Capítulo 7
Serene volvió a salir con un vestido sirena negro con una abertura lateral. El escote mostró lo necesario, sin caer en la vulgaridad y lo combinó con un par de guantes que le llegaban hasta el codo. - ¿ Cómo lograste cambiar tan rápido? - le preguntó Raquel.
- Soy más rápido que flash con estos, - se apartó el pelo del cuello y sonrió.
Rachael y yo nos reímos. - Bonito, pero no es el correcto. -
- Sois jodidamente complicadas, chicas - se quejó y volvió al vestidor, haciéndonos reír.
Permanecimos en silencio mientras esperábamos que saliera. Tardó más de lo habitual y yo me aburrí y me acosté en la cama. - ¡ Serena, mueve el culo! - gritó Raquel.
- Por favor, estoy al borde de la muerte - , me senté, murmurando.
- Bien bien. ¿Qué piensas sobre esto? - Salió e hizo una pirueta. Llevaba un precioso vestido de terciopelo azul, también con una abertura que comenzaba ligeramente por debajo de la cadera. El cuello quedó completamente al descubierto y este también se combinó con guantes que llegaban hasta el codo.
Rachael fue la primera en aplaudir y yo la seguí poco después. - Encantador - , admití.
- Picasso sería un honor pintarte - , elogió Rachael.
Serene se sonrojó ante el comentario de Rachael. - Ahora sólo necesitas un acompañante. - Actuó como si Rachael no estuviera frente a ella y pude ver la decepción en su rostro. Serene caminó hacia ella y tomó su mano entre las suyas. - ¿ Quieres ser mi escort sexy? - Levantó una ceja y yo me reí.
Rachael puso los ojos en blanco. - Perra. Por supuesto que quiero serlo. - Serene le sonrió antes de agacharse hacia ella.
- Oh, esperen chicas…, - su beso se hizo más profundo mientras Rachael se recostaba en la cama. - Está bien... Creo que es hora de que me vaya, - Me escapé de esos dos idiotas emocionados lo más rápido que pude y bajé las escaleras, agarrando mi bolso. Ya podía escuchar sus gemidos provenientes del piso de arriba y estaba a punto de vomitar.
Me reí, me subí al auto y coloqué mi bolso en el asiento a mi lado. Pensar en esos dos me hizo pensar en Alessandro y en la noche que pasé con él.
Sus dedos entraban y salían de mí rápidamente, mientras su lengua estimulaba mi clítoris. Me mordí el labio y arqueé la espalda, apoyándome contra la pared. Levantó su mano libre para bajar el escote de mi vestido y apretar mi seno izquierdo. - Eres jodidamente buena, cariño. -
Gemí y monté en sus dedos, doblé los dedos de mis pies y dejé caer la cabeza hacia atrás. Sus dedos me empujaban al límite, se alejó de mi clítoris y se llevó uno de mis senos a su boca. Él gruñó contra mi piel y gemí aún más fuerte. Sentí un apretón en el estómago, mis paredes se apretaban alrededor de sus dedos y cerré los ojos abandonándome contra la pared, mientras él comenzaba a estimular mi clítoris nuevamente, haciéndome correrme.
Las puertas del ascensor se abrieron y me agarró el trasero, haciéndome rodear su cintura con mis piernas. Tiré de su cabello y lo besé profundamente cuando entramos a su ático. Me colocó nuevamente en el suelo, ambos con la respiración agitada, y me encadenó a la pared nuevamente como si él fuera el cazador y yo, su presa.
En ese momento Oliver y mi matrimonio ya no estaban en mi mente. Alessandro comenzó a desabotonarse lentamente la camisa, sin apartarse jamás de mis ojos. Cuando estaba a punto de desabrocharse el cinturón, me puse de puntillas y lo agarré por la nuca para darle otro beso. Sus labios eran suaves y violentos al mismo tiempo que me quitaba el vestido, una vez que ya se había quitado el cinturón.
Se apartó del beso y escaneó mi cuerpo. El vestido que llevaba no requería el uso de sostén y permanecí medio desnuda frente a él, con sólo mis bragas de encaje puestas. - Hermosa - , admitió con una sonrisa. Chocó sus labios contra los míos y me levantó, golpeando mi espalda contra la pared. Sus labios se movieron hacia mi cuello, chupando y mordiendo un lugar en particular. Con un solo movimiento penetra en mí y siento que mis paredes se tensan alrededor de su longitud.
Gemí y dejé caer la cabeza hacia atrás en éxtasis. Entró y salió de mí rápidamente mientras clavaba mis uñas en la carne de su cuello. - Joder - Lo apreté con más fuerza, cuando empezó a follarme aún más fuerte, doblando ligeramente las piernas. El dolor y el placer que recorrieron mi cuerpo fueron memorables.
