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Rich y yo caminamos por el bosque hasta llegar a una casa. Era su casa. La casa era blanca de dos pisos, tenía un pequeño jardín en la entrada. Dudé, estaba un tanto nerviosa porque me trajo a su casa, yo pensé que iríamos a otro lado. No me había dado cuenta de que nuestras manos habían estado entrelazadas todo el tiempo así que sentí mis mejillas arder.
—Ven, vamos dentro —Rich me encamina hacia la entrada.
—Hmm, es bonita tu casa —murmuré, sin saber qué más decir— ¿están tus padres? —agregué.
—Vivo sólo con mamá —responde, introduce la llave en la cerradura y abre la puerta. En ese momento separamos nuestras manos, sentí frío.
Al entrar a su casa la observé atenta, tenía unos muebles viejos, la casa no tenía demasiada iluminación, era un tanto oscura por dentro. Escuché cómo Rich cerraba la puerta así que me giré a él.
—Si estás pensando que esta es la sorpresa déjame decirte que estás equivocada —Rich deja las llaves en la mesita y sonríe.
Frunzo el ceño.
—¿Ah no? ¿Entonces qué hacemos en tu casa? —quise saber.
—Tenía que pasar por unas cosas para la sorpresa —dice—. Espérame aquí. No tardo.
Quise decirle que no me dejara sola aquí pero no me dio tiempo, Rich subió las escaleras rápido y se perdió en el segundo piso. Miré recelosa para todos lados, me sentía observada, como si alguien en las paredes me mirase.
Pareciera como si el frío hubiera aumentado. Decidí relajarme y no pensar en cosas feas y mirar algunos retratos que habían colgados en la pared. La primera foto era de un niño rubio, sonriéndole a la cámara. Estaba con una caña de pescar en un muelle. La segunda foto era de Rich más grande, quizás unos 12 años, su cabello rubio ya le caía por la frente, esta vez estaba medio sonriendo. Al parecer estaba en su habitación.
La otra foto me dio —es feo decirlo, pero es lo que sentí—, miedo. Si, me dio miedo. Era una mujer ya mayor, su vestimenta era como de los 80 o 70, su cabello rubio estaba recogido. Pero lo que más me asustó era su sonrisa, era perturbadora.
Quizás sea imaginación mía o qué se yo, pero esa mujer asusta.
¿Quién será? ¿La madre de Rich?
—Da miedo, ¿cierto?
Una voz femenina detrás de mi me hizo saltar del susto y llevarme una mano al pecho. Me di la vuelta sólo para encontrarme con la misma mujer del cuadro.
—Ah... yo... —no sabía qué decir.
—No, no digas nada —se puso junto a mi a observar su retrato—. En esa época era un tanto aterradora.
¿Sólo en esa época?, pensé.
—Soy la madre de Rich. Glenda. —me miró—, ¿y tú eres...?
—Venus Maxwell —respondí, dándole una sonrisa de boca cerrada. Aún me latía rápido el corazón.
La señora frunció el ceño.
—¿Maxwell? ¿Como Kyle Maxwell? —inquirió. De pronto estaba sonriendo.
—Si —respondí dudosa—, ¿lo conoce?
¿Cómo no lo va a conocer si viven cerca? No puedes ser más tonta, Venus.
—Claro, desde niños. Como tú y mi hijo —agregó.
—Perdón, pero Rich y yo apenas nos conocemos.
La señora Glenda iba a responder, pero en eso Rich apareció en mi campo de visión.
—¿V? Está todo listo, nos podemos ir.
Glenda se giró a su hijo.
—Oh, Rich, ¿porqué no me habías dicho que la hija de Kyle había vuelto? —le reprochó en tono paciente a su hijo.
—Luego hablamos, madre —fue lo que le dijo él.
Rich me tomó de la mano y me encaminó hacia la salida.
—Dale mis saludos a Kyle, linda —escuché la voz de la señora Glenda a lo lejos, cuando me giré para verla, ella ya no estaba.
Al estar fuera me zafé del agarre de Rich.
—¿Dónde vamos? —pregunté, caminando detrás de él. Rich avanzaba por el bosque, dejando su casa atrás. —Tu mamá hizo un comentario extraño —murmuré.
