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Capítulo 7

Juliet miró a su hija sin expresión alguna, mientras, Jayne la miraba en silencio.

—¿Mamá?

—Haré como que no escuché eso, Jayne. Ahora ve hacia el conde y sonríe felizmente.

—Mamá. No estás entendiendo.

—No, la que no está entendiendo eres tú, tienes que casarte con el conde de Warwick, Jayne. Y yo te lo estoy pidiendo amablemente, sabes que tu padre lo haría aún peor.

Jayne miró a su padre que hablaba con el conde, pero a la vez las miraba seriamente, sus ojos se desviaron y se encontraron con los de Christian mirándola también, medio sonrió recordando su plan. Así que respiró y miró a su madre.

No podía estropear sus planes de huida, sea como sea, no se casaría con el conde de todos modos.

—Está bien.

Sin discutir más, Jayne avanzó hacia el conde y su padre, sonriendo, como dijo su madre, el conde anunció su compromiso y dio la noticia de la boda en una semana. Christian estaba muy serio, pero él sabía que pronto estarían juntos y lejos de Inglaterra.

Dos días después, ya estaban en Londres, Jayne estaba preparando todo para huir con Christian y Amelia, esta última la ha estado visitando constantemente para darle recados de Christian o para mantenerla al tanto de sus planes.

—Lo único que me apena es dejar a mis hermanas pequeñas a merced de mi padre, sé que a ellas les hará lo mismo que a mí — dijo Amelia.

Estaban visitando algunas tiendas centrales de Londres, buscando algunas cosas íntimas que les harán falta durante el viaje.

—Tus hermanas aún son pequeñas para llevarlas contigo.

—Sí, y también serían una gran carga para Christian y Alex, lo mejor será esperar unos años, cuando estén más grandes y Alex esté en mejores condiciones.

—No puedo creer que tu padre sea tan cruel con ustedes — dijo Jayne.

—Es por eso, si llegase a saber que estoy enamorada de un simple sirviente, creo que a mí me enviaría lejos a casarme y a él lo mataría.

—¿Y tu madre?

—Ella huyó con otro, no soportó vivir junto a papá, y la entiendo, yo haré lo mismo — respondió Amelia —, luego de eso, se casó con la madre de mis hermanas menores, y ella murió, enfermó gravemente antes de dar a luz a su último hijo, que también murió.

Jayne no dijo nada más, era una situación algo crítica.

—¡Amelia! — ambas se giraron encontrando a la Srta. Katherine.

—¡Kate!

—Estaba de camino a tu residencia, desde que regresamos de Windsor no nos vemos — dijo Katherine.

—Es que he estado muy ocupada, ¿recuerdas a Lady Jayne?

—Claro, ¿cómo está? — dijo Kate sonriendo amablemente.

Jayne se preguntó si era normal que alguien sonriera tanto.

—Bien, gracias. ¿Y qué tal le va?

—La misma rutina diaria — volvió a sonreír Katherine al responder.

—¿Quieres acompañarnos? — preguntó Amelia —. Tengo muchas cosas que contarte.

Y por supuesto, había olvidado que la Srta. Katherine era la mejor amiga de Amelia, como ella lo era de Liviana, quien estaba feliz por saber de qué por fin sería feliz junto a Christian, pero había protestado por el hecho de que se iría muy lejos.

—Lo siento, milady — Jayne vio al hombre que le estaba hablando, Amelia y Katherine no se habían dado cuenta por estar tan metida en su conversación.

—¿Si?

—Lord Evans desea verla, me ha enviado a recogerla para llevarla a su residencia — Jayne sonrió, Christian quería verla.

—Por supuesto — dijo y le susurró a Amelia lo que pasaba, esta asintió frunciendo el ceño, no muy convencida, pero la dejó ir.

Jayne subió al carruaje que la llevaría junto a Christian. Cuando llegaron, Jayne arrugó el entrecejo, esa no era la residencia de Christian, sino la de su padre.

—Acompáñeme, Lord Evans, la espera dentro — volvió a decir el hombre y Jayne lo siguió.

