedo de mostrarse como lo que es: una mujer que sólo anhela ser dominada".

Mientras pronuncia esas palabras, me siento desnuda, indefensa, sola.

¿Quién es este hombre? ¿Cómo me ha incriminado en unos segundos? Necesito controlarme, pero en su lugar salen palabras que en realidad no quiero decir "No conozco a nadie que pueda hacer eso, créame señor Kendall. "

Veo que su cara se pone rígida, su expresión cambia, la conversación está subiendo de tono, pero no puedo evitar pensar que también es condenadamente intrigante. "Pero ahora que me conoce, señorita Cornwell, podría hacerlo, si... me dejara".

Le miro fijamente a los ojos, no pestañea y lo que percibo no puedo expresarlo con palabras.

¿Qué me está pasando? Intento recuperar el control, pero siento que mi autonomía es limitada, así que trato de interrumpir la conversación.

"Ha cometido usted un error, señor Kendall, y para que comprenda que esta reunión no me afecta, le pediré a mi colega que continúe con este traspaso de propiedad. Usted me incomoda", confieso sin filtro, así que me levanto dispuesta a abandonar la sala.

Este hombre me da demasiado miedo.

Jack Kendall permanece estupefacto, casi desarmado, de repente se levanta, me sigue y me agarra del brazo "Por favor, no se vaya... He sido imperdonable, le pido humildemente disculpas" exclama con sinceridad.

Observo su agarre, él se da cuenta y retira la mano.

No sé qué decir, estoy conmocionada, él rompe el silencio "Perdóneme señorita Cornwell, por favor. No es propio de mí comportarme así" insiste, ahora la calma ha vuelto, una parte de mí quiere quedarse, la otra sólo quiere escapar.

"De acuerdo, te perdono pero sólo porque me importa la obra de Seurat, no quiero que nada salga mal". "Eso me alegra inmensamente y, si no te molesta, me gustaría invitarte a cenar, para hacer más creíble mi disculpa, no digas que no, es importante para mí".

Esa invitación me deja atónita, levanto la cara dispuesta a negarme cuando sus ojos penetran en mi alma. Debería dejarle seguir su camino, obligarme a sacarle de mi vida inmediatamente, pero no puedo ocultar que me fascina y me desarma. ¿Qué perdería si aceptara? Nada. Disiparé cualquier duda, sólo ha sido un encuentro extraño, así que si cree que me conoce, le convenceré de que realmente se ha equivocado, pues le demostraré de qué estoy hecha.

"Vaya a cenar Sr. Kendall, ¿dónde le gustaría cenar?" "Déjeme su número, le llamaré por la tarde. Quiero encontrar un restaurante adecuado", confiesa. Asiento con la cabeza, abro el bolso y saco una de mis tarjetas de visita personales.

La coge y se la mete en el bolsillo interior de la chaqueta.

Volvemos a nuestros asientos como si nada hubiera pasado.

En unos minutos firma todos los papeles en perfecto silencio, es preciso, meticuloso, su letra es insuperable. Mete la escritura en el maletín y tras cerrarlo levanta la cara "Hasta esta noche, señorita Cornwell" exclama, "Hasta esta noche, señor Kendall" concluyo secamente.

Me da la espalda y, tras ponerse la chaqueta, sale tranquilamente de la habitación; tal vez sería mejor que se fuera de mi vida para siempre, ese hombre es peligroso para mí, le advierto, y sin embargo accedí a volver a verle, ¿por qué?

No tengo la respuesta, no puedo tenerla, sólo sé que el instinto me guió, mientras que mi cerebro no tenía poder ante él.