La rebelde Madie
Después de medirse el uniforme, Matt regresa a la oficina de su nuevo jefe.
—Ten, estás son las llaves del auto en el que usted deberá llevar a mi hija. —le entrega las llaves, abre una de las gavetas con cerrojo y saca un arma— y esta es el arma con la cual usted protegerá a mi hija —Math se sorprende al ver el tipo de arma Wiebbelling32 que le entrega John.
También le entrega un radio transmisor de última generación satelital y un celular con GPS que le entregó su CSO (Chief Segurity Officer) con el cual puede rastrear el lugar donde se encuentra Madison.
—Ya lo demás queda por cuenta suya. Haga su trabajo y recibirá su sueldo de forma puntual, cualquier gasto extra, como el mantenimiento de la caminoneta, es solo hablar con Anette y ella gestionará los pagos. ¿Alguna duda Cavalini?
—Ninguna señor.
—Entonces vaya al centro comercial donde está mi hija, yo le avisaré que ud irá por ella.
—Como ordene jefe.
Matt sale de la oficina, va hasta el estacionamiento subterráneo de la empresa, presiona el botón del control de alarma y se levanta el seguro de la Camioneta Mercedes AMG G 63 negra.
—Whoa! Esto si es lujo —Entra al auto observa el tablero de cuero negro y todas las funciones que tiene la camioneta blindada.
Coloca la pistola a un lado, revisa el celular donde se muestra la ubicación en tiempo real de Madinson. Enciende el auto y conduce en busca de su protegida.
En tanto, John le avisa a Madison que el nuevo guardaespalda irá por ella en pocos minutos.
—Pero pá, que aburrido de verdad. Yo no me quiero ir todavía, la estoy pasando super con Patty y Clea comprando cosas.
—No dije que te va a buscar para traerte, él te debe proteger Madie y ya deja la actitud infantil princesa. Eso ya lo hablamos.
—Está bien papá. Lo esperaré. —finalizar la llamada, enarca una ceja y sonríe com malicia.
—¿Quién era, tu papi? —le pregunta Patty quién siempre ha tenido cierto interés en el padre de su amiga.
—¡Uyy, sí! Que ya me puso guardaespaldas.
—¿Guarda espaldas? Y eso como por qué querida.
—Ahhh, es que no les he contado. Resulta que el día que estábamos... —Madison le cuenta su aventura de aquella tarde.
Le cuenta su plan a sus amigas y como niñas traviesas, deciden seguirle el juego a su amiga. Van de una tienda a otra. Cuando Matt llega al lugar donde se supone debería estar, no la encuentra por lo que recorre algunas de las lugares donde según se ha ido moviendo Madison según muestra el GPS, en su celular. De pronto, parece encontrarla, a pesar de que hay algunas chicas en aquella tienda, ninguna de ellas coincide con la chica de la fotografía y por lo que él recuerda de ella, cuando se toparon aquella mañana no logra encontrarla, sale del lugar y comienza a desesperarse.
—¡Dónde carajos se metió esta niña!
Mientras tanto, Madie ríe a carcajadas, burlándose de su guardaespaldas, aquel hombre le parece conocido, ¿era posible que fuese el tonto con el que se tropezo esa mañana? Realmente se veía bastante bien con el uniforme.
—Es ese que ven allí —murmura a sus compañeras.
—Vaya papacito ese —responde con picardía Patty.
—Pues no está nada mal, un poco mayor para mi gusto —interviene Clea.
—Dejen de busear a ese tipo —las jala de la mano para salir de aquella tienda y continuar burlándose de Matheus.— Vamos, Salgamos de aquí.
Matt percibe lo que está ocurriendo, disimula que ca a otro lugar y cuando ellas están muerta de la risa por su travesura, él le aparece de forma repentina por la parte de atrás.
—Seguimos jugando a las escondidas señorita Carter. —ella voltea a verlo. Se quita la peluca roja y los lentes y deja escapar una carcajada.
—¡Jajajaja! Que sangrón de verdad.
—No estoy para jugar con una niña malcriada —espetó él
Ella levantó la mano para abofetearlo, pero este se la detuvo.
—No se le ocurra hacerlo. —le advirtió con firmeza.
—¿Qué piensa hacerme? Es usted un falta de respeto y se lo diré a mi padre hoy mismo.
—Puede hacer lo que guste, pero yo no soy su juguete y eso también se lo haré saber a su padre.
