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5

—¿Qué haces?— pregunta entre ofendido y todavía embrujado por sus palabras.

—No me vas a besar cuando tú quieras— le advierte y pone su dedo en los labios de él —con solo un beso puedo lograr que se despierte— dirige su mirada hacia sus pantalones y luego a sus ojos, pero antes de continuar, vuelve acercarse a su oído. –y no queremos que eso pase– hace una pausa. —Delante de todos— y toca el lóbulo de la oreja con la lengua.

—No juegues conmigo. – dice intentando, en vano, no demostrarle la excitación y los nervios que le había provocado.

Dante no estaba acostumbrado a que lo intimiden de esa forma. No ha conocido ni permitido que ninguna mujer lo deje en silencio y por sobre todo, lo haga desear tenerla. Él era un macho alfa, la última gota de agua en el desierto, la única diría con toda seguridad. Pero esa joven, en solo cinco minutos, lo hizo sentir como un simple e igual mortal y él era un Dios.

—Vamos— tomó su mano y se lo llevó hacía aquel baño en desuso ante la mirada y carcajadas de sus amigas quienes no podían creer que lograría llevar los 10000$.

Aby lo tenía todo fríamente calculado, lo besaría y tocaría un poco, le haría sexo oral, después de todo lo tomaba como un desafío. No la conocía y su destrato sintiéndose el hombre más deseado del mundo le había molestado demasiado. Además, creía que al bajarlo de su nube sería una muy buena lección, pero de todos modos y aunque lo niegue, era atractivo y se miraba de buen físico.

Por otro lado, ella se sentía una mujer fea, se miraba en el espejo y no ser gustaba, por lo que muy en el fondo, aprovechaba “la suerte” de que alguien tuviera estómago para tener algo íntimo con ella. Abigail se menospreciaba y nadie podría imaginarlo.

Una vez encerrados, él no la dejó terminar de colocar la traba de la puerta que se abalanzó a besarla con desesperación.

Enseguida envolvió su cintura con sus brazos fuertes pegándolo a su cuerpo. Su boca se abrió tan grande como podía soportar y metió su lengua en la de ella para batallar con la suya.

—Ah... – gimió dentro de su boca mientras sus manos subían a toda prisasu falda y aprietaba con ganas y mucha fuerza sus glúteos.

Aby no lo podía negar. Dante la había tomado por sorpresa y la manera en la que la estaba poseyendo la volvía completamente loca.

—Ahh, ese culo.

Alaga sus glúteos apretándolos y separándolos

De pronto, contagiada por la desesperación y la prisa, se vio ayudándolo a desabrochar su camisa y luego su pantalón.

—Sácame todo— exigió con desesperaciom y urgencia acompañando los movimientos de ella en desnudarlo –Dale nena— la apura y esto la molesta por demás –¿No dijiste que eras diferente?

Se emputa y lo empuja contra la pared, para demostrarle quien era y que puede ser capaz de dejarlo completamente rendido a sus pies.

—Vas arañar las paredes— le advierte y se ata el cabello, él sonríe, sabe lo que le hará, por lo que baja la tapa del inodoro y cuando se quiere sentar lo detiene.

—¡No! Te quiero de pie.

Apoya su mano extendida en su pecho y lo empuja contra la pared y ante sus ojos que sacan chispas se inclina.

Termina de desabrochar los botones para bajar el cierre y encontrarse con el bulto. Se lame los labios ante la impaciencia en su rostro y sin liberarla, abre su boca y muerde su polla aún cubierta con la tela.

—Ahh… mamita— dice cuando quiere tocarle la cabeza, pero lo toma de las muñecas y las ubica contra el mosaico frío a cada lado de sus caderas.

—Aquí, mando yo— advierte y se deja llevar.

Vuelve a morder la zona ejerciendo algo de presión haciéndolo sentir poco a poco como se eleva hacia las nubes.

Mientras lo mira con total perversidad, baja su bóxer liberándose inmediatamente su gran elección.

—Sé que te gusta lo que ves y estoy seguro que así de grande no has de encontrar tan fácilmente— ella sonríe mirando hacia otro lado. Da te era ta arrogante que cansaba escucharlo.

