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Capítulo IV: Estos son mis hijos.

Yvaine.

Desde que nacieron los mellizos mi vida es un sube y baja de sensaciones, gracias a dios, el embarazo fue muy bien, me puse de parto al octavo mes. Le puse a mis hijos el nombre de

mis padres, a la niña la puse Aila y a mi hijo le puse Roy, pero como quería dejar algo de su padre en ellos, ya que sin su muy estimable colaboración no hubiera tenido a mis tesoros, y

como no podía ponerles su apellido, decidí poner a mi hija también el nombre de la madre de Norman y a mi hijo el nombre de su padre.

Como yo, Norman Miller había perdido a sus padres cuando era un niño, en un ataque terrorista en un viaje a que hicieron al extranjero.

Estuve investigando, y sus padres se llamaban Caroline y William.

Por ello mis bebes fueron registrados con los nombres Roy William Stewart y Aila Caroline Stewart, me prometí, que, si cuando mis hijos fueran mayores y deseaban conocer a su padre, me pondría en contacto con él, aunque después de un año sin saber de mi primer y único amante, llegué a pensar que ya me había olvidado. En cuanto a la promesa o el trato que

quería que yo cumpliera, sólo lo hizo por compromiso, porque se sentía culpable por arrebatarme la virginidad. En realidad, no me la arrebato, yo le obligue a arrancármela.

Por eso creo que no volví a saber de él, si volvió a buscarme y se enteró que estaba embarazada, seguro que los rumores de que me acuesto con cualquiera lo habrá disuadió. Mi desaparición debe haberle dado aliviado.

No sé porque aún sigo pensando en él, quizás es porque al ver a sus hijos crecer, más lo tengo presente, o quizás porque esa noche que pase en sus brazos, me dejaron marcada.

Miré a mis hijos y sonreí, salvo el color de los ojos, que son verdes como los míos, ambos se parecían a su padre, ambos eran morenos, Aila era delicada, de piel blanca y pelo negro, más pequeña que su hermano, Roy en cambio, también de pelo negro, es más grande, para solo tener 3 meses, ambos son muy espabilados, aunque Aila es más llorona y mimosa y Roy es más tranquilo, aunque más exigente cuando quiere algo, sobre todo a la hora de saciar sus necesidades, me recuerda mucho al hombre que me roba los sueños.

Esta mañana me dirigía a dejar los bebes en la guardería cuando recibí la llamada de una de mis vecinas en Nueva York.

-” Yvaine, lo siento mi niña, no pudimos hacer nada, se han presentado unos agentes del

gobierno, pidiendo que la dueña de la casa se presente, ya que va a ser expropiada, quieren construir en la zona un centro cultural y han expropiado muchas viviendas.”- sentí que me desmayaba la casa que me dejaron mis padres, ¿me la quiere quitar el gobierno? -” Tienes

que presentarte en dos días en las oficinas del ayuntamiento o procederán a ejecutar expropiación.”-

Sin dilación llamé a la empresa y pedí días libres a cuenta de mis vacaciones, la empresa se había portado muy bien conmigo, incluso no me echaron cuando supieron que estaba embarazada, así que no me extraño que me dieran una semana a cargó de mis vacaciones.

Reservé los billetes de los tres, y pedí permiso al pediatra para volar con ellos, tras revisarlos me dijo que no había problemas. Tenía tanta prisa que ni me di cuenta que había utilizado el nombre de los bebes y el mío real para comprar los billetes, este despiste desembocaría en otra sorpresa, que me encontré al llegar al aeropuerto Internacional La Guardia, en Nueva York.

Norman.

Me encontraba, en la reunión de una Junta ejecutiva, cuando Jason entró, y se dirigió hacia mí con una Tablet en las manos.

-” Los han encontrado, se dirigen a Nueva York”- me susurro, entregándome la Tablet, donde

había una foto de mi mujer, junto a dos bebes.

Sentí como una emoción me embargaba, mi corazón me comenzó a latir acelerado, la tensión de lo que acababa de descubrir, se reflejó

en mi mandíbula. ¡No tengo solo un hijo!, era padre de mellizos, para ser precisos era padre de dos bebes, un niño y una niña de tres meses de edad.

Al pasar la página en la tablet, para ver toda la información que contenía, descubrí los billetes donde se encontraban sus nombres. Mi

corazón dio un vuelco, Yvaine había pensado en mí, a la hora de poner los nombres a nuestros hijos, ya que ambos llevaban los nombres de sus cuatro abuelos fallecidos. Gracias a la información que había recabado de Yvaine sabía que era huérfana, y hasta descubrí el nombre de sus padres.

Sentí que la emoción me embargaba, al pensar que ella también se había

molestado en descubrir información sobre mí, y había tenido el detalle de buscar los nombres de los abuelos paternos de los bebes, aunque en cuanto a los apellidos de mis hijos no estaba conforme, ya que sólo tenían los apellidos de la madre, eso era algo que pensaba solucionar hoy mismo si era posible, al igual que añadirme a mí como padre en sus certificados de nacimiento, y en cuanto pudiera, tras nuestro matrimonio, los cuatro tendríamos el mismo apellido, en breve Yvaine Stewart seria Yvaine Miller, y eso era algo que no iba a cambiar.

