Librería
Español
Capítulos
Ajuste

CAPÍTULO 7

Unos días después, Antonella estaba frente al médico un día antes de la intervención de Gianna, porque el doctor Dago la había mandado a llamar por un asunto que se presentó de improviso.

—He venido lo más pronto… ¿Qué ocurre?

El doctor Dago la miró pasando un trago.

—Señora Cavalli… se ha presentado un problema… a decir verdad… un gran problema…

Antonella negó varias veces.

—Hable ya… ¿Qué pasa?

—Señora… hay una dificultad con sus óvulos… ellos, no pueden ser fecundados… usted realmente tiene un problema para concebir…

Antonella abrió sus ojos desmesuradamente sin poder decir una sola palabra.

—¿Qué dice? —el doctor Dago se quedó en silencio, y luego aspiró el aire para comenzar a explicar:

—Su útero no es el problema, aunque anteriormente era una mentira… tiene un excelente útero, pero sus óvulos… —él negó—. Sus óvulos…

—¡Cállese…! —Antonella se levantó de golpe—. ¿Dónde están esos exámenes…? ¡Démelos…! Hablaré con alguien más capacitado ahora mismo.

El doctor Dago le pasó los papeles y Antonella salió de inmediato mientras una lágrima de rabia bajó por su mejilla, pero ella la borró al instante.

Cuando entró al estacionamiento, marcó a un amigo de los Estados Unidos, que era médico, y esperó la contestación de su llamada.

—Antonella… ¡Qué sorpresa…! —ella sonrió.

—Lamento molestar… solo quería… ¿Puedes revisar unos análisis y decirme si estos resultados son ciertos?

—Claro, pero depende de la especialidad… soy médico cirujano, pero puedo pedir a un colega que los compruebe.

—Bien… te los enviaré escaneados por correo… espero tu pronta respuesta.

—Por supuesto…

Las manos de Antonella temblaban mientras escaneaba los resultados, ecos, y todo tipo de pruebas, y los envió al correo de su amigo de inmediato, dejando un mensaje que decía “urgente”.

Antonella apretó sus dientes golpeando el volante como una loca, mientras sus lágrimas salían sin contemplación, entre tanto su mente comenzó a hacer todo tipo de cuestionamientos.

«¿Qué es esta mierd@?», se preguntó todo el tiempo, y cuando escuchó su teléfono, supo que allí sentada había permanecido alrededor de unos 40 minutos.

Su amigo le estaba devolviendo la llamada, y ella se apresuró a responder.

—¿Sí?

—Anto… le di todo esto a mi colega, me dice que se trata de insuficiencia ovárica primaria, o insuficiencia ovárica prematura, son casos extraños, pero le suceden a una que otra mujer…

—¿Esto? ¿Esto tiene solución? —hubo un silencio largo de la otra parte, y luego una aspiración.

—Por lo general, es un tratamiento largo, estimulación, tratamientos, in vitro… Pero debo decirte que es de paciencia… y de verdad te digo que puede ser posible, como no… Puede llevar meses, o años…

Años, esto era lo único que ella no podía contemplar.

Antonella apretó el teléfono, y luego asintió.

—Bien… gracias, has sido muy amable…

—No te preocupes… no pasa nada…

Ella colgó la llamada, y luego golpeó el teléfono tantas veces en el volante que este quedó inservible, y en una parte de su mano, se vio una línea de sangre.

Pero rápidamente se limpió las lágrimas, quitó las llaves del auto, y se volvió hacia el consultorio del doctor Dago, que parpadeó incrédulo ante su entrada.

Antonella se veía afectada, pero él dejó que se sentara mientras le pasó un vaso de agua.

—Señora Cavalli…

—No hable… —Antonella le mostró la palma deteniéndolo, y luego dejó la carpeta encima de su mesa—. Desaparezca esta carpeta… y… sepa que mañana mismo doblaré su salario…

El doctor Dago negó totalmente confundido.

—Señora… le he dicho que sus óvulos no se pueden fecundar… no es posible… no en estas circunstancias. Por favor, entienda.

Antonella apretó su mandíbula y luego asintió.

—Lo sé… me ha quedado claro. Pero en el momento en que traiga a Gianna, usted procederá la intervención como si nada ha pasado, y… utilizará sus propios óvulos para colocar el esperma de mi marido…

El doctor se echó hacia atrás mientras el aliento se quitó de su garganta, y Antonella se levantó, en forma amenazante, para colocar las manos en su escritorio.

—No acepto un no… usted está en mis manos, doctor… yo seré una tumba, pero si usted no me ayuda, lo llevaré a la cárcel por este procedimiento, por mentirle a mi esposo y por prestarse para algo como esto. Tengo el poder, tengo el dinero, y la gente me apoyará a mí… incluso mi esposo, el mismo dueño de este país entero… y usted lo sabe.

El médico la miró estupefacto, mientras sus labios intentaban decir alguna cosa.

—Señora… pero ¿se da cuenta? Esta chica, ahora será la madre biológica de este bebé… junto con su esposo… es una locura.

—Lo sé, no soy una idiota, pero ella nunca sabrá esta verdad, y mucho menos Enzo… no importa, este niño será como mío, y después de que nazca, ella desaparecerá de nuestras vidas… solo haga su trabajo, que yo me encargo del resto…

***

El doctor Dago había quedado con Antonella de que ya no era necesario el procedimiento In vitro. Ya que no serían los óvulos de ella, y que, por ende, debido a la facilidad que tenía Gianna y su sistema reproductivo sano, iba a someterla a una inseminación intrauterina, y que, a la vez, pasaría un medicamento para adormecerla y que ella no estuviera del todo consciente en el proceso.

La intervención se pasó para un día fértil de Gianna, y el médico le mintió diciéndole que en estos días el útero estaría más preparado para recibir la transfusión, cuando lo que quería, en realidad, es que ella estuviera ovulando para recibir la inseminación con éxito.

Gianna se giró observando a Antonella cuando la hicieron pasar a una sala quirúrgica, mientras que la mujer le dijo adiós con la mano.

Las enfermeras la prepararon, y ella arrugó el rostro cuando pincharon su brazo para tomarle una vía.

—No te preocupes Gianna, es parte del procedimiento… estarás muy despierta en unos minutos… —ella asintió hacia el doctor Dago, y luego el efecto de la sedación, comenzó a cerrarle los ojos.

Ella podía escuchar las voces a los lejos, pero un fuerte dolor la invadió, cuando separaron sus piernas, e introdujeron algún objeto por su intimidad.

—¡Dios…! —dijo toda dormida, y una enfermera pasó más medicamento por su vena para que el proceso no fuese doloroso, ya que Gianna tenía aún la barrera del himen, que literalmente fue traspasada por el aparato.

El procedimiento demoró solo media hora, y para cuando Gianna abrió los ojos, estaba en una habitación de recuperación.

—Hola, Gianna… —la voz de Antonella resonó a su alrededor, y ella levantó la mirada un poco atontada para seguir escuchando—. Estoy aquí… rezando un poco, para que mi bebé comience a formarse dentro de ti…

Gianna miró la sonrisa de ella, y se esforzó por devolverle el gesto, pero los ojos de Antonella se abrieron cuando vio un hecho que la dejó helada.

Gianna bajó la palma de su mano al vientre y sonrió plenamente aun dominada por la sedación cuando dijo.

—Que seas bienvenido desde el día uno, bebé…

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.