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Capítulo 2

Un día estaban esperando que su padre volviera de una misión, en cambio recibieron un puto cajón...

Su madre entró de luto, fue un mar de lágrimas durante días.

Hubo que tolerar la procesión de personas en el pueblo a las afueras de Roma dónde vivía y ella...

Adriana estaba impactada era decir poco. Ella amaba con pasión a su padre, era su héroe y también el sostén de esa familia.

No sabía que iba a ser de ellas y eso la aterrorizaba...

Pero hay una frase que dice que no le preguntes al cielo que puede ser peor que esto, o algo así...Y eso le pasó a ella. Y a su familia.

Cuando vió llegar a Dante a dar sus condolencias primero se emocionó. Por no decir que mojó sus bragas. Cada vez que lo veía se tenía que ir al baño a masturbar. No le pasaba con nadie, de hecho ningún chico de su edad le gustaba.

Después lo empezó a ver más seguido por su casa, lo cual por un lado la llenaba de alegría pero por el otro le empezó a parecer un poco extraño y confuso .Hasta que un día se sentó junto con su madre y ella, y les dijo que le había prometido a su padre que las cuidaría. Así, sin más...En el momento, en su inocencia, ella pensó que el estaría como un satélite en sus vidas...bueno de hecho así fue pero no como ella esperaba.

Poco tiempo después se casaron, él con su madre Catalina, en una ceremonia íntima...su madre ya había guardado un tiempo prudente de luto y para su horror por las noches los oía gemir. Aún así ella cerraba los ojos y se imaginaba que era ella gimiendo de placer y no su madre, y se tocaba.

La vida, a Adriana no le sonreía...se le cagaba de risa en su propia cara literalmente...

Su primer amor y su madre allí, cogiendo a dos metros de su dormitorio. De no creer realmente.

Cuando se lo imaginaba con ella, soñaba que estaba lamiendo sus pequeños pechos, que comía su vagina y luego se tocaba ...de hecho un día se estaba tocando y el abrió la puerta de su cuarto. Para completo horror de ambos.

Nunca lo había visto tan avergonzado.

Adriana para ese entonces ya tenía 15 por cumplir 16 años pero no se había desarrollado.

A duras penas alcanzaba el metro 50 y pesaba 40 kilos y sus tetitas daban lástima.

Ella ya presentía en ese momento, que su físico no iba a cambiar demasiado ... seguramente siempre parecería una niña insegura y temerosa. La "rara". Ya a esa altura del partido no le importaba, solo quería tener a Dante, soñaba con eso día y noche. Le costaba hasta estudiar a veces y se distraía pensando en él.

Dante la trataba con suma cautela como si fuera a romperse...y ella quería que le rompa la vagina contra una puerta. Que agarrara su pequeño cuerpo, lo alzara y atravesarla con ese miembro de ensueño que había visto esa vez, grande, largo, ancho, venoso...incluso en reposo parecía enorme.

Pero lo que en un principio parecía ser mutuo consuelo parecía estar transformándose en mutuo amor para completo calvario de Adriana, que podía ver las miradas entre su madre y Dante. Seguro que esos dos se tenían desde antes ganas.

Pasó el tiempo, un año masomenos que pese a la incomodidad de tener a Dante tan cerca pero tan lejos a la vez las cosas parecían haberse estabilizado un poco y lograron una rutina. Por lo menos lo tendría cerca y tarde o temprano ella crecería.

Entonces pasó lo peor.

Su madre falleció repentinamente. Murió de un momento para el otro, dejándola sin ningún familiar directo vivo.

Adriana entristeció claro, pero otra parte de ella estaba exultante pues por fin tendría para ella sola a Dante.

Luego del sepelio, las condolencias, y el entierro.Adriana aprovechó esa misma noche .

Entró a su cuarto con ojos llorosos.

— ¿Puedo acostarme contigo? — le dijo simulando aún más pena de la que tenía.

— Claro que sí niña...

Se lo veía hundido, aunque seguía tan atractivo como siempre.

Ella se metió con su camisolin dentro de su cama.

Y dejó que él la abrazara.

Pero cuando estaba dormido, llevó una mano a su entrepierna y comenzó a acariciarlo.

Bajó su pantalón y vió su increíble pene, moría de ganas de probarlo era tan inmenso como recordaba, su mano apenas si lo rodeaba.

Él no parecía darse cuenta así que continuó y lo llevó a su boca. Apenas entraba su cabeza.

Cuando sintió su leche caliente se sintió orgullosa, la primer mamada que le hacía a Dante. Pero unos gritos la sacaron momentáneamente de su momento de gozo.

— ¿ Que haces niña, te has vuelto completamente loca ??? — el despertó y estaba furioso.

— Yo...yo puedo darte lo que te daba mamá — se atrevió a decir Adriana en un completo acto de valentía.

— ¿ Pero que te pasa? — Le dijo enfurecido y sacudiendola por los brazos — Yo soy un hombre, tú eres una niña, mí hijastra por amor de Dios — le espetó.

Ella se levantó enojada de la cama, puso los brazos en jarra.

— ¡Tu y yo no somos nada!!! — le gritó ella con pedantería.

— Pues para tu información soy tu tutor legal y dependes de mí, puedo hacer contigo lo que me plazca — le respondió él con una voz que años luego, sabría que deberían haberla hecho temer.

Ella se sacó el camisolin por la cabeza revelando su cuerpo pequeño.

—¡ Entonces tómame maldita sea!

Para su completo bochorno, el comenzó a reír

— Si sacaramos el hecho de nuestro parentesco y la edad, ¿ te viste últimamente al espejo? Ni tetas tienes. Pareces de diez años por amor de Dios. ¡Ya mismo vístete y ve a tu habitación! — le gritó esto último enojadisimo.

Ella tomó su camisolin, lo poco de dignidad que le quedaba y partió...sin saber que todavía venia lo peor.

Luego de eso, no pasaron ni un par de días, que él le dijo de armar su valija.

— ¿ Nos vamos a mudar? — desde el episodio de la mamada apenas le hablaba o dirigía la palabra o vista.

— Tú solo arma tu puta valija maldita niña — eso le dolió un poco. Sintió que la estaba tratando como un estorbo. Justo ella que lo amaba y lo único que quería era hacerlo feliz.

Pero bueno, le hizo caso, ¿qué otra opción le quedaba?

Pero nunca, jamás de los jamases imaginó que él haría eso.

Lloró, pataleó, suplicó, se puso de rodillas y hasta se aferró fuerte a su pantalón. Pero nada de lo que hizo o dijo importó.

Esa mismo día la metieron en un internado y por al menos dos años no volvió a ver a Dante.

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