Sinopsis
La manera en que las personas razonan y pueden llegar a pensar en cómo es posible mantener el pensamiento que tienen sobre ellos, no tiene límites. No les importa nada, con tal de que su imagen y la de sus seres queridos no queden manchadas. Es inconcebible que la verdad quede en el olvido, que uno de los valiosos valores para un ser humano no signifique nada. Que solo sea una palabra de seis letras. Por supuesto que a las personas que no están en el círculo de los sin remordimiento, no les es posible dormir o vivir con tranquilidad y se preguntan cada día, ¿Cómo es posible que ellos sí puedan? Caminar por el vecindario y que se acerquen a dar las condolencias, sin saber si son sinceras o hay fingimiento de por medio, para no quedar como un idiota sin sentimientos. También están los que cuestionan si realmente te sientes una mierda, simplemente por el hecho de no tener el rostro sin una señal de haber estado sufriendo por la pérdida. Cuando es todo lo contrario. Mis padres dicen que es mejor no decir nada más que: estoy bien...
Capítulo 1 - Marionetas y marionetistas.
Un mundo perfecto, con reglas estrictas y personas mirando al frente sin importar si pisan cristales rotos. Tienen la seguridad en sus pasos, mirada y en las palabras que salen de sus bocas. Son personas casi perfectas. Las marionetas son perfectas, aunque todo depende de quien las manipule. En la secundaria veía muchas marionetas, y debatía si una vida así era la misma, si cada marioneta tenía unas manos con diferentes intenciones. No hablaba con esas marionetas, tal vez no tenían permitido mover sus extremidades por sí solos o abrir el cierre de su boca. Se sentaban en ese frío e incómodo asiento y miraban al frente. Casi parecía que el marionetista le susurraba no perder la concentración y ocultar sus emociones. ¿Cuál sería el castigo para la marioneta, si fuese el caso de que perdiera la concentración y diera un vistazo a su alrededor como los demás? Sentía curiosidad. Entendía que la perfección es inalcanzable, y hay personas que se encaprichan, casi sacrificando algo o muchas cosas para llegar al peldaño. Pero, ¿vale la pena el sacrificio de ser perfecto? ¿No hay consecuencias que afrontar luego de bajar del primer lugar? Quisiera preguntar, pero no conozco ninguna marioneta que pueda hablar, o haya llegado al cielo.
━ ¿Así es como veías a tu hermano, Margo? ━ la psicóloga O`Connell aún veía la hoja, pero Margo miraba las calles por la ventana ━ Toma asiento, Margo, aun la sesión no ha terminado.
━ No veía a mi hermano de esa manera, al menos no al principio. Creía que el término no aplicaba para él…
━ ¿Cuándo supiste que Samuel sí aplicaba para el término? ━ retiró sus lentes de marco grueso negro, y lo dejó sobre la mesa de centro, junto al papel.
━ Cuando comenzó a dejar de contestar mis llamadas.
━ Dejar de hacerlo puede ser comprensible, quizás las clases eran complicadas y debía priorizar.
━ Samuel me prometió que siempre entenderías mis llamadas.
━ ¿Cuándo hizo esa promesa, Margo? ━ O`Connell sintió curiosidad, pues era un tema que Margo evitaba. No era un bloqueo como pensó al principio. Margo volteó a verla, y se acercó, sentándose al frente en el sofá.
━ Cuando decidí que era mejor irme con mi tía Adelaida. Mi padre fue, me llevó al aeropuerto, y me entregó una carta. Luego de que se despidiera me dijo que la abriera cuando estuviese dentro del avión, y que perdonara a Samuel por no acompañarme. No sentí enojo ni molestia, entendía que mi hermano nunca fue bueno para las despedidas, era muy sentimental ━ Margo golpeaba con la punta de su zapatilla izquierda el suelo, y jugaba con la liga en su muñeca derecha. Recordar ese momento, sobre todo lo que vendría luego de la pausa ━. Respire hondo y avance. Pero escuché la voz de Samuel, al principio su silueta era pequeña, y luego comenzaba a verlo más cercano. Sí había venido, aunque aborrecía las despedidas, y por más que debía estar en casa estudiando para un examen importante de la universidad.
━ Fue la última vez que lo viste y abrazaste.
━ Si hubiese sabido que esa sería la última vez, no me hubiera ido.
Ella hubiera soportado todo con tal de estar cerca de su hermano, si hubiera sabido lo que pasaría en el futuro.
━ No has llorado.
Margo miró a la psicóloga O`Connell con confusión.
━ A diferencia de otras veces, cuando hablabas de Samuel, o algún tema relacionado con él, llorabas.
