Capítulo 5: La increíble Nelly Valenzuela.
Las lágrimas no paraban de brotar de mis ojos. No sabía exactamente cómo me sentía, mi mundo se había puesto de cabeza de un día para otro, todo aquello que alguna vez creí que sería eterno, se desmoronaba poco a poco y no podía evitarlo. Tenía esa sensación de vacío que no me dejaba estar un momento en paz.
Mi mente me pedía a gritos dejarlo todo con Marlon, olvidarme de él y seguir con mi vida, sin embargo mi corazón que era el más afectado me pedía que no lo dejara en el aire, necesitaba ser vengado. Tal vez estaba tomando actitudes demasiado infantiles, es decir el hecho de querer vengarme me hacía sentir como una niña de cinco años que hacía berrinche solo por qué no le dan lo que piden. Sin embargo, mi alma lo necesitaba para estar en paz conmigo misma.
Me levanté un poco para recargarme sobre mi codo al mismo tiempo que con ambas manos tapaba mis pechos desnudos con la sábana. Marlon continuaba dormido, solo podía escuchar su respiración pesada.
Me había entregado a él, una vez más. Debía acceder ante su petición considerando el tiempo que estuvimos distanciados. Tuve que dejarme llevar por el deseo para poder disfrutarlo, y esa sensación era demasiado amarga para mí.
Su cuerpo se removió entre las sábanas. Su mano comenzó a buscar la mía y cuando logró su propósito, la entrelazó con la mía y se la llevó a los labios para besarla.
Él estaba adormilado aún.
—Te amo demasiado Mayte...
Menos mal no podía verme debido a la oscuridad de su habitación o notaría mi expresión llena de indiferencia y carente de credibilidad. Porque claro, ya no creería ninguna de sus típicas frases que hasta hace poco, me solían enloquecer. Tragué saliva sin decir nada.
Él se talló los ojos y enseguida se sentó intentando encontrar mi mirada en la inmensa oscuridad.
—¿Qué pasa?.
Suspiré.
—Nada, quedé un poco agotada después de lo que acaba de pasar así qué...
—Mayte...
—¿Eh?.
La cama rechinaba un poco cuando se paró de la cama para encender la luz, su ceño estaba fruncido.
—¿He sido brusco? —negué—, ¿te he lastimado? ¿No te ha gustado?.
—Bueno en realidad...
—¿Quedaste satisfecha?.
Mis labios se curvaron. Solo había acertado en una de sus preguntas. El me había lastimado, y no no lo decía por el sexo. Me refiero a que me lastimó algo aún más delicado; mi corazón.
—Lo que me sucede no tiene nada que ver con lo que pasó hace unas horas Marlon—. Me encogí de hombros intentando buscar otra alternativa de escapé —solo no me he sentido nada bien últimamente.
Se sentó en el borde de la cama y con una de sus manos acarició mi rostro. Unió su frente a la mía y después me besó. Mis ojos permanecieron abiertos todo el tiempo. Era extraño como ahora sus besos no me transmitían nada. Había dejado de desearles de un día para otro.
—¿Es porque he estado ausente verdad?.
Ahora que lo mencionaba, aquello era cierto. Exactamente hace unos meses él comenzó a comportarse de manera distinta, pocas veces nos veíamos y si tenía un poco de suerte, nos veíamos solo los fines de semana. He de admitir que ese comportamiento me extrañó un poco. Sin embargo ahora no tenía que quebrarme la cabeza para descubrir el motivo.
¿Cuándo exactamente había dejado de quererme? ¿En que falle?.
Su mirada me inspeccionaba con intriga.
—Si —le mentí. —antes solíamos vernos con frecuencia, luego solo nos veíamos los fines pero ahora, todo es distinto y dudo que pueda volver a ser como antes.
Podía ver la culpa reflejada en sus ojos. Agachó la mirada ocultando su rostro de mí, quizá para que dejara de leer sus emociones.
—Y—yo.. lamento Mayte.
Regresé a mi increíble actuación, verlo así solo me provocaba darle un rodillazo en la entrepierna
—Tranquilo, si nos vemos cómo mínimo tres días por semana todo estará mejor Marlon.
¡Por favor solo di que no!. Son solo dos letras, ¿Que tan difícil puede ser?.
—Veré cómo remediarlo Mayte... Te amo, de verdad—. Sus ojos se cristalizaron llevándome al borde de la incomodidad.
Verlo así me llenaba de emociones que hasta este punto son indescifrables. Tomé su rostro y le di un rápido beso en los labios.
—¿Quieres saber la verdad Mayte?.
Mi corazón palpita violentamente. Mi cuerpo se tensó de inmediato ante aquellas palabras que escuchaba. ¿De verdad él iba a confesarme que me estaba engañando?. Debido a los nervios comencé a morderme las uñas mientras asentía.