—¿Qué dijo? —cuestionó en tono serio, al parecer se había enojado. No lo sé, serán imaginaciones mías.
—Dijo que tú y yo nos habíamos conocido desde niños.
—Mi madre no sabe lo que dice.
—Parecía muy segura.
—Es de todo, menos segura.
No sabía porqué Rich actuaba de esa forma, primero estaba bien, ahora está mal. ¿Es bipolar o qué? Rodé los ojos para mi misma y decidí callarme, si seguía contestándole puede que no terminemos bien, y muy en el fondo no quería pelear con Rich. Es el único amigo que me cae bien hasta ahora.
—Llegamos —anuncia.
Elevo mi vista y contemplo lo que tengo frente a mi.
Es un lago.
Hay un muelle a unos pasos de nosotros, es el muelle de la foto. El lago está súper calmo, sólo hay bosque rodeándolo. Es increíble. No había notado que Rich había traído una mochila. Al estar en el muelle nos detenemos.
—Wow es... hermoso —musité, mirando el panorama con admiración.
—Lo es —agregó él, abriendo la mochila—. Como sé que no tienes bañador te traje una de mis camisas, claro, si no te importa —comentó. Hasta me parece que se puso un tanto nervioso.
Y al parecer ya se le había pasado el malhumor.
—Gracias —la tomé. Hace frío, pero no puedo negar bañarme allí.
—Este lugar es uno de mis favoritos —dice, sentándose en el muelle.
Me quiero cambiar pero no lo haré frente a él. Me debato en si decirle que voltee o no.
—¿Tienes más? —quise saber aún de pie, con la camisa en la mano.
—Solo dos —dice—. Y ahora tres —me mira.
Sentí algo en mi pecho cuando dijo eso, pero no le di mucha importancia.
—Rich, me voy a cambiar, voltea —medio sonreí.
—Claro —Rich volteó, ahora su vista estaba en el lago,
Me quité mi camisa, mi pantalón y mis zapatos, para después ponerme la camisa de Rich. Olía a él, y me gustó tanto ese olor que en ese momento deseé seguir oliéndolo. Pero voy a parecer una lunática si sigo oliendo la camisa de esa forma. Me acerco a Rich y me siento junto a él, con los pies tocando el agua.
—¿Ves esa montaña de allá? —señala a lo lejos.
Efectivamente, por allí se encontraba una montaña no tan alta.
—Si.
—Es mi segundo lugar favorito, suelo ir allí a sentarme y ver la ciudad, sólo en ese momento puedo tener paz, ser yo mismo.
Lo miré de reojo sin entender.
—Espero conocer algún día ese lugar —susurré sin querer.
Sentí que me miró.
—Claro, uno de estos días vamos. —se puso de pie y se quitó la camisa. Aparté la vista de inmediato en cuanto noté que se quitaba los pantalones también, para después quitarse los zapatos. Solo quedó en bóxers.
—Vamos al agua —estira su mano para que me ponga de pie. Lo hago. —A las tres —dice.
—Una, dos... tres.
Los dos nos lanzamos al agua, introduciéndonos a lo profundo. Agradecía que sabía nadar porque esto estaba bastante hondo. Cuando salí a la superficie, Rich ya estaba afuera, tenía una sonrisa en su cara, parecía radiante. Le gustaba esto, podía verlo en sus ojos.
—Cuéntame más de ti —pide.
—¿Qué quieres saber?
—¿Cómo eras en tu lugar?
Resoplé.
—Era... bueno, aún lo soy, demasiado inmadura. Estaba siempre llevándole la contraria a los demás, me metía en problemas, era un completo desastre. Mi hermana Madison era la que me sacaba de mis conflictos, pero ahora ya se cansó de hacerlo. Por eso me trajo aquí.
—¿No querías venir aquí? —cuestionó.
—No, odiaba este lugar. En especial porque tenía que estar con Kyle.
—Querrás decir tu papá.
Aparté la mirada.
—Como sea.
Silencio.
—¿Y qué te hizo venir aquí? ¿Qué hiciste de malo para que tu hermana decidiera mandarte lejos? —sentí que se acercó.
