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Capítulo 4

- Sabes, te ves muy lindo cuando intentas no reírte. - Le lancé una mirada, tratando de reprimir una sonrisa. - ¿ Estás tratando de meternos en más problemas? - - Tal vez - me susurró con un guiño -. Pero vale la pena. - Sacudí la cabeza, tratando de concentrarme en el señor Adams, pero el coqueteo juguetón de Mathew lo hizo difícil. Siempre sabía cómo hacerme sonreír, incluso en las situaciones más estresantes. Justo cuando estaba empezando a relajarme, el señor Adams se aclaró la garganta ruidosamente, haciéndome saltar. - Dado que algunos de ustedes parecen pensar que esta clase es una broma, he decidido dar una tarea - dijo, mirándonos directamente a mí y a Mathew - Espero un análisis detallado del tema de hoy para mañana por la noche. Sin excepciones. - Un gemido colectivo resonó en la sala y me hundí más en mi asiento.

Genial, justo lo que necesitaba, más trabajo. Mathew me miró con aire de disculpa, pero sabía que en realidad no se sentía mal. Se reiría de ello más tarde, como siempre hacía. Finalmente, después de lo que parecieron horas, sonó la campana, señalando el final de la clase. Me estiré y recogí mis cosas, ansiosa por salir de allí. - Ugh, finalmente. Ahora tenemos dos horas de emprendimiento, - les dije a mis amigos mientras salíamos del aula. Pero antes de que pudiéramos llegar lejos, Jason de repente saltó, prácticamente rebotando de emoción. - ¡ Chicos, acabo de revisar el portal y nuestra clase de emprendimiento se canceló! ¡Estamos libres por dos horas! - - Por fin puedo ir a la biblioteca y dormir un poco - dije bostezando.

La idea de acurrucarme en un rincón tranquilo con la cabeza apoyada en un sillón mullido era increíblemente tentadora. - De ninguna manera, no irás a ningún lado - dijo Jason, agarrándome el brazo antes de que pudiera alejarme. - Vayamos al café y juguemos a verdad o reto. - —No —dije con mala cara, no estaba de humor para sus juegos. Solo quería un poco de paz y tranquilidad. —Vamos , Eve, tómate una pastilla para relajarte. Necesitas relajarte por una vez —dijo Amelia, tomando mi otra mano y tirándome con ellas. —Está bien —gruñí , cediendo. No tenía sentido luchar contra ellos cuando todos estaban decididos. Además, tal vez un poco de diversión no vendría mal, incluso si no era la siesta que esperaba.

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