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Capítulo 02

Han pasado más de dos semanas desde que mi tía me dio la noticia que tenía cáncer, hace una semana me enteré por casualidad que la panadería no da el mismo rendimiento, y si sigue así, pronto estará en banca rota, se que el seguro médico que tiene mi tía no abarca todos sus medicamentos, ya que será cubierta su hospitalización cuando ya no pueda estar en casa, he ido a dar volantes, pero la clientela no aumenta, si no fuera por el señor Strelnikov, creo que ya estaría en banca rota la panadería. Doy un suspiro, mientras miro las ventanas que dan a la calle pensando en todo lo que pasa, veo al Señor Ivan de nuevo en traje de trabajo, es color negro, con una camisa azul, entra y le sonrío.

—Buenas tardes Isabela, ¿qué tal va el día?— pregunta como cada día que ha venido desde ese día.

—Cómo siempre, señor Strelnikov, veo que su día ha sido de junta.

Ríe un poco por mi comentario.

—Si, esos dos me hacen trabajar de nuevo.

—Si, los jóvenes somos unos malcriados —digo en tono de broma, pero veo que mueve su mano izquierda, como si tuviera un tic y el no tiene, me fijo más en él y lo veo que está palideciendo—, Señor Ivan se siente...

No termino de hablar cuando aquel anciano de gran estatura cae de lleno al suelo, el corazón se me paraliza.

—¡Dios mío! Señor Ivan —grito del susto y brinco el mostrador, apoyando mis manos en él y dejando todo mi pedo sobre mis brazos, al llegar a él Señor Iván, reviso sus signos vitales, están muy débiles y ha dejado de respirar, así que saco mi cel y marcó 911, coloco mis manos en su pecho y comienzo a hacer reanimación al corazón.

—911 cual es su emergencia —me responde la operadora.

—Un hombre acaba de recibir un infarto, le estoy reanimando, por favor mande una ambulancia a la panadería Rose —si, la panadería tiene nombre de floreria, aunque se lo puso el difunto marido de mi tía, el se casó con ella, ya que no tenía familia a quien dejarle el trabajo de su vida, mi tía le tenía gran cariño, pero sólo eso.

Regresando con el señor Ivan, le doy la dirección de la panadería y no se cuanto tiempo ha pasado, pero mis brazos comienzan a dolerme, en la Universidad te dicen que hacer, pero no te dicen que tu cuerpo dolerá al pasar el tiempo, mientras haces primeros auxilios en un infarto, siento unas manos en mis brazos y veo que le ponen una mascarilla de oxígeno, por fin habían llegado los paramédicos, me separo para dejarlos trabajar, al mismo tiempo que saco la cartera del señor Ivan.

—Salvenlo por favor —digo entre llanto, no me había dado cuenta que había estado llorando, mientras intentaba reanimar su corazón.

—No se preocupe, hizo buen trabajo en lo que llegamos —me dice un hombre afroamericano que era uno de los paramédicos.

—¿Es su familiar?

Me quedo sin saber que responder, si digo que no, no podré ir con él en la ambulancia, pero no soy su nieta.

«nieta»

—soy la novia de su nieto, vino a visitarme, ¿podré ir?

—Si, sólo llame a su novio y sus familiares.

Me subo a la ambulancia y llamó a la empresa Lions Corp. pero al parecer ya no había nadie que respondiera el teléfono, y voy respondiendo las preguntas que me hacen los paramédicos, no sabía mucho de él, pero lo poco que sabía ayudaba, me entregan el celular, veo lo que hacen los paramédicos, muchas cosas sabía que se debían hacer, así que si hacían algo mal lo sabría.

llegamos al hospital y bajamos de la ambulancia, no me dejan ir más allá de la sala de urgencias, y una enfermera me lleva a la sala de espera, me siento en una de las duras sillas que hay, y muevo de arriba a bajo mi pie de lo nerviosa y me asusta el tono de mi cel, contesto al ver que es mi tía, debe de estar preocupada, pues sólo cerré con llave.

—Tía...

—Isabela ¿dónde estas?— pregunta preocupada.

—En el hospital tía.

—¿Qué te pasó? ¿te saltaron?— pregunta aún más preocupada.

