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Capítulo 2 Los hijos de Emma.

Mientras mi tío sigue con su argumento, del por qué ellos deben buscar otra ciudad para “reinar” yo los observo. Sus edades deben rondar entre los 25 y 30 años, Leonzio es de su tez clara, sus ojos celestes, de cabello negro rapado a los lados y más largo arriba, por un segundo clava su vista en mí y una de sus cejas se levanta con intriga, no dejo de verlo, carente de cualquier emoción, mientras él trata de intimidarme o someterme con su mirada, la cual retira de mi en el momento que su primo Lupo le susurra algo al oído, secretos en reunión es de mala educación, dice la pequeña Tina de mi cabeza, por lo que antes de decir alguna estupidez, sigo con mi recorrido, llevo mi vista a Rocco, su corte de cabello es igual al del mayor, solo que su color es más claro, castaño con unos toques de dorado, inclusive el tono de piel guarda cierto parecido, debe tener solo un par de años menos que Leonzio, sus ojos son claros, verdes quizás o celestes, no, son grises, si, lo puedo saber con certeza porque al igual que paso con su hermano él también me ve, mostrando una enorme sonrisa y mi reacción es la misma, aburrimiento de todo esto, decido dejar de verlo cuando me dedica una sonrisa más coqueta, acompañada de un giño de ojo, ¿Qué clase de bufones son? me centro en el menor, mismo corte de cabello, color negro como el de Leonzio, pero sus ojos no son claros, los de Salvatore son negros, unos pozos negros que por un segundo casi me hacen caer en ellos.

Una carcajada de Lupo hace que centre mi atención en él, casi hago una mueca de reprobación, casi, pero logro mantener mi cara de póker, su cabello es castaño claro, piel clara, y ojos celestes, es el que más barba tiene, además de aros adornando sus orejas y nariz, parece más un motociclista rebelde que un mafioso italiano, observo a Ángelo, quien tiene su nombre tatuado en el cuello y él está haciendo lo mismo, está observándome, es muy parecido a su hermano mayor, solo que más joven y con una barba bien recortada y unos aretes pequeños, no como los que ostenta Lupo, sus ojos son tan oscuros como los de su primo Salvatore, no me arriesgo a continuar viéndolo, por alguna razón la oscuridad que poseen ambos primos me incomoda. El último en fijar mi atención es Ezzio y me sorprendo, no puedo creer que no me di cuenta cuando entraron, aunque claro que tenía mis motivos, solo estaba fijando mi atención en los mayores no en ellos, lo conozco, maldición, no puede ser… Chicco.

— Hola Tina. — dice el menor a modo de saludo, mientras hace un asentamiento de cabeza y John deja de hablar. En menos de un segundo siento la mirada de mis padres y hermanos sobre mí, al igual que los malditos De Luca.

— Para un De Luca, mi nombre es Valentina. — respondo apretando mis dientes, no puede estar pasándome esto, aunque en parte es mi culpa, le dije que no me interesaba saber su nombre. Siento la mano de Don sobre la mía y nuestros ojos se encuentran, solemos hacer esto, es como hablar sin palabras, nos conocemos, somos mellizos, y en este momento Don me está interrogando los cómo dóndes y porques. Y aun sin quererlo sé que obtuvo lo que quería en el momento que achica sus ojos y tensa su mandíbula, para girar y ver el rostro del menor de los De Luca.

— Gracias John por tus palabras, pero esto ya se está extendiendo demasiado. — las palabras de mi mellizo suenan aceradas, está enojado, yo lo estoy, Lion se tensa en su sitio y solo es porque todos los De Luca siguen con la vista fija en mí. — Vamos a tratar de llevar la fiesta en paz, ya que la idea de que se larguen de aquí solo los va a incitar a quedarse. — las deducciones de Don los toman desprevenidos, si idiotas, los estábamos analizando. — Les proponemos una tregua, ustedes se quedan del lado este y nosotros del oeste…

— Comprendo como piensas pequeño y estoy de acuerdo. — ahora es mi turno de colocar una mano sobre la de mi hermano, Lupo está jugando con fuego y se quemara si vuelve a tratar de pequeño a mi hermano. — Pero tendrías que casarte con mi hermana, la única mujer De Luca solo así habrá paz, formando una lazo indestructible, un heredero, un descendiente de ambas familias. — suspiro, aun siendo consiente que muchas miradas están sobre nosotros, Lupo pide algo imposible.

— Me siento honrado a tu oferta. — Donato lo único que consigue con su sarcasmo es que los seis De Luca se tensen, molestos por el rostro burlón de Don. — Pero ya estoy comprometido y todo mi esperma es para ella. — coloco mi mano esta vez en mi nariz, como si me picara, al tiempo que cruzo la vista con Lion, quien está mordiendo su labio para no reír, maldito Donato sí que eres un idiota.

— Lo único que puede impedir una guerra en la ciudad es unir a las familias. Por lo que si no hay otra opción… niña, tú te tendrás que unir a nosotros. — la voz segura de Leonzio se esparce por la sala de juntas, mientras sus ojos celestes me observan… ¿esperanzado?

— Serás la afortunada señora De Luca… De los seis De Luca. — Lupo agrega esa información y no puedo evitar levantar una ceja en su dirección, mientras veo como pasa la mano por su larga barba, como preparándose para comer un delicioso platillo.