—Si sigues diciendo tantas idioteces juntas, tendré que amordazarte.

Para él era divertido escucharla puesto que por como se miraba, no creía que fuera una mujer que tuviera basta experiencia en el campo y no lo tenía. Pero era una adicto al sexo oral y podía ser mejor de todas las que pasaron por la cama de él.

—¿Vas a seguir dando vueltas o me vas a demostrar de lo que eres capaz?

No respondió, simplemente tomó su miembro entre sus manos y lo estrujó logrando arrancarle un gemído de placer.

Continuó masajeándolo mientras le dedicaba una de esas miradas que sabía que derretía a cualquiera y él no era la excepción.

Observándola completamente excitado a su contacto lleva su mano a su rostro y mientras esta amaga con que va a lamerle el miembro, él usa su dedo índice para delinear sus labios.

—Bésalo— pide casi suplicando y a ella se le tuercen los labios.

Abre su boca y saca su lengua y apenas toca con la puntitia aquel orificio húmedo en su grande.

—Nena— mordía sus labios mientras deseaba enterrarse en su garganta. —Deja de torturarme que si no te la metes tu solita lo haré yo y no seré amable.

Sonríe y amaga para hacerlo y sin embargo no lo hace.

Sujeta con fuerza su erección y la sube hacia su dirección, para comenzar a jugar con sus testituculos.

Saca su lengua y sin dejar de mirar sus ojos negros de la excitación, la pasa por en medio de sus pelota haciendo que su cuerpo se tense y sus labios formen una O.

—Si..., no pares.

Pedía mientras acariciaba su frente.

Aby jugaba con la punta de su lengua mojando cada bola, encerrando dentro de su boca y acariciándole con su áspera lengua todo alrededor de la misma.

Primero una, después la otra.

Así se mantuvo un buen rato, mientras seguía masturbandolo, mientras su miembro se ponía duro como el mármol y se motivaba a continuar e ir aumentando la velocidad.

Dante pega su cabeza al frío mosaico completamente entregado al placer que la joven le regala cuando de pronto, siente como baja su prominente erección y un aire caliente le pone los pelos de punta.

—Mírame.

Le ordena determinante y al hacerlo se deleita con la imagen de como, poco a poco, se va tratando su verga, limpia sin ahogarse y al llegar al tope mueve su cabeza de un lado al otro una y otra vez.

—Si..., así..., no pares nena, no pares—

Sus ojos no dejaban de mirarlo y ella jo era capaz de ser consciente de lo que estaba provocándole en el cuerpo a Dante. Porque desde ese instante, él no la dejaría dejaría paz.

Tan pronto él sintió que la excitación lo consumía por completo, quiso agarrar sus cabellos para aumentar la velocidad de la mamada, pero enseguida lo detuvo.

—Sh... ya te he dicho que aquí mando yo.

Cegado por la calentura, se inclina para tomarla del rostro y como si se tratase de un péndulo que la hipnotiza, la piso de pie y le estampó la boca de un beso.

Ella envolvió su cuello con sus brazos mientras él apretaba sus glúteos desnudos y empujaba su pelvis rozando su erección contra su húmeda vagína cubierta por la fina tela de la braga.

Bajando su mano por su cuello, apretando su seno es que le roba un gemido desde las profundidades de su garganta y al hacerlo algo en él se activa convirtiéndolo en un animal.

Se giran sobre sus pies quedando ella contra la pared, y es allí donde le intenta quitar la blusa pero Aby se resiste.

—¿Qué, qué pasa?— Pregunta mientras le pasa la lengua a su cuello y busca desesperado en el interior de su prenda interior aquella humedad que anhela. —¿Eres acomplejada?— continúa sin dejar de tocarla una vez que palpó el interior de su vagína —¡Dios Santo! ¡qué mojada que estás! Estas tan preparada para mí.

Al decir esto se hunde en su interior pudiendo sentir lo apretada que estaba. No era idiota para no darse cuenta que:

1–O era virgen.

2–O no tenía experiencias íntimas recurrentes.

No importaba, porque lo que le generaba en el cuerpo era sublime.

Dante estaba acostumbrado a estar con mujeres cuyas vagínas estaban completamente dilatadas, pero la de ella era diferente. Estar penetrandola con sus dedos se sentía tan bien que no podía esperar a poder sentir como sus paredes apretarían su dureza.