—No tía... yo estoy bien, al señor Ivan le dio un infarto cuando llegó, tía estoy asustada, el estaba inconsciente desde que cayó al piso —le digo nerviosa.

—Tranquila linda, es un hombre fuerte, estará bien, dime donde estas, iré para allá.

—Lo se tia... no tía, tu debes de estar cansada, yo te llamo si pasa algo —le digo tratando de sonar segura, pero me tiembla un poco la voz.

—Esta bien, pero llamame si pasa algo, ¿si?— aunque no lo diga, se que está cansada, hoy fue al médico y se está allí casi medio día por lo lejos.

—Si tia, te llamaré en cuanto sepa algo, sólo espero que no tenga contraseña su cel para avisar a su familia.

—Si, está bloqueado, pide que le llamen a sus familiares.

Le digo que si y me cuelga mi tía, con los dedos tembloroso prendo el cel y al desbloquearlo, casi brinco de la felicidad que no tenía contraseña, busco en sus contactos el nombre de su hijo, ya que el señor Iván es viudo y no se volvió a casar, y marcó. Uno, dos, tres.... los tonos siguen hasta que me manda a buzón de voz, suspiro frustrada y busco el de su nieto, pero no lo encuentro.

—Quizá lo tiene con un apodo —digo en voz baja sólo para mi, así que de nuevo marcó a su hijo, siendo mandada de nuevo a buzón de voz, de nuevo marcó hasta que al fin me contesta.

—Papá, estoy ocupado —escucho su voz ronca muy agitada, abro mis ojos al pensar mal, y mal, es que estuviera en pleno acto sexual.

—Siento mucho interrumpirle, pero... su padre sufrió un infarto —escucho sólo silencio, quizá debí decirlo con más tacto.

—Cariño hay que seguir con lo nuestro.. —escucho a una mujer, y sólo puedo imaginarla abrazandolo muy pegajosa, no debería de imaginar esa escena, pero no puedo evitarlo, esto me ayuda a dejar los nervios por el Señor Ivan.

—Me das un momento —dice refiriéndose a mi y el sonido es neutralizado, me dejó en silencio para hablar con aquella mujer—, ahora si, mira si te encontraste ese teléfono, me encargaré de destruirte —dice y se escucha la seriedad a través de la bocina.

—No le miento, el fue por las galletas de cada semana y se desplomó en el piso —mi voz se quiebra un poco al recordar ese momento y de nuevo un silencio.

—¿dónde está?— pregunta y se nota que en su garganta había un nudo, le doy la dirección del hospital, en lo que espero a que llegue, llaman a los familiares del señor Ivan y de nuevo me hago pasar por la novia de su nieto y me entregan sus pertenencias en una bolsa, me dirijo a las sillas cuando veo a un hombre maduro escoltado por dos hombres, me fijo bien y su parecido con el señor Ivan es mucho, si no fuera porque este hombre tiene los ojos color marrón, sería casi igual, me armo de valor e intento acercarme, pero uno de los guardias se mueven para taparme el paso.

—Señor Wiliam Strelnikovz —el hombre voltea rápidamente a mi dirección.

—¿si?

—Yo le llamé.

Se queda mirándome de pies a cabeza y viceversa, como si estuviera leyéndome o algo así, lo cual me pone nerviosa, se acerca a mi y sus ojos no tenían nada de bondad como los del señor Ivan, y me toma por los hombros.

—¿Qué no te diste cuenta de su edad? ¿Cuánto quieres?

Escucharlo me hace enojar, me siento humillada por ese pensamiento tan atroz que tiene de mi, trato de zafarme de su agarre, pero es en vano, —No se que piense que ni me importa, pero ya se lo dije, fue a la panadería y no se por quien toma a su padre, es muy amable y tiene un gran amor por su difunta esposa —digo enojada sin alzar la voz por el lugar que estamos, veo su reacción, pero su agarre es más fuerte, por lo que doy un pequeño grito, el cual hace que afloje su agarre—, si yo fuera su amante, me habría ido en cuanto lo llame o ni siquiera habría venido aquí, sólo habría llamado a la ambulancia sin importarme si vivía o moría.

Por fin me suelta y se lleva las manos a la cabeza.