— Los reyes de Chicago. — acota Rocco con una enorme sonrisa, como si eso fuera un hecho y yo debería brincar agradecida.

— Y no te preocupes, hermosa, te cuidaremos bien. — informa Ángelo, también está sonriendo, ¿realmente me veo preocupada? ¿O es que se drogaron antes de venir?

— Si muy interesante, pero… se están olvidando de un pequeño detalle. — Donato se pone de pie y como si nos uniera un hilo invisible lo imito. — Mi hermana es Valentina Constantini, si llegará a necesitar que alguien la cuide… serian mis padres, o nosotros sus hermanos… después de todo…somos los hijos de Emma.

— ¿Qué quieres decir con eso? — Ezzio es el que pregunta, su preocupación parece verdadera, sus ojos color miel no se despegan de mi en ningún momento, pero es al único que evito ver.

— Que comience la guerra. — ni a mí, ni a los De Luca se nos pasa desapercibido como mi familia asiente con la cabeza, están con Donato, por obvias razones.

— ¿Por qué no dejas que la niña hable? — Lupo está acabando no solo con la paciencia de Donato, la mía está en su límite.

— No veo ninguna niña aquí, a no ser que la única De Luca este de rodillas gateando por debajo de la mesa. — veo la intención de Lupo al levantarse de su sitio con los dichos de mi hermano Donato y no es el único.

— Basta Donato, ya es suficiente, compórtate. — mi voz es firme y al ver los ojos avellanas de mi hermano este baja la cabeza apenado, sabe que no se está comportando a la altura, no importa a que par de idiotas tengamos en frente, somos los hijos de Emma, los modales, son una parte fundamental de nosotros. — En cuanto a ustedes… señores De Luca, se les agradece la oferta, pero no soy moneda de intercambio, que tengan buena tarde. — término con todo esto con la misma cara que tenía cuando comenzó, estoy aburrida.

— ¿Y eso quiere decir? — Leonzio sabe muy bien lo que quiero decir, solo está provocando, pero ¿para qué?

— ¿Qué es lo que tu cabecita de matón barato no comprende? — mi hermano Lion está de pie, al igual que Salvatore, no quiero esos ojos negros clavados en el tierno rostro de mi hermano menor.

— Lion, siéntate. — ordeno con voz neutra, mi hermano menor bufa, pero me obedece.

— ¿Tienes miedo de que puedan lastimar a tus hermanitos preciosa? — Rocco, me ve sonriente, pero mientras él mide mi rección yo observo de reojo a mis padres, Prieto tiene esa mirada asesina que hace años no veía en sus pupilas, después de todo Lion es su ahijado y nosotros sus hijos, y Noha, Dios, ya está de pie.

— Le vuelves a decir preciosa a mi hija y …

— No sabía que la verdad lo ofendiera, ya que es así, tiene una hijastra preciosa. — Noha salta sobre la mesa y Rocco retrocede dos pasos, así es matón de pacotilla, te estas jugando la vida con lo que dijiste.

— Papá regresa a tu lugar. — Noha me ve apenado, pero lo hace. — Padre ni se te ocurra. — digo cuando veo el brilló bajo la mesa.

— Tina. — dice en forma de protesta Prieto.

— Dame eso… ahora. — Prieto bufa al igual que lo hizo Donato, pero me entrega su revolver, uno pequeño que siempre lleva amarrado a su tobillo. Observo como los De Luca protestan con la mirada, se suponía que no debía haber armas en la habitación, debo solucionar esto, el mayor poder que posee el clan Constantini es su palabra, la cumplimos, cueste lo que cueste. — Les pido disculpa en nombre de mi familia, pero ustedes los están provocando, ahora si son tan amables, los acompañare a la salida. — les informo mientras comienzo a caminar.

— ¡Valentina! — el grito de Noha es acompañado de toda su altura al ponerse de pie nuevamente.

— Noha. — los ojos de papá se agrandan, y me odio por ello, la última vez que lo llame por su nombre tenía cinco años y fue porqué lastimo a mamá por no controlar su carácter, pero a mi favor, nos está dejando como niños que no sabemos solucionar nuestros problemas y ese es un lujo que no me puedo permitir.

— Lo siento hija. — baja su cabeza y mis manos se cierran en puños, todo esto es culpa de ellos.

— Es la última vez que se lo pido, síganme. — veo los ojos de cada uno de “los reyes de Chicago” y al fin comienzan a caminar a la puerta.

Se sorprenden al ver que realmente los acompañare, aunque se mantienen en silencio, mientras esperamos el ascensor varias personas de la empresa nos observan, saben que no son empresarios, claro que no, si parecen motoqueros o pandilleros por cómo están vestidos, odio tener que involucrar la empresa de la tía Bianca con lo ilegal, pero era necesario un lugar neutro y este lo es. Las puertas del ascensor al fin se abren y cuando los De Luca ingresan observo que Donato y Lion están en el pasillo, hablando, no, planeando, maldición, hombres debían de ser, en un acto estúpido, ingreso al ascensor y mi mellizo me ve con sorpresa y enojo. Suspiro cuando las puertas se cierran y solo entonces reparo en la presencia de los seis hombres que están a mi espalda, viéndome como si fuera un pequeño conejito y ellos fueran seis lobos hambrientos, aún no saben que tan equivocados están.

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