Capítulo 5
- Es si. — no hay manera de negarlo aunque quisiera. — ¿Sabes qué es lo más raro? Él le preguntó si papá estaba vendiendo la ganadería.
—Qué amigo tan extraño. ¿Por qué preguntó eso?
— dijo que escuchó un rumor. -Lo malo es que no todos los rumores son infundados. Deberías prestar más atención, Eloá.— Por la mirada de Natália, ella está pensando lo mismo que yo.
— Estoy de acuerdo amigo, mi padre debería prestar más atención. Pero no podemos hacer nada, papá confía demasiado en la gente.
— amigo difícil. Entonces, ¿ya tienes en mente qué outfit vas a usar para la fiesta?
— Todavía no, pero ya pensaré en algo para el sábado.
— Vendré aquí y te ayudaré a prepararte. Si no, ni siquiera saldrás de casa. — dice riendo y poniendo los ojos en blanco.
— ok amigo, puedes venir. Y así seguimos hablando de cosas triviales.
Sergio Manuel
Sé que soy muy ignorante y arrogante con algunas personas, no puedo controlar mi temperamento, especialmente estando en un lugar que me hizo sufrir tanto, y estar aquí me amarga y me estresa. Y Vilma sólo puede haber cosas confusas, estamos en un viaje de negocios, no en un retiro de pareja. Tengo que hablar seriamente con ella, revisar sus actitudes. No quiero perder lo excelente secretaria que es.
Salimos del Haras de Osvaldo apenas nos encontró Darío, lo estábamos esperando cerca del portón. Estoy realmente frustrado, siento que estoy dando vueltas en círculos y odio esta mierda, no llego a ninguna parte.
- Vilma, ¿podrías decirle a Paolo que quiero hablar con él después del almuerzo? Dependiendo de cómo vaya nuestra conversación, nos iremos hoy.
- Sí señor Sergio, estoy intentando hablar con su secretaria ahora mismo.
- Gracias. - Y regresamos a la mansión en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos.
Cuando salimos del auto, subí las escaleras directo a mi habitación, me quité la ropa y me di una ducha, para refrescarme y tal vez pensar con más claridad.
Después de ordenar mis pensamientos, me dirijo al comedor, donde mis padres ya estaban sentados a la mesa. Me siento y mi padre dice:
- Veo que fuiste al Haras, hijo.
- Sí. Y como todo el mundo suponía, ni siquiera va a vender la yeguada.
-Era de esperarse, ese lugar es la vida de Osvaldo. - Dijo mi padre mientras Darío y Vilma se sentaban en la mesa.
- es su gran pasión. Y como hablé con Sergio en el camino hacia aquí, les está yendo muy bien. - dice Darío, sirviéndose.
- Entonces, ¿cómo está negociando João Pedro con Walter?, ¿quién aquí engaña a quién? - pregunto, ya frustrado con toda esta historia.
-Hijo complicado, porque podría convertirse en un problema grave si Osvaldo no sabe nada.
- No papá, siempre voy al Haras, nunca lo escuché siquiera considerar la idea. - dice Darío.
- Tampoco veo nunca en él dudas sobre vender alguna parte del rancho.
- Voy a hablar con Paolo y tal vez vuelva hoy a casa.
- Llegaste pronto hijo mío, quédate más tiempo, te estábamos extrañando. -Dice Ana, lo que me aprieta la mandíbula es que me controlo.
- Es curioso Ana, siempre pensé que tu favorito era Walter. El hijo que siempre quisiste tener en mi lugar, ¿o me equivoco? - digo levantándome de la mesa y saliendo de allí. No sé cómo sigo intentando sentarme a la mesa con Ana si no la soporto.
Voy a la oficina y doy un portazo, y sólo ahí me permito respirar, el odio me consume, falso. Para calmarme, me pellizco el puente de la nariz y respiro hasta sentirme controlado. Pero no ayuda porque golpeo la mesa. Jodido lugar jodido. Necesito alejarme de aquí y no volver nunca más. Alguien toca la puerta, era Vilma
- ¿Hay algún problema, Vilma? - Pregunto, mirándola cerrar la puerta, y acercarse a la mesa donde estoy.
- Te levantaste muy rápido de la mesa, ¿vine a ver si necesitabas algo? - Dice seductoramente haciéndome fruncir el ceño.
- No necesito nada, Vilma. Sólo por espacio, estar aquí exige más de lo que puedo soportar.
- Quién sabe si te hiciera un masaje, o algo más relajante, tal vez te sentirías mejor, puedo hacer lo que quieras.- La veo mordiéndose los labios rojos, nunca me fijé en Vilma para tener sexo, sobre todo porque no mezclar sexo y trabajo. Ella se acerca caminando hacia mí. Hago una señal con la mano, lo que hace que se detenga, justo cuando estaba a punto de preguntarle qué estaba pasando, suena mi celular.
- Tengo que atender este llamado, pero tendremos que hablar en serio más adelante. - Ella asintió y salió de la oficina. Le responderé a Paolo.
- Buenas tardes Sergio, ¿has hablado con Osvaldo?