Capítulo 7
Paula no pudo pegar ojo pensando en el mal rato que le iba a echar su profesor al día siguiente. Miró por la ventana y vio que Tamara acababa de entrar para despedirse del cantante con el que había intercambiado besos.
- ¡Esperemos que a ella también le echen la bronca! - murmuró.
Robson se metió en su habitación y pensó en su propio comportamiento, pero no podía dejar que Paula y Tamara se libraran de lo que estaban allí para hacer. Había guardado sus contactos en su WhatsApp, así que fue a ver sus estados y vio las preciosas fotos de Paula disfrutando felizmente de la velada con su amiga. Después de enfurruñarse de celos, consiguió dormir. A las 7 de la mañana, Tamara le esperaba en la mesa del desayuno y él sabía que probablemente le echaría la bronca por lo de anoche, sobre todo porque Paula había dicho que ya había tenido un adelanto de lo que les esperaba.
- ¿Dónde está Paula, por qué no ha bajado todavía? - preguntó mirando a la puerta esperando a que se reuniera con ellos.
- He pasado por su habitación y mi amiga no parece estar muy bien, por favor, profesor, no discuta con nosotras. Le prometemos que no volveremos a beber así mientras estemos aquí por negocios.
- Así que pretende faltar un día al trabajo por culpa de la resaca, ¿es eso? - preguntó arrugando la frente, reflejando la tensión que había aumentado.
Tamara seguía nerviosa y se limitó a asentir.
- Bien, ¡vamos a desayunar! - Robson no quiso prolongar la conversación.
En cuanto los dos terminaron, Robson condujo con Tamara hasta el lugar de la fundación y le abrió la puerta del coche, y antes de que subieran...
- No sé qué pensáis Paula y tú de este viaje, pero no estamos aquí de vacaciones. Así que aseguraos de mantener la mente en lo importante, porque la próxima vez que decidáis tomar una copa, ¡estaréis recuperándoos de la resaca en un avión de vuelta a casa!
- Sí, señor. - contestó Tamara, con los ojos muy abiertos, pues el profesor siempre le había parecido muy tranquilo y en aquel momento parecía tan furioso como siempre.
Los dos entraron, y él permaneció en la habitación con ella, guiando y asistiendo a la profesional que la acompañaba a sus citas, pero no dejaba de mirar ansiosamente su reloj.
- Doctor Andrew, le ruego que continúe guiando a Tamara esta mañana, necesito resolver algo.
Asintió mientras los dos observaban a Tamara hablando con dos niños pacientes de la fundación.
Robson decidió volver al hotel para ver cómo estaba la bella durmiente después de su borrachera. Llamó a la puerta de la habitación, pero no se abrió. Preocupado por si había ocurrido algo, entró sin anunciarse.
Oyó encenderse el interruptor de la ducha y no pudo resistir el impulso de echar un vistazo. Paula se estaba dando una deliciosa ducha y él pudo ver toda la silueta de su cuerpo desnudo a través de la ducha, notando la rigidez de sus p*z*n*s salientes, que le dejaron relamiéndose los labios y apretándose los pantalones.
Su deseo era invadir aquellas aguas y darle horas de placer. Se dio cuenta por el movimiento que su ducha ya estaba terminando, así que se alejó lo más rápido que pudo. Dando tiempo a Paula para que se vistiera, anunció que estaba allí.
- Profesor, ¡creía que estaba supervisando a Tamara! - dijo ella, en tono sobresaltado.
- Lo estaba, pero me tomé un descanso para venir a ver cómo estabas.
- Me da mucha vergüenza, profesor, pero no suelo tomar bebidas calientes, y me ha dado un poco de náuseas y me duele la cabeza. ¡Pero juro por Dios que voy a ponerme al día con todo mi trabajo!
- Tamara y tú pensáis que estáis en un viaje de placer, ¡pero quiero recordaros que vuestro rendimiento determinará si aprobáis o suspendéis!
- Profesor Robson, voy a lograr mi objetivo. ¡No pienso renunciar a mi beca por nada del mundo!
- ¡Así que no vuelvas a salir de fiesta mientras estés a mi cargo! - dijo, apretando los labios con frustración.
- ¿Le dijiste lo mismo a Tamara?