—¿cómo está?

—No lo sé, sólo me entregaron sus pertenencias —le extiendo la bolsa—, antes de que lo ingresarán a la ambulancia, tome su cartera y el celular me lo entregó un paramédicos.

asiente y toma la bolsa, después entregó la cartera y el celular, —señor, quizá lo tome a mal, pero tuve que hacerme pasar por la novia de su hijo, para poder venir con su padre en la ambulancia.

Él sólo me mira, con cautela no se como leer su rostro, —está bien —se me queda mirando de nuevo, pero esta vez pensativo—, tú eres la chica que le dio esa caja de galletas.

mis ojos se abren por el asombro, si lo hizo y este señor aún se acordaba.

—No me diga ¿qué me guarda rencor por las galletas quemadas?— pregunto dando un paso hacia atrás y el sólo me mira.

—No, sólo quería estar seguro que dijeras la verdad sobre dónde estaban.

Frunzo mi ceño al enojarme, aún estaba desconfiado de mi, aunque la culpa es mía por no dejar que viniera mi tía, el señor William va y se acerca a información, y yo me siento en una de las sillas, no me iré de aquí hasta saber que está bien.

El señor William regresa con cara de malos amigos, quizá le dijeron que esperara para información, y también parece le marca a alguien, pero no contesta, nos sentamos en silencio, las horas pasan y el sueño comienza a vencerme, quiero estar despierta, pero el sueño es más, cabeceó varias veces hasta no saber más de mi.

Escucho una voz masculina a lo lejos, y después me despierto asustada al escucharla más cerca, asustada miro al señor William.

—Señorita Isabela mi padre pide verla —cómo sabe mi nombre si no me lo pregunto, me doy en la frente mentalmente, si pide verme el señor Ivan, es porque ya lo vio.

«Eso quiere decir que el está bien.» pienso de inmediato, sonrío y mis ojos se llenan de lágrimas y aclaro mi voz para poder hablar, —qué bueno que está bien.

—Anda, te llevaré para que lo veas.

Dicho esto, me pongo de pie dándome cuenta que ya era de mañana, sigo al señor William hasta la habitación, abre la puerta y al entrar veo al señor Ivan envuelto en cables que monitorean su corazón, aunque parece estar durmiendo, sólo tenía los ojos cerrados.

—Buenos días, Señor Strelnikov.

—Buen día Isabela, gracias por salvarme la vida.

Miro a su hijo y luego a el, —pero si yo no hice nada del otro mundo....

—Si no fuera por que le diste reanimación a su corazón, mi padre no estaría con vida —dice interrumpiéndome su hijo.

—Sólo hice lo que era necesario —me acerco al lado de la cama—, no me dé otro susto así, debe de cuidarse.

—El médico ya se lo dijo hace un tiempom y ahora se lo volvió a decir, pero no hace caso.

—De algo he de morir, ahora dime ¿cómo podría pagarte Isabela? pideme lo que quieras.

—¿Lo que quiera?— digo pensativa—, que se cuide y se tome con más calma la carga de su empresa.

—Algo para ti, no para mi.

—¡Ah!.... Si me consigue un trabajo de 3 horas al día de lunes a viernesm estaría bien —digo, pero me suelto una pequeña risa.

—Lo tendrás —dicen al unísono.

—Era una broma, un chocolate estaría bien.

—Ni hablar, trabajarás en la empresa —dice el señor Ivan.

—Eso no, tengo trabajo con mi tía Diana y debo cuidarla, y ya le dije que sólo bromeaba, además meteré en problemas a su nieto por hacerme pasar por su novia, así que no, señores, no trabajaré en Grupo Lion's y es mi ultima palabra.

Trata de chantagearme, el señor Ivan con lo de su corazón, pero me niego rotundamente a trabajar con ellos, me sentiría avergonzada con William hijo, después de todo no lo conozco y me hice pasar por su novia, el señor William debió poner al tanto a su padre, porque no le sorprende cuando dije lo de que me hice pasar por la novia de su nieto. Salgo de la habitación cuando llega el medico, debía ir a casa a dormir las horas que me faltaron de sueño y tranquilizar a mi tía, por lo que me despido de ambos señores tan parecidos.

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