Su cálido cuerpo contra el mío me abrumaba. El placer que sentía era más fuerte que el que cualquier otro hombre me había dado jamás; Fue intenso, casi devastador. Abrió mis piernas para tener más espacio y comenzó a penetrarme sin piedad. - Mierda. Eres perfecto. - Gimió mientras le jalaba el cabello. Movió su cabeza hacia mi cuello y tomó posesión de mis labios nuevamente.
Gemí durante el beso, sintiendo mis paredes palpitar alrededor de su polla. Sus murmullos sólo me excitaron aún más mientras le rascaba la espalda. - Sandro - , siseé, acercándome. Mis dedos se clavaron en su carne, dejando su marca, pero él no pareció quejarse. Me miró como si quisiera comerme, sus ojos estaban llenos de lujuria. Miré hacia abajo y miré su polla cubierta de mis jugos.
- Te follaré tan bien que te dejarás sin aliento, - mis piernas volvieron a rodear su cintura mientras él me llevaba a la sala y yo dejaba caer mi cabeza contra su hombro. ¿Tenía miedo de que me rompiera? Absolutamente. Pero quería que me arruinara. Lo deseaba tanto que ya ni siquiera importaba. Me puso nuevamente en el suelo y rápidamente me dio la vuelta, haciéndome colocar mis manos en la ventana. - Y quiero que todos vean cuánto te llevo al éxtasis. -
Presionó mi pecho contra el vidrio frío, comenzando a trazar un camino de besos por mi espalda. Este fue, con diferencia, el placer más fuerte y poderoso que alguien me había podido provocar. El toque de sus manos sobre mi cuerpo me hizo sentir una inmensa excitación. Sentí sus dedos provocando mi entrada y moví mi trasero, moviéndome hacia atrás para sentir su polla dentro de mí.
Me dio una palmada en el trasero y gemí de dolor mientras levantaba una ceja divertido. - ¿ Te gusta verdad, putita? - Su dedo se clavó con fuerza en mi mejilla izquierda.
- Sí... me gusta mucho- - Fui interrumpida por mis propios gemidos, cuando me abofeteó aún más fuerte. Mi cuerpo se sacudía con cada una de sus embestidas y mis murmullos se hacían cada vez más fuertes. Agarró mi pecho apretándolo con fuerza, mientras con la otra mano golpeaba mi trasero con sus caderas, haciéndome sentir toda su erección.
Inclinó la cabeza hacia atrás y volvió a poner las manos en mis caderas. - Joder - , murmuró, apretando mi trasero. Nos miramos en el espejo durante un segundo y luego cerramos los ojos. - Mírame, Lilibeth. - Su erección entrando en mí hizo que mis ojos se abrieran y gemí mientras me presionaba contra el cristal.
Me estiré detrás de mí para pasarlo por sus abdominales, moviéndome más y más abajo, pero él lo detuvo, sujetándolo contra mi espalda. Estaba empezando a ser demasiado y apreté su polla, mi coño palpitaba con fuerza a su alrededor. - Estoy a punto de correrme. - Mis manos se cerraron en dos puños.
- Ven, cariño. Ven alrededor de mi polla - , dejé escapar un grito, empujándome hacia él y poniéndome de puntillas. El orgasmo me golpeó como un tsunami, fue tan poderoso que casi me desmayo. Alessandro no dejó de empujar, ni siquiera durante el orgasmo, hasta que él también se corrió. - Eres tan hermosa cuando vienes, mi putita. -
¿Por qué mi vida tiene que ser tan complicada? En el trabajo trabajé lo mejor que pude, pero simplemente no podía decidir qué tenía que hacer con mi vida personal.
Quería revivir una noche como la que pasé hace seis meses. Pero a Oliver no le gustaban los tatuajes, nunca se quedaba despierto toda la noche y me entretenía así y yo era 100% consciente de que no estábamos en el mismo nivel sexual.
Agarré mi bolso y maletín antes de salir del auto. - Te amo, Oliver Smith. - Respiré hondo, intentando sacar de mi mente el pensamiento de Alessandro y entré a la casa. Oliver estaba sentado en el sofá, ya vestido, viendo la televisión.
Le di un beso en la mejilla y luego subí las escaleras para darme una ducha. No sabía por qué necesitaba comprarme un vestido, puesto que ya tenía varios en mi armario. Después de lavarme, me puse unos pantalones cortos negros, una sudadera de los Rolling Stones y mis fieles Jordan rojos.
- ¿ Estás- - Oliver entró y cuando notó lo que llevaba puesto, levantó las cejas. - Sabes que los paparazzi están por aquí, ¿verdad? - Asenti. - ¿ Quieres que te pillen vestida así a mi lado? -
Suspirando, me até el cabello en una cola de caballo, dejando dos mechones en el frente, libres. - Sí, Oliver. Me siento cómoda vestida así y no tengo intención de vestirme como tú para salir. - Como de costumbre vestía pantalones marrones y una camisa azul, mientras que su cabello estaba peinado hacia atrás con gel.
- ¿ Como yo? -