Me levanté bruscamente y sin mirar a nadie, corté la reunión, le hice un gesto a Jason para que se encargará y salí por la puerta, con paso decidido. Pude oír las últimas palabras de Jason, y me siguió a continuación.

-” La reunión queda cancelada”- les dijo.Nos pusimos en un tiempo récord en el Aeropuerto Internacional de La Guardia, y gracias a mis influencias, nos dejaron una sala VIP donde podíamos observar todas las llegadas que venían desde Los Ángeles. Yvaine.

No entendía lo que pasaba, tenía que llegar casa lo antes posible, Roy estaba muy inquieto, tenía hambre, y debía darle el pecho lo antes posible, o estallaría en un berrinche en cualquier momento, y eso era algo poco recomendable de ver.

Aila estaba expectante para ver en qué momento podía meter basa, ya que no ser el centro de atención era algo que no podía soportar, así que se uniría al cabreo de su hermano. Intente decírselo a los policías, pero lo único que me decían era que los siguiera.

Cuando estábamos llegando a una sala, decididamente, ya estaba harta de que no me dijeran nada. Roy no estaba dispuesto a aguatar más, y Aila se le iba a unir en cualquier momento.

-” ¡O me dicen ya donde vamos, o no me muevo!, Tengo que darle de comer a mi hijo, y si no quieren ver mis pechos más vale que se giren, y luego me detienen por escándalo público,

porque mi hijo tiene que comer ¡Ya!”- les dije mirándolos enfadada.

-” Eso no será necesario Alicia, nuestro hijo va a comer ahora mismo, yo te ayudare a saciarlos, el resto de personas sobran, no quiero que nadie vea algo que me pertenece sólo a

mí y a mis hijos”- esa voz me paralizó y me trajo recuerdos, miré hacia el lugar donde procedía y sentí como si los infiernos se hubieran desatados y yo estuviera en medio del fuego,estaba en blanco, y no reaccionaba, él en cambio, mando a salir a todos de la sala, cogió a sus dos hijos del carrito de bebe, uno en cada brazo, y su cara reflejaba todo el amor del mundo mientras se presentaba a elloa ellos.

-” Hola, mis herederos, soy su papá, y desde hoy pasáis a ser el capital más importante de mi vida y de todo el Holding Miller, junto a vuestra madre”- le dijo besándoles la cabeza, su voz expresaba emoción, algo que no cuadraba con lo que sabia del gran CEO de Holding Miller, pero las sorpresas no acabaron ahí, acto seguido, esos dos gamberros, lo miraron tranquilos y curiosos, hasta que finalmente Aila sonrió a su padre y este cayo cautivado con la sonrisa

de esa sirena.

Yo estaba paralizada, y los miraba como si estuviera viendo una película, sin saber que decir, ni que hacer.

” ¿Desde cuándo estos dos gamberros están tranquilos, como si fueran angelitos?, y encima la descarada de mi hija se dedica a conquistar a su padre, Y sobre todo como puede ser que las palabras de este hombre me hagan estremecer, esto no está sucediendo, ¿y si decide

quitármelos?”- miles de pensamiento asaltaron mi cabeza, y un miedo aterrador comenzó a instalarse en mi corazón.

-” ¿Vas a alimentarlos al final?, creo que Roy William tiene hambre”- me dijo mirándome a la cara, esto me hizo reaccionar, y con ciertos reparos, me acerque para coger a Roy.

-” ¿Como sabes los nombres de los niños?”- pude decir cuando me salieron las palabras, el me miró de forma intensa pero no me contestó, automáticamente me dieron ganas de reírme de mi misma por pensar esto, era el gran Norman Miller, nada se escaba a su control, ni su conocimiento, ni siquiera nosotros.

-” Siempre tiene hambre, sus necesidades siempre son lo primero”- le dije a continuación a Norman cogiendo a su hijo de sus brazos, mientras comenzaba a desabrocharme la camisa sin reparar que él estaba mirando lo que hacía con interés.

-” Veo que no te importa desnudarte ante mí, lo haces muy a menudo, no es que me importe, pero...”- no lo deje terminar.

-” Tu hijo tiene una forma muy clara de exigir sus necesidades, creo que, en eso, salió a su padre, así que o le doy de comer ya o.…”- me di cuenta en ese momento que habia admitido que los niños eran sus hijos.

No pude continuar mi explicación, al parecer Roy se había hartado de

esperar y de unos pulmones tan pequeños, salió un grito que hizo que nos dolieran los oídos, Aila al ver que la atención la tenía toda Roy, decidió que también era hora de reclamar el protagonismo del que siempre gozaba, y se unió en llantos a su hermano.

-” Ahí lo tienes, no sé cómo lo llamaras tú, Norman Miller, pero yo lo llamo la contribución de los genes paternos.”- le dije con sarcasmo, sacándome el pecho y poniéndoselo a mi hijo Roy, en la boca. Este, automáticamente, dejo de llorar.

