Librería
Español
Capítulos
Ajuste

Capítulo 2: Transformación y Renacimiento

El sonido de las olas rompiendo contra las rocas, distante y constante, era lo único que acompañaba los pasos de Mariana mientras salía de la mansión Ledesma. No estaba en Monterrey, pero las huellas de su vida allí, entre lujos, traiciones y amores rotos, seguían persistiendo en cada rincón de su mente. El sonido del viento acariciando su rostro parecía tratar de borrarlas, pero no podía escapar de las voces que susurraban en su cabeza.

Habían pasado tres días desde la humillación pública en la gala, y desde ese momento, Mariana sabía que su vida nunca volvería a ser la misma. La humillación, el desprecio de Emiliano, las promesas rotas… Todo eso se había convertido en una carga insoportable. Con cada paso que daba, sentía que el peso de la traición la aplastaba más y más.

Por fin, aquella noche lluviosa, después de escuchar las palabras de Emiliano y Sofía, Mariana había tomado la decisión. No podía quedarse allí, observando cómo su vida se desmoronaba bajo la mirada indiferente de todos. Ni la presencia de los Ledesma, ni las promesas vacías de su marido, ni las expectativas sociales podrían detenerla. Necesitaba huir. Necesitaba encontrar su propio camino, sin las cadenas que la ataban a esa vida que nunca fue la suya.

Sin decirle adiós a nadie, y con la ayuda de Clara, una amiga de la infancia que había sido su refugio en los momentos de soledad, Mariana salió de Monterrey. Clara había crecido en la misma mansión Ledesma, como sirvienta de la familia, pero nunca aceptó las reglas que los poderosos imponían. Había sido su amiga más cercana, su confidente, la única persona en la que Mariana podía confiar con los ojos cerrados. Clara también había vivido la dureza de un mundo que no perdona, y su lealtad hacia Mariana era inquebrantable.

El viaje hacia la Ciudad de México fue largo, pero la distancia no era solo geográfica; también era emocional. Cada kilómetro que alejaba a Mariana de Monterrey representaba una huida hacia un nuevo destino, una oportunidad de reescribir su historia. Los días transcurrían y, aunque su alma estaba herida, algo en su interior comenzaba a despertarse. Había algo dentro de ella que le decía que no todo estaba perdido, que todavía había algo que podía salvar.

Al llegar a la capital, la vastedad de la ciudad parecía asombrarla. La Ciudad de México era un mundo tan distinto al de Monterrey, lleno de ruido, de vida, de posibilidades, pero también de sombras. Sin embargo, en ese caos, Mariana encontraba una extraña sensación de libertad. Era un lienzo en blanco, una página sin escribir, y ella tenía el pincel en las manos.

Clara, quien conocía bien la ciudad, la llevó a su pequeño taller de textiles en una zona bohemia, alejada de los altos edificios y el lujo ostentoso al que Mariana había estado acostumbrada. El taller de Clara no era más que un espacio pequeño y humilde, con paredes llenas de telas de colores, máquinas de coser y patrones antiguos. Sin embargo, en esa modestia, Mariana encontró el primer respiro desde que había dejado Monterrey.

“Este es mi refugio”, dijo Clara, mostrándole la pequeña tienda que ahora era su hogar y su fuente de ingresos. “Aquí no hay reglas que seguir, Mariana. Aquí podemos ser libres.”

Mariana observó las telas que Clara había comenzado a coser con sus propias manos. Eran hermosas, con bordados meticulosos y colores que se mezclaban como la paleta de un pintor. Clara era una mujer talentosa, pero su habilidad no había sido reconocida en el mundo de la alta costura. No tenía los medios ni el apoyo para abrir su propia línea, pero su trabajo era impecable.

“La vida no siempre nos da lo que esperamos, pero sí nos da lo que necesitamos”, le dijo Clara con una sonrisa cálida, mientras acomodaba una tela sobre la mesa. “Si sabes mirar con los ojos correctos, cada momento puede ser una oportunidad.”

Mariana no estaba segura de qué quería decir exactamente Clara, pero algo en sus palabras la tocó profundamente. Clara estaba sugiriendo que el destino no se construye a partir de los lujos o de los apellidos, sino de la voluntad de reinventarse.

Mariana comenzó a ayudar a Clara en el taller. Al principio, sus manos temblaban al tocar las telas, pero rápidamente comenzó a acostumbrarse al ritmo de trabajo. Poco a poco, su corazón se fue llenando de esperanza. A pesar de que su pasado la atormentaba, algo en su interior comenzó a cobrar fuerza. Cada puntada que daba al bordar, cada diseño que creaba, le devolvía una parte de sí misma. Empezó a soñar de nuevo.

El embarazo, aunque inesperado y lleno de temor en sus primeros días, también fue una bendición. Un regalo que la vida le dio en medio de la tormenta. Los trillizos—Diego, Valeria y Santiago—nacieron en un hospital sencillo de la ciudad, lejos de las cámaras, lejos de los ojos expectantes. Fue una experiencia casi mágica para Mariana, que nunca había imaginado que la maternidad le daría tanto sentido a su vida. A pesar de las dificultades económicas y la falta de ayuda, ella se convirtió en madre con una fuerza que ni ella misma conocía.

Los días en el taller pasaban entre risas de los niños y la dedicación a la costura. Clara le enseñó a Mariana lo que sabía, y Mariana le enseñó a Clara el arte del diseño. Juntas, con poco más que su pasión por la moda, comenzaron a crear ropa. Pronto, los diseños de Mariana se destacaron por su originalidad y belleza. Cada prenda que creaba no solo era un producto, sino una pieza de arte cargada de emoción y vida.

El nombre de Mariana comenzó a resonar en el mundo de la alta costura, y, poco a poco, fue convirtiéndose en una diseñadora de renombre. Su estilo único, fusionando la elegancia clásica con toques de modernidad, atrajo la atención de varios medios de comunicación. La joven madre y empresaria estaba comenzando a construir su imperio.

Sin embargo, en su corazón, Mariana sabía que aún había algo que debía hacer. El pasado seguía acechando en las sombras, y las heridas que había sufrido por culpa de los Ledesma y los Cázares no se habían curado por completo. La venganza, aunque aún tenue, comenzaba a tomar forma en su mente. Pero no sería solo una venganza egoísta; su lucha sería por la justicia, por sus hijos, por su futuro.

Fue en ese momento, mientras diseñaba una nueva colección, que Mariana encontró algo más importante que el éxito material. En su interior, floreció una sensación de poder. No solo había logrado crear algo de la nada, sino que había reconstruido su vida, había aprendido a amar a sus hijos con la intensidad de una madre que ha conocido el sufrimiento, y había descubierto en ella misma una fortaleza que nunca imaginó poseer.

Su camino no sería fácil, pero Mariana había encontrado la fuerza para enfrentarse a lo que vendría. Y sabía que el regreso a Monterrey, a ese mundo de traiciones y secretos, estaba cerca. La justicia, su justicia, estaba al alcance de su mano.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.