━ Que no llore no significa que no me duela su pérdida, aún no siento que estoy lista. Si yo no me hubiera ido, tal vez yo… Tal vez…
━ No sabes qué ha pasado para que él tome esa decisión, Morgan. Tú…
━ ¡No soy Morgan, soy Margo! ━ la mirada de Margo reflejaba tristeza, y si alguien veía con detenimiento sus ojos, podría ver que se acumulaban las lágrimas. Morgan era su nombre, el nombre que eligieron sus padres para ella, más específico, su madre, y Margo era, como su hermano le decía. La señora O’Connell accedió a llamarla así durante las sesiones.
━ Margo, ten ━ sacó un pañuelo, de la caja que estaba en la mesa de noche, y Margo lo aceptó, secando sus lágrimas.
Ella tenía razón, aún no superó la muerte de su hermano.
━ ¿Necesitas unos minutos para tranquilizarte?
━ Estoy bien, podemos continuar ━ sus ojos ligeramente rojos, al igual que su nariz, y decía que estaba bien. Claramente, mentía, y era evidente que necesitaba esos minutos.
━ Podemos hablar sobre lo que desees, no haré más preguntas. Este es tu espacio seguro, ¿de acuerdo? Afrontar, aceptar y seguir adelante no es algo que pase de la noche a la mañana. De hecho, no hay un tiempo exacto. Una persona puede fingir que todo está bien, pero aún siente que no ha pasado página.
━ Duele mucho. Mi habitación está junto a la de él, veo su puerta cerrada y recuerdo que siempre estuvo abierta. Ya no está el cartel de: No entrar. Las fotos en la sala, en las paredes y su bici en el garaje, todo ya no está. Es como si nunca hubiese existido. No se hacía mención de su nombre, sus amigos también se fueron. En el único lugar en el que puedo ver su rostro es en el muro de la universidad, junto a los demás estudiantes.
La psicóloga O`Connell entendía qué se estaba pasando de página de manera abrupta, y no era esa opción correcta, pues se prestaba a malas interpretaciones. Tal como Margo lo estaba pensando. Fugazmente, el recuerdo de su hermano se había ido, y todos parecían ser seres insensibles.
La sesión finalizó. Tras una despedida y consejos por parte de la psicóloga, Margo salió de la oficina. Afuera estaba su padre, vistiendo unos pantalones marrón oscuro, camisa blanca y saco negro, casi hasta las rodillas.
━ Cariño, ¿qué tal estuvo la sesión de hoy? ━ preguntó el padre de Margo, luego de levantarse del asiento, en la sala de espera.
━ Normal, papá. ¿Esperaste mucho?
━ Llegue hace unos minutos. Vengo de la oficina, por suerte no hubo complicaciones con el caso de los Johnson.
Mentira. No solo no hubo complicaciones, sino que tampoco estuvo en la oficina. Hoy era domingo, día no laborable.
━ ¿Vamos por un chocolate caliente?
━ ¿Podemos dejarlo para otra ocasión? Necesito descansar, papá.
Su padre se limitó a asentir, no hacer preguntas y salir en silencio del edificio. Por suerte estaban en el piso cuatro, así que usar las escaleras estaba permitido.
Cuando estaban en el auto, en camino a casa, en silencio, Margo dedicó su atención a las calles. Veía autos rojos, de distintas tonalidades, casa de color blanco en su mayoría y hermosos jardines, que tal vez ocupaban la mayoría del tiempo en el mantenimiento. Con Samuel solían debatir que era preferible tener un jardín pequeño, pero con hermosas plantas y flores, lo suficiente como para hacer de la jardinería un buen pasatiempo. Margo amaba esos momentos con su hermano mayor.
━ Tu madre vendrá tarde a casa, así que podemos pedir pizza… ¿Te gustaría o prefieres otra opción para almorzar?
━ Todo menos la que contiene piña.
La pizza de piña era la favorita de Samuel.
El camino continuó, hasta que llegaron a casa, y Margo esperó a que el auto estuviera correctamente estacionado para bajar. Necesitaba acostarse.
━ Pediré dos americanas, ¿sí? ━ Margo asintió antes de subir a su habitación, pero fue antes de que su padre continuara hablando ━. También pediré Pepperoni rolls.
Tan pronto entró Margo a su habitación, cerró la puerta y agarró su celular, el cual estaba encima de su escritorio, y se acostó en su cama. No tenía mensajes ni llamadas perdidas. Revisó si tenía el wifi activado, pero no estaba encendido. En pocos segundos los mensajes de WhatsApp comenzaron a llegar, y algunas notificaciones más. Debby y Ryan eran los que principalmente le escribían, al fin y al cabo eran sus mejores amigos. Se conocieron a comienzos de sus primeros días en el vecindario, casi por error la correspondencia de Debby y Ryan llegaba a la casa de Margo. Y por esa equivocación se conocieron.
Los mensajes eran algunos preguntando si estaba bien, o tal vez si podían visitarla, también le hacían la invitación a su casa, pues tenían algo importante que mostrarle.
¿Sentía curiosidad? Demasiado. Y más cuando solo le dieron una pista.
LIBRO ROJO