Segundos después como si fuera un coro coordinado, Ailan dejo de llorar también y volvió a sonreírle a su padre. Norman, en un principio me miró incrédulo, pero al ver el carácter de sus hijos, sonrió de orgullo.

-” Me gusta que sepan lo que quieren y vayan a por ello, además veo que hay otra cosa que mi hijo, a ha heredado de su padre “- me dijo Norman mirando con pasión la forma en que su hijo me succionaba el pecho. Mientras Ailan jugaba con la corbata de su padre, mientras su padre la sostenía en sus brazos.

-” Creo que, ya que estos están más tranquilos, es hora que me digas que quieres, y que pretendes, no te voy a entregar a los niños, ni por todo el dinero de los Miller, me van a separar de ellos. Y si me llevas a los tribunales prometo luchar hasta el final.”- le dije mirándole retadora.

-” Eso sería imposible Alicia, te recuerdo que como te dije la noche que estuvimos juntos, tú eres mía, y sólo tú puedes llevar el apellido Miller, como lo van a llevar mis hijos hoy mismo desde que hable con mis abogados, en cuanto a separarnos creo que hay un error futura

señora Miller, eres mi mujer, eres mía y lo llevas siendo desde el momento que me rogaste que te hiciera mía, así que aparte de decirme cuando quieres que nos casemos, y

cuando vas a trasmitir a tu empresa que no vas a volver, creo que no hay otra cosa por resolver.”- me dijo el arrogante empresario.

-” ¡Fuiste tu quien preparo todo para que volviera, lo de la expropiación, y todo eso!”- le dije enfada evitando gritar para no molestar a Roy mientras comía, o no me perdonaría el que le hubiera molestado cuando él se estaba saciando su hambre, este niño ponía las mismas caras que su padre cuando no se salía con la suya.

-” Tenía que hacerte volver, no podía permitir que mi mujer, viviera en condiciones que yo no puedo controlar”-

-” Quien dice que me voy a casar contigo, Norman Miller, acepto que eres su padre, acepto incluso, volver aquí para que tu estes cerca de ellos, pero si hablamos de casarnos, por una noche de sexo, por una extraña noche de sexo...”-que me pasaba no podía hablar con él, sin recordar como mi cuerpo se sintió en sus brazos, como me hizo senti cuando fui suya, como...

Norman se acercó a mí haciendo que mis pensamientos se interrumpieran, y retiro de mis brazos a Roy, que ya se había quedado dormido después de amantarlo. Lo puso sobre su hombro, antes había dejado a Aila en el cochecito jugando con su corbata, que se había quitado para dársela, ya que le llamaba mucho su atención. No quise ni pensar los miles de dólares que valdría esa corbata, que ahora

mi hija se dedicaba a babear mientras se la metía en la boca.

Tras sacarle los gases a su hijo, lo colocó en su cochito para que durmiera.

Yo por mi parte intentaba cubrirme el pecho, mientras medio paralizada observaba la escena como hipnotizada, e intentaba buscar las palabras exactas, sin parecer estúpida, rápidamente Norman se acercó a mí, y me dijo:

-” ¡No lo hagas!”- y sin más me agarro las muñecas levantando mis brazos por encima de mi cabeza, evitando que terminara de cubrirme el pecho, inclinó su cabeza hacia mi pecho,

poniendo su boca donde anteriormente su hijo lo había hecho, lamiéndolo y besándolo con fervor.

Fue tan rápida su acción, que apenas pude protestar y un gemido de placer salió de mis labios sin poder evitarlo, me quedé como anestesiada, sólo podía dejarme hacer.

-” ¿Cómo era posible que el sólo roce de este hombre, me hace perder la cabeza?”- pensé.

-” Comprendo la adicción que tienen mis hijos por ti, es algo que también comparten su padre. ¡Tú sabor me vuelve loco!”- me dijo mientras separaba su boca de mi pezón, y llevado mis brazos atrás de mi espalda, me atrajo hacia él, sin más, comenzó a besarme.

En ese momento, perdí todas las ganas de luchar, si alguna vez la tuve.

-” Te casaras conmigo, pronto, te extrañado mucho, no consigo borrarte de mi mente”- me

dijo besando mi cuello.

-” ¿Como puedes decirme eso?, no nos conocemos, solo estuvimos juntos una noche, una larga noche, has conocido a muchas mujeres, ¿por qué quieres que me casé contigo?”- le dije

entre gemidos mientras intentaba mantenerla la cordura a duras penas.

-” Porque soy el único hombre que has conocido, porque me vuelves loco, porque eres la madre de mis hijos, y porque no puedo sacarte de mi mente.”- me dijo y sus palabras, me

hicieron gemir.

Mientras el volvía apoderarse de mi boca. Durante minutos perdí todo control de mí misma, deseaba que me hiciera suya sobre la moqueta de la sala, no me sentía yo misma y comprendí, que ese hombre se había quedado marcado en mí.

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