- Por supuesto Paula, ¿por qué lo preguntas? - preguntó sorprendido.
- ¡Porque a veces pareces sentir un placer especial al castigarme!
Robson asimiló aquella información con incomodidad, observando la belleza de aquella joven mojada que sólo vestía una bata blanca, mientras gotas de su cabello húmedo corrían por su cuello y llegaban al centro de sus pechos...
Sonríe.
- ¿Y por qué crees que mi regañina es especialmente para ti? ¡Quizá sea por tus malas notas o porque eres la única que no ha ido a trabajar esta mañana! - replicó.
Paula sabía que estaba jugando con ella y, por supuesto, pudo comprobar que sus pantalones tenían un enorme bulto, así como sus miradas hacia sus partes más íntimas.
También le gustaría señalar que ya sabía que el móvil había sido un regalo de él y seguramente con intenciones sexuales, pero a Paula no le convendría despertar aún más su ira, podría mandarla de vuelta a casa y conseguir que la suspendieran de curso y tal vez incluso le retiraran la beca y eso pondría en peligro todos sus sueños.
- Tiene razón, profesor, y no trataré de justificarlo más, no creo que pudiera llegar a tiempo para trabajar en la Fundación...
- Claro que no, ¡sigue descansando esta tarde y tendré una reunión de trabajo con profesores del campus de aquí!
Paula pensó que tendrían la tarde libre para pasear por la ciudad y tal vez comprar algo para llevar de recuerdo.
- Tamara llegará dentro de unas horas y quiero que las dos se reúnan y escriban un informe sobre el primer día de trabajo, ¡de al menos diez mil palabras según la ABNT (Asociación Brasileña de Normas Técnicas)!
Al oír estas palabras, Paula abrió mucho los ojos. Era difícil creer que pidiera tanto, que esperara que todo se cumpliera en una sola tarde. Como mínimo, era inevitable que Tamara se enfrentara al mismo castigo.
Robson se marchó a su reunión, Tamara llegó justo a tiempo para comer y Paula se apresuró a que los dos se dieran prisa con aquella comida, ya que tendrían que estar encerrados en aquella habitación toda la tarde y entregar aquel trabajo en un tiempo récord.
- Todo es culpa tuya Paula, ¿por qué demonios no te levantaste de esa cama y te fuiste a trabajar a pesar de que te estabas viniendo abajo?
- Ahora quieres echarme toda la culpa a mí, pero cuando estábamos en la fiesta y te dije que no estaba acostumbrada a beber, insististe. ¡Así que trata de tragarte tus sermones porque ya le he oído bastante!
- Lo único que sé es que me ha dejado fuera de esta historia y pagando una factura que no es mía, si quiere acostarse contigo, que se atreva a decirlo de una vez y no me metas en estas imbéciles vendettas...
Paula y ella, aunque estaban molestas la una con la otra, tenían que trabajar juntas para tener el trabajo terminado para cuando él regresara. Afortunadamente, lo consiguieron a costa de un gran esfuerzo y toda la tarde la dedicaron a esta tarea.
Robson pasó la tarde conociendo el campus de Los Ángeles, charlando e intercambiando algunas experiencias con los profesores de allí, pero de vez en cuando su mente vagaba de vuelta a Paula.
Nada más salir, miró la pantalla de su móvil y ya eran las siete de la tarde y también se dio cuenta de los numerosos mensajes y llamadas que Sheila le había hecho. Así que, para evitar tener que dar varias explicaciones, volvió a llamarla para hablar con ella y calmar sus nervios.
- Prometo estar más pendiente, ¿y cómo está nuestro hijo?
- Jonás está bien, pero no para de preguntar por ti, ¡no está acostumbrado a estar tanto tiempo lejos de ti! - expresó su descontento.
- Tienes que llenar su tiempo, amor, nuestro hijo es un niño inteligente y estoy segura de que si vuelcas su atención en otras cosas, mi ausencia parecerá mucho menor de lo que realmente es.
- Por supuesto, ¡lo haré! - Sheila aceptó, no muy entusiasmada.
Después de despedirse, volvió al hotel, se duchó, se cambió y envió un mensaje a Tamara diciendo que las dos debían esperarle en el restaurante para cenar.