Cuando estuvo dentro de la residencia fue guiada hasta una habitación, al entrar se llevó la sorpresa de encontrar a Lord Evans, pero no era Christian, sino su padre quien la esperaba.

—Lady Jayne, veo que estaba dispuesta a hablar conmigo, ya que ha venido muy rápido a mí — dijo lord Lewis Evans.

—No, fue una confusión, pensé que era…

—Mi hijo, claro — terminó él por ella.

—¿De qué quiere hablar usted conmigo? — preguntó Jayne sintiéndose amenazada por la mirada de Lewis.

—Puede tomar asiento, será rápido, pero sería muy mal educado que no la invitara a sentarse.

—No se preocupe, estoy bien.

—Como quiera — dijo y él se sentó en la silla detrás de su escritorio —. Lo que quiero decirle será rápido, y dependerá de su decisión.

—¿Mi decisión? No lo entiendo Lord Evans.

—Fácil, sé que mi hijo está planeando algo para que no se case con el conde de Warwick y poder él casarse con usted — Jayne se tensó cuando escuchó a Lewis, ¿cómo él podía saber eso? —. Le he dicho las consecuencias que podría traer eso, pero parece no escucharme, así que se lo diré a usted.

—¿Consecuencias?

—Exacto. Seré directo, sus padres están endeudados hasta el cuello.

—¿Qué?

—Es por eso que debe casarse con el conde de Warwick, es el único que está dispuesto a casarse con usted y pagar las deudas de sus padres.

—¿Mis padres están… arruinados? ¿Pero cómo pudo pasar?

—No debería de importarle eso, de todos modos, ya están arruinados, lo que debe de interesarle es que usted puede salvarlos casándose con el conde — dijo Lewis mirando cada reacción de Jayne —. Debe dejar que mi hijo se case con alguien que esté a su altura, sin deudas.

—Yo soy hija de duques, ¿qué más podría desear usted?

—Pero están arruinados, no podrían ofrecerle nada a mi hijo, al contrario, sería Christian quien tendría que ofrecerle a ellos.

Jayne miraba un punto fijo. ¿Por qué sus padres no le dijeron lo que estaba pasando? Querían que se casara con Jacob para poder salvarse de sus deudas.

—Yo…

—Piénselo, si no se casa con el conde y deja a mi hijo tranquilo, terminaré con lo poco que queda de sus queridos padres.

—No puede hacer eso… — dijo Jayne.

—Claro que puedo, tengo el poder para hacerlo. Imagine si reclamo lo que me pertenece o entrego a su padre a la cárcel de deudores. Sería un gran escándalo para el ducado, piense en sus hermanos, en su madre, toda la sociedad les daría la espalda.

Entonces Jayne cayó en cuenta de algo.

—Fue usted… — dijo Jayne mirándolo —… usted fue el culpable de que Christian me dejara hace cinco años — ni siquiera lo negó, lo que hizo que ella lo reafirmara, tantos años culpando a Christian y el culpable era su progenitor, solo le faltaba saber cómo pudo lograr que Christian lo obedeciera.

Ahora podía entender muchas más cosas, como por qué Christian quiere alejarse de Londres, y principalmente de su padre.

—Yo… tengo que irme.

Jayne salió de la residencia del padre de Christian, estaba sorprendida por la información que le acababa de decir lord Lewis, aún no podía creer que sus padres estuvieran endeudados, y lo peor de todo, es que podría afectar a sus hermanos, y no podía permitir eso.

Tenía que hablar con Christian urgentemente.

Cuando llegó a su residencia fue directo con su padre, quien estaba en su despacho como siempre.

—¿Por qué no me dijiste que estabas endeudado y que por eso tenía que casarme con el conde, papá?

—¿Cómo supiste eso? — preguntó Caleb levantándose de su lugar, Jayne pensó que no podía decirle la raíz de la información, porque si no descubriría todo.

—No importa, papá. Lo que no entiendo es porque no me lo contaron.