—Quiero cogerte.

Susurra en su oído y ella intenta cerrar sus piernas, pero él hace lo que no se esperó.

—Necesito sentir tus fluidos en mi boca.

Bruscamente la sienta sobre el inodoro y se inclina a sus pies.

—Quiero que me des todo lo que tienes aquí— y al decir eso lleva sus dedos a su entre piernas y los empapa con su humedad, para luego llevarlos a su boca y con los ojos cerrados saborearlos.

Ella estaba excitadisima y no era capaz de pensar con claridad. Sólo estaba ahí para demostrarle lo que es capaz de lograr con su boca y lo que menos quería es que él siga sintiéndose el amo poderoso que tiene a todas a sus pies y aunque puede puede así sea, ella era diferente.

Cuando reacciona, siente como su lengua toca la cara interna de sus muslos y automáticamente se hecha hacia atrás.

Hipnotizado por la postura de la joven, usa sus manos para abrirla un poco más, sus dedos para separar la fina y mojada tela de la braga y sin pedir permiso hunde su cabeza para luego pasarle la lengua y recoger con ellos sus fluidos.

—Ah— Deja escapar un suave gemído al mismo tiempo que una corriente eléctrica hace que su cuerpo se sacuda. Era la primera vez que le practicaban sexo oral.

Ver su reacción lo hizo reír y lo volvió hacer. Podía ver como a través de la blusa se marcaban sus pezones y no perdió tiempo en llevar su mano a uno de sus senos y utilizando sus dedos a modo de pinzas la pellizco.

—¡Ay!

Aquel grito era más fe placer que de dolor.

El ríe y deja de lamerla para sentarse a horcajadas sobre su cuerpo, tomar su rostro y pegar sus labios.

Ella tocaba sus glúteos mientras él hacía lo mismo co sus pechos.

—Quiero cogerte duro— susurraba Dante cada que se separaba de su boca. La toma de los pelos y pega sus frentes, para seguir excitandola con sus palabras —Te lo voy a meter tan adentro y de un modo tan salvaje, que te dejaré de cama por un una semana.

Esto la hizo reír. Ese tipo era un maldito arrogante, por lo que ante lo que le dijo, se mofó.

—¿Una semana nada más?

Dante frunció el ceño molestó ante aquella burla, por lo que se puso de pie y tomándola del brazo hizo lo mismo con ella.

—No me provoques.

Amenaza pegando su erección a la altura de su vagína.

Ella se cruzó de brazos y agradecía el autocontrol que tenía sobre su cuerpo como para, exteriormente, mostrar que está normal cuando en verdad siente que tiene un río pegajoso entre sus piernas.

—A ver nene— y con la mano le hizo un gesto despectivo el cual le enfado aún más.

—¿Te vas?

—No. Te voy a enseñar como soy capaz de moverte el piso sin decir tanta sestupodeces.

Él sonríe de lado y deja que haga todo el trabajo.

Lo vuelve acorralar contra la pared y justo antes de inclinarse, le hace una pregunta que le borra la sonrisa del rostro.

—¿Eres virgen? Porque cuando te metí los dedos te sentí muy apretada.

La había tomado por sorpresa y no quería decirle la verdad, de echo no tenía porque estar respondiendo le eso. Después de todo solo le haría sexo oral y luego no lo volvería a ver.

Intenta otra vez inclinarse pero la vuelve a detener. Se muestra muy insistente.

—Lo eres— y carcajea, ella pone los ojos en blanco. —Eres virgen— y se vuelve a reír.

—¿Eres un niño?—Suelta con asco.

—No mi amor, soy un hombre. Ahora veo porque tan desesperada.

Ella eleva una de sus cejas. Tenía dos opciones, darle un rodillazo en los testículos y dejarlo sin descendencia, lo cual sería un favor para la humanidad o darle un buen golpe en los dientes, hacer que se le caigan dos o tres y borrarle esa sonrisa.

—¿Deseas que te quite la virginidad?— Pregunta mientras va acortando la poca distancia que hay entre los dos.

—Eres un idiota— lo insulta y se cruza de brazos.

