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Ariel había dormido toda la noche y tenia mucho vigor, estaba llena de fuerza.
No pudo evitar suspirar. Ella no quiso enfermarse porque sufre mucho.
Hoy comenzaba clases, y no podía quedarse. Tenia que regresar para reportarse en la escuela.
Bajo las escaleras, encontrándose con Charlie desayunando en la mesa del comedor.
Sostenía un cuchillo y un tenedor en la mano. Y en su muñeca se revelaba un hermoso reloj.
Cada movimiento que hacia con la mano era elegante, como si hubiera nacido con ese don.
Charlie todavía no se vestía su camisa blanca y chaqueta, lo cual revelaba lo bien que estaba su cuerpo.
Tenia una proporción estándar, hombros anchos y caderas estrechas. Un cuerpo ejemplar.
Si no fuera por la mitad de su rostro que estaba desfigurada, seria un popular amante, el príncipe azul, un afrodisiaco ambulante.
Ella pensó que este hombre era muy viejo, pero podría ser su padre. Pero en realidad solo tenia veintiocho años.
Comparándolo con Marco, que si era mayor de edad, Charlie era un jovencito.
Aun así, ella era diez años menor que el.
¡Diez años... es una diferencia muy grande!
Espero que no tengamos mucha diferencia al hablar. Y pueda mantenerse al día con los temas de conversación. Si no es así, ¡Seria muy aburrido vivir juntos!
Ella se sentó a su lado y le dijo: "Hoy empiezo las clases y volveré a la escuela. Las reglas de la escuela son que tengo que vivir dentro de ella, así que no puedo quedarme aquí".
Ella estaba muy agradecida que existiera tal regla. ¡Quería darle mil besos al que invento las reglas de la escuela!
"Recuerda volver los fines de semana. Tenemos que hacer que nuestros sentimientos crezcan, ¿es que no quieres tratar de superar tus miedos? Eso requiere de mucha practica".
Charlie sabia bien lo que ella hacia, y no iba a dejar que se fuera fácilmente.
Tenerla en mi vida seria muy interesante.
Ariel tenia la mente en blanco y no dijo una palabra.
Fue ella misma quien había hablado de mas. Diciendo que quería superar sus miedos. ¡Pero la realidad era hacer ejercicios de terror cada semana!
Ella quiso llorar. Tenia la cabeza agachada y sin fuerzas para comerse toda la comida.
Tenia que presentarse a la escuela por la mañana y por la tarde regresaría a casa.
Ya llevaba un día y dos noches que salió de su casa, y no sabia si ellos estaban preocupados.
Se paro delante de la puerta a punto de entrar y de repente escucho desde adentro la conversación de María y Sophia.
"Miren a nuestra Sophia lo bien que se ve. ¿Cómo podría tan bella persona casarse con ese de la familia Santos? Tan viejo y quiere tener a Sophia tierna, incluso teniendo un gran negocio, es imposible que Charlie lo herede. El mayor de la familia Santos heredo la herencia esta mañana. Solo tienes que ganarte el corazón de su hijo, casarte con el, y así nuestra familia tendrá un futuro muy brillante".
"Mama, si es así, ¿mi posición en la familia en la familia seria mas baja que la descarada de Ariel por toda la vida?"
Sophia lo dijo de mala manera.
"¿Ah? ¿Crees que Ariel pueda casarse con alguien de esa familia adinerada? Todavía le faltan dos años para poder casarse. Tal vez el pervertido de Charlie solo este jugando con ella. ¿Qué te interesa sobre las posiciones en la familia? Solo tienes que casarte con uno de ellos y ser esposa del futuro presidente de la familia Santos. Es toda una maestría. Incluso si su posición es mayor que la tuya, ¿no estas presionándola por todos lados?"
"Eso es verdad, mama. Definitivamente desahogare tu enojo. Una chica que se apellide Rosas también es digna de casarse. Mama, no te preocupes. La dejare en el piso. Hare que ese animal se arrepienta..."
El corazón de Ariel se detuvo al escucharlas hablar.
Ariel trataba a Sophia como tuviera la misma madre, pero en su interior sabia que no lo era.
Ella era adoptada y nunca pudo ver a su madre biológica.
Escucho a Joey decir que cuando nació, su madre se les acerco para pedirles dinero, o le dacia a los medios que su padre tenia una amante.
Por el bien de la familia Rosas, Joey le dio el dinero para que no dijera nada.
Después de aquello, Joey puso toda su ira sobre ella.
Desde pequeña, ella era la que menos querían.
La ropa, los juguetes, las mochilas que no quería Sophia se lo daban a ella.
Su padre también odiaba a su madre. Se creía muy poderosa y lo trataba indiferente.
Por eso en el momento de la crisis familiar de los Rosas, no entregaron a Sophia, sino la recién adulta de Ariel.
Ariel había desaparecido por mucho tiempo, y regreso pensando que estaban preocupados. Pero ahora sabia que regreso por gusto.
Soltó su mano, y mirando la puerta, se alejo con la cabeza agachada. No veía los coches que pasaban en la calle.
"Señor, es la señorita Ariel"., dijo el secretario. "La señorita Rosas parecía estar muy triste y se veía con vergüenza de regresar a su casa. ¿Qué es lo que habrá pasado?"
Charlie se sintió un poco molesto. Planeaba visitarlos para discutir sobre su compromiso, pero no esperaba encontrarse con Ariel saliendo de su casa con la cabeza inclinada.
Ella estaba herida... y también se sentía solitaria, como una pequeña presa lamiéndose sus heridas.
"Adviértele a la familia Rosas que no pueden ofender a ninguna mujer de la familia Santos. Hoy puedo ayudarlos a salir de su crisis, y también podría mañana hacerles la vida imposible"
Charlie cerro los ojos diciéndolo con frialdad.
El secretario supo que el señor la iba a proteger a toda costa.
Ariel fue a una pastelería.
Había que comer dulces cuando uno esta triste.
Pidió varios pedazos de tiramisú y se los comió con alegría.
Charlie la vio a través de la ventana y no pudo evitar reírse.
Pensó que lloraría de tristeza, pero se puso mejor al instante. Ella era un mar de emociones.
Un niño se tropezó con Charlie cuando estaba a punto de marcharse.
El niño miro hacia arriba y vio su rostro, cayo al suelo asustado y comenzó a llorar.
Su llanto era tan fuerte que llamo la atención de los clientes, y también de Ariel.