Se reunieron allí y las dos jóvenes colocaron la memoria USB con el trabajo terminado sobre su escritorio.
- Muy bien, ahora sentaos. He estado en el campus universitario de aquí, ¡y han puesto su espacio a nuestra disposición para que podamos desarrollar nuestros proyectos también allí!
- ¡Sería estupendo! - exclamó Tamara.
Paula permaneció en completo silencio; tras terminar de cenar, le miró:
- ¿Puedo irme ya, profesor?
- No quiero que sigas actuando como si fuera tu padre, niña. ¡No lo soy! - replicó Robson, llevándose un vaso de vino a la boca.
Respiró hondo, presa de un intenso enfado, ya que él no se lo había confirmado, Paula se marchó sin más y no miró atrás, ni siquiera se despidió de Tamara.
- ¡No creo que haya sido buena idea traerla a este viaje!
- Por favor, profesor Robson, no se enfade con ella, sólo fue culpa mía que Paula bebiera y yo insistí en ello. - reveló su amiga.
- No lo digo sólo por lo que pasó anoche, Tamara.
- ¿Y qué? - preguntó ella.
- Hay ciertas cosas que no se deben decir y creo que lo mejor es que descanses, porque tendrás que madrugar otra vez, así que ¡que pases buena noche!
Tamara aceptó y se fue a su habitación, dejando a Robson concentrado. Estaba a punto de revelar que el comportamiento de Paula le afectaba personalmente.
En casa, Sheila no dejaba de mirar el teléfono y pensar en Robson. Nunca había tenido mucha amistad con Laura, la mujer de Eduardo, pero como trabajaba en la facultad quizá supiera algo de aquel viaje.
Así que decidió llamarla...
- Hola Laura, soy Sheila, la mujer de Robson.
- Sheila por supuesto, te recuerdo de la fiesta de confraternización del campus. - respondió ella.
- Me siento incómoda haciendo este tipo de preguntas, pero me temo que eres la única que puede ayudarme. Necesito saber qué estudiantes fueron seleccionados para ir a ese viaje a Los Ángeles con mi marido.
Laura permaneció en silencio, Sheila se había atrevido a llamar y quizás ya era consciente de que su marido estaba en compañía de dos bellas estudiantes y que una de ellas era muy descarada.
- ¿Laura? - insistió Sheila.
- Sí, sigo aquí, tu marido Robson ha ido a ver a sus alumnas Tamara y Paula, ¡ambas cursan el segundo semestre de fisioterapia!
- ¿Acompañando sólo a dos estudiantes? ¡Creía que iría al menos la mitad de la clase!
- No, Sheila, esta oportunidad siempre se había dado sólo a los estudiantes que habían sido seleccionados y propuestos por los profesores de la asignatura en cuestión.
Esta vez Sheila se quedó estupefacta; su marido había decidido llevarse sólo a dos chicas jóvenes.
- Sé lo que estás pensando, ¡pero Robson siempre ha sido un hombre muy serio y nunca hemos oído quejas sobre su comportamiento!
Laura sintió compasión por Sheila, ante la incertidumbre sobre el viaje de su marido. Como mujer casada, simpatizaba con ella... También sabía que Paula era una chica peligrosa.
- Sí, Laura, ¡mi marido siempre ha sido un hombre ejemplar! - reiteró Sheila.
- Este viaje pasará rápido y pronto todos estarán de vuelta y todo habrá terminado.
Las dos colgaron, Laura consideró los motivos de la llamada de Sheila y seguramente Robson le había dado alguna razón para tener el valor de hacer algo así. Entonces creó un perfil falso y envió a Paula una solicitud de amistad en su Instagram.
Pronto la joven, vanidosa de tener más seguidores, aceptó la solicitud sin saber quién estaba detrás ni sus intenciones. Laura pudo entonces acceder a las fotos de la chica y se dio cuenta de que todas habían recibido likes de Robson.
- ¡Esta putilla seguro que tiene una aventura con él o está a punto de tenerla! - Aferró con fuerza su teléfono móvil, sintiendo el calor de la ira palpitando por sus venas.
Sin embargo, pensó que sería mejor que Paula estuviera sentada sobre el marido de Sheila y no sobre el suyo.