—¡Uyy! Que carácter —responde Patty, él la mira de pie a cabeza com absoluta seriedad, mientras Clea le murmura:
—No te metas en eso, Patty.
—¿Terminó sus compras señorita o debo esperarla un tiempo más?
—Debe esperar todo lo que deba esperar, para eso mi padre lo contrató. —toma las bolsas de las compras y se las entrega— lleve estas al auto. Ya terminé de comprar. Vamos chicas, las dejaré en sus casas.
Aunque Matt tenía ganas de dejar las bolsas allí, respiró profundamente y las llevó al auto, mientras él caminaba detrás de las tres adolescentes, ellas reían aún de la broma que acababan de hacerle al guardaespaldas.
Luego de dejar a cada una de las jóvenes en sus casas, Matt conduce hasta la mansión Carter. Ella no deja de mirar al apuesto guardaespaldas. Sería interesante jugar con él, pensó ella.
Matheus, una vez que ya la joven está en su casa, va hasta la biblioteca donde está su jefe, para entregarle las llaves de la caminoneta.
—Buenas noches Sr. Carter, con su permiso, acá le traigo las llaves del auto.
—No tiene que devolverlas, usted debe hacerse cargo de la camioneta.
—Señor, disculpe pero el barrio donde vivo no es el más ideal, además no hay donde estacionarla.
—Debió decirme eso, voy a ordenar que le preparen la habitación de servicio y desde ahora se quedará allí. Tendrá libre solo un día a la semana para que pueda resolver sus asuntos, ese día se lo asignaré de acuerdo a mis compromisos.
—Muy bien señor.
—¿Cómo le fue? ¿Qué tal estuvo ese primer día de trabajo?
Matt lo pensó unos segundos, podía haberle dicho todo lo que ocurrió, pero en el fondo sabía que era una travesura de adolescentes.
—Bien señor, todo bajo control.
—Me alegra mucho, conozco a Madie y sé que no es muy fácil de controlar. Puede retirarse Cavalini.
—Con su permiso.
Matt fue hasta la cocina por un vaso con agua, la ama de llaves le mostró donde estaba su cuarto, mientras Teresa y Rosa, la joven encargada de la limpieza contemplaban al sensual y apuesto guardaespaldas.
—Whoa! Es un Kevin Cosner cualquiera —Rosa rió y luego interpretó un pedazo de la canción icónica de la película “The Bodyguard”— “And I will always love you
I will always love you”
—Si, yo tuviese diez años menos, te aseguro que no pierdo la oportunidad —bromeó Teresa, la nana de Madie.
—Quién sabe, capaz y le gustan mayores —soltó la carcajada— ¡Jajajaja!
En ese preciso momento, regresó Laura, la ama de llaves y las mujeres volvieron a sus quehaceres.
—¡A trabajar! Dejen de andar cuchucheando. La cena debe servirse a las 8:00 en punto. —dio la vuelta y salió de la cocina. Las dos mujeres rieron con picardía.
En tanto, Matt se desvistió y se metió a la ducha, mientras se bañaba recordó la travesura de Madie, tuvo que sonreir y aceptar que era bastante gracioso lo estúpido que lo hizo sentir mientras la buscaba. Era una chica astuta, no lo podía negar. Minutos después salió del baño, se recostó en la cama, por alguna extraña razón, la imagen de Madie continuaba metida, en su cabeza. Tomó la billetera y sacó la foto, recorrió con sus dedos, las líneas de su rostro, era una hermosa chica. Se increpó a sí mismo “Vamos Math, no estás aquí para involucrarte con tu cliente, es el primer estatuto del reglamento de oficiales” guardó la foto y se levantó de la cama. Justo en ese momento tocaron a la puerta de su habitación, se cubrió con la toalla y abrió la puerta.
—Señor ya la cena está servida —le dijo Teresa, sonrojada al ver aquel hombre sin camisa con un cuerpo perfectamente esculpido por los mejores artistas renacentistas.
—En seguida voy —sonrió y Teresa le devolvió la sonrisa. Se marchó y el cerró la puerta.
—Bueno Matt, es hora de enfocarte, la adolescente es tu protegida, estás aquí solo para cuidarla.
Aunque él intenta convencerse a sí mismo que esa es su verdadera misión, algo muy dentro de él, se niega a aceptarlo.