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—Ganas de tener sexo, no quiero embarazarme – miento, mientras tomo una copa y la bebo de un trago, el por suerte hace lo mismo. Él comienza a servirme y yo a él. Cuando nos ponemos de pie, la risa se hace parte de nosotros.
Estamos tan ebrios que nos tambaleamos de un lado al otro, me sostengo de él y caemos de bruces al suelo. Me rio con mas fuerza, no esperaba que un encuentro así con un desconocido fuera tan divertido. Pero aquí estoy riéndome a carcajadas.
Me toma de la cintura y dice:—Lo lamento no podemos asi…
Pero lo ignoro y bajo valentía que no pensaba conocer, lo beso. Es un beso confuso, lleno de humedad y ansias, también de sufrimiento, porque estoy vendiéndome a un desconocido pero lo hago por una buena razón y eso es suficiente para mi pesar.
Él no parece esquivo, sino que corresponde mi beso, mordiendo mis labios y haciéndome gemir. Ni siquiera yo sabía que podía gemir de esa manera, nunca siquiera me toqué a mi misma para experimentar, era una autentica novata.
Sus ojos se encontraron con mis labios, comenzó a besarme con una desesperación desmedida. Sus manos expertas, quitan el cierre de un tirón dejándome indefensa de la cintura hacia arriba. Me cubro los pechos avergonzada, es la primera vez que estoy asi frente a alguien. Ni siquiera con Tom, mi ex novio, estuve así. Nunca me sentía preparada, cuando finalmente lo estuve, lo descubrí teniendo sexo con mi prima.
—¿Estas bien? –pregunta arrastrando las palabras, yo asiento, aun mas borracha que él, pero nos volvemos a besar.
Su lengua explora mi garganta, y me siento extasiada en ese lapso. Nunca había sido besada de esa manera. Lo tomé del cuello como en las películas y lo mordí, creo que eso no se hacía.
—Auch— protestó y no pude evitar reírme borracha.
—Lo… lamento.
Volvimos a besarnos, y esta vez, si deje que me besara el cuello, sus labios llegaron al valle de mis senos, haciéndome estremecer. –Bellos pechos – comentó sorprendiéndome, aunque haciéndome ganar una confianza desconocida para mí.
Lo obligué a sentarse en el suelo de alfombra, no era de cerámico o se le hubiera congelado el bonito trasero, aunque aún no lo veía. –Quiero ver tu… trasero… —comenté divertida y el asintió bajándose el pantalón, me reí divertida.
—¿Te gusta..? –preguntó y yo dejé de reírme cuando tomó mis manos y las colocó en su piel, ay mierda, nunca había tocado un trasero y menos tan redondo. Mis mejillas se volvieron rojas, pero ya era tarde, también toca el mio. Sus dedos curiosos buscaron mi vagina, la cual estaba muy húmeda. Avergonzada aunque sintiendo un extraño calor en mi vientre, no dije nada.
Él me toma con cuidado de la cintura, dejándome recostada en el suelo. Siempre me consideré una chica rellenita, pero el me tomaba entre sus brazos, como si fuera una pluma, sin protestar ni nada, algo que mi ex siempre hacía “Debes adelgazar Luna”, maldito idiota, pensé.
—¿Te molestó algo? –pregunta mi acompañante, quien ya estaba soplando mi vagina haciéndome estremecer.
Ay mierda, ¿dije eso en voz alta?
—Sigue, con lo que sea que quieres… hacer, si hazlo –mencioné con prisa, el sonrió para tocar con su lengua mis pliegues sin pelo.
Sí, me había depilado cada pelo de mi cuerpo, no quería aparecer peluda y virgen frente a un desconocido, así que pensé que estar suave, sería un plus agradable.
A unos metros de distancia…
—Ay mierda, no depilamos el… — se lamentó Brianna, dejando la taza de café a un costado, algo que yo me enteraría después.
Volviendo…
—Me agrada que tengas el trasero con bello, se ve… bonito – sus palabras me dejaron dudosa, pero cuando comenzó a succionar mi botón sensible, dejé de pensar.
Parecía una aspiradora, pero una muy buena marca, esas que no tienen bolsita, y no tenes que preocuparte porque se rompan, pero son muy… mierda… costosas.
—Ay… —fue mi triste gemido, para no lanzar todas las groserías que tenía preparada en mi garganta.
Comenzó a deslizar un dedo gordo sobre mis pliegues, y abrí las piernas temblorosas, quería cerrarlas por impulso pero… se sentía jodidamente bien. Nunca había sentido que alguien me tocara de esa manera, y esas sensaciones ¿eran de verdad? Pero cuando intridujo un dedo, sentí el paraíso y el infierno al mismo tiempo.
—¡ Mierda! –exclamé retorciéndome, nunca había tenido nada adentro.
—Perdón… ¿Fui muy brusco? –me interroga, se sienta y observa mis ojos curioso.
—¡Sigue! –le pido tomando su cabello para jalarlo hacia abajo. Cierro los ojos cuando vuelve a besarme y no precisamente en los labios. –Oh, que rico.
—Sabes… exquisita…
—¿Cómo la marca de bizcochuelo? –bromeo y él se ríe, pero dice:
—¿Niña traviesa? –pregunta y me penetra con dos dedos más.
Nunca nadie había hecho algo así, ni siquiera yo misma. Cuando se baja el pantalón, dejando ver su enorme miembro, me aterré. ¿Algo así podía ser de ese tamaño? ¿Me va a partir literalmente en dos?
—Ay mierda – comenté aterrada, ocultando mi vagina detrás de mis brazos, el me mira sin comprender.