— Y te mueres por que te haga ver las estrellas— pone sus manos en su cintura y lleva su boca a su oreja. —Solo debes pedirle y tener con qué pagar el precio— esto último hizo que regresara en sí de inmediato.

—¿Precio?

—Claro, mamita— susurra mientras su mano busca el final de su pollera y la sube muy lentamente haciéndola gerír, escuchándola jadear — Todo en la vida tiene un precio y si me quieres dentro tuyo, tienes que darme algo que me interese. Eso es dinero.

Esto la hace estallar de risas y es que literalmente se estaba vendiendo como un trabajador sexual y no se privaría de preguntarle.

—¿Dinero? ¿ A caso eres un prostituto o qué?— con la sonrisa soberbia que le dio de lado, pudo comprender que si o se trataba de un imbecil que a sabiendas del poder de seducción que ejercía sobre la población femenina se hacia alarde de ello.

—Lo bueno, cuesta ¿Sabías? Y yo lo estoy.

—¿Perdón?

—Que todo lo bueno cuesta su billete y yo lo estoy ¡Mírame, soy todo lo que una mujer desea! Joven, lindo, buen lomo, buena polla que sé usarla muy bien, pero todo tiene su precio— ella lo escucha mientras rueda los ojos y muerde sus labios por no insultarlo de pies a cabeza.

—¿Terminaste? Sinceramente eres peor que piedra en el zapato. Si estoy aquí es por una apuesta ¿Pero sabes qué? ¡Sos insufrible!— y no queriendo soportar más tanta arrogancia él la hace girar sobre sus pies y la estampa contra la pared, poniendo a cada lado de su cabeza sus manos.

—¿Cuanto valgo?

El que le dejara en claro que solos e acercó a él por una apuesta le dio en el ego, por lo que necesitaba saber por cuantas monedas lo habían apostado.

—Diez mil.

—Dolares— completa su oración con una sonrisa triunfante en los labios, quizás no era mucho, pero dentro de todo era un buen numero. No había manera de que se tratara de menos.

— No corazón, no vales tanto. Pesos.

—¿Diez mil mugroso pesos?

—¿Esperabas más? Lo siento por romperte la burbuja bebé

Pero aquí, entre nosotros— acorta más la distancia entre los dos y acaricia sus labios sintiéndose poderosa, observando su rostro de imbécil y preparándose para darle el golpe final —Si algún día pago por sexo, por lo menos será en alguien al que se le pare derecho, y tu no eres el caso. Esa inclinación además de notable es poco excitante.

Aquel comentario sobre la dorecxionalidad de su miembro erecto lo hizo sentir humillado, dado que en su vida, jamás le habían herido el orgullo de macho alfa.Lo cierto es que tenia una leve inclinación hacia la derecha, pero en cuanto a tamaño y grosor tranquilamente era deseable, pero ese tipo era un imbecil y éste dispuesto a demostrarle lo que puede hacer con su casi torcido pene, le hace con una propuesta monetaria.

—Pasaré por alto tu comentario y te daré la posibilidad... mejor dicho, te daré la satisfacción de acostarte conmigo y demostrarte que tan bueno soy en la cama— Toma su barbilla y hace que lo mire fijamente —Te ofrezco esa misma cantidad, pero dolares por tu virginidad.

Los ojos de ella se abrieron de par a par incrédula de lo que le estaba diciendo y negada a aceptar que aún seguía siéndolo.

Aby se había cansado de esperar a su príncipe azul y estaba dispuesta a perder su virginidad ese año, pero lejos estaba de elegir a un hombre como Dante para ello, por lo que se mantuvo en su postura de que era sexualmente activa.

—No soy virgen y no tengo precio.

—Lo eres y subo la oferta a 15000 dolares.

Cansada de discutir y completamente excitada ante lo ocurrido es que le deja en claro que no se metió con la mujer equivocada.

—Mira, aunque fuera virgen no me vendería a un tipo con un pene que tengo que enderezar para que pueda penetrarme.

Y sin más, se fue del cuarto dejando dos cosas dentro.

1) A un egocéntrico, narcisista, engreído y arrogante con el orgullo herido.

2) Su celular sin contraseña de bloqueo.

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