—Si...
Hablé en un hilo de voz.
—Pues... recién me he reencontrado con un amigo de la infancia —a este punto ya podía sentir mi cuerpo transpirar de la nada —hemos estado saliendo recientemente, casi todos los días. Por eso nos hemos visto menos tiempo...
Un tic nervioso amenazaba con apoderarse de mi cuerpo. La verdad en serio creí que tendría el valor suficiente para decírmelo, sin embargo solo me dejó en claro que es un maldito cobarde.
—¡Vaya, menos mal solo se trata de eso! ¿No?.
Sonreí como quien comprende la situación. Lo tomé por las mejillas y besé su frente para restarle importancia al asunto y cerrar ese incómodo momento.
—No importa mi amor, ¿Puedes llevarme a casa?. Le prometí a Sasha y a mi abuela que estaría en casa temprano para ver alguna película.
Él sonrió mientras asentía y se levantaba como un rayo de la cama. Acomodé un mechón de cabello detrás de mi oído y suspiré, todo estaba siendo más complicado de lo que creí.
....
Lunes...
Atendí la tienda de mi abuela toda la mañana como era mi costumbre todos los días. El cielo Lucía resplandeciente, sin señal alguna de una tormenta. Sasha me acompañó hasta que mi abuela llegó a cubrir el resto de la tarde. Una de las razones por las que Sasha era mi mejor amiga es que con ella no hay tiempo para el sufrimiento.
Ella me conoce bastante bien y sabe cuándo no estoy nada bien. Ella es como un periquito que se la pasa hablando todo el tiempo, suele bromear con todo, incluso en los momentos serios. Ella es quien ha logrado que yo me siga manteniendo a flote en esta caída.
Ambas nos fuimos para mi casa ya que mi abuela nos dejó a cargó de la comida y las compras. Primero compramos lo que necesitábamos y al llegar nos pusimos manos a la obra.
Terminamos algo agotadas pero valió la pena, la comida quedó excelente.
Sasha se sentó en la sala y encendió la televisión poniendo un canal al azar. Me acomodé a su lado y saqué mi móvil para checar mis notificaciones. El timbre de mi casa sonó a lo que me sorprendí un poco, ya que Marlon siempre avisaba antes de venir a verme y a mi abuela rara vez llegaban a visitarlo.
—Yo me encargué...— dijo Sasha antes de levantarse para abrir la puerta. —¡Mayte ven aquí por favor!.
—¿Por qué? ¿Quién es Sasha?.
—Ven y míralo tú misma.
Suspiré y con algo de pereza anduve hasta la puerta de entrada, Sasha se hizo a un lado para dejarme ver. Juro que me congelé en cuanto la ví tan sonriente viéndome.
—Nelly...
—Hola Mayte, ¿Cómo estás?.
—Bien ah...
Los fascinantes ojos de Nelly me inspeccionan con una sonrisa en su rostro. No podía sostener su mirada un par de segundos si quiera. Los nervios me carcomian, me sudaban las manos y un temblor ligero se apoderó de mis piernas. Tragué saliva sonriendo con nerviosismo.
—¿Les apetece salir y dar una vuelta?.
—Si, ah bueno ¿Qué dices Sasha, vamos?.
Sasha asintió reprimiendo una sonrisa, estoy segura de que ver a la pelirroja en mi casa le alegraba. Subí a mi habitación tan pronto como pude y tomé dos suéters de mi armario ya que uno sería para Sasha. Regresé con ambas y luego de cerrar la puerta tras de mí y comenzamos a caminar.
—¿A dónde quieren ir señoritas?.
Nelly parecía una buena chica, de esas a las que no les aflige nada. Su cabello estaba atado en una coleta alta, traía una blusa de tirantes que dejaba descubierto su abdomen y un sorteo demasiado cortó. Lucía realmente bien a decir verdad.
—Yo quiero ir a comer helado...
Sentenció Sasha con entusiasmo. Nelly y yo estuvimos de acuerdo y con ayuda de Google maps localizamos una heladería cercana. Ambas ocupamos una mesa y nos sentamos para esperar que el chico nos atendiera.
—Yo quiero uno de chispas de chocolate...—Sasha fue la primera en hablar.
—Yo quiero uno de chicle, ¿Y tú?.
Me quedé pensativa un momento, realmente no sabía de qué sabor pedir ya que no era muy aficionada del helado.
—Uh, no lo sé—. Me encogí de hombros—El que sea...
—De ese no hay...
Sonreí ante su comentario.
—Bien, entonces quiero uno de queso.
El chico anotó nuestro pedido en una libreta y se marchó para traer nuestra orden.
