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Ajuste

5

—No permitas que sea el ancla que te ate, ve a Yale y se feliz ahí. Yo debo decidir entre Princeton o Tasmania —fundamentó la joven que en un acto involuntario se llevó el colgante de media luna a las manos.

—Si es lo que de verdad quieres —Hemmings negó con la cabeza— yo respetaré esa decisión —admitió lo que había callado por horas y se marchó atravesando la rompiente hasta llegar a la arena. Kats hizo lo mismo, salió del agua y no habló más del tema. Era una cuestión sensible que necesitaba reposar.

—Seré el próximo Bethany Hamilton, primor —Jeremy apareció a su lado esbozando una gran sonrisa—. ¿Viste como surfeé esa ola?

—Si Hardin, eres todo un experto —mencionó sarcástica, Grayson la miró mal y se sentó de golpe sobre la arena—. No lo tomes a mal, pero solo falta que un tiburón te quite un brazo.

Dejó a la vista una preocupante mueca.

—Un tiburón no creo, pero sí creo que un cangrejo me acaba de quitar una nalga o al menos donde me iba a salir —se quejó removiendo el trasero sobre la arena, desconocía el significado de la palabra pudor.

—¡Te sentaste sobre mi bolso!

—¡Oh! Ahora todo tiene sentido.

Carmichael soltó una carcajada y se sentó junto a él. Sacó el bolso, se lo devolvió a su dueña; ella secó el exceso de agua del cabello con una toalla lila y luego empuñó el celular del fondo. Para su fortuna el peso de Jeremy no rompió la pantalla.

—Tres llamadas perdidas de Soph… —musitó la ojiverde regresando la vídeo llamada al nuevo destinatario, eso era inusual dado que siempre conversaban por Instagram pese a que llevaban días sin hacerlo—. Ponte guapo, le estoy marcando a la luz de tus ojos.

—Pero si ya Jeremy se siente bonito...

Katsiaryna arrugó la frente y sin motivo recordó que ese chico era un amor; se golpeó por pensar en eso. Luego de un par de segundos el rostro de una muchacha de cabello castaño, facciones delicadas, piel pálida, bolsas bajo los ojos y mirada perdida en la nada, apareció tras el cristal de la pantalla. Kats se alarmó al ver el terrible aspecto de su prima.

—¡Sophie! ¡Hola! —Carmichael exclamó sonriente agitando su mano varias veces—. Perdón por no devolver tus llamadas, pero estaba en el agua. El evento Roxy del que te hablé es en pocos días y es espantoso todo, siento que voy a vomitar.

La muchacha sonrió del otro lado al ver la preocupación de Kats achicarle los ojos.

—Descuida debí suponérmelo. Ya sabes como soy, nunca me acostumbro al cambio de horario. Son ocho horas las que Australia nos lleva por delante —Sophie Cantwell admitió mostrando una débil sonrisa y dejando escapar un corto bostezo—. Quería hablar contigo porque te extraño, iré en unas semanas con Fabrizio para verte patear traseros.

¿Acaso escuchó decir ocho horas de diferencia? Kats arrugó la frente, pero decidió ignorar el asunto. Había algo raro en ella.

—Y yo a ti, ¿pero sabes quién también te extraña? —la surfista giró la cámara y enfocó a un Jeremy rascándose la nariz, dejó de hacerlo al prestar atención el rostro angelical de su novia.

—¡Jeremyyyyyy! ¡Oh cielos esto no esperaba! —le brillaron los ojos, se le quebró la voz y echó hacia atrás los mechones de cabello despeinado que le caían en la frente—. ¡No! Yo no quería seguir llorando.

Kats se enterneció por esa espontánea reacción, se daba cuenta de lo enamorada que estaba pese a las trabas de su familia. Así que reflexionar en la conmovedora escena la llevó a preguntarse en silencio: ¿algún día ella encontraría el amor como Sophie?

—No llores pequeñita, falta muy poco para que estemos juntos —el australiano pausó y deseó quitarle las lágrimas de los ojos, pero era imposible debido a que los separaban dos continentes y tres océanos.

—Te extraño tanto... ¿Cómo estás? —preguntó del otro lado de la línea. Como Grayson hablaba muy poco con ella, Kats sintió que debía alejarse un poco para darles privacidad.

El viento empezó a hacerse más pesado, la tarde a trazar colores más brillantes y los chicos de Solar Blue a empezar a invadir la playa como si fuese suya. Pero en un intento por huir, Katsiaryna se tropezó con Jack.

—Me encanta que me acoses así… —el mayor de los Hemmings le susurró tomándola con fuerza del brazo derecho arrodillándose en la arena.

Empezaba a sospechar que empezaba a tener un fetiche con ese hombre y viceversa.

—Pero miren a quien tenemos aquí… —Jack clavó la tabla en la arena para deshacerse de su franelilla blanca. Sus facciones de hombre se le enmarcaban más cuando tensaba la mandíbula y el pecho le jadeaba sin control.

—Déjame en paz.