Lo miré, sí, estaba un poco más cerca. Mi pulso se aceleró en ese momento.
—Le hice una broma a la maestra de biología. —confesé—. Estábamos todos en el salón de la universidad, había una enorme pantalla frente a nosotros donde pasaban imágenes de algunos trabajos comunitarios. Bueno, digamos que me hice cargo de pasar en la pantalla fotos y unos videos de la maestra en donde salía en un bar, emborrachándose y dedicándole canciones al director. Fue la burla en ese momento.
Rich rió.
—¿Porqué harías algo así?
No le voy a decir que esa maestra era una pervertida ya que se le había insinuado a Josh en algunas ocasiones y bueno, yo, la celosa, me quise vengar.
—Molestaba a Josh —respondí.
La cara de Rich cambió a seria.
—¿Y Josh es tu novio? —bajó la mirada.
Eso hubiera querido yo.
—No, es mi amor platónico —respondí sincera.
Rich se alejó un poco de mí y vaciló.
—Creo que es tarde —dice, nadando al muelle—. Tengo que hacer unas cosas —se sale.
Nado al muelle y me salgo yo también un poco desconcertada.
—Está bien —asentí, tomando mis cosas. Rich se pone su pantalón y camisa, para después ponerse los zapatos. —¿Está todo bien? —inquiero, mientras me pongo mi pantalón.
—Si, es sólo que recordé que tenía que hacer algo —ahora se torna más serio.
Me puse mis zapatos.
—Bien.
Me iba a quitar su camisa pero él negó.
—Quédatela, te sienta bien —dice.
¿Me la está obsequiando?
No me pude negar.
Tomé mi camisa seca y la llevé en la mano.
—Te iré a dejar a tu casa. Vamos —hace una seña con la cabeza de que lo siga.
Sin entender nada, lo sigo.
Luego de caminar mucho tiempo, en silencio, llegamos a casa. Me sorprende ver un coche de policía afuera. Me dirijo a Rich.
—Bueno, nos vemos después —me despedí.
Rich tenía la vista en el coche de policía detrás de mi, estaba serio e inexpresivo. No me gusta este Rich, me da cierto temor.
—¿Rich?
Ahora sí me mira.
—Si, te veo luego....
—Venus.
La voz de Kyle detrás de mí hace que me gire en su dirección, venía saliendo de casa junto con un oficial de policía. Kyle observó a Rich con bastante seriedad. Miré a Rich, él estaba igual.
—El oficial quiere hacerte algunas preguntas acerca del chico muerto —dice en cuanto llega a mi.
Frunzo el ceño.
—¿A mí porqué? —inquiero desconcertada.
Ahora sólo me falta que piensen que yo lo asesiné.
—Tal vez será mejor si te acompaño —Rich se pone a la par mía.
—No es necesario, será mejor que te vayas, Rich, mi hija y yo necesitamos hablar —responde Kyle.
—¿Conocías a Jay, Rich? —le pregunta el oficial.
Pero Rich no respondió.
—Bien, luego te hago una visita a tu casa —le dice.
—¿Venus? Necesitamos entrar —me apura Kyle.
Resoplo girándome a Rich.
—¿Te veo luego? —inquiero.
Él duda, pero asiente. Les da una última mirada a las dos personas detrás de mí y se adentra al bosque.
Ahora sí, me giro a ellos dos y me cruzo de brazos.
—¿Qué quieren saber sobre Jay? Apenas y lo conocía —les dije.
—Lo sabemos, pero tenemos una testigo que dice que Jay y tú mantuvieron una discusión ayer mismo, justo antes de que él falleciera a pocos metros de aquí —dice el oficial—. La misma testigo me insinuó que tú tuviste algo que ver.
Reí.
—Increíble. —no podía creer que me estuvieran inculpando.—¿Quién es esa testigo?
—Su nombre es Kate, era la novia de Jay.
Maldita. Esta me las paga.
—Vamos adentro —sugiere Kyle—. No es seguro estar aquí afuera hablando de estas cosas. Los árboles tienen oídos.
Los tres nos dirigimos a la entrada, pero como si sintiera la mirada de alguien sobre nosotros miré en dirección al bosque, en donde Rich nos observaba atento.
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