—No queríamos que nadie lo supera, ni tus hermanos, fue algo que debí detener hace años, pero no pude.

—Y ahora tengo que salvarlos yo casándome con el conde. ¡Esto es increíble papá! No quiero casarme con él.

—¿Qué? No puedes hacernos esto, Jayne, sin la ayuda de Jacob, estaría arruinado completamente, puedo hasta ir a la cárcel de deudores y el título estaría manchado completamente para tu hermano Logan. ¿Acaso quieres que tus hermanos paguen por mi error?

—No, claro que no, pero…

—Entonces debes casarte con el conde, darle un heredero y asegurar tu futuro como la condesa de Warwick — determinó Caleb dándole en su punto débil: Sus hermanos.

Ella amaba demasiado a sus hermanos para dejar que se hundan junto con su padre.

—Está bien, lo haré.

—Sé que lo harás, pero no le puedes decir a tus hermanos. Leonardo es otro que también está casi arruinado, lo perdió todo en el juego.

—¿Qué? ¿Leo está loco o qué? — Jayne estaba a punto de colapsar.

—Vino a mí pidiendo ayuda, pero se la negué alegando que estaba harto de pagar sus deudas, le prohibí contar con Logan, es el único cuerdo de nuestra familia, le dije que buscara una esposa con una dote suficientemente generosa para pagar sus deudas e invertir en algún negocio.

—¿Casarse? Leo odia esa palabra —dijo Jayne —. Y más después de lo que pasó con esa mujer.

—Pues que aprenda a amarla, por qué será lo único que lo salvará. Y respecto a esa mujer, lo aconsejé, pero no me escuchó y terminó con el corazón roto.

Tres días después, Jayne esperaba noticias de Christian, pero había recibido la noticia por Amelia de que los planes se habían retrasado, su padre lo había enviado a York, claro, lo había enviado lejos. Le había enviado cartas, pero ningunas fueron respondidas, no le quedaba otra que casarse con el conde y renunciar a ser feliz con Christian.

Puede que hasta se gane su odio por haberse casado con el conde y haber renunciado a él.

—Estás preciosa hija.

Pero Jayne no se veía así, aunque su vestido de novia estaba realmente hermoso. Estaba a pasos de ser la esposa de Jacob, y sabía que después de eso no habría vuelta atrás. Lo único que deseaba era ver a Christian una última vez.

—Excelencia, su esposo la busca — dijo Amelia llegando a la habitación de Jayne, Juliet salió dejándolas solas.

—¿Estás segura de querer casarte con mi padre?

—No, pero tengo que hacerlo.

—Christian podría ayudarte — dijo Amelia.

—He tratado de comunicarme con él, pero al parecer mis cartas no llegan — respondió Jayne.

—Su padre es un asno, jugar con la felicidad de su hijo así es… es...

—Jayne, vamos — su padre apareció deteniendo las palabras de Amelia.

Jayne suspiró hondo y se acercó a su padre, miró por última vez a Amelia y salió.

Cuando llegaron a la iglesia, Jayne tenía deseos de huir lejos, no quería casarse con Jacob porque sabía lo que vendría después. La iglesia estaba repleta, podía ver desde su posición al conde que la esperaba junto al vicario. Miró a su padre, que le había tendido su brazo.

—Papá… — suplicó ella.

—Ya no puedes echarte para atrás Jayne, solo un paso y nuestros problemas quedarán resueltos.

Jayne asintió y tomó el brazo de su padre, ambos avanzaron por el pasillo de la iglesia mientras todos la observaban, Jayne podía notar a cada invitado mirándola con una sonrisa en los labios, es como si todo el tiempo se hubiera detenido o estuviera pasando muy lentamente dándole el tiempo necesario para buscar una salvación.

Sus pensamientos eran más claros a medida que daba cada paso, acercándose a su futuro.

Cuando se está desesperado, solo se espera que alguien te salve, pero no era el caso de Jayne, nadie vendría a salvarla. La vida la estaba sometiendo a una continua prueba, y cada elección era más difícil que la anterior.

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