—Vamos Kats, deja de fingir que entre nosotros no pasó nada —se puso en cuclillas quedando frente a ella.

—No pasó nada —aseveró enmarcando una ceja enroscándose un mechón de cabello.

—Cree lo que quieras, por eso mi familia no te toma en serio ni nunca lo hará. Pero cuando quiero algo, lo consigo sin importar qué —alegó por última vez atándose el cabello a una cola alta.

—Suerte con eso —murmuró viendo la espalda del mayor de los Hemmings sumergirse en el agua, mientras veía las olas hacerse cada vez más y más grandes por el cambio en la marea. Volcó su atención en Jeremy que se proyectaba feliz mientras conversaba, y se preguntó porque actuaba de forma tan extraña si ella nunca le había dado motivos para desconfiar.

Y aunque no lo admitiera en el fondo le dolía que confiara más en Sophie que en ella. Por eso escuchó la conversación.

—Muy bien, esta semana pensé mucho en ti. En clase de historia repasamos las conquistas del reino babilonio, ¿sabes que Babilonia lleva su nombre por la Torre de Babel? ¿Sabías que Babel significa “confusión”? El lugar donde Dios se encargó de mezclar los idiomas —Grayson observó a su novia prestándole atención. Mientras que ella deseaba traspasar la pantalla de cristal y pellizcarle el moflete. Odiaba la distancia, odiaba la vida, odiaba el estrellado final que pronto tendría su historia—. Es irónico, porque para mí las Montañas Azules de Sídney son nuestra Babilonia. Allí te conocí y lograste confundirme tanto que llegué a la conclusión que tú eres y siempre serás mi Babilonia.

—Entonces fue bonito confundirnos porque estoy segura que, en otra vida, seguirás siendo mi Babilonia también —Cantwell guardó silencio y le detalló el rostro. Le sacó la fotografía perfecta para guardarla en el álbum de su tumba.

La canadiense no sabía si lo que corrían por sus mejillas eran lágrimas o solo la lluvia que resbalaba por el cristal de su ventana. Pensar aquello, provocó que un enorme nudo se le formará en la garganta al recordar el momento en que ambos se conocieron, eso hizo sentirla como mala persona. ¡Sophie sufría muchísimo por Jeremy! Le estaba ocultando la verdad al chico que le había mostrado todo sin tener que recurrir a las mentiras.

—Pase lo que pase nunca olvides lo mucho que te quiero porque quiero verte ser feliz —expuso entre sollozos, el corazón de Kats empezó a latir a la distancia mientras se ponía en pie—. Sé feliz y enamórate un millón de veces de la misma persona si es necesario.

—¿Te volviste loca?

—Tal vez, Hardin —carraspeó haciendo que la nariz le sangrara un poco, con un pañuelo ocultó el líquido—. Perdón, tengo un cuadro viral.

—Sabes que no me gusta que me llames así —pausó y estiró las piernas sobre la arena, el estómago empezaba a rugirle.

—¿Por qué Kats si puede hacerlo? Eso no es justo Grayson —bromeó para luego bostezar por culpa de los somníferos que ingería.

—Es que ella es especial, y no digo que tú no lo seas cielo, pero con ella las cosas son muy diferentes. Es mi segunda hermana.

—Si no fuera mi prima la mataría.

—Entiende que solo te quiero a ti, Sofía —aclaró comiéndose a la chica con la mirada. No dijo nada más.

—Buenas noches Jeremy, por favor no me olvides.

¿Por qué se despedía?

—Eres lo mejor que me pasó en la vida. ¿Cómo demonios pretendes que te olvide? —Grayson le preguntó volviéndose loco.

—El tiempo se agota y no vuelve a darte segundas oportunidades... —se colocó la mano en la mejilla dejando a la vista sus enormes pestañas.

—Sophie… —la interrumpió susurrando su nombre y como respuesta abrió los ojos de par en par prestando atención al llamado—. Te amo tres millones.

Quiso echarse a llorar al entender esa referencia y no poder contarle lo que la estaba matando de a poco. Cantwell no era fan de los comics de Marvel a diferencia de su novio, pero si se metió de lleno en el UCM  porque sentía que las películas le contaban todo lo que necesitaba saber.

—Love you 3000 —le respondió la misma frase sintiendo eso como un adiós y no un hasta luego. Sus miradas hablaron por unos segundos hasta que una estruendosa voz rompió la burbuja.

—¡Jeremy Hardin Grayson, ven aquí! —Katherine Carmichael exclamó desde el muelle para darles a los alumnos el kit de surf, interrumpiendo la conversación de los enamorados.

Las mejillas se le tiñeron de amapolas.

—Vuelvo enseguida, no cuelgues —finalizó lanzándole un beso a la pantalla y le devolvió el celular a Katsiaryna que se veía aterrada. Pese a que se había alejado un par de metros escuchó todo.

—¿Estás bien? Te ves muy escuálida y demacrada —Carmichael musitó—, ¿está todo bien?

Cantwell negó con la cabeza y echó el lacio cabello hacia atrás.

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