—¡Me encanta este lugar!— exclamó Sasha. —Es pequeño pero acogedor...
—Sí bueno, qué más da.
—Y dinos Nelly, que te trae de visita por acá.
Sasha preguntó, estoy segura de que ella cree que la chica tiene otras intenciones que no tienen nada que ver con socializar.
Nelly sonrió y respondió su pregunta sin problema.
—Pues casualmente hace unos días la encontré deambulando unas calles antes de su casa y debido a que llevaba un cigarrillo encendido me acerque a pedirle un poco de fuego...
Nelly guiñó un ojo y Sasha comenzó a reír debido a lo sugerente que sonaba aquello.
Mi rostro estaba rojo de la vergüenza e inmediatamente agache la mirada.
—Además ella me debe dos favores. Uno cuando levanté su celular y otro por ofrecerse a llevarla hasta su casa. Y además pienso que es una chica demasiado interesante...
Cuando dijo aquello levanté mi rostro de inmediato y para mí sorpresa nuestras miradas se encontraron. Desvíe la mirada tan pronto como pude, mirarle fijamente era un verdadero reto. Y ahí estaba de nuevo, ese golpeteo intenso dentro de mi pecho.
Miré a Sasha y ella parecía tan sorprendida como yo.
—Estás nerviosa de nuevo Mayte...
Afirmó mientras recargaba su rostro en ambas manos. Y no mentía en lo absoluto, los nervios me jugaban una mala pasada de nuevo.
—Ah... Yo...
—Es que le cuesta mucho entrar en confianza—. ¡Oh santa Sasha Gracias!.
La boca de Nelly se curvo. Sus preciosos ojos verdes me observaban con intensidad, tanta que me sentía aún más nerviosa.
—Vamos Mayte, no dejes que mi buena actitud, genialidad, mi belleza y mi buena personalidad te intimiden.
Las tres estallamos en carcajadas que probaron que las personas dentro del local nos mirarán.
—Ok, está chica me cae bien.
Mi amiga lo dijo entre risas.
El chico volvió con nuestra orden y la dejó sobre la mesa. El le dió una sonrisa voraz a Nelly y le dejó una nota en su lugar, sin dejar de hacer contacto visual con ella claro.
Me aclaré la garganta y en ese momento el chico se alejó de nuestra mesa. Por alguna razón ella miró primero aquél papelito y después de mirarme lo arrugó en el aire, se levantó de su asiento y lo tiró por el bote de basura.
Regresó a nuestro lado sonriente. Mi mirada curiosa la interrogaba.
—Él me dió su número de teléfono— hizo una mueca de desagrado y dió una cucharada a su helado, y se la llevó a la boca. —el se quedará con la ilusión de que voy a llamarlo.
Por alguna razón aquello me trajo alivio.
—Entonces no estás nerviosa...
Dijo regresando a lo anterior mencionado.
—Bueno está bien, si estoy nerviosa pero solo un poquito.
Admití, Sasha me miró con reproché porque prácticamente había botado su ayuda a la basura.
—Está bien no importa...— dijo Nelly restándole importancia al asunto.
—Ya vengo, iré al baño.
Sasha se levantó y me guiñó un ojo antes de marcharse.
Me removí incómoda en mi asiento mientras miraba a Sasha perderse por uno de los pasillos. Nelly me observaba con una sonrisa en la boca.
—¿Por qué estás nerviosa Mayte?. Sabes, desde el día en que coincidí contigo tu actitud es la misma, aquella tarde si no hubiera sido por tu amiga ni siquiera me hubieras dicho gracias.
—Lo siento, normalmente suelo ser una persona más educada.
—No me refiero a eso... Me refiero a que siento que no te agrado.
—¡No! ¡No! ¡No!. Ah no, de hecho me caes muy bien pero, ah algo me sucede contigo que no puedo evitar sentirme nerviosa.
—En ese caso me siento muy halagada.
Sasha volvió con nosotras y tomó asiento. Nelly jugaba con el piercing de su boca y he de admitir que aquello me parecía demasiado tentador. Nuestra plática continuó entre risas y una que otra broma.
A decir verdad me sentía demasiado cómoda con la presencia de Nelly, es una chica bastante sencilla y carismática. Decir que es interesante es poco, estoy segura que ella es una excelente compañía al igual que Sasha. Cuando terminamos de comer helado pedimos nuestra cuenta y Nelly se ofreció a pagar todo a pesar de nuestras negativas. Cuando estábamos por salir el chico que nos atendió abordó a Nelly.
—¿Vas a llamarme?.
Preguntó el chico curioso.
Nelly compartió una mirada rápida conmigo y sonrió.
—Si, claro.
.....